miércoles, febrero 28, 2018

Yalta (10: ... y de nuevo, Polonia)

En este mismo color tenemos:


Tras tratar la implicación de la URSS en Japón, Roosevelt y Stalin hablaron de Corea, esa península que, a no tardar mucho, haría hablar a las armas. Roosevelt era partidario de establecer en aquel lugar un mandato con tres cabezas: soviética, estadounidense y china. La mera postulación de la idea rooseveltiana ya nos dice hasta qué punto FDR, la verdad de las verdades, era un Bambi de la vida (y así le fue a Corea, claro). Se apoyaban el commander in chief y su departamento de Estado en el dato de que el esquema había funcionado de coña en Filipinas; ignorando, claro, que una forma de hacer las cosas que funciona de coña en Murcia no tiene por qué hacer lo mismo en Lérida. De hecho, lo único que le preocupaba a Roosevelt de aquel acuerdo no es que no pudiese funcionar, o que fuese en el fondo absurdo para un territorio tan cerca de la URSS y China (a ver si los EEUU de Monroe hubieran aceptado un mandato internacional sobre México, un suponer...), sino que Gran Bretaña quedase fuera del acuerdo. Stalin, muy cuco, hizo como que eso era también lo que le preocupaba a él, y estuvo de acuerdo en darle boleta a Churchill en la movida.

lunes, febrero 26, 2018

Isabel (16: ... y estos tipos nos dan lecciones de civilización)

Atenta la compañía con:

Esos tocapelotas llamados presbiterianos
Thomas Cartwright

Con el affaire Cartwright, la reina Isabel inauguró además otro gesto muy propio de los políticos modernos, como ella misma lo era en parte dado que era ya una reina renacentista: desentenderse de los asuntos que ella misma había iniciado y que, por una razón y otra, se enquistaban. El caso Cartwright amenazaba con minar el prestigio de Inglaterra en el mundo protestante, y para conservar eso la solución usada por Isabel fue hacer como si ella nunca hubiera tenido nada que ver con aquella ofensiva judicial y desentenderse de ella totalmente. De hecho, cuando Knollys se presentó en la Corte y le pidió una audiencia privada para discutir el tema, la reina le cerró la puerta en las narices.