El infante sin posibilidades que llegó a ser rey por ser un Farnesio
De Varsovia a Nápoles
María Amalia
En España
El rey viudo
Lo de los jesuitas
Lo de América
Lo de Marruecos
Lo del gobierno
Si hay un capítulo de eso que normalmente llamamos “gestión
gubernalmental” en que el Carlos III se merece ese calificativo de
excelente rey de España que, por lo general, se le otorga (todo sea
dicho) con demasiada liberalidad, ése el terreno económico. Y
ciertamente, Carlos III es el primer rey de la Historia de España
(que ya le vale a los Habsburgo) que se da cuenta, propiamente, de
una perogrullada que, desgraciadamente, todavía a día de hoy hay
que ir por la vida explicando a más de un jefe de gobierno,
ministro, diputado o director general. Lo dice muy claramente
Floridablanca en una de sus instrucciones de gobierno: “Se ha
empleado siempre más tiempo y desvelos en la exacción y cobranza de
la Real Hacienda que en el cultivo de los territorios que los
producen y en el fomento de sus habitantes”. Dicho de otra forma:
al político español, en promedio histórico, lo que le preocupa es
que se paguen los impuestos; eso de hacer políticas para que la
gente esté cada vez en mejor situación de pagar esos mismos
impuestos, mutatis mutandis, se la pela.