El nacimiento de una identidad
Mi señor Bretwalda, por ahí vienen los paganos
El tema vikingo se pone serio
Alfred, el rey inglés
Vikingos a la defensiva
Un rey contestado
El rey de la superación
Una sociedad más estructurada de lo que parece
Con la Iglesia hemos topado
La apoteosis de Edward y Aethelflaed
El fin de los vascos de Northumbria
Tres cuartos de siglo sistémicos
Aethelshit
Las tristes consecuencias de que un gobernante gobierne “sea como sea”
El regreso de la línea dinástica
Estamos a finales del siglo VIII de nuestra era; y es un tiempo en el que eso que terminaríamos por llamar Inglaterra estaba bastante lejos de parecerse a eso mismo. El terreno de la mitad meridional de la isla estaba dividido en varios reinos diferentes. Como Dumnonia, en el suroeste, una orgullosa pequeña nación que estaba allí desde antes que los romanos hubiesen cruzado el charco, y que, como todo reino de aquella época, había experimentado momentos de mayor y menos expansión, extendiéndose hasta Cornualles o Devon.