Últimas esperanzas
La ofensiva de Cataluña
El mes de enero de las chinchetas azules
A la naja
Los tres puntos de Figueras
A Franco no le da una orden ni Dios
All the Caudillo's men
Primeros contactos
Casado, la Triple M, Besteiro y los espías de Franco
Negrín bracea, los anarquistas se mosquean, y Miaja hace el imbécil (como de costumbre)
Falange no se aclara
La entrevista de Negrín y Casado
El follón franquista en medio del cual llegó la carta del general Barrón
Negrín da la callada en Londres y se la juega en Los Llanos
Miaja el nenaza
Las condiciones de Franco
El silencio (nunca explicado) de Juan Negrín
Azaña se abre
El último zasca de Cipriano Mera
Negrín dijo “no” y Buiza dijo “a la mierda”
El decretazo
Casado pone la quinta
Buiza se queda solo
Las muchas sublevaciones de Cartagena
Si ves una bandera roja, dispara
El Día D
La oportunidad del militar retirado
Llega a Cartagena el mando que no manda
La salida de la Flota
Qué mala cosa es la procrastinación
Segis cogió su fusil
La sublevación
Una madrugada ardiente
El tigre rojo se despierta
La huida
La llegada del Segundo Cobarde de España
Últimas boqueadas en Cartagena I
Últimas boqueadas en Cartagena II
Diga lo que diga Miaja, no somos amigos ni hostias
Madrid es comunista, y en Cartagena pasa lo que no tenía que haber pasado
La tortilla se da la vuelta, y se produce el hecho más increíble del final de la guerra
Organizar la paz
Franco no negocia
Gamonal
Game over
El Consejo Asesor del SIE, que no se reunía desde el 27 de febrero, lo hizo aquel 4 de marzo, mientras Cartagena hervía. En dicha reunión, Mariano Tráver, que seguía conduciendo la misma porque Taboada seguía en zona nacional, dio cuenta de que se había visto con Serrano, y que lo había encontrado con un bajón de la hostia. Serrano le contó a Tráver que Franco había roto las negociaciones con las personas del bando republicano dispuestas a las mismas, afirmando que sólo había la opción de rendirse o sufrir el ataque final de las tropas nacionales. Serrano quería tener una reunión con “los representantes de los partidos políticos” para ver si hacían algo; también dijo estar esperando a un emisario del general Miaja. Negrín, contó, venía a Madrid para asumir sus plenos poderes. Como vemos por este testimonio, la información que tenía la Junta Política de FET y de las JONS sobre la marcha real de los contactos era muy imprecisa. Da la impresión que, tras la marcha de Taboada de Madrid, incluso el SIE quedó fuera de juego.