viernes, enero 22, 2021

Islam (2: Los otros sólo están equivocados)

El modesto mequí que tenía the eye of the tiger
Los otros sólo están equivocados
¡Vente p’a Medina, tío!
El Profeta desmiente las apuestas en Badr
Ohod
El Foso
La consolidación
Abu Bakr y los musulmanes catalanes
Osmán, el candidato del establishment
Al fin y a la postre, perro no come perro
¿Es que los hombres pueden arbitrar las decisiones de Dios?
La monarquía omeya
El martirio de Husein bin Alí
Los abásidas
De cómo el poder bagdadí se fue yendo a la mierda
Yo por aquí, tú por Alí
Suníes
Shiíes
Un califato y dos creencias bien diferenciadas
Las tribulaciones de ser un shií duodecimano
Los otros shiíes
Drusos y assasin
La mañana que Hulegu cambió la Historia; o no
El shiismo y la ijtihad
Sha Abbas, la cumbre safavid; y Nadir, el torpe mediador
Otomanos y mughales
Wahabismo
Musulmanes, pero no de la misma manera
La Gran Guerra deja el sudoku musulmán hecho unos zorros
Ibn Saud, el primo de Zumosol islámico
A los beatos se les ponen las cosas de cara
Iraq, Siria, Arabia
Jomeini y el jomeinismo
La guerra Irán-Iraq
Las aureolas de una revolución
El factor talibán
Iraq, ese caos
Presente, y futuro 



Mahoma permanece velado para la Historia durante los primeros cuarenta años de su vida, puesto que son también los menos interesantes, o no interesantes en lo absoluto, para su misión religiosa. Se casó con una mujer, Jadicha, que tenía veinte años más que él y que aportó una generosa dote que probablemente, a juzgar por los hechos posteriores, Mahoma no sólo supo administrar sino que acreció; de donde se ha colegido, muy a menudo, que debía de ser una persona muy avispada para los negocios, esto es una persona de fuerte mentalidad estratégica, un árabe Ibex; un emprendedor capaz de crear start-ups camélidas exitosas. Jadicha y Mahoma, por lo demás, se profesaron un amor muy sincero, tanto que hay quien piensa que de no haber muerto ella antes que él, tal vez el Islam sería hoy una religión monógama (cosa que, en cualquier caso, considerando las costumbres preinstaladas en una sociedad tribal como la árabe, es bastante difícil de creer).

miércoles, enero 20, 2021

Islam (1: el modesto mequí que tenía the eye of the tiger)

El modesto mequí que tenía the eye of the tiger
Los otros sólo están equivocados
¡Vente p’a Medina, tío!
El Profeta desmiente las apuestas en Badr
Ohod
El Foso
La consolidación
Abu Bakr y los musulmanes catalanes
Osmán, el candidato del establishment
Al fin y a la postre, perro no come perro
¿Es que los hombres pueden arbitrar las decisiones de Dios?
La monarquía omeya
El martirio de Husein bin Alí
Los abásidas
De cómo el poder bagdadí se fue yendo a la mierda
Yo por aquí, tú por Alí
Suníes
Shiíes
Un califato y dos creencias bien diferenciadas
Las tribulaciones de ser un shií duodecimano
Los otros shiíes
Drusos y assasin
La mañana que Hulegu cambió la Historia; o no
El shiismo y la ijtihad
Sha Abbas, la cumbre safavid; y Nadir, el torpe mediador
Otomanos y mughales
Wahabismo
Musulmanes, pero no de la misma manera
La Gran Guerra deja el sudoku musulmán hecho unos zorros
Ibn Saud, el primo de Zumosol islámico
A los beatos se les ponen las cosas de cara
Iraq, Siria, Arabia
Jomeini y el jomeinismo
La guerra Irán-Iraq
Las aureolas de una revolución
El factor talibán
Iraq, ese caos
Presente, y futuro


Mal que nos pese a quienes creemos en más bien poca cosa, la Humanidad actual, tal y como la conocemos, se la debemos, para bien o para mal, a dos hombres cuyo oficio fue ser líderes religiosos: Pablo de Tarso, y Mahoma. Sobre el auténtico teórico e inventor del cristianismo ya he escrito en este blog largo y tendido (como comprobarás visitando la Biblioteca); será sobre Mahoma que despliegue ahora algunas notas que permitan al lector conocerlo. Aquí no se discute quién porta la verdad, sino algo relativamente distinto, como es el nacimiento y desarrollo del Islam; un proyecto religioso, moral, político y militar que, por la rapidez y la extensión de sus éxitos, puede con justicia compararse con las más ambiciosas extensiones que ha conocido la Historia. 

lunes, enero 18, 2021

Mafiosos de leyenda: Arnold Rothstein

 [Mis disculpas. Este post ha quedado muy largo. De hecho, es diez veces más largo de lo que deben ser los textos de lectura electrónica, según los expertos. Pero he juzgado que sería mejor publicarlo al completo].

Aquí os dejo otros post que he ido escribiendo sobre el crimen organizado.

La Mafia en sus orígenes

Mano Negra, Mano Blanca

El nacimiento del Sindicato del Crimen

Johnny Torrio

Dutch Schultz

Arnold Rothstein

Creo que todavía no lo he escrito nunca; pero habéis de saber que si queréis conocer historias chulas del deporte, debéis aficionaros al blog de Historias del Atletismo que escribe Luis Montes, un mecánico de neuronas gallego que me hace el honor de pasearse por aquí de vez en cuando. A mí el deporte, la verdad, no me ha puesto demasiado en la vida; mi único contacto serio con él fue un profe de gimnasia que tuve en cole, que se llamaba Gayoso y que el año que me aprobó por los pelos recuerdo que ganó una final en los Juegos del Mediterráneo. En este blog, sin embargo, lo hemos tratado alguna que otra vez, por ejemplo al hablar del doping, o del fútbol patrio y la política; o el episodio en el que el gigante Jack Johnson se paseó por Madrid. Pero no es nuestra línea fundamental de negocio; aquí no vendemos aguacates sino patatas, que es, diría Podemos, con lo que nos forramos.

De vez en cuando, sin embargo, es un tema que me apetece tocar. Sobre todo, cuando toca uno de los aspectos por el que sabéis que tengo debilidad, debilidad que comparto con alguno de mis lectores: la Mafia. Hoy es un día de ésos. Hoy es un día en el que quiero contaros una de las más grandes marcianadas mafiosas jamás perpetrada: la manipulación de las Series Mundiales de 1919.