Como ya hemos visto en los últimos párrafos de la toma anterior, la toma de Tarragona por los nacionales tuvo una derivación semicatastrófica para ellos. A partir de ese momento, las limitaciones, cada vez más laxas ciertamente, que operaban en zona republicana hacia la acción de la Iglesia, se levantaron por completo. Esto suponía que el obispado volvía a estar en plena vigencia, por lo que ya podía ser reocupado por quien era su titular: el cardenal Vidal i Barraquer quien, sin embargo, se encontraba en Roma sin siquiera hacer el gesto de acercarse por su sede, consciente como era de que el gobierno de Franco no lo quería ver ni en pintura por considerar que había intentado boicotear la pastoral colectiva normalmente conocida como “de la Cruzada”. Para salvar ese problema, Vidal había nombrado un administrador apostólico de su confianza, Francisco Vives; pero Vives enseguida sintió la enemiga de los franquistas.
viernes, septiembre 25, 2020
Franco y Dios (13: la nación ultracatólica que no quería ver a un cardenal ni en pintura)
miércoles, septiembre 23, 2020
Franco y Dios (12: monseñor Cicognani saca petróleo de las dudas del general Franco)
Tal y como acordaron el cardenal Gomá y el general Franco en su entrevista, unos días después el primero de ellos le evacuó al segundo un escrito que era el pliego de peticiones desplegado durante el encuentro. En dicho escrito, sin embargo, el astuto primado incluyó alguna morcilla no tratada verbalmente con el generalísimo. Recordaba Gomá en su escrito que la ley de abril de 1934, que regulaba los derechos pasivos concedidos a los eclesiásticos que estuviesen en nómina a 31 de diciembre de 1931, decía que éstos se beneficiarían de actualizaciones debidas a la amortización de haberes de compañeros muertos; en esa ley se pensaba en el futuro del paso del tiempo para un colectivo de beneficiarios públicos sin nuevas incorporaciones; pero, lógicamente, la guerra había incrementado enormemente esa amortización que, y aquí estaba la madre del cordero (del cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo), no se había pagado. Gomá solicitaba reparación para este impago con cargo al sobrante presupuestario de 16 millones y medio. Con fecha 18 de enero de 1939, la sección de relaciones con la Santa Sede del ministerio de Asuntos Exteriores informó esta petición diciendo, grosso modo, que y una polla como una olla.