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Un proyecto imperialista
Por qué ser un alcmeónida no era ningún chollo
Xántipo, Micala y el coleguita Leotícides
Cimón
La apoteosis de Efialtes
... y Damón inventó el Estado del Bienestar
Nunca abras dos frentes a la vez
Las cosas no salen como se esperaba
Primero Samos, luego los corfiotas
¡Tora, tora, tora!... y Damón inventó el Estado del Bienestar
Nunca abras dos frentes a la vez
Las cosas no salen como se esperaba
Primero Samos, luego los corfiotas
Pericles, el demagogo
Ahí viene la plaga, me gusta bailar...
El último espich
La gente, normalmente, cuando se imagina la Atenas de Pericles, se
imagina una ciudad pequeña, armónica, llena de los edificios que se
pueden adivinar en el Partenón, por la que discurren hombres
barbados vestidos por túnicas, filosofando o tocando la lira. Sin
embargo, como acertadamente han destacado muchos de los estudiosos
que se han dedicado a la Historia Social de la antigua Grecia, la
Atenas de Pericles se parecía mucho más a una abigarrada zona de la
actual Estambul. Pero, la verdad, era una ciudad única.