En unas elecciones a presidente de los Estados Unidos hay muchos asuntos que se tratan. Hay mucha gente que vota pensando en una sola cosa; incluso hay mucha gente que vota pensando en una sola cosa que es una auténtica chorrada. Pero como hay gente que vota pensando en varias cosas y, en cualquier caso, las motivaciones de esos votantes únicos son también muy variadas, es inevitable, y lógico, que en una campaña se manejen muchos argumentos distintos.
Hoy, apenas unas horas antes de las votaciones y a punto de que los estadounidenses se pongan a reflexionar, quizá cabe dejar aquí un breve apunte para decir que, de alguna manera, quizá indirecta, uno de los argumentos que ha estado presente en la pelea electoral entre John McCain y Barack Obama ha sido... la guerra civil española.
Dos candidatos tan distintos como McCain y Obama han coincidido en una cosa: en señalar
Por quién doblan las campanas como uno de sus libros favoritos e inspiradores. Esta novela, escrita por uno de los santones de la literatura norteamericana, Ernest Hemingway, narra las peripecias de un americano que abandona una académica vida muelle en su país para irse a España a luchar en la guerra civil del lado republicano. Este personaje fue recreado en el cine por la mejor mirada tranquila de la Historia del cine, o sea Gary Cooper.
Ambos candidatos se han disputado estas últimas semanas la figura de Robert Jordan, el citado protagonista de la novela. McCain dijo en una entrevista que Jordan representaba todo lo que él quisiera ser. Y la cosa le viene de lejos. En su libro de memorias (porque sí; don Juan no es todavía presidente, de hecho parece que no lo será nunca, pero ya tiene libro de memorias), titulado
Worth the fighting for, cuenta que descubrió el libro de Hemingway cuando tenía doce años, que lo leyó ávidamente y que desde entonces se sintió identificado con Robert Jordan, incluso en el momento crucial de su vida, es decir cuando cayó preso en Vietnam. Ha dicho McCain que en aquellos momentos pensaba que Robert Jordan no se rendiría, y él no se rindió.
Por su parte, Barack Obama, en la entrevista en profundidad que no hace mucho le hizo la revista
Rolling Stone, citó
Por quién doblan las campanas como uno de los libros que más le han influido.
¿Quiere esto decir que nuestros candidatos se identifican con la lucha del bando republicano en nuestra guerra civil? No del todo. Robert Jordan es algo más que un luchador a favor de la República. En realidad, si leeis la novela, y aunque esto es, obviamente, opinable, lo que más define a Jordan no es a favor de quién esté, sino en contra de quién. Lo que es Jordan, por encima de todo, es un luchador antifascista. Y esa mitología, para un país que la última gran goleada que ha metido en la Historia ha sido precisamente contra el fascismo europeo, tiene un valor importante.
Ambos candidatos, McCain y Obama, tratan de ver en Jordan más un luchador convencido por sus ideales que una persona defensora de unos ideales concretos. De hecho, la jugada retórica de McCain en su libro, eso de recordar tanto a Jordan cuando estaba preso en Vietnam, trata de lanzar una idea bastante discutible: de haber existido Jordan en los años sesenta, habría ido a luchar contra los norvietnamitas.
Estados Unidos tiene una relación extraña con sus brigadistas internacionales. Bueno, la primera reacción me parece a mí que es el desconocimiento; cuanto más joven el estadounidense al que se le pregunte, más desconocimiento. Pero, aún sobrepasando este obstáculo, está el problema de que los americanos que fueron a España a luchar en la guerra civil eran, por un lado, antifascistas como Jordan (bien); pero eran, también, en buena parte, comunistas (mal). Robert Jordan es un intento por parte de Hemingway, un intento que a mí me parece exitoso, de resolver este sudoku ideológico construyendo un personaje cuyas convicciones ideológicas quedan un tanto desdibujadas, como digo más anti algo (el fascismo) que pro cualquier cosa (procomunista, o proliberal, etc.) Hay quien dice que el protagonista original era comunista y que esto cambió a instancias del editor estadounidense de la novela, que se acojonó. Sea cierta o no esta tesis, lo que sí es cierto es que la indefinición de Jordan es lo que permite que hoy dos candidatos a la presidencia, con notabilísimas diferencias ideológicas entre uno y otro pero que en cualquier caso utilizan ambos
El Capital de Karl Marx para calzar la pata coja de alguna mesa familiar, puedan sentirse identificados con él.
De hecho, el título del libro de McCain está directamente relacionado con Jordan. Al final de la novela de Hemingway, el héroe americano yace muy cerca del puente que le han enviado a volar, con la pierna rota, sabiendo que no puede escapar. Le dice a su novia, María, que se pire y se salve. Una vez solo, enfrenta la muerte y es entonces cuando, en su monólogo final, pronuncia la frase: «
The world is a fine place and worth the fighting for and I hate very much to leave it»; el mundo es un lugar hermoso por el que merece la pena luchar, y odio abandonarlo.
El héroe americano, generoso, duro a su manera, extraordinariamente capaz, mirando a la muerte a los ojos. Ésta es la imagen cautivadora. Y su relación con los hechos históricos concretos de la guerra civil, más bien epidérmica.