Recuerda que ya te hemos contado los principios (bastante religiosos) de los primeros estados de la Unión, así como su primera fase de expansión. A continuación, te hemos contado los muchos errores cometidos por Inglaterra, que soliviantaron a los coloniales. También hemos explicado el follón del té y otras movidas que colocaron a las colonias en modo guerra.
Evidentemente, hemos seguido con el relato de la guerra y, una vez terminada ésta, con los primeros casos de la nación confederal que, dado que fueron como el culo, terminaron en el diseño de una nueva Constitución. Luego hemos visto los tiempos de la presidencia de Washington, y después las de John Adams y Thomas Jefferson.
Una
de las consecuencias del embargo marítimo decretado por Thomas
Jefferson fue el cambio estratégico de muchos emprendedores de las
antiguas colonias, que comenzaron a interesarse por la manufactura, y
muy especialmente la textil. En consecuencia el Sur, que ya había
comenzado a plantar algodón, comenzó a hacerlo en cantidades, nunca
mejor dicho, industriales, cuando la demanda del Norte se disparó.
Pero, lógicamente, este movimiento afectó a los industriales
ingleses, acostumbrados a hacer suyo este mercado. Londres envió
emisarios a Washington, pero como solía acostumbrar el Imperio, lo
hizo permitiéndoles hacer apenas ofertas cutres, lo cual enfureció
a Madison.