Acabamos de ver la importancia que adquirió el artículo de Lorenzana en los primeros días de 1865, hasta el punto de ponderarlo como uno de los ejemplos en los que un trabajo periodístico de opinión ha podido hacer tambalear un sistema político. En el momento en que Lorenzana publicó sus palabras, en el momento en que toda la España políticamente ilustrada los copiaba y distribuía en versiones piratas, nadie podía imaginar que, poco tiempo después, otro ilustre escritor, Emilio Castelar, habría de dar otro aldabonazo desde las columnas de un periódico. Aldabonazo que, éste sí, terminó a hostia limpia. Estamos hablando de la hoy olvidada noche de San Daniel.