Annuntio vobis magnum gaudium.
Tiburcio el proboscídeo ha vuelto.
Resulta que el otro día estaba yo paseando por Madrid cuando di en pasar cerca de mi cacharrería preferida. Entenderéis que me extrañó enormemente ver a un elefante saliendo de ella; los elefantes, el dicho lo dice, no suelen entrar en las cacharrerías. El hecho de que este elefante, de hecho, estuviese saliendo del comercio con sumo cuidado, sin rozar ni una sola de las porcelanas en exposición con sus abundantosas carnes, me hizo ver que no era un elefante cualquiera. Era Tiburcio Samsa, el elefante asiático que en su día publicó artículos en este blog.
Así que le invité a tomar un poco de heno, él, yo unas chistorras; y le dejé que me contase su vida. La verdad, lo mejor será que os la cuente él si quiere, pues debo confesar que me dormí en varias partes. No obstante lo dicho, si una idea se me quedó grabada de aquella larga conversación (unas dieciocho horas; en el bar-terraza ya no sabían cómo ni dónde ponerse) fue que Tiburcio tiene últimamente una suerte de estrés postraumático de anticipación a causa de la evolución que podría tomar el área Indo-pacífica en el futuro. Yo le aconsejé que tratara de centrarse en temas más abarcables, como el futuro laboral de Rociito; pero ya sabéis que los elefantes son tercos por naturaleza, y como consecuencia de que siempre están de mala hostia porque pasan demasiado tiempo de pie y el sexo les resulta trabajoso.
Así pues, le pedí que escribiera un texto sobre la materia, haciendo un poco de Historia sobre la actitud de los Estados Unidos en el área. Y me lo mandó.
Así pues hoy, de forma extemporánea al calendario que solemos llevar, aquí tenéis la aportación de Tiburcio, a la que espero que sigan otras (entre otras cosas, le he propuesto que volvamos a escribir cartas cruzadas).
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La estrategia
norteamericana para el Indo-pacífico © Tiburcio Samsa
Antes de ponerme a
hablar sobre la Estrategia Norteamericana para el Indo-pacífico que EEUU
desveló el pasado 11 de febrero, quiero hacer un poco de Historia.
Cuando cayó el Muro de
Berlin, la atención norteamericana se dirigió básicamente a Europa y a Oriente
Medio. En Europa se trataba de encontrar un acomodo a los países que acababan
de salir de la órbita comunista y de gestionar como se pudiera la crisis de
Yugoslavia. Oriente Medio venía siendo el otro escenario predilecto de
EEUU.
Asia importaba, pero no
era una prioridad. Las alianzas militares con Corea, Filipinas y Japón le
aseguraban una suerte de muro de contención en la plataforma continental de
Asia. El Sudeste asiático era el dominio de ASEAN, seis Estados
pro-occidentales en aquellos momentos (al final de la década serían diez y
ponerles la etiqueta de pro-occidentales sería más complicado) que conferían
estabilidad de la región. En el sur de Asia existía un juego de suma cero entre
Pakistán y la India, que proporcionaba regularmente pequeñas sorpresas
desagradables, pero nada lo suficientemente gordo… hasta que ambos países
desarrollaron con poco tiempo de diferencia el arma nuclear.
Y, finalmente, estaba
China. EEUU había logrado un golpe maestro en 1973, cuando estableció
relaciones diplomáticas con China y puso a la URSS en una situación difícil en
Asia. En la década de los ochenta, el rápido desarrollo económico chino fue una
buena noticia para Wall Street y para los decisores norteamericanos. Wall
Street encontró que China era El Dorado, una tierra de oportunidad, un mercado
de mil millones de personas con ganas de consumir; lo de que China podía ser un
rival económico temible sólo vendría mucho después. Para los decisores políticos,
China también era una buena noticia. La expectativa era que a medida que se
desarrollase económicamente, el país se iría democratizando y se incorporaría
de buena gana en el orden liberal establecido por EEUU tras la II Guerra
Mundial.
La presidencia de
George W. Bush fue el momento en el que EEUU echó por la borda su victoria
incontestable en la Guerra Fría. Las guerras que había iniciado alegremente en
Afganistán e Iraq absorbieron buena parte de su energía. Asia siguió sin
recibir toda la atención que merecía y el ascenso fulgurante de China no fue
apreciado en su justa medida hasta que no llegó la crisis de 2008 y EEUU
descubrió que la colaboración china era necesaria para que la economía global
no se hundiera.
Fue con Obama que EEUU
se hizo consciente que había tenido a Asia dejada de la mano de Dios (o de
China) durante demasiado tiempo y que debía regresar a la región. En noviembre
de 2011, ante el Parlamento australiano, Obama anunció su giro hacia Asia
(“pivot to Asia”). La fecha no es casual. Fue el año en que EEUU se retiró de
Iraq y, aunque dejó tras de sí una situación complicada, pudo desentenderse,
aunque fuera parcialmente, de la que había sido su principal preocupación
durante los ocho años precedentes. En Afganistán, aunque el incremento de
tropas decretado en 2009, no había dado los resultados esperados, en 2011 aún
podían albergarse esperanzas de conseguir estabilizar el país e incluso pensar
en una transición futura en la que ya no harían falta las tropas extranjeras en
el país, porque las fuerzas afganas se bastarían. Finalmente, en 2010 la
economía había tenido un crecimiento positivo y parecía que lo peor de la
crisis de 2008 había pasado.
Las ideas claves del
discurso de Obama fueron:
- EEUU está poniendo su economía en orden y una
economía potente es la base de una acción internacional vigorosa.
- EEUU es
una potencia pacífica (no, después de las guerras de Iraq y Afganistán, no se
refería a que rechazase el uso de las armas; se trataba de una mera
constatación geográfica) y no volverá a olvidarlo.
- Asia-pacífico es la
región con mayor crecimiento y resulta crítica para el bienestar de los
norteamericanos.
- Su visión para Asia-pacífico era la de un continente
próspero y en paz, donde se respeta el Derecho Internacional y no se ponen
obstáculos al comercio y a la libertad de navegación (curiosamente esa visión
no era muy diferente de la del Primer Ministro japonés Shinzo Abe, cuando acuñó
el concepto de Indo-pacífico en 2007).
- Aunque la economía y la prosperidad estén
muy bien, Obama no descuidó la cuestión de la seguridad y la defensa y advirtió
de que EEUU mantendría una presencia militar potente en la región.
- Y, siendo
Obama, el discurso incluyó referencias a los derechos humanos, el buen gobierno
y la libertad. EEUU, después de la etapa de Bush, volvía a integrar los valores
y principios en su política exterior, aunque a veces sonase más a desiderátum
que a realidad.
Aunque no la mencionase
en su discurso, el elefante en la habitación era China. No pocos analistas
encontraron que parte del discurso olía a contención del gigante asiático. Años
más tarde, el propio Obama aclararía su postura con respecto a China: “Nuestro
objetivo no es oponernos a China. Nuestro objetivo no es contener a China.
Nuestro objetivo es asegurarnos de que las reglas y normas internacionales son
respetadas y esto incluye el área de las disputas internacionales.”
El giro hacia Asia de
Obama trajo algunos logros: un mayor acercamiento a la India, a Vietnam, a
Myanmar, en plena transición a la democracia, a Filipinas (al menos mientras
gobernó Benigno Aquino; con Rodrigo Duterte las cosas cambiarían y no para
bien). Su mayor éxito fue la conclusión del Acuerdo del Partenariado
Transpacífico, un acuerdo comercial de nueva generación, que quería establecer
el estándar de los Tratados de Libre Comercio del siglo XXI. El Acuerdo unía a
EEUU y otros 11 países de Asia-pacífico, entre los que se contaba Japón, la
tercera economía mundial. Además, el Acuerdo dejaba fuera a China, quien, si
quería ingresar en él, tendría que aceptar unas normas en cuya gestación no
había participado.
Pero el giro hacia Asia
también tuvo un fracaso importante. Cuando China, enfadada porque en el FMI y
el Banco Mundial no se le otorgaba el peso que estimaba que merecía, creó el
Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras, EEUU decidió no entrar en él y
pidió a sus aliados que tampoco lo hicieran. Que dos de sus aliados más
estrechos, el Reino Unido y Australia, decidieran adherirse al BAII a pesar de
todo, fue un golpe a su prestigio. Viendo las cosas con el beneficio del
tiempo, posiblemente hubiera sido mejor para EEUU haberse adherido al BAII.
Siempre es mejor estar en un club grande, aunque no te guste mucho, que
quedarte fuera.
La política asiática
del Presidente Trump se basó en dos premisas:
- China era el gran rival al que
había que contener.
- Había que reducir el déficit comercial con la región.
Como objetivos eran sensatos y plausibles. Otra cosa es el caos con el que se
ejecutaron. En su primer día de mandato Trump sacó a EEUU del Acuerdo del
Partenariado Transpacífico malbaratando el gran logro de Obama en la región. Y
a partir de ahí todo el resto de la política norteamericana con la región fue
cuesta abajo.
En esta rápida
exposición de la política asiática norteamericana, he tratado de ser lo más
objetivo posible. La he escrito porque creo en el poder explicativo de la
Historia. Para entender por qué EEUU publica justo ahora una Estrategia para el
Indo-pacífico y analizar su contenido, es preciso conocer lo que ocurrió antes.
También la he escrito para contrastarla con lo que la propia Estrategia dice de
la política asiática de los últimos presidentes norteamericanos:
“… Al final de la
Guerra Fría, Estados Unidos consideró, pero rechazó la idea de retirar nuestra
presencia militar, comprendiendo que la región tenía un valor estratégico que
no haría más que crecer en el siglo XXI [me parece empobrecedor reducir la
interacción de EEUU con Asia tras la II Guerra Mundial a la mera decisión de si
mantener la presencia militar o no. Más interesante me parece, por ejemplo, su
contribución a la fundación del Banco Asiático de Desarrollo en 1966. Por otra
parte, me maravilla que los planificadores norteamericanos ya tuviesen la vista
puesta en lo que ocurriría 50 años más tarde, en pleno siglo XXI]. Desde
entonces, las administraciones de ambos partidos políticos han compartido el
compromiso con la región. La Administración de George W. Bush comprendió la
importancia creciente de Asia [será por eso que inició las malhadadas guerras
de Iraq y Afganistán] y se implicó estrechamente con la República Popular de
China, Japón y la India [no sé cómo sentará este párrafo a los países no
mencionados en él]. La Administración Obama aceleró significativamente la priorización
norteamericana de Asia, invirtiendo nuevos recursos diplomáticos, económicos y
militares allí. Y la Administración Trump también reconoció que el
Indo-pacífico era el centro de gravedad del mundo [esto es tan cierto como que
fue incapaz de desarrollar una política coherente y a largo plazo con la
región].”
Toda estrategia digna
de ese nombre debe comenzar describiendo cuál es la situación existente a la
que va a responder. La Estrategia norteamericana empieza de manera suave y
hasta anodina, diciendo que “Estados Unidos es un poder indo-pacífico” y que la
región alberga a más de la mitad de la población mundial. Nada que no hubiera
podido encontrarse en un artículo de la wikipedia.
Lo interesante llega en
el quinto párrafo, que comienza así: “Este enfoque norteamericano que se está
intensificando [se refiere a la creciente atención que EEUU presta al
Indo-pacífico] se debe al hecho de que el Indo-pacífico se enfrenta a desafíos
crecientes, en particular de la RPC... [el texto escoge referirse en todo
momento a China como la RPC, la República Popular China]”. Siguen dos párrafos
abultados, que detallan todas las amenazas que proceden de China.
Tras esos dos párrafos
viene el párrafo penúltimo, donde se enumeran a uña de caballo y de manera
apocalíptica todos los otros retos a los que se enfrenta el Indo-pacífico: el
cambio climático, la pandemia del covid-19, los programas nuclear y misilístico
de Corea del Norte, los desastres naturales, la escasez de recursos, los
conflictos internos, los desafíos al buen gobierno… Pero es el último párrafo
el que deja claro cuáles son de todas las amenazas señaladas las tres
principales: la RPC, el cambio climático y la pandemia.
La enumeración de las
amenazas me deja un poco perplejo, es como si los redactores hubieran hecho una
lluvia de ideas delante de unas cervezas a ver qué amenazas se les ocurrían.
¿No hubieran podido detallar un poco más? “Los conflictos internos” es algo tan
amplio que no quiere decir nada. “Conflictos internos causados por una distribución
muy desigual de la riqueza” ya especifica más de qué va el problema y permite
comenzar a pensar en soluciones.
Ese último párrafo hace
dos cosas más. La primera es definir las herramientas que EEUU empleará para
responder a los retos identificados: modernizar sus alianzas de longa data,
fortalecer los partenariados emergentes e invertir en organizaciones
regionales. Llama la atención que la misma potencia que dijo que iría a Iraq
sola si hacía falta, veinte años después ponga en el centro de su Estrategia
indo-pacífica el recurso a la ayuda de terceros. La segunda cosa que hace es
definir su visión para el Indo-pacífico: una región libre y abierta, más
conectada, próspera, segura y resiliente.
Analizo los textos de
la misma manera que disuelvo una aspirina en un vaso. Los leo con atención una
o dos veces. Luego me detengo, reflexiono un momento y veo cuál es el poso que
ha quedado en el fondo del vaso, cuáles son las ideas que se me han enganchado
al cerebro. En este caso, lo que me viene a la cabeza es que esto va de China y
de los Beatles (“with a little help of my friends”).
A continuación vienen
los cinco grandes objetivos que EEUU quiere conseguir en la región:
- Promover un
Indo-pacífico libre y abierto. Este objetivo incluye dos partes muy distintas.
La primera se refiere al tipo de sociedades que EEUU quiere promover,-
abiertas-, y esto incluye instituciones democráticas, una prensa libre, una
sociedad civil vibrante, colaboración para luchar contra la manipulación
informativa, lucha contra la corrupción… En resumen, el fortalecimiento “de las
instituciones democráticas, el Estado de Derecho y el buen gobierno democrático
y responsable”.
EEUU lleva en su ADN la
defensa de los valores de la democracia y la libertad en su acción exterior, y
eso está muy bien. Pero después de todo el debate sobre los valores asiáticos y
la asertividad creciente de los países asiáticos en estas cuestiones, me
pregunto si no convendría entablar un diálogo con Asia sobre qué tipo de
sociedades queremos, que cumplan unos mínimos que permitan a sus ciudadanos una
vida segura y digna, y nos satisfagan a ambos continentes.
La segunda parte del
objetivo trata del marco geopolítico en el que se deben desarrollar estas
sociedades libres. La Estrategia avanza los siguientes puntos: 1) Que los
cielos y los mares de la región estén gobernados por las normas de Derecho
Internacional; 2) Un ciberespacio seguro, fiable, interoperativo. De los cuatro
escenarios bélicos posible (tierra, aire, mar y ciberespacio) sólo el primero
no es citado.
- Construir conexiones
dentro y más allá de la región. Es un objetivo curioso, que mezcla churras con
merinas. La mayor parte del texto habla de crear partenariados: con los países
con los que tiene alianzas (Australia, Japón, Corea, Filipinas y Tailandia),
fortaleciendo las relaciones con los socios regionales punteros incluyendo a la
India, Indonesia, Malasia, Mongolia, Nueva Zelanda, Singapur, Taiwán, Vietnam y
las islas del Pacífico, animando a que sus socios fortalezcan sus relaciones
entre sí. El elenco de países con los que EEUU ya tiene o quiere tener
partenariados es tan amplio que yo diría que si eres un país del Indo-pacífico
y no figuras en esta lista, como que eres un poco basurilla.
EEUU apuesta, al igual
que la UE en su estrategia por ASEAN. ASEAN es el referente en la región.
Además, se halla en el centro del Indo-pacífico. Aunque suela funcionar por
debajo de su potencial, es una Asociación a la que conviene mimar y
reforzar.
La conectividad, que
parece una palabra anodina y referida únicamente a infraestructuras, tiene más
enjundia geopolítica de lo que parece. En 2013 el presidente chino Xi Jinping
lanzó su Iniciativa de la Franja y de la Ruta para conectar Eurasia, que se ha
convertido en el gran juego geopolítico del continente. Existen dos grandes
escuelas sobre lo que hay que entender por conectividad. Para China, se refiere
básicamente a infraestructuras físicas. Para Europa y EEUU el concepto es mucho
más amplio: engloba la conectividad digital, los contactos entre sociedades
civiles, el establecimiento de un régimen comercial igual para todos…
Dada la importancia que
tiene la conectividad, sorprende que EEUU la meta como a capón aquí y la
despache con unas cuentas frases inconexas: “Nos asociaremos para construir la
conectividad regional poniendo el énfasis en el área digital, así como en el
mantenimiento del Derecho Internacional, especialmente en el espacio marítimo.
Por el camino, construiremos puentes entre el Indo-pacífico y el Euro-atlántico
y, cada vez más, con otras regiones, mediante agendas compartidas que lleven a
la acción colectiva. Promoveremos nuestra misión mediante una coordinación
estrecha en Naciones Unidas”. Un poco de batiburrillo, ¿no? Ya puestos, podían
haber mencionado a la galaxia de Andrómeda, que va camino de fusionarse con la
Vía Láctea.
- Impulsar la
prosperidad del Indo-pacífico: EEUU pondrá en marcha un nuevo marco innovador,
del que sólo dice que ayudará a las economías de la región a aprovechar las
rápidas transformaciones digitales y a adaptarse a la transición económica y
climática. EEUU elaborará nuevos enfoques comerciales que respondan a
estándares elevados laborales y medioambientales. Otras cosas benéficas que
hará: asegurar que los ciudadanos recojan los beneficios de los cambios
económicos, trabajar para promover la resiliencia y cadenas de valor diversas,
abiertas y predecibles… Me he cansado de parafrasear. Parece la carta a los
Reyes Magos.
En el último párrafo,
se vuelve a colar como de rondón la conectividad en su aspecto de
infraestructuras, digital y de telecomunicaciones. Es la parte más sólida de
este objetivo; creo que hubiera merecido la pena dedicar un objetivo solo a la
conectividad.
- Apoyar la seguridad
del Indo-pacífico. La parte más interesante es aquella en la que dice que
priorizará su principal fuerza asimétrica: su red de alianzas de seguridad y
partenariados. Nuevamente hay una lista de agraciados: Australia, Japón, Corea,
Filipinas, Tailandia, India, Taiwán, los Estados insulares del Pacífico. Corea
del Norte se hace merecedora de un párrafo específico y no para llamarla guapa
precisamente.
- Forjar la resiliencia
regional a las amenazas transnacionales del siglo XXI (lo que en otros sitios
se llama las amenazas no-tradicionales a la seguridad). Estas amenazas son el
cambio climático, el uso sostenible de los océanos, las pandemias. El abanico
de amenazas es sorprendentemente corto. Por una vez en un documento estratégico
norteamericano no se menciona el terrorismo. China, aunque no aparezca mencionada
en el apartado de objetivos, es más acuciante.
Los objetivos son
importantes, pero a mí siempre me ha gustado fijarme en las acciones. Hay dos
cosas importantes. La primera es que acciones y objetivos estén acompasados. La
segunda que las acciones sean concretas.
La redacción de los
objetivos resultaba un tanto embarullada y el resultado es que la redacción de
las diez acciones propuestas para implementarlos también hubiera podido encajar
en los objetivos.
Reconozco que las
acciones tienen sensatez y buscan, no siempre con éxito, tener algo de
concreción. El enfoque geopolítico y de seguridad de las mismas es
palmario. Por ejemplo, la acción de dirigir nuevos recursos al Indo-pacífico
incluye expandir “la presencia y cooperación de la Guarda Costera
norteamericana” y “recentrar nuestra asistencia para la seguridad en el
Indo-pacífico”. Otra de las acciones se titula directamente “Reforzar la
disuasión”. Se anuncian una Iniciativa de Disuasión Pacífica y una Iniciativa
de Seguridad Marítima y se señala que por medio del AUKUS (la alianza militar
entre Australia, el Reino Unido y EEUU) se verá la vía para entregar a
Australia lo antes posible submarinos de propulsión nuclear.
Varios de los objetivos
se refieren al tipo de marco geopolítico que EEUU quisiera que prevaleciese en
el Indo-pacífico:
- Una ASEAN central en la región y pro-occidental; esto
último no se dice expresamente, pero se infiere (“Fortalecer una ASEAN
empoderada y unida”).
- Una India que juegue un papel de liderazgo fuerte en
la región; no hace falta especificar que es con el fin de que haga de
contrapeso a China (“Apoyar el ascenso continuo y el liderazgo regional de
India”).
- Un Japón y una Corea reconciliados (“Expandir la colaboración
EEUU-Japón-Corea”). Uno de los grandes quebraderos de cabeza para EEUU en los
últimos años ha sido el desencuentro entre sus dos principales aliados en el
Noreste de Asia, Corea y Japón. Ello supone un obstáculo mayor en un dossier
tan complicado como el del programa nuclear norcoreano.
- Un Quad eficaz y
convertido en un actor importante en el Indo-pacífico (“Ofrecer resultados en
el Quad”). El Quad, que une a Australia, EEUU, la India y Japón, comenzó siendo
un ornitorrinco, es decir algo que no se sabía muy bien si aspiraba a ser
alianza militar, asociación política o grupo de amiguetes. La Estrategia parece
encauzarlo hacia una asociación de cooperación para un sinfín de actividades
(responder al covid-19 y a la seguridad sanitaria global, trabajar en
tecnologías críticas y emergentes, construir una red verde de transporte
marítimo, fijación de estándares elevados de infraestructuras…). No sé si el
Quad va camino de ser la mamá de Tarzán en el Indo-pacífico o si se convertirá
en un ornitorrinco con esteroides;
- Unos Estados insulares del Pacífico
resilientes. Los Estados insulares del Pacífico se encuentran entre los países
más amenazados del mundo por el cambio climático; esta situación se ve agravada
por su falta de capacidades. La Estrategia norteamericana, entre otras cosas,
abordará las deficiencias de infraestructuras de estos países, les ayudará en
la gestión de sus abundantes recursos pesqueros, les facilitará el transporte
(uno de los grandes desafíos de estos Estados es conectar sus islas poco
pobladas y muy alejadas unas de otras).
Más allá de las
cuestiones geopolíticas y de seguridad, me llama la atención la preocupación
por la tecnología. ¿Un indicio de que teme estar perdiendo la carrera
tecnológica con China? Una de las acciones previstas es “Apoyar tecnologías
abiertas, resilientes, seguras y de confianza”. Esta acción pone el énfasis en
las tecnologías de telecomunicaciones y digitales, indicando en qué sector
tecnológico EEUU ve las mayores amenazas y oportunidades. Aunque haya una sola
acción que hable en su enunciado de la tecnología, lo cierto es que las
alusiones tecnológicas abundan entre las acciones. Por ejemplo, en la acción de
“Ser un socio en la construcción de la resiliencia en las islas del Pacífico”,
se dice: “… coordinar para responder a los déficits de las infraestructuras del
Pacífico, especialmente en las tecnologías de la información y las
comunicaciones”. Otro ejemplo aún más palmario se ve en “Ofrecer resultados en
el Quad”, cuando habla de que “[el Quad] promoverá los trabajos en tecnologías
críticas y emergentes, pilotará la cooperación en cadenas de valor, despliegues
tecnológicos conjuntos, y propondrá principios tecnológicos comunes...”
Siendo EEUU, no podía
faltar una referencia a principios y valores. La novena acción es “Apoyar el
buen gobierno y la responsabilidad”. EEUU quiere ayudar a los Estados a tomar
sus decisiones de manera independiente y, para ello les ayudará a erradicar la
corrupción. También se asociará con gobiernos, sociedad civil y periodistas
para garantizar que tengan la capacidad para sacar a la luz y mitigar los
riesgos de interferencias extranjeras y manipulaciones informativas. Me llama
la atención de que las tres últimas líneas de la acción se centran en Birmania
(EEUU recupera el viejo apelativo, en lugar de “Myanmar”, adoptado por los
militares hace unos años). “EEUU seguirá apoyando a la democracia en Birmania,
trabajando estrechamente con los aliados y los socios para presionar a los
militares birmanos a que provean en retorno a la democracia, incluyendo
mediante la implementación creíble del Consenso de los Cinco Puntos” (la
referencia al Consenso de los Cinco Puntos acordado por ASEAN como salida a la
crisis birmana, es un espaldarazo de EEUU a la Asociación). La situación en
Birmania es especialmente grave, pero llama la atención que ningún otro país
sea singularizado de la misma manera.
Dadas las numerosas
referencias a la conexión que hay entre la prosperidad norteamericana y el
Indo-pacífico, habría esperado encontrar en las acciones un mayor énfasis en la
economía. Sin embargo, sólo una de las diez acciones tiene un claro contenido
económico, la segunda, que es precisamente la más breve. EEUU dice que lanzará
el partenariado económico que ya anunció en los objetivos. Lo que se dice aquí
sobre lo que aportará el nuevo partenariado no difiere de lo que ya se dijo en
la parte de los objetivos.
Y en esto que he
contado se resume la Estrategia. ¿Qué conclusiones podemos sacar de ella? Yo he
sacado una muy clara: me divierto más cuando comento novelas.