Hablando en plata, los enemigos de
Nikita Kruschev en el aparato administrativo soviético intentaron
llevárselo por delante en 1957, pero no lo consiguieron. De aquella
derrota aprendieron muchas personas, entre ellas, Leónidas Breznev;
y, por eso, cuando llegó el momento no cometieron los mismos
errores.