La declaración de Salamanca
El tablero ibérico
Castilla cambia de rey, y el Papado de papas
Via cessionis, via iustitiae y sustracción de obediencia
La embajada de los tres reyes
La vuelta al redil
No
todo, sin embargo, habría de ponerse en contra de los intereses del
Papa cismático. El 25 de diciembre de 1406, sin haber podido
completar sus diseños de alta política hacia la paz en la
cristiandad, el rey castellano Enrique falleció. Detrás de él
quedó Juan II, que entonces era un niño, y que por lo tanto tuvo
que apoyarse en una regencia, formada por dos personajes de la
Corte ajenos y enfrentados prácticamente en todo: Catalina de
Lancaster y Fernando de Antequera. Sin embargo, si en algo la
Alencastre y Antequera estaban de acuerdo era en su aviñonismo
acérrimo. Esto convirtió a Alfonso
Egea, el flamante arzobispo de Sevilla, en el gran muñidor de la
política religiosa castellana.