miércoles, mayo 21, 2025

Viet Nam antes de Viet Nam (17): Francés busca indochino razonable




Las primerasrelaciones
Reyes y revoluciones
Nunca te fíes de un francés
Nguyen Ai Doc
Tambores de guerra
El tsunami japonés
Grandeza y miseria de la Kempeitai
El Viet Minh
Los franceses hacen lo que mejor saben hacer (no definirse)
Dang vi qui, o sea, naniyori mo hitobito
El palo y la zanahoria comunistas
Puchimones contra podemitas
Aliados a pelo puta
Franceses y comunistas chapotean para no ahogarse
Vietnamitas listos + británicos estúpidos + periodistas gilipollas = muertos a decenas
Si tu ne voulais pas de bouillon, voici deux tasses
Francés busca indochino razonable
Los problemas del comunismo que se muestra demasiado comunista
Echa el freno, Madaleno
El factor chino
El factor USA
El problema de las tres mareas
Orchestal manoeuvres in the dark
O pacto, o guerra
Buen rollito por cojones
El acuerdo de 6 de marzo
El Plan Cédiletxe
No nos queremos entender
Dalat
Las inquietudes y las prisas del almirante D’Argenlieu
Calma tensa
La amenaza nacionalista
Fontainebleau bien vale unos chinos
Francia está a otras cosas
Memorial de desencuentros
Maniobras orquestales en la oscuridad (sí, otra vez)
El punto más bajo de la carrera de Ho Chi Minh
Marchemos todos, yo el primero, por la senda dictatorial
El doctor Trinh, ese pringao
Allez les bleus des boules!
D’Argenlieu recibe una patada en el culo de De Gaulle
París no se entera
Si los Charlies quieren pelea, la tendrán
Give the people what they want
Todas las manos todas, amigo vietnamita
No hay mus
El comunista le come la tostada al emperador
El momento del general Xuan
Conditio sine qua non con un francés: cobra siempre por adelantado
La ocasión perdida
El elefante chino entró en la cacharrería 



Resulta bastante dificil adverar los quién y los qué de la posición francesa sobre Indochina en ese momento. Existen indicios de que el almirante D'Argenlieu tenía serias intenciones descolonizadoras, y que incluso tenía pergeñados algunos discursos en ese sentido. Esas palabras, si existieron, nunca fueron pronunciadas. El almirante quedó muy pronto subsumido dentro de la estrecha camarilla francesa de Conchinchina. El militar estaba bien guardado por su jefe de gabinete, el ingeniero Louis-Arthur Longeaux. También estaba el consejero político del almirante, Albert Torel. Y, por supuesto, Cédile, un hombre a quien los demás sobrepasaban en conocimiento sobre la zona, pero que aportaba un sincero planteamiento liberal.

Torel había vivido sus mejores días al lado del general Catroux, dado que desde el principio, y como decía mi padre, más que santo de la devoción de Decoux, era santo de la devolución. Había hecho oposición a los vichystas y, en octubre de 1944, había sido nombrado director de Asuntos Políticos del Gobierno General. En diciembre, había entrado en el Consejo indochino como representante in pectore de la resistencia gaullista.

Torel era, pues, un demócrata. Pero esa característica general puede tener muchas tonalidades. Hablamos de un hombre que había vivido toda su vida en el ámbito de las administraciones públicas. Creía a pies juntillas en eso que creen muchas personas, en el sentido de que todo está siempre mejor gestionado si lo gestiona un funcionario público. Su religión era, pues, la correcta gestión de los asuntos públicos; y en ese altar había sacrificado la descolonización, puesto que consideraba que los pueblos autóctonos no sabrían gobernarse. Era un federalista convencido, pero creía totalmente en la tríada tradicional annamita: monarquía, mandarinato y notables del reino. Era, pues, un partidario de restituir la situación tradicional; un militante, pues, del partido de Dios y las Leyes Viejas, un jelkide a la francesa.

Otro personaje importante del momento era el comandante Lang, nacido Dinh Van Lang. Había sido militante del VNQDD. Tras abandonar la formación nacionalista, había vivido muchos años en Francia. Con el tiempo, había regresado para defender la independencia indochina; pero pronto quedó claro que su información sobre la situación del país era bastante pobre, a causa de los muchos años de ausencia. Aún así, fue fuertemente vigilado, lo que le obligó a llevar una vida semiclandestina en la que, de todas maneras, fundó una formación: el Partido Autonomista Indochino, con el que pronto se ganó el interés de los franceses.

Exactamente igual que pasó en el caso español inmediatamente después de la segunda guerra mundial, el tema que pasó a la primera plana del interés de muchos estrategas, sobre todo franceses, fue la restitución de la monarquía. El poder metropolitano, en buena medida, veía en esta posibilidad una vía para restituir formalmente el poder local sin por ello ceder las muchas ventajas y competencias francesas en la zona. Bao Dai, como ya os he comentado, había abdicado; y no sólo eso, sino que después de haberlo hecho había sido objeto de frecuentes y aceradas críticas hacia lo que había sido su mandato. En gran parte por esto, la idea del regreso de la monarquía no se centraba en él, sino en un predecesor suyo: Duy Tan, conocido como el príncipe Vinh San.

Vinh San había sido exiliado a Argelia en 1917, cuando tenía 16 años, después de haber intentado alzarse. Sin embargo, a partir de entonces había dado muestras de una fidelidad total, hasta el punto de que en 1942 se había alistado en las Fuerzas Aéreas de la Francia Libre. A través de un militar francés compañero suyo que acabó en Indochina, su existencia y sus ideas sobre Viet Nam llegaron a conocerse en la zona. Estas informaciones agradaron a varios personajes intelectuales locales, entre ellos, sobre todo, el médico doctor Nguyen Van Tung.

Van Tung comenzó a publicar en un periódico local una serie de artículos en los que defendía la idea de que una solución al problema de Viet Nam podría ser la declaración de su independencia, al tiempo que el país se integraba en la Unión Francesa. Acuñó, pues, el concepto “independencia en alianza”. Era un paso interesante, pero habría de encontrase con los relapsos altos funcionarios franceses, que eran refractarios casi a cualquier idea nacionalista.

Cédile, por su parte, había tomado como principal labor poner en marcha las instituciones representativas de las que ya hablaba la declaración del 24 de marzo. Todo el mundo tenía claro que las elecciones eran algo imposible de plantear en aquel momento; por ello, Cédile pensaba en la misma solución que se había aplicado en Argelia y en el París liberado: crear una Asamblea Consultiva. Tenía diseñada la creación de un Consejo de unos 80 miembros, para lo cual había comenzado a sondear a medios vietnamitas de Saigón.

Cédile, con sus tendencias liberales, despertaba los recelos de los funcionarios franceses presentes en Indochina. Por lo demás, como ya os he expresado, el grupo de grandes representantes de la resistencia contra Vichy durante la guerra había acabado por considerarse el verdadero portavoz de los intereses franceses en la zona.

Entre estos resistentes, destacaba la personalidad de un abogado llamado Béziat (que yo creo que era Joseph Béziat, quien, 15 años antes, había defendido a André Malraux en Saigón). Asimismo, estaba Maurice Weil, un magistrado víctima de la legislación racial y antimasónica de Vichy. Y, finalmente, el periodista Henry Chavigny de Lachevrotière, que sufriría, muy pronto, hasta tres atentados, el último de ellos mortal; y que ya había sido encarcelado por Decoux en 1944.

Este grupo de resistentes y víctimas de Vichy había entendido, aunque a su manera, el principio general de que tenían que comprender los tiempos y adaptarse a los mismos. Una de las consecuencias de este principio general era la percepción por su parte de la necesidad de que el gobierno francés en el área se abriese al conocimiento, sobre todo, de la clase media vietnamita. En esta labor se aplicaron a fondo, llevando al despacho de Cédile a muchas personas que eran funcionarios de rango medio o propietarios medianos.

Maurice Weil, por su parte, era presidente de la Corte de Apelación de Saigón. Antes de la guerra había fundado una Logia, la Khong Phut Seu o Logia Confucio, de rito escocés, que venía sirviendo de contacto entre vietnamitas y franceses. Esta logia había mantenido, desde 1936, contactos muy estrechos con el Partido Demócrata del doctor Nguyen Van Thinh y otras fuerzas que podríamos denominar, en lenguaje moderno, como progresistas. Weil sirvió de introductor ante Cédile de diversos personajes conocidos en estos contactos, como el también juez Tran Van Ty, el coronel del Ejército Nguyen Van Xuan, o el Doc Phu Nguyen Van Tam. Además del propio Thinh,

El doctor Nguyen Van Thinh era, entonces, una personalidad importante en Viet Nam. Además de presidir el Partido Demócrata, su condición de médico, siempre muy respetable en aquella sociedad, y también la de propietario agrícola, lo convertía en representante habitual de los intereses de los demás, por ejemplo, en la Cámara Agraria. Además, dirigía la muy poderosa Oficina del Arroz, que se ocupaba de reglamentar y regular las cosechas del oro vietnamita por excelencia. La etapa Decoux le había tratado muy bien, como si fuera la persona más importante de Conchinchina. Al principio de los incidentes Viet Minh, en 2 de septiembre, los comunistas habían demostrado el interés que se tomaban en su persona convirtiéndolo prácticamente en el primer vietnamita local que arrestaron. Finalmente, sin embargo, hubieron de liberarlo y, desde entonces, el doctor había estado fuertemente protegido. La experiencia fue traumática para el doctor, para quien, desde entonces, el orden se convirtió en el mandamiento número uno de cualquier situación política que se pudiera imaginar. Sin embargo, en buena medida era un gigante con pies de barro, pues no tenía un programa político bien definido.

Este problema movía a otros a intentar crear alguna fuerza competitiva. Finalmente, el proyecto habría de llegar a través de un conocido de Henry de Lachevrotière, Nguyen Tan Cuong. Cuong no tenía un pasado político bien definido pero, probablemente escuchando los consejos y soflamas de su amigo francés, se avino a crear el Partido Conchinchino, que pretendía ser, fundamentalmente, un partido en defensa de los intereses de los propietarios rurales. Fue creado el 16 de noviembre de 1945. El objetivo de este partido estaba inequívocamente expresado en sus estatutos: “Conseguir por cualquier medio posible la autonomía de la Conchinchina”. Como puede verse, la actuación de los franceses progresistas empezaba a dar sus frutos. Cada vez eran más aquéllos entre la elite francesa en Asia que consideraban que no merecía la pena luchar por conservar el poder en todo el Viet Nam. El norte estaba cada vez más lejos de Francia y más cerca de China; y cada día que pasaba estaba más claro que los Estados Unidos, más que probables árbitros políticos en la zona tras el final de la guerra del Pacífico, no se inclinarían por defender los postulados franceses, que en realidad repugnaban. Así las cosas, como ya iremos viendo, la jugada lógica era alimentar el catalanismo conchinchino, vosotros sois distintos, Annam ens roba, todo eso.

El Partido Conchinchino, políticamente, era bastante moderado. Propugnaba algunas reformas políticas, ma non troppo. Entre otras cosas, propugnaba en el año 1945, un sufragio estrictamente censitario en el que sólo votasen, en cada aldea, los notables de la misma. Este tipo de destalles demostraban hasta qué punto representaba los intereses de los propietarios rurales prósperos.

Por su parte, Nguyen Van Tam, el Doc Phu al que hemos visto visitando a Cédile, desarrolló un odio cerval hacia los comunistas, y los comunistas hacia él. El Viet Minh sabía bien que tenía muchas vinculaciones con la policía francesa, y por eso lo consideraba un elemento muy peligroso. Por otra parte, Tam no se quedó quieto. Cuando el general Leclerc había avanzado sobre el Basac, Tam había ido con él. Se desempeñó con tanta valentía y arrojo que fue distinguido por ello con el nombramiento de administrador en jefe de la provincia de Tanan; era la primera vez desde 1867 que un vietnamita ostentaba un cargo así en la Conchinchina.

Pero volvamos al doctor Thinh, en realidad la pieza más importante de ese ajedrez local. El médico y plantador de arroz (la jugada perfecta: primero provocas el estreñimiento, y luego lo curas) había aceptado colaborar con Cédile en la creación del Consejo Consultivo que el francés quería crear lo más rápido posible, y para ello multiplicó los contactos. Como ya os he dicho, se le presentaba la competencia de la formación de Cuong, que él consideraba demasiado proclive a los colonialistas. Thinh, sin embargo, se enfrentó a una indiferencia general. En general, ningún vietnamita con dos dedos de frente quería colaborar con un Consejo que acabaría, de una manera o de otra, avalando las políticas del poder francés en la zona, no las propias. Por lo demás, muy probablemente, para muchos los sucesos de aquel otoño habían enseñado que significarse demasiado como partidario, o incluso tibio, frente a los franceses, podía dar con uno mismo colgado de un sicomoro mientras una turba vociferante te mataba a hostias. Meses después, Cédile lo intentó personalmente, pero se encontró con el mismo resultado.

Algunas de las personalidades locales a las que contactó el francés le dijeron que no harían nada si Francia no se posicionaba de forma previa e inequívoca en favor de un gobierno democrático vietnamita, con una Constitución y un sistema electoral que deberían ser definidos por el propio Consejo Consultivo, y no por tres pollas en un despacho de París.

Muy pronto, pues, se le hizo claro a los franceses en el sentido de que lo que la mayoría de los vietnamitas cultivados o de clase media o alta de Saigón quería a cambio de formar parte del Consejo Consultivo, Francia no estaba dispuesto a darlo.

Así las cosas, los gabachos tiraron para delante, y el 4 de febrero de 1946 decretaban la creación unilateral del Consejo Consultivo de Conchinchina, que no sustituía a los legítimos órganos representativos que algún día se levantarían. El principal cometido del Consejo era comunicar al Comisario de la República el sentir y la opinión del país, es decir, hacer un poco de Tezanos pero ya sin microdatos ni una mierda. Asimismo, debían preparar una nueva Constitución y la eventual consulta al pueblo vietnamita.

El tema estaba, que diría Franco, atado y bien atado, El Consejo lo presidía el Comisario de la República y tenía doce miembros nombrados por el Alto comisario Francés: cuatro franceses y ocho vietnamitas. De los ocho vietnamitas de la lista, siete se habían nacionalizado franceses. El Partido Demócrata aportaba tres miembros (Van Thinh, Tran Thien Vang y Tran Tan Phat) el Partido Conchinchino uno (Nguyen Tan Coung), el Partido por una Conchinchina Autónoma otro (el juez Nguyen Van Ty); más tres considerados independientes (Le Van Dinh, Nguyen Than Lap y Nguyen Van Thach). Entre los franceses, Béziat y Bazé por supuesto; además de un señor Clogne de quien todo lo que he podido averiguar es que probablemente era farmacéutico, y un señor Gressier que podría ser el propietario rural Rémy Gressier o quizás su descendiente (Rémy Gressier compró su primera finca en el Mekong 40 años antes del momento que aquí relatamos).

Estos eran All the Haut Commissaire's men. Las personas que tenían que inventar un Estado conchinino compatible con la declaración hecha el 24 de marzo en la otra esquina del mundo, en gran parte por personas que ni siquiera sabían señalar Saigón en el mapa; y que era un estado de cosas que casi nadie apoyaba en Viet Nam. Porque las cosas como son: los comunistas impusieron muchas cosas en Viet Nam, antes, durante y después del tiempo que aquí relatamos. Pero su base era sólida. Su base era el rechazo total de la población local a la dizque solución que los franceses les ofrecían, con esa actitud tan gabacha de encima me tienes que dar las gracias por la patada que te acabo de arrear en los cojones.

El 5 de febrero, en una conferencia de prensa, un sobrado general Leclerc informaba de que la Conchinchina entera había sido pacificada. Los franceses, la verdad, se las prometían muy felices. Se habían acostumbrado a hacer de la parte el todo, y a considerar que el problema indochino era el problema conchinchino. La debilidad inherente a la salida de la guerra mundial les había hecho modestos (ya sé que esto es difícil de creer en un francés; pero pasó) y les había acostumbrado a pensar que si conservaban el sur de Viet Nam, pues ya tenían el partido ganado.

Pero, claro, estaba Hanoi. Y en Hanoi, los franceses estaban más perdidos que Carlota Corredera en una biblioteca pública.

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