Bueno, este día de Navidad voy a recuperar una costumbre vieja que se quedó traspapelada en el tiempo. Las Historias Triviales. Diez pequeñas anécdotas históricas que aquí os brindo para vuestro solaz.
Sin embargo, como ya hice la última vez que publiqué estas tomas, os informo de que hay un pequeño juego: una de las historias que cuento es total o parcialmente falsa. No dudo en absoluto de que mis avezados lectores serán capaces, muy pronto, de apreciar el error no forzado. En todo caso, ya lo aclararemos en los comentarios.
A ello, pues.
miércoles, diciembre 25, 2019
lunes, diciembre 23, 2019
Partos (15: Fraataces el chulito)
Otras partes sobre los partos
Los súbditos de Seleuco
Tirídates y Artabano
Fraates y su hermano
Mitrídates
El ocaso de la Siria seléucida
Y los escitas dijeron: you will not give, I'll take
Roma entra en la ecuación
El vuelo indiferente de Sanatroeces
Craso
La altivez de Craso, la inteligencia de Orodes, la doblez de Abgaro y Publio el tonto'l'culo
... y Craso tuvo, por fin, su cabeza llena de oro
Pacoro el chavalote
Roma, expulsada de Asia durante un rato
Antonio se enfanga en Asia
Los súbditos de Seleuco
Tirídates y Artabano
Fraates y su hermano
Mitrídates
El ocaso de la Siria seléucida
Y los escitas dijeron: you will not give, I'll take
Roma entra en la ecuación
El vuelo indiferente de Sanatroeces
Craso
La altivez de Craso, la inteligencia de Orodes, la doblez de Abgaro y Publio el tonto'l'culo
... y Craso tuvo, por fin, su cabeza llena de oro
Pacoro el chavalote
Roma, expulsada de Asia durante un rato
Antonio se enfanga en Asia
Pues sí: Fraates permaneció au dessus de la melée, sin
intervenir en modo alguno. Para él, lo que estaba pasando era un
chollo. Por un lado, dada la condición volátil y bastante traidora
del armenio Artavasdes, el rey parto no le hacía ascos a la idea de
que terminase mordiendo el polvo. Por otro, sabía que Antonio, al
excitar los ánimos guerreros de los armenios, estaba en realidad
alimentando un avispero que no haría otra cosa que diferirlo del que
era el objetivo teórico de su presencia en Asia, que no era otro que
aplastar a los partos.
miércoles, diciembre 18, 2019
Isabel al poder (15: el Borgia entra en el juego)
Otros escalones de esta escalera:
Enrique, el que a todos contentaba
El órdago de Pacheco/Mendoza
Nunca te fíes de un francés
El follón del matrimonio de Enrique y Juana
¿De qué murió Pedro Girón?
La última trucha de Alfonso
Guisando
Lo de Fernando se va definiendo
Isabel se quita la careta
Fernando, en Castilla
Una boda en pecado, un legado papal corrupto, y el momento más bajo para los esposos
Guerra de bebés
Una carta encendida y varios golpes de suerte
El órdago de Pacheco/Mendoza
Nunca te fíes de un francés
El follón del matrimonio de Enrique y Juana
¿De qué murió Pedro Girón?
La última trucha de Alfonso
Guisando
Lo de Fernando se va definiendo
Isabel se quita la careta
Fernando, en Castilla
Una boda en pecado, un legado papal corrupto, y el momento más bajo para los esposos
Guerra de bebés
Una carta encendida y varios golpes de suerte
¿Qué papel tuvo Rodrigo Borgia en
el golpe de riñones que, por decirlo así, dio la causa de Isabel de Castilla en
aquellos dos años que restaron hasta su acceso al trono? Es difícil contestar a
esa pregunta; pero igual de difícil es pretender que dicho papel fue poco
importante.
lunes, diciembre 16, 2019
Partos (14: Antonio se enfanga en Asia)
Otras partes sobre los partos
Los súbditos de Seleuco
Tirídates y Artabano
Fraates y su hermano
Mitrídates
El ocaso de la Siria seléucida
Y los escitas dijeron: you will not give, I'll take
Roma entra en la ecuación
El vuelo indiferente de Sanatroeces
Craso
La altivez de Craso, la inteligencia de Orodes, la doblez de Abgaro y Publio el tonto'l'culo
... y Craso tuvo, por fin, su cabeza llena de oro
Pacoro el chavalote
Roma, expulsada de Asia durante un rato
Los súbditos de Seleuco
Tirídates y Artabano
Fraates y su hermano
Mitrídates
El ocaso de la Siria seléucida
Y los escitas dijeron: you will not give, I'll take
Roma entra en la ecuación
El vuelo indiferente de Sanatroeces
Craso
La altivez de Craso, la inteligencia de Orodes, la doblez de Abgaro y Publio el tonto'l'culo
... y Craso tuvo, por fin, su cabeza llena de oro
Pacoro el chavalote
Roma, expulsada de Asia durante un rato
Los partos cargaron cuesta arriba, hacia la posición que habían
tomado los romanos. Pero los asaltados estaban bien preparados, y
ejercitaron con tranquilidad y sangre fría una serie de maniobras y
movimientos en los que pronto consiguieron embolsar a la mayoría de
las tropas partas. Los asiáticos fueron repelidos colina abajo, lo
cual no les vino mal porque, de nuevo en la planicie, su caballería se
desempeñó mejor, aunque para entonces estaba siendo severamente
castigada por los lanceros romanos. De hecho, en medio de esa batalla
el propio Pacoro fue herido y muerto.
miércoles, diciembre 11, 2019
Partos (13: Roma, expulsada de Asia durante un rato)
Otras partes sobre los partos
Los súbditos de Seleuco
Tirídates y Artabano
Fraates y su hermano
Mitrídates
El ocaso de la Siria seléucida
Y los escitas dijeron: you will not give, I'll take
Roma entra en la ecuación
El vuelo indiferente de Sanatroeces
Craso
La altivez de Craso, la inteligencia de Orodes, la doblez de Abgaro y Publio el tonto'l'culo
... y Craso tuvo, por fin, su cabeza llena de oro
Pacoro el chavalote
Los súbditos de Seleuco
Tirídates y Artabano
Fraates y su hermano
Mitrídates
El ocaso de la Siria seléucida
Y los escitas dijeron: you will not give, I'll take
Roma entra en la ecuación
El vuelo indiferente de Sanatroeces
Craso
La altivez de Craso, la inteligencia de Orodes, la doblez de Abgaro y Publio el tonto'l'culo
... y Craso tuvo, por fin, su cabeza llena de oro
Pacoro el chavalote
Los partos, aparentemente, tomaron algún partido en la guerra civil
que siguió al asesinato de Julio. Los indicios son de que en
el año 46 antes de Cristo, los partos enviaron un grupo de arqueros
montados en ayuda de un tal Baso, quien muy probablemente fue el
aguililla de turno que, aprovechando el follón que había en la
metrópoli, estaba intentando convertirse en rey independiente de
Siria. Estos mercenarios de Baso acabaron instilándose a las tropas
que Casio estaba reclutando en el este para presentar batalla a Marco
Antonio y Octavio, y muy probablemente la pequeña fuerza parta acabó
con ellos. De hecho, Casio parece que trató que Orodes le prestase
más gente. Le pagó a la pequeña fuerza de partos una suma
considerable y los mandó a casa, pero eso lo hizo mientras también
enviaba legados al encuentro de Orodes; claramente, pues, estaba
tratando de transmitir la idea de que su bando era buen negocio antes
de tratar de alquilar una fuerza mayor.
martes, diciembre 10, 2019
Isabel al poder (14: una carta encendida y varios golpes de suerte)
Otros escalones de esta escalera:
Enrique, el que a todos contentaba
El órdago de Pacheco/Mendoza
Nunca te fíes de un francés
El follón del matrimonio de Enrique y Juana
¿De qué murió Pedro Girón?
La última trucha de Alfonso
Guisando
Lo de Fernando se va definiendo
Isabel se quita la careta
Fernando, en Castilla
Una boda en pecado, un legado papal corrupto, y el momento más bajo para los esposos
Guerra de bebés
El órdago de Pacheco/Mendoza
Nunca te fíes de un francés
El follón del matrimonio de Enrique y Juana
¿De qué murió Pedro Girón?
La última trucha de Alfonso
Guisando
Lo de Fernando se va definiendo
Isabel se quita la careta
Fernando, en Castilla
Una boda en pecado, un legado papal corrupto, y el momento más bajo para los esposos
Guerra de bebés
El 7 de marzo de 1471,
exactamente un año después de que el matrimonio le hubiese escrito una carta al
rey Enrique, salió de Dueñas una nueva misiva. Esta vez, sin embargo, ya no
eran los dos quienes la firmaban, sino sólo Isabel, lo cual hace pensar que,
tal vez, fue un texto elaborado sin el conocimiento de su marido, de Carrillo,
o de los dos.
miércoles, diciembre 04, 2019
Partos (12: Pacoro el chavalote)
Otras partes sobre los partos
Los súbditos de Seleuco
Tirídates y Artabano
Fraates y su hermano
Mitrídates
El ocaso de la Siria seléucida
Y los escitas dijeron: you will not give, I'll take
Roma entra en la ecuación
El vuelo indiferente de Sanatroeces
Craso
La altivez de Craso, la inteligencia de Orodes, la doblez de Abgaro y Publio el tonto'l'culo
... y Craso tuvo, por fin, su cabeza llena de oro
Los súbditos de Seleuco
Tirídates y Artabano
Fraates y su hermano
Mitrídates
El ocaso de la Siria seléucida
Y los escitas dijeron: you will not give, I'll take
Roma entra en la ecuación
El vuelo indiferente de Sanatroeces
Craso
La altivez de Craso, la inteligencia de Orodes, la doblez de Abgaro y Publio el tonto'l'culo
... y Craso tuvo, por fin, su cabeza llena de oro
La
sensación de victoria entre los partos era total. Y eso quiere decir
que no sólo sabían que habían vencido a los romanos, sino que
también lo habían hecho sobre los restos de los seléucidas que
todavía tenían el sueño de dominar (o co-dominar) Partia.
lunes, diciembre 02, 2019
Isabel al poder (13: guerra de bebés)
Otros escalones de esta escalera:
Enrique, el que a todos contentaba
El órdago de Pacheco/Mendoza
Nunca te fíes de un francés
El follón del matrimonio de Enrique y Juana
¿De qué murió Pedro Girón?
La última trucha de Alfonso
Guisando
Lo de Fernando se va definiendo
Isabel se quita la careta
Fernando, en Castilla
Una boda en pecado, un legado papal corrupto, y el momento más bajo para los esposos
El órdago de Pacheco/Mendoza
Nunca te fíes de un francés
El follón del matrimonio de Enrique y Juana
¿De qué murió Pedro Girón?
La última trucha de Alfonso
Guisando
Lo de Fernando se va definiendo
Isabel se quita la careta
Fernando, en Castilla
Una boda en pecado, un legado papal corrupto, y el momento más bajo para los esposos
En febrero de 1470, el bando
anticonstitucionalista dio un paso más en su estrategia calculada: los físicos
le aseguraron a Isabel que estaba embarazada. Ni qué decir que el rey Juan
saltó de alegría cuando leyó el email, todo lo contrario que su pariente
Enrique de Trastámara, quien recibió la noticia como el problemón que podía
llegar a suponer para él, sobre todo si al feto le crecía pene. Isabel y
Fernando, por su parte, sabiéndose sobrados, volvieron a escribirle una carta
al rey de Castilla con la intención de redoblar sus presiones sobre él. La
carta fue enviada el 8 de marzo (alguna historiadora pirada habrá por ahí que dirá que con ello Isabel tuvo presciencia del Día de la Mujer), y tenía unos tonos bastante duros y exigentes.
A la par que cínicos, pues ambos esposos se quejaban que, en los cuatro meses
que habían transcurrido desde su última misiva, habían desarrollado una
actividad totalmente fiel y honorable respecto de su rey (cosa que, le
acusaban, él no había hecho). Pero, claro, se callaban en el hecho de que su
propio estatus de matrimonio desmentía lo que estaban escribiendo; que Isabel y
Fernando firmasen, como mujer y marido, una carta, era la mejor expresión de
que en dicha carta estaban mintiendo.
miércoles, noviembre 27, 2019
Isabel al poder (12: Una boda en pecado, un legado papal corrupto, y el momento más bajo para los esposos)
Otros escalones de esta escalera:
Enrique, el que a todos contentaba
El órdago de Pacheco/Mendoza
Nunca te fíes de un francés
El follón del matrimonio de Enrique y Juana
¿De qué murió Pedro Girón?
La última trucha de Alfonso
Guisando
Lo de Fernando se va definiendo
Isabel se quita la careta
Fernando, en Castilla
El órdago de Pacheco/Mendoza
Nunca te fíes de un francés
El follón del matrimonio de Enrique y Juana
¿De qué murió Pedro Girón?
La última trucha de Alfonso
Guisando
Lo de Fernando se va definiendo
Isabel se quita la careta
Fernando, en Castilla
El rey Enrique dejó sin contestar
la carta de los esposos, como había hecho y antes con otras de Isabel. Al
conocer la noticia de la boda, había picado espuelas hacia Segovia, de vuelta
de su aventura sureña. Fue en la ciudad castellana donde recibió a los
mensajeros con la carta de Isabel y Fernando, a los que despachó sin respuesta
porque, dijo, tenía que consultar con su Consejo. La disculpa le venía al pelo
pues, a la altura de Ocaña durante el regreso, Pacheco se sintió enfermar y
hubo de quedar en la villa toledana nada menos que diez meses. Enrique, pues,
estaba falto de su principal consejero, así pues la disculpa era plausible.
lunes, noviembre 25, 2019
Partos (11: ... y Craso tuvo, por fin, su cabeza llena de oro)
En honor de Roma, hay que decir que los soldados de aquella batalla
estuvieron a mucha mayor altura que sus generales. Los caballeros
galos, que estaban en franca inferioridad frente al armamento y las
capacidades de la caballería pesada de los partos, consiguieron en
no pocas ocasiones poner en dificultades a su enemigo. Incluso
llegaron a desmontarlos sin más armas que sus manos, lo cual
significaba ser capaces de agarrar las lanzas con que los atacaban; o
simplemente con cuchillos, que usaban para acercarse a los caballos y
apuñalarlos en el vientre para hacerlos caer. La infantería, por su
parte, se subió a una colina y allí construyó una posición
defensiva creando una pared de escudos; pero fueron hostigados por
los arqueros, que se hicieron con ellos un Little Big Horn.
miércoles, noviembre 20, 2019
Partos (10: la altivez de Craso, la inteligencia de Orodes, la doblez de Abgaro y Publio el tonto'l'culo)
Otras partes sobre los partos
Los súbditos de Seleuco
Tirídates y Artabano
Fraates y su hermano
Mitrídates
El ocaso de la Siria seléucida
Y los escitas dijeron: you will not give, I'll take
Roma entra en la ecuación
El vuelo indiferente de Sanatroeces
Craso
Cuando Craso comenzó a planificar su segunda campaña contra los partos, se encontró con que su margen de actuación era menor del que había sido en el año anterior. Algo que afectaba, fundamentalmente, a la cuestión crucial que ya he descrito de por dónde avanzar. Artavasdes, el rey armenio, le había invitado a realizar su avance por Armenia, e incluso le había prometido que, de hacerlo así, el propio rey añadiría tropas a las romanas que incrementarían la acometividad del ejército invasor. Craso, sin embargo, ya no podía olvidar que, en el primer año de acciones militares, había realizado acciones y conquistas en la Mesopotamia occidental, acciones en las cuales había tomado poblaciones en las que había dejado destacamentos romanos (algunos de los cuales fueron atacados por Orodes, y cabe cuestionarse si lo hizo precisamente para hacerle pensar como pensó); y, consecuentemente, ahora tenía la obligación de apoyarlos. En corto, eso quería decir que tendría que avanzar por Mesopotamia y no por Armenia.
Los súbditos de Seleuco
Tirídates y Artabano
Fraates y su hermano
Mitrídates
El ocaso de la Siria seléucida
Y los escitas dijeron: you will not give, I'll take
Roma entra en la ecuación
El vuelo indiferente de Sanatroeces
Craso
Cuando Craso comenzó a planificar su segunda campaña contra los partos, se encontró con que su margen de actuación era menor del que había sido en el año anterior. Algo que afectaba, fundamentalmente, a la cuestión crucial que ya he descrito de por dónde avanzar. Artavasdes, el rey armenio, le había invitado a realizar su avance por Armenia, e incluso le había prometido que, de hacerlo así, el propio rey añadiría tropas a las romanas que incrementarían la acometividad del ejército invasor. Craso, sin embargo, ya no podía olvidar que, en el primer año de acciones militares, había realizado acciones y conquistas en la Mesopotamia occidental, acciones en las cuales había tomado poblaciones en las que había dejado destacamentos romanos (algunos de los cuales fueron atacados por Orodes, y cabe cuestionarse si lo hizo precisamente para hacerle pensar como pensó); y, consecuentemente, ahora tenía la obligación de apoyarlos. En corto, eso quería decir que tendría que avanzar por Mesopotamia y no por Armenia.
lunes, noviembre 18, 2019
Isabel al poder (11: Fernando, en Castilla)
Otros escalones de esta escalera:
Enrique, el que a todos contentaba
El órdago de Pacheco/Mendoza
Nunca te fíes de un francés
El follón del matrimonio de Enrique y Juana
¿De qué murió Pedro Girón?
La última trucha de Alfonso
Guisando
Lo de Fernando se va definiendo
Isabel se quita la careta
El órdago de Pacheco/Mendoza
Nunca te fíes de un francés
El follón del matrimonio de Enrique y Juana
¿De qué murió Pedro Girón?
La última trucha de Alfonso
Guisando
Lo de Fernando se va definiendo
Isabel se quita la careta
Mientras Isabel escuchaba a
Alfonso de Coca ponderar las muchas virtudes del joven príncipe aragonés (que
en realidad ya era rey, si bien de Sicilia), el arzobispo Carrillo andaba
preocupado. Al jefe del partido isabelista no le había gustado ni un pelo que
Enrique no se hubiese molestado ni siquiera en contestar la misiva de su medio
hermana. Buen conocedor de las sutilezas del poder castellano, Carrillo temía
que la combinación del desprecio de Enrique hacia los postulados de Isabel,
combinado con las noticias que de seguro estaban llegando a todas partes de que
sus tropas se dirigían al norte, provocaría una serie de movimientos
orquestales en la oscuridad. Y no se equivocó. Varios de los parciales de la
infanta, de formas más o menos taimadas, cambiaron de bando. En opinión del
prelado, esta repentina pérdida de fuerza del bando isabelista sólo se podría
contestar si recuperaba la iniciativa haciendo patente la ayuda de Aragón.
miércoles, noviembre 13, 2019
Isabel al poder (10: Isabel se quita la careta)
Otros escalones de esta escalera:
Enrique, el que a todos contentaba
El órdago de Pacheco/Mendoza
Nunca te fíes de un francés
El follón del matrimonio de Enrique y Juana
¿De qué murió Pedro Girón?
La última trucha de Alfonso
Guisando
Lo de Fernando se va definiendo
El órdago de Pacheco/Mendoza
Nunca te fíes de un francés
El follón del matrimonio de Enrique y Juana
¿De qué murió Pedro Girón?
La última trucha de Alfonso
Guisando
Lo de Fernando se va definiendo
En la segunda mitad del año 1469,
ante la obstinada insistencia de su hermana, Enrique de Trastámara se resignó
al hecho de que Isabel no se casaría con el rey de Portugal. En la localidad
madrileña de Ciempozuelos estaban alojados, desde hacía meses, los embajadores
solicitados por Pacheco a pelo puta para sancionar la unión; ahora, un
avergonzado Enrique envió al obispo Mendoza allí para comunicarles que ya no
había negocio que apañar y se podían volver a casa.
lunes, noviembre 11, 2019
Partos (9: Craso)
Otras partes sobre los partos
Los súbditos de Seleuco
Tirídates y Artabano
Fraates y su hermano
Mitrídates
El ocaso de la Siria seléucida
Y los escitas dijeron: you will not give, I'll take
Roma entra en la ecuación
El vuelo indiferente de Sanatroeces
Los súbditos de Seleuco
Tirídates y Artabano
Fraates y su hermano
Mitrídates
El ocaso de la Siria seléucida
Y los escitas dijeron: you will not give, I'll take
Roma entra en la ecuación
El vuelo indiferente de Sanatroeces
Parece que Mitrídates fue
exitoso en la misión que se marcó, o que tal vez le marcaron los megistanes,
que era recuperar la Gordiene, esto es la provincia que Pompeyo había entregado
a su otrora enemigo Tigranes el armenio. Sin embargo, en materia de política
interior debió de portarse como un auténtico porculo. Acabó castigando a su
hermano Orodes, el co-asesino de su padre y, pocos años después de haber
llegado al reinado de Partia, fue depuesto por los megistanes. Los nobles, una
vez que se deshicieron de él, llamaron a Orodes, que había sido exiliado, y lo
colocaron en su puesto. Mitrídates recibió el reino de Media, que gobernaría
como rey tributario de Partia; pero incluso eso se lo acabó quitando Orodes
poco después, lo que sugiere que el hermano seguía dando problemas.
sábado, noviembre 09, 2019
Treinta años
Treinta años hace hoy de que un rocapollas metió la pata, haciendo con ello, que diría Churchill, girar los goznes de la Historia. Lo cuento aquí.
miércoles, noviembre 06, 2019
Isabel al poder (9: lo de Fernando se va definiendo)
Otros escalones de esta escalera:
Enrique, el que a todos contentaba
El órdago de Pacheco/Mendoza
Nunca te fíes de un francés
El follón del matrimonio de Enrique y Juana
¿De qué murió Pedro Girón?
La última trucha de Alfonso
Guisando
El órdago de Pacheco/Mendoza
Nunca te fíes de un francés
El follón del matrimonio de Enrique y Juana
¿De qué murió Pedro Girón?
La última trucha de Alfonso
Guisando
Cuando Peralta, el enviado del rey aragonés que quería pedir la mano de Isabel para Fernando, llegó a la Corte
castellana, el rey y su mano (Pacheco) lo recibieron como a un lechero que
trajese leche pasada. Peralta afectó sentirse muy contrito por la frialdad con
que el monarca recibió su petición de mano pero, en realidad, era postureo.
Aquel hombre no estaba en Castilla para negociar con Enrique porque, simple y
llanamente, sabía que Enrique nunca daría su visto bueno a la boda de su medio hermana con Fernando de Aragón. Estaba allí para negociar con el trío de
conspiradores que podríamos llamar la Tripe C (Carrillo, Cárdenas, Chacón) que
estaba dispuesto a ciscarse en las condiciones de Guisando y casar a Isabel con
o sin la anuencia real. No le fue difícil, pues Ocaña no estaba, ni lo está,
lejos de Yepes, donde como sabemos el arzobispo tenía su queli.
lunes, noviembre 04, 2019
Partos (8: el vuelo indiferente de Sanatroeces)
Otras partes sobre los partos
Los súbditos de Seleuco
Tirídates y Artabano
Fraates y su hermano
Mitrídates
El ocaso de la Siria seléucida
Y los escitas dijeron: you will not give, I'll take
Roma entra en la ecuación
Los súbditos de Seleuco
Tirídates y Artabano
Fraates y su hermano
Mitrídates
El ocaso de la Siria seléucida
Y los escitas dijeron: you will not give, I'll take
Roma entra en la ecuación
Quién sucedió a Mitrídates
II es difícil de saber, si bien son muchas las teorías que defienden que su
sucesor fue el siguiente arsácida del que tenemos noticia: Sanatroeces,
Sinatroces o Sintricus. Sin embargo, otros indicios apuntan a que hubo uno, o
varios reyes, entre ambos. Pero teniendo en cuenta la fuerte fidelidad arsácida
de la monarquía parta, esto no hace sino pensar que, tal vez, el reino se
encontró imbuido en una guerra civil entre diferentes partidarios de allegarse
al trono, probablemente parientes.
miércoles, octubre 30, 2019
Isabel al poder (8: Guisando)
Otros escalones de esta escalera:
Enrique, el que a todos contentaba
El órdago de Pacheco/Mendoza
Nunca te fíes de un francés
El follón del matrimonio de Enrique y Juana
¿De qué murió Pedro Girón?
La última trucha de Alfonso
El órdago de Pacheco/Mendoza
Nunca te fíes de un francés
El follón del matrimonio de Enrique y Juana
¿De qué murió Pedro Girón?
La última trucha de Alfonso
Nunca estaremos del todo ciertos,
creo yo, de la sinceridad de los compromisos de Castronuño. En primer lugar, no
dejaron de ser promesas hechas por un tipo que, ya de por sí, era muy amigo de
decir aquello de donde dije digo, digo Diego. En segundo lugar, tenemos
testimonios de que, apenas días después de aquella concertación, y ante la
resistencia de la reina Juana a reunirse con él en Madrid, le juró que nunca
reconocería los derechos de Isabel y que conservaría los de su hija. Pero,
claro, nada nos dice que la verdad estuviese en estas promesas. Yo tiendo a
pensar que las dos posiciones eran ciertas, o sea, ninguna.
lunes, octubre 28, 2019
El altar
La misa es el centro de la liturgia cristiana, y el altar es el centro de la misa. El altar es un símbolo del poder de Jesucristo quien, según nos dice el Apocalipsis, se encuentra eternamente ejerciendo su sacerdocio desde uno de carácter divino. Altares, por lo tanto, los ha habido siempre en el cristianismo, entre otras cosas porque antes del cristianismo ya existían las aras votivas y sacrifiales, también con un hondo sentimiento teológico, a las que el altar cristiano no da sino continuidad; una continuidad, sin embargo, bastante sofisticada. El altar de nuestras iglesias, en realidad, ha pasado por cuatro fases históricas, que aquí os voy a intentar relatar.
jueves, octubre 24, 2019
En el día (ejem) de Franco
He dejado este post programado para que se publique el jueves 24 a las 10,30 horas de la mañana. Confío en el gobierno de Pedro Sánchez para que se cumplan las previsiones y, precisamente a esta hora, se esté procediendo a la exhumación de los restos de Francisco Franco en el Valle de los Caídos. Si no es así, la cosa es que no tengo posibles para parar el post; así pues, espero que Sánchez y yo mismo no estemos quedando, ahora mismo, a la altura del betún.
De Franco se ha escrito mucho en este blog; tanto, que, con 1.560 posts publicados, 69 tageados como franquismo y 70 como Guerra Civil, la verdad, resultaría muy difícil colocar aquí todas las referencias. Dicho esto, colocaré dos series que dediqué en su día al periplo del general ferrolano.
El primero de los textos es el que analizó el camino de Francisco Franco hasta que obtuvo el poder, y cómo se las ingenió para mantenerlo durante cuarenta años. No creas, no fue tan fácil como parece, aunque tampoco fue tan difícil como debería haber sido. Aquí enlazas con el vigésimo y último capítulo de la serie, desde el que puedes ir adonde quieras en la misma, pues todos los anteriores están enlazados allí. En la biblioteca, anyway, también te lo puedes bajar en pdf todo entero.
El segundo texto ya está más relacionado con la tumba, pues relata cómo Franco se acabó metiendo en ella. Es, por lo tanto, el relato de su enfermedad. Aparte de que en la biblioteca, de nuevo, tenéis el texto completo en pdf, también lo podéis leer entero pinchando aquí, pues lo publiqué en megapost.
Hala, como decimos en mi tierra, a rañala.
De Franco se ha escrito mucho en este blog; tanto, que, con 1.560 posts publicados, 69 tageados como franquismo y 70 como Guerra Civil, la verdad, resultaría muy difícil colocar aquí todas las referencias. Dicho esto, colocaré dos series que dediqué en su día al periplo del general ferrolano.
El primero de los textos es el que analizó el camino de Francisco Franco hasta que obtuvo el poder, y cómo se las ingenió para mantenerlo durante cuarenta años. No creas, no fue tan fácil como parece, aunque tampoco fue tan difícil como debería haber sido. Aquí enlazas con el vigésimo y último capítulo de la serie, desde el que puedes ir adonde quieras en la misma, pues todos los anteriores están enlazados allí. En la biblioteca, anyway, también te lo puedes bajar en pdf todo entero.
El segundo texto ya está más relacionado con la tumba, pues relata cómo Franco se acabó metiendo en ella. Es, por lo tanto, el relato de su enfermedad. Aparte de que en la biblioteca, de nuevo, tenéis el texto completo en pdf, también lo podéis leer entero pinchando aquí, pues lo publiqué en megapost.
Hala, como decimos en mi tierra, a rañala.
miércoles, octubre 23, 2019
Partos (7: Roma entra en la ecuación)
Otras partes sobre los partos
Los súbditos de Seleuco
Tirídates y Artabano
Fraates y su hermano
Mitrídates
El ocaso de la Siria seléucida
Y los escitas dijeron: you will not give, I'll take
Los súbditos de Seleuco
Tirídates y Artabano
Fraates y su hermano
Mitrídates
El ocaso de la Siria seléucida
Y los escitas dijeron: you will not give, I'll take
Bien, como dije, sigamos
contando un poco la petit histoire de los antiguos armenios.
lunes, octubre 21, 2019
Isabel al poder (7: La última trucha de Alfonso)
Otros escalones de esta escalera:
Enrique, el que a todos contentaba
El órdago de Pacheco/Mendoza
Nunca te fíes de un francés
El follón del matrimonio de Enrique y Juana
¿De qué murió Pedro Girón?
El órdago de Pacheco/Mendoza
Nunca te fíes de un francés
El follón del matrimonio de Enrique y Juana
¿De qué murió Pedro Girón?
Ese alguien que, en este caso,
consideró que no podía sacar más del bando en el que estaba y que, por lo
tanto, lo suyo era hacerle una oferta al otro bando, era, lógicamente, Pacheco.
A Pacheco, en el fondo, el éxito de la rebelión contra Enrique no le había
venido demasiado bien. Al unirse a la misma apellidos de muy elevada alcurnia
como los Enríquez o los Stúñiga, se imponía la necesidad de compartir el pastel
con unos tipos que llevaban siglos acostumbrados a ser unos auténticos
zampabollos. En cambio Pacheco, sobrino de un arzobispo y persona hecha a sí
misma, era un parvenu en el gotha del poder castellano, y, que diría
Julio Iglesias, lo sabía. Todos aquellos tipos con extensas heredades y
señoríos lo despacharían de un papirotazo el día que todo estuviese hecho; o,
como poco, a él le tocaría volver a ponerse a bailar para conseguir caerle bien
al rey Alfonso, como ya había hecho antes con Álvaro de Luna, con el rey Juan y
con el rey Enrique.
miércoles, octubre 16, 2019
Isabel al poder (6: ¿de qué murió Pedro Girón?)
Otros escalones de esta escalera:
Enrique, el que a todos contentaba
El órdago de Pacheco/Mendoza
Nunca te fíes de un francés
El follón del matrimonio de Enrique y Juana
El órdago de Pacheco/Mendoza
Nunca te fíes de un francés
El follón del matrimonio de Enrique y Juana
Tras arduas negociaciones, ambos
bandos contendientes en Castilla se encontraron en Coca para una conferencia
más. Uno de los temas fundamentales de aquellas discusiones fue el futuro de la
infanta Isabel. Ambas partes se encastillaron en sus posiciones pero,
finalmente, a base de presión y no levantarse nunca de la mesa (paciencia y saliva,
le dijo el elefante a la hormiga), el bando rebelde consiguió aparcar el
proyecto de boda portuguesa: Isabel se casaría con el hermano de Pacheco, Pedro
Girón, maestro de Calatrava. Toda una transacción, en todo caso: con esa boda,
la piedra que era Isabel tendería a caer del lado rebelde del tejado
castellano; pero al casarse con un medio pelo (Girón era maestre de la orden de
Calatrava, pero poco más), la niña se despedía de jugar un papel medio
importante en las querellas dinásticas castellanas. Pacheco y Girón
prometieron, a cambio, desactivar la rebelión y la guerra civil larvada.
Enrique, como siempre que se dejaba de rifar unas hostias, accedió encantado.
lunes, octubre 14, 2019
Partos (6: y los escitas dijeron: you will not give, I'll take)
Otras partes sobre los partos
Los súbditos de Seleuco
Tirídates y Artabano
Fraates y su hermano
Mitrídates
El ocaso de la Siria seléucida
Los súbditos de Seleuco
Tirídates y Artabano
Fraates y su hermano
Mitrídates
El ocaso de la Siria seléucida
En medio de la presión por
la invasión seléucida de sus territorios, y en momentos en los que Fraates se
encontró con la imposibilidad de allegar tropas suficientes entre los mismos
partos, el rey arsácida llamó en su ayuda a algunos mercenarios cercanos. Entre
los pueblos guerreros que tenía cerca, ninguno era tan guerrero ni tan
cohesionado como los escitas. Como ocurre siempre cuando hay un político de por
medio, los síntomas son de que Fraates les debió prometer a los escitas el oro
y el moro (que no tenía) a cambio de su ayuda.
miércoles, octubre 09, 2019
Isabel al poder (5: el follón del matrimonio de Enrique y Juana)
Otros escalones de esta escalera:
El Consejo Real de Castilla,
reunido en Segovia, consideró la carta de los nobles rebeldes a las ciudades
como un ultraje en toda regla, y exigió del rey un castigo ejemplar. Pero eso
era demasiado pedir para Enrique, el rey acomodaticio, que prefirió la
estrategia del avestruz. Eso sí, se avino a arreglar otra reunión con los
rebeldes, esta vez en la planicie entre Cigales y Cabezón. Este encuentro sí
que se produjo, y en el mismo el ciclotímico rey, siguiendo su guión vital, le
dijo a los rebeldes lo que querían oír: que exiliaría a Beltrán de la Cueva de
la Corte; que le devolvería la orden de Santiago a Alfonso; y que lo designaría
su heredero.
lunes, octubre 07, 2019
Padre nuestro
[Visto que ya había realizado en el pasado algunos posts sobre la materia, y que pienso seguir en la línea, he creado una etiqueta Liturgia para que los puedas encontrar con más facilidad].
El Padre nuestro, creo que en esto no hay duda ni extra ni intramuros de la creencia, es la oración número uno del cristiano. Como me dijo a mí mi preparador para la primera comunión, un buen cristiano puede cometer errores rezando el Señor Mío Jesucristo o incluso no sabérselo; pero no saberse el Padre nuestro es algo inconcebible. Ésta es una de las razones de que los cristianos viejos, en el sentido de que lo fuimos hace ya bastantes años, estemos hoy en inferioridad de condiciones, pues yo, cuando menos, ya no llegué a aprenderme la versión actual, que sin embargo he leído y encuentro gramaticalmente más civilizada.
El Padre nuestro, creo que en esto no hay duda ni extra ni intramuros de la creencia, es la oración número uno del cristiano. Como me dijo a mí mi preparador para la primera comunión, un buen cristiano puede cometer errores rezando el Señor Mío Jesucristo o incluso no sabérselo; pero no saberse el Padre nuestro es algo inconcebible. Ésta es una de las razones de que los cristianos viejos, en el sentido de que lo fuimos hace ya bastantes años, estemos hoy en inferioridad de condiciones, pues yo, cuando menos, ya no llegué a aprenderme la versión actual, que sin embargo he leído y encuentro gramaticalmente más civilizada.
miércoles, octubre 02, 2019
Mussolini (en digesto)
Hoy es mi cumpleaños. Así las cosas, puesto que en todo cumpleaños lo lógico es que haya regalos, os hago yo uno. A destiempo, fuera pues del ritmo normal de posts que guardamos en el blog, aquí tenéis un post de posts: la historia completa de Benito Mussolini, el dictador fascista de Italia. Se publicó en su día en pequeñas diócesis, pero aquí tenéis el obispado completo, por si queréis hacer una lectura reposada y continuada.
Debajo de la línea.
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Debajo de la línea.
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Partos (5: el ocaso de la Siria seléucida)
Otras partes sobre los partos
Los súbditos de Seleuco
Tirídates y Artabano
Fraates y su hermano
Mitrídates
Los súbditos de Seleuco
Tirídates y Artabano
Fraates y su hermano
Mitrídates
Los principios de Demetrio como prisionero de lo partos no
fueron buenos. Éstos decidieron pasearlo como un mono de feria por los
territorios de su dominio, para lanzarle a los habitantes el mensaje claro de
que buscar cualquier aliado contra el poder de los partos era muy mala idea.
Pero después de este tour un tanto humillante, no parecen haberlo tratado mal.
Le adjudicaron una residencia en Hircania, se le mantuvo su noble condición y
Mitrídates acabó, incluso, ofreciéndole la mano de una de sus hijas. Esta
intención nos viene a sugerir con mucha fuerza que es muy probable que
Mitrídates estuviese valorando la posibilidad de una expedición contra Siria,
algo en lo que disponer de un príncipe local que le fuese partidario y
estuviese ligado a él por lazos de sangre podía ser una ventaja interesante.
Sin embargo, Mitrídates no pudo llevar a cabo ese proyecto, si es que alguna
vez lo albergó. Poco después de capturar a Demetrio, cayó enfermo y se fue
consumiendo rápidamente hasta morir en el año 136 antes de Cristo, después de
38 años de reinado que habían colocado a los partos en primera fila de la
geopolítica de su área.
lunes, septiembre 30, 2019
Isabel al poder (4: nunca te fíes de un francés)
Otros escalones de esta escalera:
Enrique de Trastámara estaba en
la duda. Era mucho lo que le exigían su consejero y el arzobispo de Toledo;
pero, al mismo tiempo, también era mucho lo que le ofrecían. Presionado por las
circunstancias, el rey de Castilla accedió inicialmente a reconocer a Alfonso
como su heredero, desheredando por el camino a lo que le pudiera venir.
miércoles, septiembre 25, 2019
Isabel al poder (3: el órdago de Pacheco/Mendoza)
Otros escalones de esta escalera:
Enrique de Castilla podía ser algo tonto, que yo creo que lo era; pero no era gilipollas. Tenía ojos en la cara, dos, y orejas, también dos, a ambos lados del cráneo; y todo eso le servía para percatarse de movidas que ocurrían en su mundo. En 1457, ya lo hemos visto, tomó conscientemente la decisión de blindar el poder de su seudovalido, Juan Pacheco. Pero si hizo eso era porque tenía miedo. Miedo de que los nobles de Castilla hiciesen en su reinado la función que habían hecho los infantes de Aragón en la de su padre; y yo creo, aunque esto es percepción personal, que el Trastámara comparaba y, puesto que había llegado a conocer a Álvaro de Luna, probablemente pensaba que su Pacheco no le llegaba a aquél ni a la punta de los pelillos más bajos de su escroto.
lunes, septiembre 23, 2019
Partos (4: Mitrídates)
Otras partes sobre los partos
Los súbditos de Seleuco
Tirídates y Artabano
Fraates y su hermano
Esto último que he dicho al finalizar el capítulo anterior: que Mitrídates fue un excelente lector de los partidos geopolíticos de su área, lo digo porque una parte importante de la actitud del rey parto y de las cosas que hizo tiene que ver con la situación de su entorno más cercano. Los monarcas bactrianos que sucedieron a la pareja exitosa formada por Eutidemo y Demetrio heredaron su ambición imperialista, pero no supieron medir bien sus recursos, pues en las guerras que abrieron acabaron provocando un excesivo agotamiento de los recursos con que contaba el país.
Los súbditos de Seleuco
Tirídates y Artabano
Fraates y su hermano
Esto último que he dicho al finalizar el capítulo anterior: que Mitrídates fue un excelente lector de los partidos geopolíticos de su área, lo digo porque una parte importante de la actitud del rey parto y de las cosas que hizo tiene que ver con la situación de su entorno más cercano. Los monarcas bactrianos que sucedieron a la pareja exitosa formada por Eutidemo y Demetrio heredaron su ambición imperialista, pero no supieron medir bien sus recursos, pues en las guerras que abrieron acabaron provocando un excesivo agotamiento de los recursos con que contaba el país.
miércoles, septiembre 18, 2019
Partos (3: Fraates y su hermano)
Otras partes sobre los partos
Los súbditos de Seleuco
Tirídates y Artabano
Los súbditos de Seleuco
Tirídates y Artabano
Los partos vieron cómo Antíoco se hacía con su capital sin
siquiera presentarle batalla seria. Pero en eso no hicieron otra
cosa que demostrar que eran un pueblo de las montañas. En efecto,
las gentes que viven en lugares de complicada orografía suelen tener
siempre la misma táctica cuando son atacados por un enemigo
numeroso. Le dejan hacer, le dejan avanzar, buscando dos cosas:
primera, que se aleje de sus recursos, esto es que se implique en una
guerra que lógísticamente sea cada vez más complicada; y, segundo,
que se deba adentrar en el complicado perfil del terreno, lugares
donde las emboscadas son fáciles, donde con relativamente pocos
efectivos se puede tener la perspectiva de obtener victorias contra
ejércitos bien dotados.
lunes, septiembre 16, 2019
Isabel al poder (2: Enrique, el que a todos contentaba)
Otros escalones de esta escalera:
El reino no es para ti, bonita
El reino no es para ti, bonita
Enrique IV de Castilla fue coronado en Valladolid el 23 de julio de 1454. Era el suyo, a los ojos de quienes los tenían para juzgar la
situación política de Castilla, un reinado que tiraba a continuista. Enrique
tenía edad para haber sido contemporáneo de algunas de las gravísimas
escaramuzas civiles que enfrentaron al rey Juan con sus rivales aragoneses; de
hecho, en alguna movida se había implicado y había terminado como el gallo de
Morón; razón por la cual su mensaje central era el que preside este post: Keep calm and be the King.
miércoles, septiembre 11, 2019
Isabel al poder (1: el reino no es para ti, bonita)
Comienzo hoy otra nueva serie de posts, que discurrirá anchurosa y pacífica como el río Orontes junto al Tigris de la historia de los partos. Así, con la variación, tendréis, más o menos, cada semana una aportación de cada historia, con alguna que otra novedad que ando preparando. Esta serie va dedicada a la subida al poder de Isabel de Castilla, operación que, no hay que decirlo mucho, fue fundamental para la Historia de España tal y como la conocemos.
lunes, septiembre 09, 2019
Partos (2: Tirídates y Artabano)
Otras partes sobre los partos
Los súbditos de Seleuco
Los súbditos de Seleuco
Como suele ocurrir en estas circunstancias, cuando a Antíoco las
cosas se le complicaron, se le complicaron bien y a tope. El
principal de los problemas que tuvo fue que un sátrapa sirio, a base
de ejercer el poder como le daba la gana, acabó por ambicionar la
idea de ser él su propio rey, sin sometimientos ni leches. Hablamos
del griego Diodoto, gobernador todopoderoso de Bactria. Diodoto tuvo
el gesto que hoy, principalmente, nos sirve para conocer las
veleidades monarquistas de alguien, esto es, la acuñación de
monedas con su esfigie y, de hecho, estableció casi sin problemas su
propio poder sobre Bactria, ya que en las satrapías apenas había,
por así decirlo, estructuras de poder federal. En el fondo, es
bastante lógico que la disgregación de aquella gran Siria, por
llamarla de alguna manera, comenzase por Bactria, pues era ésta una
satrapía que había sido tratada con mano dulce por los persas,
siempre conocedores de las ínfulas independentistas de los
bactrianos.
miércoles, septiembre 04, 2019
Partos (1: los súbditos de Seleuco)
Todo el mundo que está algo versado en la Historia de Roma sabe que cuando la vieja tocahuevos interrumpió el paso de Julio hacia el Senado y le advirtió sobre los peligros derivados de los ictus de cuarzo, advertencia que Julio, que ya estaba algo teniente, entendió se refería a los idus de marzo, el valiente general y dictador avant la lettre estaba a punto de dejar Roma. Se iba en una expedición militar muy ambiciosa. El día que Marco Bruto y los de Palacagüina se cargaron al general al que habían dado una categoría con nombre de ensalada, varias legiones habían cruzado ya el Adriático y le esperaban en Asia Menor, convencidas de su victoria. Las crónicas nos dicen que el objetivo de César era someter, de una vez por todas, a los partos.
Varias veces le he preguntado a gente de mi entorno cómo imaginan a esos enemigos del romano. He podido comprobar que la visión general tiende a ver a los partos como probablemente eran entonces los miembros y miembras de otro pueblo que empezaba por p, los pictos. Esto es: tipos en taparrabo, infraevolucionados, brutales, montaraces y sucios. Los partos, sin embargo, estaban lejos de ser así. Eran, en buena parte, los herederos de las civilizaciones mesopotámicas que, no lo olvidamos, ya tenían cagaderos con chorrito cuando los romanos todavía se limpiaban el ojete con hojas de morera. La tradición nos dice que cuando el rey parto Orodes recibió la cabeza de su enemigo romano, Marco Licinio Craso, estaba en el teatro, asistiendo a la representación de una tragedia griega. Por mucho que la anécdota sea más que probablemente espuria, denota que a nadie extrañaba en el mundo antiguo que los partos estuviesen al cabo de la calle de los éxitos del Broadway ateniense. Por eso, porque los partos eran bastante más de lo que habitualmente pensamos, vamos a dedicarles algunos puntitos. Espero que os gusten.
Varias veces le he preguntado a gente de mi entorno cómo imaginan a esos enemigos del romano. He podido comprobar que la visión general tiende a ver a los partos como probablemente eran entonces los miembros y miembras de otro pueblo que empezaba por p, los pictos. Esto es: tipos en taparrabo, infraevolucionados, brutales, montaraces y sucios. Los partos, sin embargo, estaban lejos de ser así. Eran, en buena parte, los herederos de las civilizaciones mesopotámicas que, no lo olvidamos, ya tenían cagaderos con chorrito cuando los romanos todavía se limpiaban el ojete con hojas de morera. La tradición nos dice que cuando el rey parto Orodes recibió la cabeza de su enemigo romano, Marco Licinio Craso, estaba en el teatro, asistiendo a la representación de una tragedia griega. Por mucho que la anécdota sea más que probablemente espuria, denota que a nadie extrañaba en el mundo antiguo que los partos estuviesen al cabo de la calle de los éxitos del Broadway ateniense. Por eso, porque los partos eran bastante más de lo que habitualmente pensamos, vamos a dedicarles algunos puntitos. Espero que os gusten.
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Siglo VI AC
lunes, septiembre 02, 2019
Dictionary wars
Qué: Dictionary wars. The American fight over the English language.
Quién: Peter Martin.
Dónde: Princeton University Press.
Cuánto: 22,86 euros en el Kindle.
Calificación: 8,5 sobre 10.
Llevo toda la vida estudiando inglés. Desde que Miss Susan, el día de su primera clase, me enseñó, a mí y a mis compañeros, que para pedir permiso para salir del aula debía decir may I go to the toilet?, hasta el día presente, no he dejado de estudiarlo. Hace ya mucho tiempo que no lo hago por necesidad; de una de las paredes de mi despacho cuelga un papel que me certifica como bilingüe, y eso es bastante más de lo que necesito para mi vida. Lo sigo estudiando, sin embargo, porque me gusta. O mejor debería decir, me encanta.
Hay otra característica en mi aprendizaje: no he usado la inmersión. De chaval, los veranos en Bradford no eran para mí; si no podíamos pagar una puta cena en un restaurante de la playa de Santa Cristina, menos íbamos a poder pagar un verano en otro país. Las facilidades que aporta la inmersión para un idioma las suplí con estudio y con lectura. Y, la verdad, no me arrepiento. El aprendizaje por inmersión es como la experiencia del usuario de un software; pero el aprendizaje sistemático es como la experiencia de un ingeniero informático. Te ayuda a entender no sólo el idioma, sino cómo funciona. Por qué es así. Es una dimensión más dura pero, a la larga, intelectualmente mucho más venturosa. Hablar un idioma y entender un idioma son cosas diferentes. Lo primero, bueno, puedes llegar a conseguirlo en una vida; para lo segundo, siempre te quedarán pasos pendientes.
Hay otra cosa importante respecto de los idiomas que los, digámoslo de forma políticamente correcta, residentes en España conocemos bien: su dimensión política. La lengua, además de un vehículo de comunicación y de una herramienta para la transmisión de la belleza o del horror, puede ser un arma. Algo que se blande y se lanza contra los adversarios. Como digo, en España sabemos muy bien de qué va esto, nosotros que hemos inventado, en varios estatutos de autonomía (y ante la complicidad de la clase política patria sin excepciones) ese meconio que llamamos "lengua propia". Ése que hace que, legalmente, un gallego pueda decir que el español o castellano es oficial en Galicia, pero que la lengua propia de un gallego es el gallego.
Cualquier persona que atienda a las noticias de la prensa sobre la inmersión lingüística y sus conflictos sabe que la lengua no es un actor neutral en los enfrentamientos políticos. Al mismo tiempo, sin embargo, tal vez le dé por pensar que el inglés, ese idioma imperial que ha trepado en los últimos trescientos años al pedestal donde antes estuvieron el francés, el latín o el griego, el pedestal al que se sube la koiné, la lengua franca de referencia de los comerciantes y de los soldados; el inglés, digo, está por encima de todo eso. Sufre, sí, los embates del gaélico, del galés, del hindi y de todas las lenguas que algún día colonizó; pero como tal lengua no tiene vis política.
Si estás en este error, este libro te sacará de él.
Dictionary wars cuenta, en paralelo o más bien mezcladas, tres historias. La primera de ellas es la historia de cómo los primeros americanos, las primeras generaciones de habitantes de los Estados Unidos que estrenaron nación y proyecto común, lógicamente obsesionados con distinguirse de la metrópoli con la que, la verdad, no terminaron muy bien, también quisieron distinguirse en materia de lenguaje. Como sabe cualquiera que vea pelis en versión original, ingleses y estadounidenses hablan el mismo idioma, pero lo hablan de forma muy diferente. Una de las conclusiones que yo saco de la lectura de este libro es que esa distancia debía de ser mucho mayor, y mucho más perceptible, a finales del siglo XVIII y principios del XIX. Hay una razón para ello, y es que a nadie se le escapa que el perfil socio-educativo medio del estadounidense era, probablemente, mucho más bajo que el del inglés. Estados Unidos, un país de aluvión que, por mucho que ahora se deje llevar por la tendencia de considerar que los americanos sólo deben hablar inglés, tuvo que regular en las leyes de varios Estados, durante todo el siglo XIX, que fuesen oficialmente utilizados idiomas como el español o el alemán porque para amplísimas minorías de entre sus habitantes era lo único que hablaban; América, digo, no se forjó en aquellos tiempos mediante la llegada masiva de ingenieros, profesores de filosofía y neurocirujanos, sino a base de italianos, irlandeses, alemanes, mexicanos y chinos básicamente hambrientos, que aprendían (o no) a hablar inglés o ya lo traían de serie, pero pronunciándolo y usándolo de formas muy diversas. El corolario, en el mundo anglosajón, de un idioma entregado para ser gestionado por un colectivo de habitantes inicialmente de muy baja extracción social es el acento australiano que, en ocasiones, se parece más al checo coloquial que al inglés que exhibe John Cleese en A fish called Wanda.
Traigo a colación el tema de Australia porque, exactamente igual que hoy en día los australianos se muestran orgullosos de sus antepasados ladrones y asesinos, y no pocos de ellos los rastrean con pasión en su árbol genealógico, Estados Unidos levantó y agitó la bandera del inglés hablado por los americanos contra la pureza (bueno, pureza...) del inglés de Inglaterra. E impulsó un proceso planificado de distinción idiomática, un proceso algunos de cuyos apóstoles llegaron a decir, en aquel siglo XIX, que llegaría a ser tan profundo que algún día el inglés de Inglaterra y el de Estados Unidos llegarían a ser idiomas diferentes. Contemplaban con ilusión la posibilidad de que, algún día, a un hablante de York y a otro de Dallas les fuese imposible entenderse (aunque, bueno, reconozcamos que, tal vez, York y Dallas son dos ejemplos demasiado extremos).
El idioma, pues, fue para los estadounidenses un arma arrojadiza, y las escuelas de los Estados Unidos, su campo de batalla. Todo el mundo que ha estudiado inglés sabe que la pronunciación es una carallada del huevo. Es un problema para los estudiantes extranjeros, pero no es un problema menor para los educandos, sobre todo para los más jóvenes; por eso los angloparlantes son tan dados a esos torneos escolares de deletreo, ésos que borda Lisa Simpson; torneos que, la verdad, celebrados en España serían básicamente una gilipollez. Hace ya muchos años, un vicepresidente de los Estados Unidos (quiero recordar que era Dan Quayle, que lo fue de Jordi Bush padre) hizo el ridículo en una visita electoral a una escuela porque, después de que un niño pequeñito había escrito en la pizarra potato, él tomó la tiza y le corrigió escribiendo potatoe y, claro, la cagó. La verdad, para llegar a ser vicepresidente tampoco hay que ser muy listo, pero la anécdota revela bien, creo, el constante conflicto que experimentan los angloparlantes con un idioma que es capaz hasta de colocar el mismo conjunto de fonemas dos veces en la misma palabra, y pronunciarlos de forma diferente (snowplow).
Estados Unidos resolvió ganarle la partida al inglés original con su nuevo inglés en las escuelas. Y, por eso, durante sobre todo la primera mitad del siglo XIX, en aquel país se vendrían por cientos, por cientos de miles, por millones, los diccionarios escolares, las gramáticas y las guías de deletreo o spelling. El país tenía prisa por conseguir que sus infantes asumiesen que from es out of, y tantas otras diferencias, sutiles o no tan sutiles. Pero no era, o no era sólo, un proyecto educativo; era una guerra de posiciones.
Ésta es la primera historia que cuenta el libro. La segunda, más importante, es la vida y obra de Noah Webster, probablemente el creador del diccionario de inglés (americano) más famoso de la Historia; la vida, la obra, y la medida en la que Webster se implicó en este proyecto nacionalista, que hizo suyo y, de hecho, intentó, si no monopolizar (que, la verdad, le habría gustado), sí por lo menos liderar.
Webster se ha convertido en una autoridad y, por ello, lo más probable es que, al empezar a leer el libro, uno se prepara para conocer la historia de un hombre decididamente por encima de los demás, capaz de una erudición muy superior a la de otros hombres de su tiempo. Pero la verdad es que no es así. Dictionary wars tiene la gran virtud de presentarnos a Noah Webster en toda su autenticidad, con sus pros y sus contras, sus muchas luchas y sus incontables sombras. Ante nosotros aparece un hombre para el cual, la verdad, y ésta es una opinión mía, tal vez la labor que se cargó sobre las espaldas lo sobrepasaba; sobre todo porque da todas la impresión de que Webster era mucho peor etimologista de lo que debería haber sido para afrontar la labor de hacer un diccionario definitivo de inglés americano. Además, fue fuertemente criticado por sus propuestas de simplificación ortográfica. Siendo, además, Webster persona de poca inteligencia de negocios, y siendo la labor de publicar diccionarios completos bastante arriesgada por los costes que entonces comportaba, fue hombre que vivió gran parte de su vida en situaciones un tanto comprometidas y, de hecho, tuvo que ser su yerno, Chauncey Goodrich quien, tras la primera publicación del Gran Diccionario, le sacase leche a aquella ubre comprándole los derechos de las ediciones resumidas (que fueron las que se vendieron para los colegios).
El punto más complicado en la vida de Webster llegó en ese momento que se conoció como la guerra de los diccionarios, que da título al libro, y que es la tercera historia del mismo: su enfrentamiento con Joseph Emerson Worcester. Worcester había sido el revisor del Gran Diccionario de Webster en el proyecto de resumirlo y reducirlo, un trabajo que al parecer hizo con elevadas cotas de calidad; pero, en todo caso, ya cuando aceptó el trabajo de la revisión estaba decidido a crear su propio diccionario. La edición, por parte de Worcester, de esta obra, abrió una zanja entre ambos autores, un enfrentamiento que, en el fondo, estaba causado por el diferente punto de vista que tenían: Worcester, menos temerario, era, digamos, conservador, tendente a mantener en muchos casos la vieja pronunciación y ortografía de las palabras; mientras que Webster, aplicado a su labor de americanizar el inglés al máximo, era partidario de hacer muchos cambios.
Cuando Worcester sacó su diccionario y sus obras escolares, Webster se sintió directamente atacado y, primero sin dar la cara, después ya firmando cartas con su nombre, comenzó a atacar a Worcester en la prensa, acusándolo de haberle plagiado en centenares de lemas de su diccionario. De repente, pues, una parcela del saber, terreno en el que es de esperar la colaboración entre expertos, se convirtió en un campo de batalla. Una guerra cuya meticulosa crónica se hace en este libro.
Con todo, los ataques que Webster alcanzó a poder hacer antes de morir acabaron por ser poca cosa. A su muerte, y cuando el legado intelectual de Webster quedó básicamente en manos de Goodrich, es cuando entran a jugar los hermanos Merrian, editores responsables de que hoy al diccionario se lo conozca como Merrian-Webster. Con la intervención de Charles y George Merrian, el enfrentamiento adquiere otra escala porque los editores están mucho menos preocupados por el fondo intelectual de la discusión, y más con conseguir el descrédito de Worcester a la mayor gloria de las ventas de sus Webster. En este punto el libro, en toda su segunda mitad pues, se convierte en una pastoral americana en toda su extensión, un enfrentamiento entre mercaderes y sabios en cuyo fondo está lo de siempre (lo siempre, sí lo de siempre. La pasta. Es que no aprendes...) Es un momento en el que el libro adquiere una tensión inesperada, un tono diferente; que es, precisamente, lo que consigue que el relato buscado sea integral, completo.
Nos encontramos, en suma, ante un libro entretenido que, sin embargo, no por ello deja de desplegar una interesante y exigente investigación histórica. Reconozco que el tema es un tanto elitista (sin ir más lejos, a todos aquéllos de mis lectores que no dominen la angloparla les resbalará, lógicamente); pero es interesante y, como he dicho, está muy bien escrito. Lo recomiendo porque aporta esa cosa que a mí tanto me gusta, que es cuando abres un libro que cuenta cosas sobre algo de lo que no sabes absolutamente nada y, más pronto que tarde, la historia te cautiva.
Además, ejem, no es por dar por culo, pero es que yo tengo un Webster de 1848, de los que monitorizó Goodrich y todavía no editaron los Webster. Y, si no me crees, checa, como dicen los latinos:
Hay otra cosa importante respecto de los idiomas que los, digámoslo de forma políticamente correcta, residentes en España conocemos bien: su dimensión política. La lengua, además de un vehículo de comunicación y de una herramienta para la transmisión de la belleza o del horror, puede ser un arma. Algo que se blande y se lanza contra los adversarios. Como digo, en España sabemos muy bien de qué va esto, nosotros que hemos inventado, en varios estatutos de autonomía (y ante la complicidad de la clase política patria sin excepciones) ese meconio que llamamos "lengua propia". Ése que hace que, legalmente, un gallego pueda decir que el español o castellano es oficial en Galicia, pero que la lengua propia de un gallego es el gallego.
Cualquier persona que atienda a las noticias de la prensa sobre la inmersión lingüística y sus conflictos sabe que la lengua no es un actor neutral en los enfrentamientos políticos. Al mismo tiempo, sin embargo, tal vez le dé por pensar que el inglés, ese idioma imperial que ha trepado en los últimos trescientos años al pedestal donde antes estuvieron el francés, el latín o el griego, el pedestal al que se sube la koiné, la lengua franca de referencia de los comerciantes y de los soldados; el inglés, digo, está por encima de todo eso. Sufre, sí, los embates del gaélico, del galés, del hindi y de todas las lenguas que algún día colonizó; pero como tal lengua no tiene vis política.
Si estás en este error, este libro te sacará de él.
Dictionary wars cuenta, en paralelo o más bien mezcladas, tres historias. La primera de ellas es la historia de cómo los primeros americanos, las primeras generaciones de habitantes de los Estados Unidos que estrenaron nación y proyecto común, lógicamente obsesionados con distinguirse de la metrópoli con la que, la verdad, no terminaron muy bien, también quisieron distinguirse en materia de lenguaje. Como sabe cualquiera que vea pelis en versión original, ingleses y estadounidenses hablan el mismo idioma, pero lo hablan de forma muy diferente. Una de las conclusiones que yo saco de la lectura de este libro es que esa distancia debía de ser mucho mayor, y mucho más perceptible, a finales del siglo XVIII y principios del XIX. Hay una razón para ello, y es que a nadie se le escapa que el perfil socio-educativo medio del estadounidense era, probablemente, mucho más bajo que el del inglés. Estados Unidos, un país de aluvión que, por mucho que ahora se deje llevar por la tendencia de considerar que los americanos sólo deben hablar inglés, tuvo que regular en las leyes de varios Estados, durante todo el siglo XIX, que fuesen oficialmente utilizados idiomas como el español o el alemán porque para amplísimas minorías de entre sus habitantes era lo único que hablaban; América, digo, no se forjó en aquellos tiempos mediante la llegada masiva de ingenieros, profesores de filosofía y neurocirujanos, sino a base de italianos, irlandeses, alemanes, mexicanos y chinos básicamente hambrientos, que aprendían (o no) a hablar inglés o ya lo traían de serie, pero pronunciándolo y usándolo de formas muy diversas. El corolario, en el mundo anglosajón, de un idioma entregado para ser gestionado por un colectivo de habitantes inicialmente de muy baja extracción social es el acento australiano que, en ocasiones, se parece más al checo coloquial que al inglés que exhibe John Cleese en A fish called Wanda.
Traigo a colación el tema de Australia porque, exactamente igual que hoy en día los australianos se muestran orgullosos de sus antepasados ladrones y asesinos, y no pocos de ellos los rastrean con pasión en su árbol genealógico, Estados Unidos levantó y agitó la bandera del inglés hablado por los americanos contra la pureza (bueno, pureza...) del inglés de Inglaterra. E impulsó un proceso planificado de distinción idiomática, un proceso algunos de cuyos apóstoles llegaron a decir, en aquel siglo XIX, que llegaría a ser tan profundo que algún día el inglés de Inglaterra y el de Estados Unidos llegarían a ser idiomas diferentes. Contemplaban con ilusión la posibilidad de que, algún día, a un hablante de York y a otro de Dallas les fuese imposible entenderse (aunque, bueno, reconozcamos que, tal vez, York y Dallas son dos ejemplos demasiado extremos).
El idioma, pues, fue para los estadounidenses un arma arrojadiza, y las escuelas de los Estados Unidos, su campo de batalla. Todo el mundo que ha estudiado inglés sabe que la pronunciación es una carallada del huevo. Es un problema para los estudiantes extranjeros, pero no es un problema menor para los educandos, sobre todo para los más jóvenes; por eso los angloparlantes son tan dados a esos torneos escolares de deletreo, ésos que borda Lisa Simpson; torneos que, la verdad, celebrados en España serían básicamente una gilipollez. Hace ya muchos años, un vicepresidente de los Estados Unidos (quiero recordar que era Dan Quayle, que lo fue de Jordi Bush padre) hizo el ridículo en una visita electoral a una escuela porque, después de que un niño pequeñito había escrito en la pizarra potato, él tomó la tiza y le corrigió escribiendo potatoe y, claro, la cagó. La verdad, para llegar a ser vicepresidente tampoco hay que ser muy listo, pero la anécdota revela bien, creo, el constante conflicto que experimentan los angloparlantes con un idioma que es capaz hasta de colocar el mismo conjunto de fonemas dos veces en la misma palabra, y pronunciarlos de forma diferente (snowplow).
Estados Unidos resolvió ganarle la partida al inglés original con su nuevo inglés en las escuelas. Y, por eso, durante sobre todo la primera mitad del siglo XIX, en aquel país se vendrían por cientos, por cientos de miles, por millones, los diccionarios escolares, las gramáticas y las guías de deletreo o spelling. El país tenía prisa por conseguir que sus infantes asumiesen que from es out of, y tantas otras diferencias, sutiles o no tan sutiles. Pero no era, o no era sólo, un proyecto educativo; era una guerra de posiciones.
Ésta es la primera historia que cuenta el libro. La segunda, más importante, es la vida y obra de Noah Webster, probablemente el creador del diccionario de inglés (americano) más famoso de la Historia; la vida, la obra, y la medida en la que Webster se implicó en este proyecto nacionalista, que hizo suyo y, de hecho, intentó, si no monopolizar (que, la verdad, le habría gustado), sí por lo menos liderar.
Webster se ha convertido en una autoridad y, por ello, lo más probable es que, al empezar a leer el libro, uno se prepara para conocer la historia de un hombre decididamente por encima de los demás, capaz de una erudición muy superior a la de otros hombres de su tiempo. Pero la verdad es que no es así. Dictionary wars tiene la gran virtud de presentarnos a Noah Webster en toda su autenticidad, con sus pros y sus contras, sus muchas luchas y sus incontables sombras. Ante nosotros aparece un hombre para el cual, la verdad, y ésta es una opinión mía, tal vez la labor que se cargó sobre las espaldas lo sobrepasaba; sobre todo porque da todas la impresión de que Webster era mucho peor etimologista de lo que debería haber sido para afrontar la labor de hacer un diccionario definitivo de inglés americano. Además, fue fuertemente criticado por sus propuestas de simplificación ortográfica. Siendo, además, Webster persona de poca inteligencia de negocios, y siendo la labor de publicar diccionarios completos bastante arriesgada por los costes que entonces comportaba, fue hombre que vivió gran parte de su vida en situaciones un tanto comprometidas y, de hecho, tuvo que ser su yerno, Chauncey Goodrich quien, tras la primera publicación del Gran Diccionario, le sacase leche a aquella ubre comprándole los derechos de las ediciones resumidas (que fueron las que se vendieron para los colegios).
El punto más complicado en la vida de Webster llegó en ese momento que se conoció como la guerra de los diccionarios, que da título al libro, y que es la tercera historia del mismo: su enfrentamiento con Joseph Emerson Worcester. Worcester había sido el revisor del Gran Diccionario de Webster en el proyecto de resumirlo y reducirlo, un trabajo que al parecer hizo con elevadas cotas de calidad; pero, en todo caso, ya cuando aceptó el trabajo de la revisión estaba decidido a crear su propio diccionario. La edición, por parte de Worcester, de esta obra, abrió una zanja entre ambos autores, un enfrentamiento que, en el fondo, estaba causado por el diferente punto de vista que tenían: Worcester, menos temerario, era, digamos, conservador, tendente a mantener en muchos casos la vieja pronunciación y ortografía de las palabras; mientras que Webster, aplicado a su labor de americanizar el inglés al máximo, era partidario de hacer muchos cambios.
Cuando Worcester sacó su diccionario y sus obras escolares, Webster se sintió directamente atacado y, primero sin dar la cara, después ya firmando cartas con su nombre, comenzó a atacar a Worcester en la prensa, acusándolo de haberle plagiado en centenares de lemas de su diccionario. De repente, pues, una parcela del saber, terreno en el que es de esperar la colaboración entre expertos, se convirtió en un campo de batalla. Una guerra cuya meticulosa crónica se hace en este libro.
Con todo, los ataques que Webster alcanzó a poder hacer antes de morir acabaron por ser poca cosa. A su muerte, y cuando el legado intelectual de Webster quedó básicamente en manos de Goodrich, es cuando entran a jugar los hermanos Merrian, editores responsables de que hoy al diccionario se lo conozca como Merrian-Webster. Con la intervención de Charles y George Merrian, el enfrentamiento adquiere otra escala porque los editores están mucho menos preocupados por el fondo intelectual de la discusión, y más con conseguir el descrédito de Worcester a la mayor gloria de las ventas de sus Webster. En este punto el libro, en toda su segunda mitad pues, se convierte en una pastoral americana en toda su extensión, un enfrentamiento entre mercaderes y sabios en cuyo fondo está lo de siempre (lo siempre, sí lo de siempre. La pasta. Es que no aprendes...) Es un momento en el que el libro adquiere una tensión inesperada, un tono diferente; que es, precisamente, lo que consigue que el relato buscado sea integral, completo.
Nos encontramos, en suma, ante un libro entretenido que, sin embargo, no por ello deja de desplegar una interesante y exigente investigación histórica. Reconozco que el tema es un tanto elitista (sin ir más lejos, a todos aquéllos de mis lectores que no dominen la angloparla les resbalará, lógicamente); pero es interesante y, como he dicho, está muy bien escrito. Lo recomiendo porque aporta esa cosa que a mí tanto me gusta, que es cuando abres un libro que cuenta cosas sobre algo de lo que no sabes absolutamente nada y, más pronto que tarde, la historia te cautiva.
Además, ejem, no es por dar por culo, pero es que yo tengo un Webster de 1848, de los que monitorizó Goodrich y todavía no editaron los Webster. Y, si no me crees, checa, como dicen los latinos:
lunes, julio 29, 2019
Pericles (15: a modo de epílogo: atenienses, mentiras y libros de Historia)
[Nos vemos en septiembre]
Capítulos anteriores
Un proyecto imperialista
Por qué ser un alcmeónida no era ningún chollo
Xántipo, Micala y el coleguita Leotícides
Cimón
Pericles, el demagogo
Ahí viene la plaga, me gusta bailar...
El último espich
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Un proyecto imperialista
Por qué ser un alcmeónida no era ningún chollo
Xántipo, Micala y el coleguita Leotícides
Cimón
La apoteosis de Efialtes
... y Damón inventó el Estado del Bienestar
Nunca abras dos frentes a la vez
Las cosas no salen como se esperaba
Primero Samos, luego los corfiotas
¡Tora, tora, tora!... y Damón inventó el Estado del Bienestar
Nunca abras dos frentes a la vez
Las cosas no salen como se esperaba
Primero Samos, luego los corfiotas
Pericles, el demagogo
Ahí viene la plaga, me gusta bailar...
El último espich
La gente, normalmente, cuando se imagina la Atenas de Pericles, se
imagina una ciudad pequeña, armónica, llena de los edificios que se
pueden adivinar en el Partenón, por la que discurren hombres
barbados vestidos por túnicas, filosofando o tocando la lira. Sin
embargo, como acertadamente han destacado muchos de los estudiosos
que se han dedicado a la Historia Social de la antigua Grecia, la
Atenas de Pericles se parecía mucho más a una abigarrada zona de la
actual Estambul. Pero, la verdad, era una ciudad única.
viernes, julio 26, 2019
Pericles (14: el último espich)
Los que me leéis habitualmente sabéis que mi costumbre es acudir a la cita los lunes y los miércoles, a las ocho si es posible. Hoy, sin embargo, os regalo un post más, que me permitirá dejar el final de la serie pericleana programada para el lunes que viene, tras lo cual abriré mi periodo vacacional, para el que tengo programas dos o tres lecturas jugosas.
En fin, ahí va.
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Un proyecto imperialista
Por qué ser un alcmeónida no era ningún chollo
Xántipo, Micala y el coleguita Leotícides
Cimón
Pericles, el demagogo
Ahí viene la plaga, me gusta bailar...
En fin, ahí va.
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Un proyecto imperialista
Por qué ser un alcmeónida no era ningún chollo
Xántipo, Micala y el coleguita Leotícides
Cimón
La apoteosis de Efialtes
... y Damón inventó el Estado del Bienestar
Nunca abras dos frentes a la vez
Las cosas no salen como se esperaba
Primero Samos, luego los corfiotas
¡Tora, tora, tora!... y Damón inventó el Estado del Bienestar
Nunca abras dos frentes a la vez
Las cosas no salen como se esperaba
Primero Samos, luego los corfiotas
Pericles, el demagogo
Ahí viene la plaga, me gusta bailar...
Acabo de decir que, personalmente, creo que el último de los
discursos de Pericles que nos relata Tucídides contiene, en mucha
mayor medida, las ideas Tucídides habría querido que
Pericles expresara que las que verdaderamente dijo. Como he dicho,
hay bastantes elementos, creo, para pensar que es así. Y la última
y más importante es el epílogo del propio discurso, en el que el
historiador nos hace una glosa de la vida de Pericles en la que, la
verdad, dice cosas que son bastante complicadas de tragar.
miércoles, julio 24, 2019
El cisma (y 19: las últimas boqueadas)
Sermones ya pasados
La declaración de Salamanca
El tablero ibérico
Castilla cambia de rey, y el Papado de papas
Via cessionis, via iustitiae y sustracción de obediencia
La embajada de los tres reyes
La vuelta al redil
La declaración de Salamanca
El tablero ibérico
Castilla cambia de rey, y el Papado de papas
Via cessionis, via iustitiae y sustracción de obediencia
La embajada de los tres reyes
La vuelta al redil
A Italia
El rey de Castilla pierde la paciencia
La vía conciliar se abre camino
Los preparativos de Constanza
Pedro de Luna pierde pie
El rey de Castilla pierde la paciencia
La vía conciliar se abre camino
Los preparativos de Constanza
Pedro de Luna pierde pie
Catalina se pone de canto
Los cardenales, a lo suyo
La cosa se pone violenta
El concilio de Pavía-Siena
Benedicto la casca, y Eugenio se la envaina
Los castellanos en Basilea
Partiendo perasLos cardenales, a lo suyo
La cosa se pone violenta
El concilio de Pavía-Siena
Benedicto la casca, y Eugenio se la envaina
Los castellanos en Basilea
El
intento de que los poderes temporales tomasen el control del problema
conciliar se concretó en una estrategia por parte de acercamiento de
la dupla Castilla-Francia hacia Segismundo. Como he dicho, los
intereses de ambos bandos habían sido antagónicos hasta ese
momento; pero en ese momento, por así decirlo, les acercaba, si bien
no les unía, la preocupación de que la bula papal convocando
concilio en Ferrara y la violenta reacción de los reunidos en
Basilea abría la posibilidad de que se produjese un cisma, aún de
raíces y consecuencias mucho peores que la división que
teóricamente se estaba cerrando. Así pues, las partes comenzaron a
hablar, con un intermediario de gran importancia que fue Alfonso de
Santa María.
lunes, julio 22, 2019
Pericles (13: ahí viene la plaga, me gusta bailar...)
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Un proyecto imperialista
Por qué ser un alcmeónida no era ningún chollo
Xántipo, Micala y el coleguita Leotícides
Cimón
Pericles, el demagogo
Un proyecto imperialista
Por qué ser un alcmeónida no era ningún chollo
Xántipo, Micala y el coleguita Leotícides
Cimón
La apoteosis de Efialtes
... y Damón inventó el Estado del Bienestar
Nunca abras dos frentes a la vez
Las cosas no salen como se esperaba
Primero Samos, luego los corfiotas
¡Tora, tora, tora!... y Damón inventó el Estado del Bienestar
Nunca abras dos frentes a la vez
Las cosas no salen como se esperaba
Primero Samos, luego los corfiotas
Pericles, el demagogo
En el año 431, por lo tanto, una masa informe de atenienses de
campo, acompañados por lo principal de sus enseres, sus animales y
sus pertenencias en general, se abigarró en el espacio existente
entre las murallas de la ciudad y el puerto del Pireo, así como
dentro de los templos. Este gesto es uno más de los que viene a
demostrar que la estrategia bélica es, realmente, una disciplina muy
difícil de dominar y que, por lo general, un buen estratega apenas puede
aspirar a controlar la mitad de las variables que se mueven en las
acciones que diseña. La masificación de atenienses en la ciudad, en
unas condiciones de salubridad inexistentes, habría de abrirle un
nuevo frente a Pericles: aquél que lo enfrentaba a virus, bacterias
y microbios. Se generó una gravísima epidemia que, muy
probablemente, mató a muchas más personas que los ejércitos
lacedemonios.
miércoles, julio 17, 2019
Pericles (12: Pericles, el demagogo)
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Un proyecto imperialista
Por qué ser un alcmeónida no era ningún chollo
Xántipo, Micala y el coleguita Leotícides
Cimón
Un proyecto imperialista
Por qué ser un alcmeónida no era ningún chollo
Xántipo, Micala y el coleguita Leotícides
Cimón
La apoteosis de Efialtes
... y Damón inventó el Estado del Bienestar
Nunca abras dos frentes a la vez
Las cosas no salen como se esperaba
Primero Samos, luego los corfiotas
¡Tora, tora, tora!... y Damón inventó el Estado del Bienestar
Nunca abras dos frentes a la vez
Las cosas no salen como se esperaba
Primero Samos, luego los corfiotas
La primera intervención de Pericles de la que tenemos testimonios
como tal se basó en un discurso duro y de tintes demagógicos,
basado en el no es no y en excitar los sentimientos de los atenienses
sobre la excesiva prepotencia de los espartanos por su intervención
en asuntos como Egina y Megara; cosas que hacían necesario, le dijo
el general a sus conciudadanos, que los espartanos entendiesen que
“deben tratarnos como sus iguales”.
lunes, julio 15, 2019
El cisma (18: partiendo peras)
Sermones ya pasados
La declaración de Salamanca
El tablero ibérico
Castilla cambia de rey, y el Papado de papas
Via cessionis, via iustitiae y sustracción de obediencia
La embajada de los tres reyes
La vuelta al redil
La declaración de Salamanca
El tablero ibérico
Castilla cambia de rey, y el Papado de papas
Via cessionis, via iustitiae y sustracción de obediencia
La embajada de los tres reyes
La vuelta al redil
A Italia
El rey de Castilla pierde la paciencia
La vía conciliar se abre camino
Los preparativos de Constanza
Pedro de Luna pierde pie
El rey de Castilla pierde la paciencia
La vía conciliar se abre camino
Los preparativos de Constanza
Pedro de Luna pierde pie
Catalina se pone de canto
Los cardenales, a lo suyo
La cosa se pone violenta
El concilio de Pavía-Siena
Benedicto la casca, y Eugenio se la envaina
Los castellanos en Basilea
Los cardenales, a lo suyo
La cosa se pone violenta
El concilio de Pavía-Siena
Benedicto la casca, y Eugenio se la envaina
Los castellanos en Basilea
Al alborear el año de 1436, Castilla realizó un importante cambio
estratégico en su embajada conciliar. Gonzalo de Santa María, un
miembro más de la muy influyente familia de conversos que había
adoptado este apellido y obispo de Plasencia, se llegó hasta Basilea
junto con Gutierre de Sandoval para sustituir a un miembro del
equipo, Luis Álvarez de Paz, quien fue trasladado a Bolonia. Fue un
movimiento muy diplomático, provocado por el hecho de que se había
producido una importante novedad en materia de política exterior,
que podía e incluso debía dirimirse en el seno del concilio, ya que
ahí estaban representadas todas las naciones importantes: Juan de Castilla quería mejorar su presencia en Basilea y también en Bolonia, ciudad papal, para mejorar su capacidad de influencia en torno al conflicto con Portugal sobre la posesión de las Islas Canarias.
miércoles, julio 10, 2019
El cisma (17: los castellanos en Basilea)
Sermones ya pasados
La declaración de Salamanca
El tablero ibérico
Castilla cambia de rey, y el Papado de papas
Via cessionis, via iustitiae y sustracción de obediencia
La embajada de los tres reyes
La vuelta al redil
La declaración de Salamanca
El tablero ibérico
Castilla cambia de rey, y el Papado de papas
Via cessionis, via iustitiae y sustracción de obediencia
La embajada de los tres reyes
La vuelta al redil
A Italia
El rey de Castilla pierde la paciencia
La vía conciliar se abre camino
Los preparativos de Constanza
Pedro de Luna pierde pie
El rey de Castilla pierde la paciencia
La vía conciliar se abre camino
Los preparativos de Constanza
Pedro de Luna pierde pie
Catalina se pone de canto
Los cardenales, a lo suyo
La cosa se pone violenta
El concilio de Pavía-Siena
Benedicto la casca, y Eugenio se la envaina
Los cardenales, a lo suyo
La cosa se pone violenta
El concilio de Pavía-Siena
Benedicto la casca, y Eugenio se la envaina
Las cosas iban de mal en peor. En el concilio, y fuera del concilio,
reformadores y pontificios se atacaban continuamente unos a otros. De
hecho, estos enfrentamientos se produjeron, en el inicio de 1433,
incluso delante del propio rey castellano, quien quedó impresionado
por las fuertes disensiones en la Iglesia que demostraban aquellas
querellas. El abad de Bonneval había exigido ante el rey castellano
un gesto claro de apoyo a las intenciones del Papa mediante el
nombramiento de los oportunos embajadores para el concilio; pero la
potencia política europea se resistió y, de hecho, las cosas no
cambiaron hasta que no llegaron de Basilea noticias de que el Papa
había llegado a entenderse con los conciliares suizos.
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