En realidad, durante buena parte de los años setenta, el
régimen libio no mostró un especial interés en enfrentarse con los intereses
occidentales, y Estados Unidos les dejó hacer, interesado como estaba en que el
país no cayese en la órbita de influencia soviética. Por ello, Washington nunca
reaccionó seriamente a la decisión de Gadafi, a la muerte de Nasser en 1970, de
erigirse en su heredero en la construcción de una estrategia panárabe en la
zona que presentase batalla a la influencia occidental. Los estrategas de
Langley calcularon que, siendo como era Gadafi bastante infatuado y un poco
pollas con la cuestión del nacionalismo árabe, acabaría a hostias con sus
propios correligionarios. Y no se equivocaron, porque primero fue el propio
Gadafi quien partió peras con el régimen del egipcio Anuar el-Sadat, al que
consideraba tibiamente nasserista; y, en 1980, fue Arabia Saudita quien mandó a
freír vientos a Trípoli, fundamentalmente a causa de su manía de ir por libre
en el tema del petróleo.
jueves, marzo 20, 2014
lunes, marzo 17, 2014
Libia (9)
Ya a finales de la década de los setenta, a causa de la
obstinación del régimen libio de mantener su antiamericanismo incluso más allá
de lo que lo que lo hacían otros países del mundo árabe, así como las primeras
sospechas de que podía estar financiando terroristas, Estados Unidos había
comenzado a propugnar restricciones al comercio con el país. En 1981, La situación
dio un salto cuántico más con la salida de varias compañías petrolíferas
estadounidenses del país y, finalmente, en 1982 llegó el embargo de Washington
al petróleo libio.
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