La huelga de la CanadienseBrabo Portillo y Pau SabaterThe last chanceAuge y caída del barón de KönigMal rollitoMartínez Anido y la Ley de FugasDecíamos ayer...Una masacre fallida y un viaje a MoscúLa explosión de la calle ToledoEl fin de nadaLa debilidad de Anido y el atraco del Poble NouAtentado a Martínez AnidoLa nemesis de Martínez Anido y los planes del NoiHan mort el Noi del SucreLa violencia se impone poco a poco¡Prou!
Coda: el golpe que "nadie" apoyó
La muerte de Seguí se produjo en beneficio de dos grupos
bien definidos en Barcelona. Los dos más radicales: los grupos de afinidad
surgidos del anarcosindicalismo, y los grupos patronales que rechazaban el cese
de Graupere y querían continuar la lucha armada contra los obreros. El objetivo
de los grupos de afinidad era, una vez muerto Seguí, acabar con su teórica
estratégica, hacerse con el control de la CNT y, consecuentemente, arrastrarla
a su dinámica revolucionaria. Los patronos, por su parte, buscaban taponar cualquier
avance social. Una de las cosas que había abordado el gobernador Raventós era
la implantación en Barcelona de la recomendación del Instituto de Reformas
Sociales, en el sentido de incrementar la participación (versión sindical) y el
control (versión patronal) obrero en las empresas. Algo que incluso la
dictadura de Primo de Rivera desarrollaría. La clase empresarial catalana, sin
embargo, era notablemente egoísta. Se había criado a los pechos de un sistema
económico, el del siglo XIX, en que, por concedérsele gabelas, hasta se había
tragado con décadas durante las cuales la esclavitud colonial era legal, algo
de lo que muchos de los grandes nombres de la empresa catalana (y no catalana,
aunque ésta era mucho más magra) se beneficiaron.