Capítulos de esta serie:
Breve repaso de la (triste) Historia del parlamentarismo español
Haciendo equipo
Las mujeres, por la zona sucia de la pista
La conexión portuguesa
Para volver a volver, como has vuelto mil veces
La que has montado, pollito
Analizando la situación, se puede decir que Carlos IV pudo tener varias razones para tomar la no-decisión que tomó. Por un lado, estaban las razones dinásticas. Como sabemos por Floridablanca, el rey no tenía la intención de publicar la pragmática sanción enseguida, en un año tan convulso como 1789; y, como es un hecho que esperó, el tiempo le acabaría dando buenas razones para seguir esperando. Cuando se produjeron las Cortes de 1789, Carlos IV tenía dos hijos varones vivos: Fernando y Carlos María. Pero pronto llegó un tercero: el infante Francisco de Paula. En consecuencia, la línea masculina de su linaje estaba sólidamente establecida y, como quiera que no se produjeron demandas basadas en el hecho de que él no había nacido ni había sido criado en España, las dudas dinásticas que habían provocado en Carlos III la inquietud sobre el Auto Acordado eran menos.