Sin
duda, Leónidas Breznev esperaba que su visita a Alemania acabase por
ser tan histórica como había sido aquella otra, años antes, del
presidente de los Estados Unidos John Fitzgerald Kennedy. Se quedó
con las ganas, por mucho que, probablemente, se tratase de una cita
con una proyección casi comparable.
jueves, enero 08, 2015
lunes, enero 05, 2015
Dislexia franquista
El final de la guerra civil en los términos en que se produjo supuso, como es bien sabido de todos, la represión y el ninguneo de la media España que había militado en el bando perdedor. Esto hizo que la España surgida del conflicto tuviese que reinventar muchas cosas. Y una de las muchas cosas que tuvo que reinventar prácticamente desde cero fue el periodismo.
El reto no era nada fácil: no sólo buena parte, si no la mayoría, de los periodistas en ejercicio en España habían abandonado esa profesión por muerte, exilio o silencio; sino que, además, la España de Franco se convirtió en muy poco tiempo en uno de los países con más medios de comunicación de la Historia. El Estado, el Partido Único, los movimientos afectos (como la Iglesia), todos ellos fueron regados tras la victoria con la formación de un entorno de medios de comunicación estatales. Un montón de columnas de periódico que alguien tenía que llenar. Y ese alguien fue, como digo, en buena medida improvisado.
Este fenómeno convierte el franquismo, en sus primeros veinte años, en un campo abonado para un clásico del cachondeo como es el gazapo periodístico.
El reto no era nada fácil: no sólo buena parte, si no la mayoría, de los periodistas en ejercicio en España habían abandonado esa profesión por muerte, exilio o silencio; sino que, además, la España de Franco se convirtió en muy poco tiempo en uno de los países con más medios de comunicación de la Historia. El Estado, el Partido Único, los movimientos afectos (como la Iglesia), todos ellos fueron regados tras la victoria con la formación de un entorno de medios de comunicación estatales. Un montón de columnas de periódico que alguien tenía que llenar. Y ese alguien fue, como digo, en buena medida improvisado.
Este fenómeno convierte el franquismo, en sus primeros veinte años, en un campo abonado para un clásico del cachondeo como es el gazapo periodístico.
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