La capital que quería ser mayor
El funcionario catastral antifascista
Hacienda pica como la membrilla que es
La prima de Zumosol
Los estafadores pierden una batalla, pero no la guerra
Mola el franquismo, ¿eh?
Arcadio
se había citado con Manuel Bruguera porque recordaba un poco la
historia que éste le había contado, y que ahora parecía cuadrar
con sus objetivos. Bruguera, efectivamente, le había contado que,
durante la Guerra Civil, había estado temporalmente empleado en el
Instituto Geográfico y Catastral. El Catastro republicano era
bastante cachondeo, pues no se olvide que una parte importante de las
fuerzas republicanas era partidaria de quemar todos los títulos de
propiedad de la burguesía y tal. Pero, vaya, que meter allí a un
estafador, no ayudaba precisamente. Allí, en el Catastro, Manuel
Bruguera aprendió rápidamente algo que sabemos muchos de los que
hemos comprado pisos de segunda mano, y nos hemos encontrado con que
el IBI nos llega al cobro a nombre de personas extrañas que resultan
ser las propietarias del piso, en ocasiones de hace décadas (y,
aunque no tenga nada que ver con este relato, os puedo garantizar que
cambiar eso, en Madrid, es un follón de mil demonios). Así pues, en
España es relativamente común la situación de que Catastro y
Registro de la Propiedad no coincidan; lo cual es como la mierda para
las moscas en el caso de un estafador.