..bueno, como esto ya va siendo toda una serie, aquí tienes otros capítulos.
De todos los mitos falsarios creados por la cultura popular estadounidense, probablemente el de Jesse James es el más falsario de todos. Jesse James, y los muchos folletines y libritos que se escribieron con sus presuntas historias, es, en buena parte, el responsable de que esa pandilla de palurdos esclavistas, rednecks aculturados, violadores, bebedores, no pocas veces sádicos personajes que llamamos pistoleros, tengan buena prensa (no se si lo he escrito alguna vez, pero me estomaga bastante la buena prensa que suelen tener pistoleros y piratas).
La culpa, ya digo, es de W. W. Beauchamp, ese personaje gordito y cobarde de Unforgiven, la obra maestra de Clint Eastwood, interpretado por el siempre aseado Saul Rubinek. Beauchamp recorre el Oeste de escudero cultural de English Bob (Richard Harris), inventándose la vida de un pistolero de leyenda que ni existe ni nunca existió, como en memorable escena se ocupa de informarle el sheriff Little Bill Daggett (Gene Hackman). Los Beauchamp de aquellos tiempos, que fueron muchos, crearon el mito de pistoleros que siempre disparaban de frente y que bla y bla. Para cuando llegaron Sergio Leone y los suyos, el mundo occidental ya estaba fascinado con los vaqueros del Oeste, y estaba dispuesto a creerse todas las imbecilidades que, durante cuarenta años más o menos, les contaron los guionistas de Hollywood Ad Maiorem Dollari Gloriam. Y, entre estas historias, nos colaron ésa de que Jesse James era un tipo presentable, que cuando lo mataron había decidido redimirse, y que, de todas maneras, siempre robaba a los ricos para dárselo a los pobres.
Jesse James es teóricamente famoso,
también, por el hecho de que, por muchos robos que perpetró, jamás
mató a nadie. Falso. En los atracos de la banda James-Younger hubo
frecuentes tiroteos, en los cuales murieron trabajadores de los
bancos e incluso meros transeúntes; y resulta imposible de asumir
que Jesse James no tuviese nada que ver con ellos. Eso sí, después
de cada robo con muerte de alguien, Jesse se preocupaba de enviar
cartas a los periódicos afirmando su inocencia y construyendo algún
tipo de coartada.
La historia de James es increíble
cuando estaba vivo; pero la que se desarrolló, y se desarrolla, tras
su muerte, lo es más. A ver si consigo contárosla sin aburriros.
Jesse Woodson James nació el 5 de septiembre de 1847 en Clay County, Missouri. Hijo de un pastor baptista, se quedó sin él cuando tenía tres años, porque papá James murió en los campos de oro californianos. Su madre, Zerelda, se casó de nuevo muy pronto, aunque rápidamente abandonó a su segundo marido, al parecer porque maltrataba a sus dos hijos, Jesse y Frank. Luego se casó con el doctor Reuben Samuel, que les procuró una infancia y adolescencia de granjeros normales.
Cuando estalló la guerra civil, la
familia James se convirtió en partidaria de la Confederación, entre
otras cosas porque poseían esclavos en su granja. Jesse se unió,
con su hermano Frank, en una banda de guerrilleros que llevaba el
nombre de William Quantill, cuyo líder era Bloody Bill Anderson. Por
dos veces, Jesse resultó gravemente herido (una bala alojada en su cadera, de hecho, apareció cuando su cadáver fue exhumado, algunos párrafos más abajo).
Su primer tiroteo ocurrió el 27 de
septiembre de 1864, en Centralia, Missouri. Anderson apareció en
este pueblo con treinta seguidores, entre ellos James, para
saquearlo. Se encontraron con unos 25 soldados de la Unión que
estaban desarmados, y los mataron a sangre fría. Tras esta acción,
un comandante del ejército del Norte, A. V. E. Johnson, montó la
típica partida de persecución, pero Anderson los estaba esperando
con más de doscientos efectivos reclutados entre diversas guerrillas
de la zona. El propio Johnson, junto con un centenar de sus hombres,
perdió la vida en la emboscada.
Cuando la guerra civil comenzó a
definirse a favor del Norte, muchas guerrillas como la de los James,
y desde luego ellos, se reciclaron a patota de ladrones. Fue, de
hecho, esta banda la que tiene el dudoso mérito histórico de haber
realizado el primer atraco a un banco en tiempo de paz y a la luz del
día: Fue el 13 de febrero de 1866, se produjo en el Clay County
Savings Bank, y el botín fueron 6.000 dólares. El cajero y su hijo,
apenas un niño, fueron encerrados en el propio banco. A la salida,
los ladrones se pusieron nerviosos sin razón, y acabaron disparando
a un transeúnte, George Wymore (que era apenas un adolescente).
La banda seguiría robando bancos en la
zona durante años. Para entonces, la banda era ya la banda
James-Younger, pues, bajo el mando de Jesse, se encontraban, además
de su hermano, los hermanos Cole, James, Bob y John Younger.
El 21 de marzo de 1868, en Rusellville,
Kentucky, Jesse y su hermano Frank, acompañados por los Younger y otros cuatro bandidos, se presentaron en la ciudad para
atracar el Southern Bank of Kentucky. Jesse tuvo que acojonar al
cajero, Morton Barkley, para que le diese el dinero, pues a pesar de
varios disparos al aire seguía siendo renuente a darle la pasta (ole sus huevos).
Se da la circunstancia de que el
mismísimo presidente del banco, Nimrod Long, estaba muy cerca y pudo
escuchar todo el follón. Vivía al lado, y en ese momento estaba
comiendo. Así pues, salió corriendo hacia el banco, dando la voz de
alarma por la calle. Entró por la puerta de atrás y, de repente, se
dio de bruces con James. El ladrón le disparó dos veces, una en la
cabeza. Pero el esforzado Long no sólo seguía vivo, sino que salió
en persecución de la partida de ladrones.
El 7 de diciembre de 1869 debemos
situarnos en Gallatin, Missouri. Los dos hermanos James entran en el
banco local haciéndose pasar por clientes. Solicitaron hablar con el
propietario, John W. Sheets, con quien, al parecer, tenían algún
mosqueo previo. Nada más aparecer el hombre, uno de los dos hermanos
le disparó dos veces, matándolo en el acto. Luego dispararon al
empleado William McDowell en un brazo, aunque se las arregló para
salir a la calle y pedir ayuda. Los dos hermanos salieron a la naja,
aunque uno se encontró con que su caballo estaba herido e inútil,
así pues debieron de huir en un solo caballo.
Una semana después, el 15, se
encontraban en Clay Country, Missouri. Cuatro hombres rodearon la
granja del doctor Samuel, padrastro de los James. Claramente, si
estaban allí era por los 3.000 dólares de recompensa que se habían
ofrecido por los ladrones de Gallatin. Cuando el ayudante del sheriff
John Thomason se estaba acercando a la casa, los hermanos James
salieron en estampida de dentro. Obviamente, ambas partes se dispararon, y los de
la partida de cazarrecompensas salieron a galope detrás de los
James. Thomason desmontó para poder apoyar la pistola en la silla de
montar y hacer un disparo certero. Pero su caballo se encabritó y
salió al galope en solitario, siguiendo a los James. Éstos mataron
al animal, y luego escaparon.
El 26 de septiembre de 1872, En Kansas
City, tres hombres a caballo se acercaron a Ben Wallace, que era el
vendedor de entradas para la Kansas City Fair. Uno de esos hombres,
presuntamente Jesse James, le robó la caja de la recaudación.
Wallace forcejeó con él, por lo que James le disparó. En la
trifulca consiguiente, y hasta que los ladrones huyeron, resultó
herida una niña en una pierna.
En 1873, la banda decidió diversificar
su actividad, y comenzó a atracar trenes. Aquello ya eran palabras
mayores en términos de botín e inseguridad percibida por los
particulares, así pues es en ese año cuando se ponen precios
elevados a las cabezas de la banda. En 1874, la banda James-Younger
tiene ya a los detectives de la famosa agencia Pinkerton
respirándoles en la nuca. Un agente de la agencia, John Whicher, fue
asesinado en marzo de aquel año muy cerca de la casa de su madre. En
su tiempo, nadie pareció dudar de que los hermanos James fuesen los
autores del hecho.
El 23 de abril de 1874, Jesse James se
casó con su piba de toda la vida, Zee Mimms, que le dio un niño y
una niña.
En 1875, personas nunca identificadas
dispararon sobre la granja del doctor Samuel. El hermanastro de
ambos, que tenía 9 años, resultó muerto; a la madre de los James
hubo que amputarle una mano.
El 7 de septiembre de 1876, en
Northfield, Minnesota, ocho miembros de la banda James-Young
aparecieron en la ciudad para atracar el First National Bank. Tres
hombres se quedaron a la entrada del pueblo, dos se quedaron fuera
del banco con los caballos preparados, y los otros tres entraron en
el banco. Allí el cajero, Joseph L. Heywood, se resistió a sus
presiones, por lo que uno de los atracadores le cortó la garganta y
luego lo remató de un disparo. Un cliente que trató de escapar, A.
E. Bunker, fue disparado en un hombro. Entonces pasó lo que solía
pasar en esos casos y las pelis del Oeste no suelen contar: el pueblo
entero, ya totalmente consciente de lo que estaba pasando, la
emprendió a tiros con los atracadores. Las gentes de Northfield
lograron matar a Clell Miller y a William Stiles, y herir seriamente
a Bob Younger. Los atracadores, por su parte, mataron a un vecino
llamado Nicholas Gustavson. Parece ser, según el relato de Cole
Younger, que los James querían ejecutar a Bob Younger para poder
huir más deprisa. Como los otros se negaran, decidieron irse por su
cuenta. Y no les salió mal la jugada, pues días después las
partidas de persecución mataron al miembro de la banda Charlie
Pitts, y trincaron a Bob, Cole y Jim Younger.
Perseguido ya muy de cerca por las
autoridades, Jesse James comenzó a utilizar identidades falsas, con
las cuales se trasladó con su mujer a Texas, Tennessee y Kansas. En
1881 lo encontramos en la ciudad de St. Joseph en 1881, bajo el
nombre Thomas Howard, planeando nuevos golpes. Sin embargo, para
entonces eran legión las recompensas que se habían ofrecido por su
cabeza y, la verdad, también eran muchas las versiones que
circulaban de que estaba muerto.
Ese mismo año de 1881, el 15 de julio,
cometió un espectacular atraco en un tren. El tren nocturno de
Chicago a Kansas City operado por la Rock Island & Pacific
Railroad recibió a media docena de discretos viajeros que, en
realidad, eran ladrones, en sus paradas de Cameron y Winston,
Missouri. Cuando el tren salió de Winston era noche cerrada, así
pues la partida se decidió a actuar. Un hombre (casi seguramente,
Jesse James) se presentó en la máquina, donde se encontraba el
conductor William Westfall. Lo encañonó y conminó a levantar las
manos. Westfall, sin embargo, se volvió bruscamente, por lo que
James le disparó en la espalda. Luego lo disparó otra vez,
matándolo. Otros miembros de la banda, oyendo los tiros, hicieron
uso de sus armas también, con el resultado de que un pasajero, Frank
McMillan, resultase muerto.
La banda hizo parar el tren y se
dirigió hacia el vagón correo. Robaron la caja, y desaparecieron.
El 3 de abril de 1882, James estaba en
su domicilio de St Joseph junto con dos hermanos, Charles y Robert
Ford, a los que había captado para su banda, pues estaba pensando en
realizar nuevos atracos (eso de que se había retirado de la mala
vida es un invento cinéfilo). Era lunes, y los tres acababan de
desayunar. Entraron en el salón, y James se dio cuenta de un cuadro
que estaba torcido en la pared. Así pues, se subió en una silla
para enderezarlo. Bob Ford, quien al parecer llevaba tiempo pensando
en cobrar las sustanciosas recompensas que se ofrecían por aquel
hombre, decidió que era su momento, sacó su pistola y le disparó
en la cabeza. Fue un gesto cobarde, pues James estaba desarmado en
ese momento y, además, de espaldas. Pero tampoco nos pongamos
estupendos, porque el propio James no es que le hubiese dado muchas
oportunidades de defenderse a sus víctimas durante sus atracos. El
caso es que, con ese gesto, Ford se ganó, durante muchas décadas,
el título de americano más odiado.
La historia de Jesse James, sin
embargo, ni de coña termina con su muerte. En realidad, James se
convirtió, durante mucho tiempo, en el Elvis Prestley del siglo XIX.
En primer lugar, las ocasiones en las
que la propia prensa había publicado que James había muerto eran
muchas; así pues, los escépticos tenían mucha base para dudar de
la noticia que ahora se les dio. En los años siguientes a la muerte
de Jesse James, una quincena de hombres afirmaron ser él y haber
escapado a la muerte.
James, sin embargo, estaba muerto. Su
cuerpo fue llevado a su tierra chica de Kearney, Missouri, por un
tren especial; allí, fue enterrado en el jardín de la granja de su
madre, Zerelda James. Muy pronto, la avispada Zerelda se dio cuenta
de que allí había negocio, así pues comenzó a cobrar 25 centavos
por visitar la casa y la tumba; muchos visitantes se llevaban
piedrecitas de ella como recuerdo. Zerelda James vivió de este negocio
durante veinte años, pero en 1902, cuando ya no podía cuidar de
todo aquello, la familia decidió trasladar el cuerpo a un
cementerio. En junio, pues, Jesse James fue exhumado delante de su
hijo Jesse junior, quien reconoció a su padre por el balazo en la
cabeza y por las trazas de oro en los dientes.
Muy poco tiempo después de la muerte
de James, sin embargo, un banquero de Brownwood, Texas, afirmó ser
Jesse James. Pero lo que nos da la medida de lo extremadamente
popular que fue en Estados Unidos la historia de Jesse James es la
longevidad de estas historias sobre su supervivencia. En los años
treinta del siglo XX se habló mucho de un recluso de Colorado
llamado James Sears, quien siempre estaba retando a sus vecinos a
pillarle en un renuncio con alguna pregunta sobre la vida de James, y
que afirmaba que la muerte de éste había sido un montaje. Fue
después de su muerte cuando personas que lo habían tratado
comenzaron a decir que, en realidad, era James. Al parecer, se
parecía bastante.
En esa misma época, apareció una
persona aparentemente sin hogar en Excelsior Springs, Missouri,
contando que era Jesse James. Se hacía llamar John James y fue tan
convincente que logró convencer a la policía de llevarlo a la
capital del Estado para pedir perdón por sus supuestos crímenes. El
gobernador se negó a recibirlo, pero en el pueblo siguieron
empalmados con aquella historia hasta que apareció por allí Stella,
la esposa de Jesse James Jr y, por lo tanto, nuera del bandido.
Comenzó a preguntarle detalles sobre la vida de su suegro que el
impostor no fue capaz de acertar. Para colmo, Stella se había traído
consigo un boto de su suegro y, como en un relato de Cenicienta
cutre, invitó a John James a probárselo. Le quedaba pequeño.
Todavía en 1947, precisamente el año
que falleció en un manicomio John James, apareció otro nuevo Jesse
James. Un tal J. Frank Dalton aseguró ser James y tener cien años
de edad. Una vez más, se trataba de alguien que parecía saber mucho
de la vida del pistolero; pero eso no es difícil, porque se habían
publicado libros y folletines para aburrir. Aquello se convirtió en
un circo y, de hecho, en 1950 se organizó un gran espectáculo
durante el supuesto 103 cumpleaños de Jesse James. Al mismo tiempo,
un tipo en Nashville aseguraba tener 106 años de edad y ser Cole
Younger (que la palmó en 1916).
Cuando Dalton murió en Granbury,
Texas, en 1951, el empresario del espectáculo que se había forrado
con su cumpleaños, Rudy Turilli, lo enterró y puso una lápida en
la que afirmaba que era Jesse James, y creó un museo de cera
dedicado a la figura del bandido, que todavía existe, en Stanton,
Missouri.
En la última década del siglo XX, la
universidad George Washington se planteó dejar clara toda esta
movida. El profesor y forense James Starrs consiguió el apoyo de la
familia James, así como de un juzgado, para poder exhumar el cadáver
de James.
La intención de Starrs era estudiar el
ADN mitocondrial del cadáver. El ADN mitocondrial aguanta siglos y
siglos sin desaparecer y se transmite por línea femenina (por eso
los mistabobos que se hacen pajas con la idea ésa de los
descendientes de Jesús, en realidad, se refieren a los descendientes
de María Magdalena, suponiendo que hubiese sido su mujer). Starrs
quería comparar el ADN del cadáver con el de los descendientes de
Susan James, la hermana del pistolero.
El cuerpo fue exhumado en julio de
1995. A pesar de que el ataúd se había roto y, por lo tanto, los
huesos estaban contaminados por la tierra, Starrs obtuvo algunos
fragmentos viables de dentadura, además de un cierre de corbatín
que parecía ser el mismo que se ve en algunas fotos de James de
1882.
En febrero de 1996, en Nashville,
Starrs anunció que los análisis realizados dejaban claro un
parentesco entre el hombre enterrado en aquella tumba y la familia
James. En la rueda de prensa estaban presentes descendientes de Frank
Dalton, que abandonaron el lugar encabronados. Decidieron entonces
exhumar el cadáver de su antepasado para llevar a cabo sus propios
tests de ADN pero, en una escena un tanto chusca, se equivocaron de
cadáver; entre otras cosas, el tipo al que desenterraron era manco.
La familia nunca ha abandonado el proyecto de realizar la exhumación
algún día.
A día de hoy, que gracias a internet
hemos podido descubrir (cierto es que ya lo sospechábamos) que hay
más tontos que tuercas y cualquiera puede conseguir una audiencia,
siquiera modesta, a base de escribir tonterías (para muestra, este
blog); a día de hoy, digo, 130 años después de la muerte de Jesse
James, siguen apareciendo extraños descendientes de un hombre que,
dicen, no murió cuando murió, y tal y tal. De hecho, es probable
que encontrase en su día el elixir de la inmortalidad y siga entre
nosotros, reconvertido a empresario de chemtrails. O tal vez sea
homeópata. O agente secreto del Club Bildemberg. Vosotros mismos,
elegid.
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