viernes, abril 25, 2025

Viet Nam antes de Viet Nam (3): Nunca te fíes de un francés




Las primerasrelaciones
Reyes y revoluciones
Nunca te fíes de un francés
Nguyen Ai Doc
Tambores de guerra
El tsunami japonés
Grandeza y miseria de la Kempeitai
El Viet Minh
Los franceses hacen lo que mejor saben hacer (no definirse)
Dang vi qui, o sea, naniyori mo hitobito
El palo y la zanahoria comunistas
Puchimones contra podemitas
Aliados a pelo puta
Franceses y comunistas chapotean para no ahogarse
Vietnamitas listos + británicos estúpidos + periodistas gilipollas = muertos a decenas
Si tu ne voulais pas de bouillon, voici deux tasses
Francés busca indochino razonable
Los problemas del comunismo que se muestra demasiado comunista
Echa el freno, Madaleno
El factor chino
El factor USA
El problema de las tres mareas
Orchestal manoeuvres in the dark
O pacto, o guerra
Buen rollito por cojones
El acuerdo de 6 de marzo
El Plan Cédiletxe
No nos queremos entender
Dalat
Las inquietudes y las prisas del almirante D’Argenlieu
Calma tensa
La amenaza nacionalista
Fontainebleau bien vale unos chinos
Francia está a otras cosas
Memorial de desencuentros
Maniobras orquestales en la oscuridad (sí, otra vez)
El punto más bajo de la carrera de Ho Chi Minh
Marchemos todos, yo el primero, por la senda dictatorial
El doctor Trinh, ese pringao
Allez les bleus des boules!
D’Argenlieu recibe una patada en el culo de De Gaulle
París no se entera
Si los Charlies quieren pelea, la tendrán
Give the people what they want
Todas las manos todas, amigo vietnamita
No hay mus
El comunista le come la tostada al emperador
El momento del general Xuan
Conditio sine qua non con un francés: cobra siempre por adelantado
La ocasión perdida
El elefante chino entró en la cacharrería 



La estrategia de los franceses en Annam, por otra parte, fue muy ladina, o sea, muy suya. El gesto de combinar la administración colonial directa en la Conchinchina y el protectorado en Annam y Tonkin no era baladí. Los franceses decían en las conferencias internacionales que eso lo hacían por respetar la tradicional monarquía local; pero eso no es sino una macronada más; una más de esas situaciones en las que un francés aspira a que le des las gracias por ser un cabrón.

La verdad de las cosas es que Francia no colonizó, formalmente hablando, el Viet Nam central y septentrional, simplemente porque no le interesaba. En la Conchinchina estaba el arroz; el delta del Mekong era un delta de pasta, y la intención franchute era llevarse de allí hasta el último mango.

El gobierno francés, repentino dueño de una extensión enorme de campos arroceros que dos veces al año vomitaban riqueza, comenzó a vender parcelas a 10 francos oro la hectárea. En otras palabras: creó de la nada una clase de terratenientes, fundamentalmente vietnamitas, ya que los camembert estaban más interesados en el comercio que en cultivar. Aunque justo es reconocer que Francia hizo importantes inversiones en el área, sobre todo hidráulicas, que, de hecho, labraron la estructura económica de Viet Nam que, en buena parte, sigue basándose a día de hoy en la pujanza de las planicies del sur.

En 1880, Conchinchina fue dotada de una asamblea local, el Consejo Colonial, cuyos miembros vietnamitas eran nombrados por las Cámaras de Comercio y Cámaras Agrarias; esto es, salían de la clase de propietarios que se beneficiaba de la administración colonial. La elección por sufragio sólo se produciría en el caso de los franceses. Esta estrategia, por otra parte, buscaba extrañar y aislar a los letrados conchinchinos, quienes seguían predicando el nacionalismo vietnamita, es decir la reunificación del viejo reino. En gran parte, la presión francesa acabó obligando a casi todos de éstos a refugiarse en la región de Chaudoc, en la Conchinchina occidental, donde el control galo era más tenue. En ese momento, por lo demás, comenzó a producirse la que sería fecunda rebelión de los budistas contra el statu quo colonial, a través de diversas sectas como la Phat Thay.

Los franceses aceptaron con seriedad la labor de crear en Indochina un gobierno efectivo y eficiente con el nombramiento de Paul Doumier para que estuviese al frente del mismo, en 1897. Doumier se empeñó en crear un gobierno general, y empezó por crear un solo sistema unificado de aduanas en todo el ámbito indochino. Luego homogeneizó las reglas económicas y financieras. En 1898, el gobierno parisino le autorizó a elaborar un solo presupuesto para toda Indochina. Doumier se enfrentaba a un desastre económico organizativo casi total, al que tuvo que aplicar un plan de disciplina y reforma fiscal en el que fueron creados los tres grandes impuestos indirectos que transmitirían al Estado una parte de la riqueza efectiva de aquellas tierras: los impuestos sobre el alcohol, el opio y la sal. Tras conseguir un importante empréstito de 200 millones de francos-oro, Doumier pudo abordar el trazado de líneas de ferrocarril que conectasen Tonkin con Yunan, o dotasen los puertos de Hai Phong o Da Nang, mientras se establecían industrias modernas, por ejemplo cementeras. Aquella modernización se notó rápidamente en el nivel de vida, lo que contribuyó para hacer impopular la resistencia de los letrados.

Los letrados, sin embargo, no estaban vencidos. Uno de ellos, Phan Boi Chau, comenzó en 1902 a reclutar annamitas exiliados en el sur de China, entre ellos al antiguo regente Thuyet, ya bastante provecto. Con algunos de ellos viajó a Japón, donde tomó contacto con dos revolucionarios chinos: Liang Quichao y Kang Youwei. Estos dos intelectuales y revolucionarios chinos le comenzaron a hablar de gentes como Meng de si jiu (pronúnciese jiou) o  o Lu Suo, es decir, Montesquieu y Rousseau; es decir, paradójicamente, le dieron las armas francesas para combatir al poder francés. Poco tiempo después, Boi publicó en Tokio un opúsculo, Carta escrita en Ultramar con sangre, que fue extremadamente influyente.

La elección tokiota no era baladí. La victoria sobre Rusia en 1905 había convertido a Japón en el campeón de Asia entre los asiáticos. Phan Boi Chau regresó clandestinamente a Annam, donde tomó contacto con un revolucionario republicano, Phan Chau Trinh; entre ambos, consiguen convencer de que se rebele contra Francia un príncipe imperial, Coung De. Este borboncillo vietnamita funda el Viet Nam Duy Tan Hoi, o Asociación por las Nuevas Reformas en el Viet Nam, que pretende crear una nueva clase de estudiantes vietnamitas adecuadamente formados en Japón.

El VNDTH marca un poco el camino; a partir de ahí, serán muchas de las organizaciones anticoloniales las que utilizarán la bandera educativa para sus fines, en plan ikastola vietnimitarra. En Tonkin comenzó a funcionar la Dong Kinh Nghia Thuc, una asociación educativa que, en realidad, “sacaba” insurgentes del país para enviarlos a formarse a Japón.

A principios de siglo, por lo tanto, el nacionalismo vietnamita está ya completamente formado. Fue en ese momento cuando se produjo el enfrentamiento creado por el rey Thanh Thai.

Thanh Thai era un rey que todos: tanto los mandarines letrados tradicionalistas, como los propios franceses, esperaban que se estuviese quietecito, encorsetado en el estricto protocolo oriental, sin dar por culo. Pero el caso es que el rey era un tipo bastante curioso, que leía bastante y preguntaba mucho más. Los mandarines primero buscaron tutelarlo, con un regente (Nguyen Truong Hiep) y, cuando fue mayor, un primer ministro (Ngo Dinh Kha); pero, finalmente, acabaron por darse cuenta de que el tipo era indomable, así pues forzaron su abdicación y exilio, a favor de su hijo de 7 años, Duy Tan. Habréis observado que el rey se llamaba igual de la organización Viet Nam Duy Tan Hoi. Esto no es porque dicha organización llevase su nombre, sino porque el nombre adoptado por el rey fue algo así como “nuevas reformas”, que es lo que significa Duy Tan.

En cualquier caso, la llegada del rey niño, que siempre es un periodo de relativa debilidad, animó al VNDTH a impetrar algunas revueltas en Hanoi y en la Conchinchina, que fueron rápidamente neutralizadas. Los franceses no se cortaron. Siempre muy aficionados a organizar islotes como cárceles de muy baja supervivencia, en Viet Nam hicieron lo mismo con el islote Poulo Condor (es su nombre malayo; el vietnamita es Con Son). Asimismo, cerraron la universidad indochina porque, total, si en las aulas los estudiantes no van a aprender a deglutir gabachopenes, para qué coño les vamos a formar.

Aquello, sin embargo, no fue más que un impasse hasta el triunfo de la revolución china en el año 1911, que de nuevo galvanizó a los nacionalistas vietnamitas. En 1912, en el exilio chino, se constituye la Viet Nam Quang Phuc Hoi o Asociación por la Restauración de Viet Nam. Esta asociación crea un gobierno vietnamita en la sombra al frente del cual se sitúa Cuong De.

Las sociedades secretas, a partir de ese momento, comenzarán a crear un montón de problemas en todo Viet Nam. Sus acciones, constantes y difíciles de reprimir, se apoyarán en viejos guerrilleros de la década anterior, como De Tham; pero, también, en un gran apoyo recibido desde Hue. El propio rey Duy Tan fue ganado por los nacionalistas y se puso al frente de una rebelión que a los franceses les costó reprimir. Después de eso, el rey fue depuesto y exiliado con su padre en Argelia; lo sucedió Khai Dinh, hijo de Dong Kanh (¿lo veis? Os dije que los Borbones Dong Kanh volverían).

La situación, en todo caso, acabó por provocar que hasta alguien como un francés se diese cuenta de que tenía que hacer algo. En 1908, París comenzó a diseñar un programa de reformas y desarrollo para sus territorios asiáticos; plan cuya ejecución le fue encargada, tres años después, a un entonces joven diputado radical, Albert Sarraut.

Sarraut inauguró una nueva etapa en la Historia de Francia en Viet Nam, apostando por un protectorado equilibrado y racional, verdaderamente diseñado para ser beneficioso para los locales. Reabrió la universidad y, al mismo estilo que estaba haciendo China en esos momentos, impulsó una reforma educativa a todos los niveles. Reformó la Administración, lo cual supuso eliminar muchos abusos profranceses, e incrementó la presencia local en las instituciones. Aquella política le sentó fatal a los franceses establecidos en el país, lógicamente acostumbrados a rapiñar todo lo que les apetecía, además de ser, al fin y al cabo, franceses; pero, sin embargo, labró una confianza entre locales y europeos no conocida hasta el momento, y que quedó bien clara durante la Gran Guerra, tiempo en el cual no sólo Francia pudo mantener el orden en Indochina con apenas 2.500 efectivos establecidos allí, sino que se benefició con la llegada de 100.000 vietnamitas a los frentes europeos.

El prestigio de Francia como ganadora de la guerra, de hecho, aisló a los letrados quienes, de todas formas, estaban siendo lentamente sustituidos en la sociedad vietnamita por una nueva clase de profesionales (abogados, médicos), salida de las instituciones educativas. Phan Boi Chau y Phan Chau Trinh acabaron por mostrarse partidarios de una política de colaboración con el francés, centrando sus aspiraciones en el logro de un nuevo estatuto político para Viet Nam. Este movimiento fue alimentado en Tonkin por un periodista, Pham Quynh. Un ávido lector de sus ensayos sobre la colaboración annamita-francesa era el propio rey Khai Dinh. El emperador, de hecho, viajó en 1922 a París para tratar de lograr esa colaboración de buena fe; pero su viaje no tuvo ningún resultado digno de conocerse como tal.

En todo caso, las mayores evoluciones doctrinales se dieron allí donde había más actividad y riqueza: Conchinchina. Es en este territorio colonial donde un vietnamita que había estado en Francia, Bui Quang Chieu, forma un Partido Constitucionalista, cuyo principal objetivo, obviamente, es conseguir una Constitución para Conchinchina. Fue un primer experimento, pero demasiado moderado para el aspecto que pronto iban a tomar las cosas.

En 1919, Serraut dejó Indochina para ser ministro de Colonias. Maurice Long, su sucesor, trató de seguir su estela; pero los franceses locales, aprovechando sobre todo que el gobierno general de Indochina estuvo más de un año sin miembros, hicieron una oposición cerril y eficiente. La elite francesa formaba un grupo muy cohesionado y elitista, incluso con los propios franceses (hasta el año 1939, los propios militares galos tenían prohibido pasear por la calle más chic de Saigón, la rue Catinat). Los no militares eran o bien funcionarios, poco más de 4.500; o colonos, algo menos de 6.000. Una estricta minoría frente a 20 millones de habitantes que, sin embargo, tenía todos los puestos importantes. Imbuidos de un sentimiento de superioridad racial (no olvidéis que hablamos de franceses), formaban una sociedad cerrada que se relacionaba con vietnamitas lo estrictamente necesario y que, la verdad, nunca se molestó en comprenderlos.

Esta minoría francesa, además, tuvo la “confirmación” de todas sus ideas en 1924, cuando el sucesor de Long, Martial Merlin, un tipo venido de las posesiones africanas y a quien los colonos se comieron por los pies, sufrió un atentado en Cantón, perpetrado por un joven vietnamita.

En 1924, en la metrópoli las elecciones fueron ganadas por el conocido como Cartel des gauches, es decir, una alianza entre socialistas y radicales. En julio de 1925, Alexandre Varenne, diputado socialista, fue nombrado gobernador general. Llegó a Viet Nam el 18 de noviembre de 1925, casi de cabeza al tanatorio, porque el día 6 le había dado el apechusque a Khai Dinh, el emperador, que iba a ser sucedido por su hijo de 12 años, Bao Dai, del que hablaremos, y mucho, en estas notas. Bao Dai estaba estudiando en Francia; pero daba igual, porque los franceses consiguieron del Consejo de Regencia un documento transfiriendo al llamado Residente Superior (o sea, ellos) los últimos poderes efectivos que le quedaban a la corona que, de hecho, había terminado por ser una cáscara vacía.

Varenne, sin embargo, quería continuar la línea Sarraut. Generó un sistema para permitir el acceso de los vietnamitas a la Función Pública de una forma mucho más favorecedora que hasta entonces. Asimismo, concedió una amplia amnistía que benefició, entre otros, a Phan Boi Chau (que estaba condenado a muerte). Asimismo, creó cámaras de representantes en Annam y en Tonkin.

Las cosas, sin embargo, no tardaron mucho en torcerse. Huynh Thuc Kang y Le Huan, dos nacionalistas beneficiados por la amnistía, quisieron fundar un Partido, el Partido Progresista del Pueblo Vietnamita, con el objetivo de colaborar con la autoridad francesa; pero su creación fue ilegalizada. Asimismo, las nuevas asambleas de Annam y Tonkin se formaron con un sufragio notablemente restringido, y se les prohibió toda actividad política. En suma, a los activistas vietnamitas les quedó bien claro que su futuro estaba en la clandestinidad, porque las ofertas del francés eran falsas (¿cuándo no lo son?)

Francia, las cosas como son, hizo muchas cosas. Desarrolló nuevos cultivos y sectores productivos, garantizó la seguridad en la zona acabando con la piratería endémica, mejoró de forma cuántica las condiciones sanitarias generales, aunque la mortalidad vietnamita siguió siendo el cuádruple que en la metrópoli. Y, sobre todas las cosas, Francia, a través del sistema educativo y de la formación de muchos vietnamitas en la metrópoli, transmitió los valores liberales y democráticos que había estado desarrollando en los cien años anteriores para ella misma, muy notablemente el concepto de nación, que fue rápidamente adoptado por los vietnamitas cultos.

El fallo, sin embargo, fue no comprender que era necesario dotar a las sociedades asiáticas de regímenes adecuados de libertades públicas. Como ya os he escrito, tras dos o tres experimentos colaboracionistas, los vietnamitas acabaron por convencerse de que el poder francés no era de ley con ellos, ni lo sería nunca. El espectáculo del parlamentarismo local de chichinabo, articulado como una democracia orgánica de bajísima intensidad, terminó por convencer a todos.

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