viernes, enero 19, 2024

#HermanaYoSiTeCreo: la historia de Roscoe Fatty Arbuckle (1)

Arbuckle Post #1
Arbuckle Post #2


 

Supongo que serán legión aquéllos de entre mis lectores que piensen que el fenómeno del #MeToo es algo moderno. De hecho, es que hay cierto nivel de necesidad en defender esa idea. Uno de los mantras presentes de cierto feminismo es defender la idea de que lo que hay hoy en día, en materia de derechos, no tiene parangón con el pasado. Esta teoría es la que trata de convencernos de que nuestras madres y abuelas vivieron en mundos más parecidos al actual Kabul que a los lugares donde realmente viven hoy. Esto, sin embargo, no es tan cierto. Y hoy voy a contaros, para demostrároslo, una historia que os parecerá sacada de la Prensa de ayer mismo: la historia de Roscoe Conkling Arbuckle, AKA Fatty Arbuckle.

jueves, enero 18, 2024

Cartagena (6): El fin

 La sublevación
¿Pirata, yo? ¡Y tú más!
Quien mucho abarca, poco aprieta
La lucha en el mar
A peor
El fin 


En menos de una semana, la práctica totalidad de las esperanzas del menos templado de los revolucionarios cartageneros acabará disuelta. Estos días horribles comenzaron el 30 de enero con el incendio, en la rada cartagenera, de la Tetuán; incendio que alcanza el pañol de la pólvora y que provoca una deflagración. Desde el primer momento se sospecha de un fogonero llamado Ricardo Yuste, que es detenido. En pleno traslado para su interrogatorio, Yuste resultó alcanzado por un casco de granada que lo hirió mortalmente en el vientre. Entre sus últimos suspiros, confesó haber sido pagado para provocar el siniestro.

miércoles, enero 17, 2024

Cartagena (5): A peor

 La sublevación
¿Pirata, yo? ¡Y tú más!
Quien mucho abarca, poco aprieta
La lucha en el mar
A peor
El fin 



En todo caso, en una cosa que se parecen las negociaciones entre el centralismo republicano y los cantonales y las que, de alguna manera, se producen entre Madrid y Barcelona en el momento de redactar estas notas: en ambos casos, todo el mundo parece tener claro que el acercamiento debía comenzar por garantizarle a los rebeldes que no pisarían la cárcel. Tan pronto como el 30 de agosto, la izquierda parlamentaria lleva a las Cortes la propuesta de una amnistía para los cantonales. El gobierno, sin embargo, contesta que una amnistía sería totalmente incompatible con la dignidad de la República. O sea, los tiempos se parecen; pero no tanto.

martes, enero 16, 2024

Cartagena (4): La lucha en el mar

 La sublevación
¿Pirata, yo? ¡Y tú más!
Quien mucho abarca, poco aprieta
La lucha en el mar
A peor
El fin

La efectividad militar cantonal por tierra, como acabamos de ver, se vio notablemente cuestionada muy pronto y, de hecho, duramente golpeada por la cagada de Chinchilla. No obstante, como ya os he dicho la verdadera trump card de los cartageneros, sin la cual no se entiende su capacidad de resistencia como cantón, era la fuerza naval. En el puerto de Cartagena se encontraban tres fragatas acorazadas: la Vitoria, la Numancia y la Tetuán; una fragata blindada, la Méndez Núñez; otra de madera, la Almansa; y dos vapores de rueda: el Blasco de Garay y el Fernando el Católico. Aquello era más que suficiente para defender la plaza por mar y, de hecho, era la principal baza que tenían los cartageneros para llevar a cabo su estrategia de extensión del cantonalismo, en la que sabían que les iba la vida.

lunes, enero 15, 2024

Cartagena (3): Quien mucho abarca, poco aprieta

 La sublevación
¿Pirata, yo? ¡Y tú más!
Quien mucho abarca, poco aprieta
La lucha en el mar
A peor
El fin
  



A pesar de estas medidas racionalizadoras, el cantón cartagenero se encontró muy pronto con problemas importantes de circulante, como normalmente se dice. La moneda comenzó a escasear. Por eso, las autoridades comenzaron a emitir papel moneda propio para pagar los sueldos; billetes que luego se podían canjear por monedas en la medida en que se iban recaudando. El 4 de agosto, para ser exactos, se emiten billetes de 2.000, 10.000 y 20.000 reales al 6% anual. Estos títulos eran admisibles al 50% para el pago de contribuciones, y por su valor total en la compra de bienes. En otras palabras, el Estado cantonal, que por muy cantonal no dejaba de ser un Estado, le permitía al ciudadano utilizar aquellos papelitos de mierda cuando se trataba de pagarle a su vecino el comerciante; pero a la hora de pagar a Hacienda, ay, amigo, la mitad de lo pagado, por lo menos, tenía que ser en dinerito de verdad. La gente, claro, respondió tomando al asalto una factoría de desplatación, la de Ignacio Figueras, marqués de Villamejor, a la búsqueda del preciado metal.