Últimas esperanzas
La ofensiva de Cataluña
El mes de enero de las chinchetas azules
A la naja
Los tres puntos de Figueras
A Franco no le da una orden ni Dios
All the Caudillo's men
Primeros contactos
Casado, la Triple M, Besteiro y los espías de Franco
Negrín bracea, los anarquistas se mosquean, y Miaja hace el imbécil (como de costumbre)
Falange no se aclara
La entrevista de Negrín y Casado
El follón franquista en medio del cual llegó la carta del general Barrón
Negrín da la callada en Londres y se la juega en Los Llanos
Miaja el nenaza
Las condiciones de Franco
El silencio (nunca explicado) de Juan Negrín
Azaña se abre
El último zasca de Cipriano Mera
Negrín dijo “no” y Buiza dijo “a la mierda”
El decretazo
Casado pone la quinta
Buiza se queda solo
Las muchas sublevaciones de Cartagena
Si ves una bandera roja, dispara
El Día D
La oportunidad del militar retirado
Llega a Cartagena el mando que no manda
La salida de la Flota
Qué mala cosa es la procrastinación
Segis cogió su fusil
La sublevación
Una madrugada ardiente
El tigre rojo se despierta
La huida
La llegada del Segundo Cobarde de España
Últimas boqueadas en Cartagena I
Últimas boqueadas en Cartagena II
Diga lo que diga Miaja, no somos amigos ni hostias
Madrid es comunista, y en Cartagena pasa lo que no tenía que haber pasado
La tortilla se da la vuelta, y se produce el hecho más increíble del final de la guerra
Organizar la paz
Franco no negocia
Gamonal
Game over
Seguimos en el 15. Este día tan prolífico en hechos importantes para el final de la guerra civil, el doctor Negrín recibió una visita: la de Enrique Líster. Líster había llegado a Madrid el día anterior, el 14, y se había establecido en el número 23 de la calle Lista (hoy Ortega y Gasset, metro Lista; Madrid siempre ha sido una ciudad enigmática), que había sido la comandancia del 5 Regimiento; un lugar muy cómodo por lo cerca que quedaba del VIPS, ya que la afición de Líster por el sandwich Vip's Club es legendaria. El militar comunista le dice a Negrín que hay que reorganizar el ejército y, según dice en sus memorias, sacó la conclusión de que Negrín era de su misma idea. Negrín le anunció a Líster que a partir de ese momento quedaba a sus órdenes directas, y que la orden fundamental que le daba era que visitara a cuantos mandos militares pudiera. Este día 15, pues, parece que Negrín le encargó a Líster que comenzase a diseñar la purga del ejército republicano cuyo primer, y finalmente último, paso, fueron los decretos del 3 de marzo. Cabe, por lo tanto, sospechar que en la cercana entrevista que tuvo con Casado, o bien ya tenía información fehaciente de que el coronel pretendía tangarlo, o bien lo caló durante el coloquio. El caso es que, si el testimonio de Líster es preciso (porque, tenedlo en cuenta, Líster es un memorialista parchís, que come una y cuenta veinte), sería racional considerar que Negrín regresó a España tras pasar la frontera bien consciente de que los comunistas eran, ya, los únicos dispuestos a seguirle en su estrategia de resistir a toda costa; y, convencido de que los no comunistas (sobre todo la triple M y Casado) estaban dispuestos a hacerle la cama, había resuelto cambiar la cúpula militar de un plumazo para colocar a los que ya eran sus conmilitones.