Muerta la momia, aquí no ha cambiadonada
El problema francés
Vitoria
En abril, muertos mil
Montejurra
El 18 de julio más difícil
Caza mayor
Esta vez, te vas a pelear con tu puta madre
La hora del dolor
Ángel Berazadi marca un triste hito en la Historia de ETA: es el primer secuestrado que acaba descerrajado en una curva. Aquí pasan tres cosas: la primera, que ETA empieza a estar seguida más o menos de cerca por parte de la policía española, que en los siguientes treinta años cada día aprenderá algo nuevo para luchar contra ellos; esto hace que, entre otras cosas, sus compras de “material” sean más complejas, y eso quiere decir caras. La segunda cosa que pasa es que, tras la famosa quinta asamblea, en el seno de la organización los asuntos empiezan a ser problemáticos. Hay enfrentamientos y diferencias que, por ejemplo, muy pronto van a terminar con la vida de uno de los secuestradores de Berazadi. Las disensiones internas en ETA hacen que los radicales sean más radicales. Y la tercera cosa que pasa, aunque sea difícil o desagradable decirlo, es que ETA sospecha, y no se equivoca, que la sociedad vasca está madura para aceptar cosas así. Para aceptar que un tipo que todo lo que tiene en la vida lo ha conseguido trabajando como un buey pueda merecer el plomo de los (presuntos) justos. El famosérrimo “yo condeno el terrorismo, pero entiendo que exista”.