Las primerasrelaciones
Reyes y revoluciones
Nunca te fíes de un francés
Nguyen Ai Doc
Tambores de guerra
El tsunami japonés
Grandeza y miseria de la Kempeitai
El Viet Minh
Los franceses hacen lo que mejor saben hacer (no definirse)
Dang vi qui, o sea, naniyori mo hitobito
El palo y la zanahoria comunistas
Puchimones contra podemitas
Aliados a pelo puta
Franceses y comunistas chapotean para no ahogarse
Vietnamitas listos + británicos estúpidos + periodistas gilipollas = muertos a decenas
Si tu ne voulais pas de bouillon, voici deux tasses
Francés busca indochino razonable
Los problemas del comunismo que se muestra demasiado comunista
Echa el freno, Madaleno
El factor chino
El factor USA
El problema de las tres mareas
Orchestal manoeuvres in the dark
O pacto, o guerra
Buen rollito por cojones
El acuerdo de 6 de marzo
El Plan Cédiletxe
No nos queremos entender
Dalat
Las inquietudes y las prisas del almirante D’Argenlieu
Calma tensa
La amenaza nacionalista
Fontainebleau bien vale unos chinos
Francia está a otras cosas
Memorial de desencuentros
Maniobras orquestales en la oscuridad (sí, otra vez)
El punto más bajo de la carrera de Ho Chi Minh
Marchemos todos, yo el primero, por la senda dictatorial
El doctor Trinh, ese pringao
Allez les bleus des boules!
D’Argenlieu recibe una patada en el culo de De Gaulle
París no se entera
Si los Charlies quieren pelea, la tendrán
Give the people what they want
Todas las manos todas, amigo vietnamita
No hay mus
El comunista le come la tostada al emperador
El momento del general Xuan
Conditio sine qua non con un francés: cobra siempre por adelantado
La ocasión perdida
El elefante chino entró en la cacharrería
Éstas son las circunstancias en las que se encontraba Indochina en general y Viet Nam en particular cuando, en junio de 1936, llegó al poder el Frente Popular en Francia. Yo ya sé que estamos acostumbrados a pensar que fue en la España republicana donde esa victoria despertó más esperanzas. Pero no: fue en Indochina, donde se conocían muy bien los posicionamientos teóricos sobre los territorios asiáticos que mantenían el Partido Radical, la SFIO y el Partido Comunista. Mucha gente en Viet Nam creyó que, por fin, había llegado el momento. El socialista Marius Moutet fue nombrado ministro de Colonias y, automáticamente, declaró la libertad de prensa en sus territorios, así como la libertad de palabra, de reunión, y de asociación. Los primeros que responden al llamado son las clases acomodadas locales conchinchinas; los vietnamitas enriquecidos por el comercio de arroz, y los profesionales liberales crecidos en esa prosperidad. En 1937, un conocidísimo médico, el doctor Nguyen Van Thinh, funda el Partido Demócrata, de claro signo moderado. Era partidario el doctor Thinh de la estrecha colaboración, nunca el enfrentamiento, con los franceses (con lo que demostraba que no los conocía); así pues, su programa se basaba en la ampliación de las libertades y en la implantación de los locales en todos los escalones de la Administración indochina.
En lo tocante a la clase obrera y agraria, seguía siendo básicamente rural y muy tradicionalista; pero lo que había cambiado en los últimos tiempos, entre otros por la acción de los comunistas, era la conciencia de su pobreza y de la injusta riqueza de otros. A principios de 1932, en Saigón se creó un grupo trotskista clandestino, dirigido por un joven estudiante recién llegado de Francia: Ta Thu Thau. Ese mismo año, el grupo fue disuelto por la policía, pero se reconstituyó en 1933, aunque esta vez lo hizo como movimiento legal, puesto que escondió su intencionalidad política en un proyecto de educación para los trabajadores; la ikastola, pues. Fue conocido como el grupo La Lucha porque así se llamaba su periódico. No tuvo gran predicamento entre los saigoneses. En las elecciones municipales de mayo de 1933, sin embargo, consiguió que dos de sus representantes fuesen elegidos: el comunista ortodoxo Nguyen Van Tao y el trotskista Tran VanTrach.
¿Y los comunistas propiamente dichos? En 1935, el PCI había celebrado un congreso en Macao, en el que había conocido y adoptado las conclusiones del VII Congreso de la Komintern y lo que se conoce como doctrina Dimitrov, es decir, todo aquello de la colaboración con las fuerzas burguesas, formación de frentes populares, y tal y tumba. Un militante formado en el Moscú estalinista, Tran Van Giau, era la principal espadaña del Partido en Viet Nam. Giau no sólo reconstituyó los maltrechos cuadros conchinchinos del Partido, sino que decretó uno de esos bandazos en el gobernalle de la formación que nos hacen tan difícil creer a los no comunistas que en el seno del comunismo haya discusiones intelectuales reales, sino simple y puro obedecer a la consigna del momento. En efecto, el comunismo vietnamita, que se había basado en atacar al imperialismo francés, de la noche a la mañana, tras el congreso de Macao, comenzó a decir que de toda la vida había propugnado la confluencia con todas las fuerzas democráticas vietnamitas y francesas contra su enemigo sempiterno: el fascismo japonés. Tócate los testiguillos, Carmela Gertrudis.
Obviamente, en un comunismo como el vietnamita, que en ese momento era una mélange de estalinismo y trotskismo conviviendo sin agredirse, el viraje fue complejo. Los estalinistas lo aceptaron como lo más natural; pero los trotskistas dijeron que a ellos nadie les pidiera confluir con los burgueses y, mucho menos, con los imperialistas. Así divididos fue como La Lucha se presentó de nuevo a las municipales de Saigón (1937), consiguiendo tres concejales: Ta Tu Thau, trotskista, Nguyen Van Tao, comunista ortodoxo, y Duong Bach Mai, un tipo para el cual se podía comer sin riesgo en un cubo en el que acabase de cagar Stalin. Esta división entre comunistas permanecería en el tiempo: Ta Tu Thau fue un hombre muy celebrado en Conchinchina, o Viet Nam del Sur si lo preferís, a causa de su muerte y sacrificio; tenía varias calles dedicadas a su nombre en ciudades sudvietnamitas. Pero cuando los comunistas prevalecieron tras lo que los vietnamitas llaman La Guerra Americana, las quitaron todas. Ta Tu Thau, aparcau.
El Partido Comunista decidió, en junio de 1936, aprovechando las mejoras esperables por la llegada del Frente Popular en París, crear un partido legal, aunque su estructura real permanecería en la clandestinidad. En paralelo, colaborando con los trotskistas, comenzó toda una campaña de conflictividad social, sobre todo en el área de Saigón y Cholon, generando un rosario de huelgas que, asimismo, supusieron la mejora de condiciones de trabajo y salarios.
Las fuerzas comunistas legales tenían como objetivo conseguir la convocatoria de un Dong-Duong Dai Hoi, es decir, un congreso indochino, cuya función sería elaborar una especie de compendio reivindicativo de las clases populares vietnamitas. El gobierno de París acababa de anunciar que realizaría una encuesta sobre la materia, y los comunistas querían aprovecharla para entregar este documento.
Pero, además de esto, lo que buscaba el comunismo vietnamita era sustantivar la doctrina Dimitrov, es decir, crear un movimiento manejado por ellos, pero con la base más amplia posible. Por ello, cortejaron la presencia de políticos burgueses como Nguyen Phan Long y Bui Quang Chieu. Sin embargo, este gesto, inevitablemente, iba a provocar la ruptura con los trotskistas. En junio de 1937, terminó por ocurrir. Tras la ruptura, Ta Thu Thau, que en ese momento era, sin duda, el líder de izquierdas más carismático de Conchinchina, permaneció, junto con sus camaradas de la IV Internacional, controlando La Lucha. En abril de 1939, conforme los ejércitos nacionales alcanzaban sus últimos objetivos, se celebraban las elecciones al Consejo Colonial de Conchinchina. En las elecciones del llamado “segundo colegio”, algo así como el tercio familiar de Franco, los candidatos trotskistas (Ta Thu Thau, Tran Van Trach y Pham Van Hum) sacaron el 80% de los votos; con lo que dejaron compuestos y sin escaños a tres candidatos constitucionalistas, dos estalinistas y un montón de demócratas e independientes. Las elecciones de 1939 en Conchinchina hoy están olvidadas; pero son uno de los escasísimos ejemplos en el cual el trotskismo ganó una elección democrática, limpiamente, sin trampa ni cartón, y por goleada.
En este panorama, en todo caso, iba a aparecer un nuevo actor. Desde 1926, un tipo llamado Le Van Trung, que era consejero colonial y se dedicaba a las obras públicas, había fundado una secta. Esta secta se basaba en las revelaciones que Trung había conocido de un espíritu, quien, asimismo, las había recibido de Cao Dai, el espíritu divino, ser supremo, que venía (perdón: viene. Esta religión tiene a día de hoy unos 8 millones de fieles) a ser una especie de gazpacho entre Buda y Jesucristo. Van Trung, él mismo un organizador nato, supo hacer del caodaismo un Palmar de Troya de la hueva, con su Vaticano y todo construido en Tay Ninh.
Al igual que ocurrió en el Palmar, cuando Van Trung se murió afloraron unas enormes luchas de poder en el seno del caodaísmo. En 1934, sin embargo, el adjunto de toda la vida de Trung, Pham Cong Tac, logró imponerse y ser aclamado Papa en Tay Ninh. Pham Cong fue quien hizo del Cao Dai lo que pronto llegó a ser: cuatro años después de su entronización, la secta tenía 300.000 adherentes y era un auténtico Estado dentro del Estado.
Toda esta creatividad, en todo caso, se desarrollaba en Conchinchina. En realidad, el sur era el único territorio administrado por los franceses; así pues, las libertades decretadas por el Frente Popular del político matamoscas (Leon Blum) sólo habían llegado allí. En el Tonkin y Annam las cosas no habían cambiado. Además, allí el VNQDD seguía enormemente debilitado, exiliado en Nankin, donde dependía totalmente de la generosidad del Kuomintang. Los chinos habían establecido centros de entrenamiento en su frontera con Tonkin, pues Chiang Kai Chek había decidido apostar por los nacionalistas. En el interior, algunos periodistas, como Nguyen Tuong Tam, trataban de mantener la llama encendida sin ser detenidos.
El principal problema para los nacionalistas, en todo caso, era el comunismo. Los comunistas habían creado en el Tonkin una organización legal, el Frente Democrático Indochino, al frente del cual tenían a dos dirigentes: Pham Van Dong y Vo Nguyen Giap. Van Dong era un joven periodista entonces de 33 años que, sin embargo, estaba en todo lo alto de la pirámide comunista vietnamita. Procedía de una familia de mandarines: su padre había sido jefe de gabinete del rey Duy Tan. Perseguido por la policía desde 1925, se había exiliado a Cantón, donde había conocido a Nguyen Ai Quoc, quien lo introdujo en la escuela de cuadros de Whampoa. Introducido de nuevo en el país, fue detenido y condenado, con 20 años, a trabajos forzados en Poulo Condor.
Por lo que se refiere a Giap, era de una familia de agricultores. Con 14 años ya tenía una intensa actividad política y había concitado el interés policial. Fue arrestado en 1930 y encarcelado en Hue. Al salir del maco fue cuando se apuntó al Partido Comunista. Para poder vivir, se hizo profesor en un instituto dirigido por un viejo nacionalista, Huynh Thuc Kang, donde conoció a otro joven activista, Hoang Ming Giam.
En 1938, Bao Dai hizo un viaje a París, con el objeto de encontrarse con el ministro de colonias, Louis Georges Rothschild, normalmente conocido como Georges Mandel, y explicarle la situación de Viet Nam. Demandaba la integración de Annam y Tonkin, y una modificación del régimen de protectorado que le devolviese a la corona la soberanía interna. Mandel le dijo que estaba muy motivado con el tema pero, en términos generales, lo macroneó; Dai regresó a Hue con cero resultados.
La preocupación de Mandel, empero, era sincera. En 1938, la sombra de Japón sobre todo el sudeste asiático era muy alargada ya. El verdadero y principal objetivo de Tokio, evidentemente, era aislar y disolver China, por lo que aquel mismo año 1938 se había hecho con el control de Cantón. En febrero de 1939, ocuparon la isla de Hainan, lo que les daba el control del golfo de Tonkin. Un mes después controlaban las islas Spartkley, entre Hong Kong y Singapur, frente a las costas de Annam.
En lo tocante a Viet Nam, el objeto de Japón era evitar el avituallamiento de mercancías que era posible desde el país hacia China, a través, o bien del puerto de Hai Phong, o bien a través de la línea férrea de Yunan. El general Yuitsu Tsushihashi, un japonés que hablaba un francés fluido después de haber servido en París, se estableció en Hanoi para realizar esa presión.
En junio de 1939, franceses, británicos y estadounidenses celebraron una conferencia en Singapur para analizar las consecuencias que para Asia podría tener el creciente belicismo alemán en Europa. Sin embargo, EEUU envió apenas un observador, pues entonces era celoso vigilante de su neutralidad. Los reunidos acordaron cooperar en el Pacífico. Sin embargo, fue una asunción muy general y con poco armazón concreto. Francia, sin embargo, demostró su visión de las cosas en el gesto de poner al frente de los asuntos indochinos, por primera vez desde 1880, a un militar, el general Georges Catroux.
La llegada de Catroux venía a coincidir, además, con un momento en el que los franceses tenían la capacidad de apretar las tuercas. El Frente Popular había caído en Francia, y eso tenía sus consecuencias en la política asiática. Le Hong Pong, mano derecha de Ai Quoc, fue detenido en junio de 1939; Ai, sin embargo, siguió viviendo en Viet Nam con una falsa identidad china.
A los pocos días de estallar la guerra en Europa, el 26 de septiembre, el gobierno francés prohibió el Partido Comunista, lo que provocó que todas las organizaciones comunistas legales o paralegales en Conchinchina estuviesen barridas en enero de 1940. Fueron arrestados Ta Thu Thau, Duong Bach Mai y Tran Van Giau. Las operaciones policiales barrieron al trotskismo; no tanto el comunismo ortodoxo, que estaba bastante mejor organizado en la clandestinidad.
La consecuencia de toda esta política preventiva, por así decirlo, fue que en las reuniones de Estado Mayor que se celebraron en el Ejército francés nada más comenzar la guerra en Europa, el tema del sudeste asiático apenas ocupaba, si los ocupaba, los minutos de la basura. La percepción en París era que el tema en Viet Nam estaba atado y bien atado; que por ahí no eran esperables sorpresas.
Éste, sin embargo, no es sino un caso más, de los muchísimos que se pueden citar, de análisis demasiado optimista de las cosas. A finales de 1939, los japoneses, acantonados en Cantón (obsérvese la aliteración) habían intentado desde ahí penetrar en el Kwang Si y, con ello, dominar en china las líneas férreas que, pasando por Tonkin, permitían abastecer a los chinos de material estadounidense. Esta operación no había ido bien, los japoneses responsabilizaban de ello a los franceses. Así que el general Tushibashi fue enviado de nuevo a Hanoi, a dar por culo.
El japonés le exigió a Catroux garantías de que las líneas férreas tonkinesas no transportaban material de guerra para los chinos. Catroux le dio múltiples seguridades verbales, pero cero poderes de auditoría; con lo que Tsushibashi le contestó que él ya había currado en Paris, así pues, conocía a la perfección el valor de las “seguridades verbales” dadas por un francés. Los japoneses, sin embargo, no fueron más allá; pero, claro, los sucesos sin importancia de junio de 1940, cuando las tropas alemanas se pasearon en bicicleta hasta París, cambiaron bastante las cosas.
El 19 de junio de 1940, Japón lanzó su primer ultimátum a Francia. O se cerraba en 24 horas la frontera sino-tonkinesa al tráfico de gasolina y otras mierdas, con control directo japonés, o se podía liar parda.
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