miércoles, octubre 17, 2018

Constantino (6: la polémica donatista)

Ya hemos corrido por:

El hijo del césar de Occidente.
Augusto, o tal vez no
La conferencia de Carnutum
Puente Milvio
El Edicto de Milán

Como ya hemos insinuado algunos párrafos más arriba, las persecuciones de que fueron objeto los cristianos por el poder imperial establecido supusieron grandes problemas para ellos y, de hecho, plantaron entre ellos el germen de un cisma. Como siempre cuando se produce una represión, hay muchas historias diferentes entre quienes la sufren; historias que, básicamente, se pueden dividir entre los que tragan, y los que no. Los cristianos, a pesar de los inventos de la literatura martirológica y de Hollywood, no fueron una excepción. Entre ellos hubo muchos que permanecieron firmes en su fe, desobedecieron los decretos imperiales y arrostraron las consecuencias, en casos terribles; pero hubo otros muchos que, ante la oferta que no pudieron rechazar de las autoridades, se echaron para atrás y, como mínimo, colaboraron con la represión. De ahí, por cierto, viene la palabra traidor. Un traidor y es alguien que trae; y lo que traía, en el origen de la palabra, era las escrituras cristianas a la policía romana; les entregaba los textos cristianos para que los destruyesen.

lunes, octubre 15, 2018

Isabel (36: Adiós al conde HORECA)

Atenta la compañía con:

Esos tocapelotas llamados presbiterianos
Thomas Cartwright
... y estos tipos nos dan lecciones de civilización
Essex en Normandía
Las cosas salen como el orto
Las cosas salen peor que el orto


Desde el momento en que los conspiradores comenzaron a largar en los interrogatorios, se hizo evidente que toda la movida había sido el resultado de un movimiento de Essex para recuperar el poder dentro de la Corte, eliminando a los enemigos que tenía dentro de ella. Sir Charles Danvers, uno de los de la partida, confesó que, un poco antes de Navidad, Essex había mostrado una obsesión bastante marcada con la idea de llegar a la reina esquivando los controles del Capitán de la Guardia, Ralegh. Todo se había maquinado en una reunión en Drury House, fuera del Strand, un lugar elegido ex profeso para no realizar encuentros en la propia casa del conde, que entonces estaba fuertemente vigilada.