El chavalote que construyó la Peineta de Novoselovo
Un fracaso detrás de otroEl periplo moldavo
Bajo el ala de Nikita Kruschev
El aguililla de la propaganda
Ascendiendo, pero poco
A la sombra del político en flor
Cómo cayó Kruschev (1)
Cómo cayó Kruschev (2)
Cómo cayó Kruschev (3)
Cómo cayó Kruschev (4)
En el poder, pero menos
El regreso de la guerra
La victoria sobre Kosigyn, Podgorny y Shelepin
Spud Webb, primer reboteador de la Liga
El Partido se hace científico
El simplificador
Diez negritos soviéticos
Konstantin comienza a salir solo en las fotos
La invención de un reformista
El culto a la personalidad
Orchestal manoeuvres in the dark
Cómo Andropov le birló su lugar en la Historia a Chernenko
La continuidad discontinua
El campeón de los jetas
Dos zorras y un solo gallinero
El sudoku sucesorio
El gobierno del cochero
Chuky, el muñeco comunista
Braceando para no ahogarse
¿Quién manda en la política exterior soviética?
El caso Bitov
Gorvachev versus Romanov
Chernenko impulsó la creación de una nueva columna que aparecería en los periódicos moldavos: Na agitatsionnom punkte, o sea, en el puesto de propaganda. En dicha columna, el nuevo responsable de la ideología comunista en Moldavia comenzó a repartir. Comenzó por el raikom de Rezina, que, según él, no hacía bien su trabajo de propaganda; el secretario de dicho comité territorial fue rápidamente cesado. El tema tuvo su importancia, puesto que, normalmente, a un secretario territorial del Partido lo tenía que echar el Comité Central del Partido de la unidad territorial superior. Pero, esta vez, el cese corrió del lado de la Secretaría de Propaganda, no del propio Comité. Chernenko meaba fuera del plato, y eso sólo se hacía, en el sistema soviético, si se era absolutamente imbécil, o se tenía el riñón absolutamente cubierto. La opción correcta tiene que ser la segunda, aunque sabemos poco sobre quién lo avaló.