El chavalote que construyó la Peineta de Novoselovo
Un fracaso detrás de otro
El periplo moldavo
Bajo el ala de Nikita Kruschev
El aguililla de la propaganda
Ascendiendo, pero poco
A la sombra del político en flor
Cómo cayó Kruschev (1)
Cómo cayó Kruschev (2)
Cómo cayó Kruschev (3)
Cómo cayó Kruschev (4)
En el poder, pero menos
El regreso de la guerra
La victoria sobre Kosigyn, Podgorny y Shelepin
Spud Webb, primer reboteador de la Liga
El Partido se hace científico
El simplificador
Diez negritos soviéticos
Konstantin comienza a salir solo en las fotos
La invención de un reformista
El culto a la personalidad
Orchestal manoeuvres in the dark
Cómo Andropov le birló su lugar en la Historia a Chernenko
La continuidad discontinua
El campeón de los jetas
Dos zorras y un solo gallinero
El sudoku sucesorio
El gobierno del cochero
Chuky, el muñeco comunista
Braceando para no ahogarse
¿Quién manda en la política exterior soviética?
El caso Bitov
Gorvachev versus Romanov
En julio de 1984, y no era la primera vez, Chernenko enfermó de seriedad. De hecho, su enfermedad fue tan prolongada que el Partido incluso ofreció explicaciones públicas de su ausencia total de la luz pública. Fue un movimiento racional, puesto que el secretismo reciente alrededor de la muerte de Andropov habría provocado la interpretación del silencio como la confirmación de su muerte que, sin embargo, no se había producido. Eso sí, la nota oficial se limitaba a informar de que el secretario general había dejado Moscú el día 15 de julio para descansar.