viernes, mayo 24, 2024

La primera Inglaterra (1): El nacimiento de una identidad

El nacimiento de una identidad
Mi señor Bretwalda, por ahí vienen los paganos
El tema vikingo se pone serio
Alfred, el rey inglés
Vikingos a la defensiva
Un rey contestado
El rey de la superación
Una sociedad más estructurada de lo que parece
Con la Iglesia hemos topado
La apoteosis de Edward y Aethelflaed
El fin de los vascos de Northumbria
Tres cuartos de siglo sistémicos
Aethelshit
Las tristes consecuencias de que un gobernante gobierne “sea como sea”
El regreso de la línea dinástica 



Estamos a finales del siglo VIII de nuestra era; y es un tiempo en el que eso que terminaríamos por llamar Inglaterra estaba bastante lejos de parecerse a eso mismo. El terreno de la mitad meridional de la isla estaba dividido en varios reinos diferentes. Como Dumnonia, en el suroeste, una orgullosa pequeña nación que estaba allí desde antes que los romanos hubiesen cruzado el charco, y que, como todo reino de aquella época, había experimentado momentos de mayor y menos expansión, extendiéndose hasta Cornualles o Devon.

lunes, mayo 20, 2024

Stalin-Beria. 2: Las purgas y el Terror (23): El pacto Molotov-Ribentropp

El día que Leónidas Nikolayev fue el centro del mundo
Los dos decretos que nadie aprobó
La Constitución más democrática del mundo
El Terror a cámara lenta
La progresiva decepción respecto de Francia e Inglaterra
Stalin y la Guerra Civil Española
Gorky, ese pánfilo
El juicio de Los Dieciséis
Las réplicas del primer terremoto
El juicio Piatakov
El suicidio de Sergo Ordzonikhidze
El calvario de Nikolai Bukharin
Delaciones en masa
La purga Tukhachevsky
Un macabro balance
Esperando a Hitler desesperadamente
La URSS no soporta a los asesinos de simios
El Gran Proyecto Ruso
El juicio de Los Veintiuno
El problema checoslovaco
Los toros desde la barrera
De la purga al mando
Los poderes de Lavrentii
El XVIII Congreso
El pacto Molotov-Ribentropp
Los fascistas son ahora alemanes nacionalsocialistas
No hay peor ciego que el que no quiere ver
Que no, que no y que no  

    



Cinco días después del informe de Stalin al XVIII Congreso, Hitler se enjaretó la Checoslovaquia que le quedaba libre todavía, creando un protectorado sobre los checos y creando un Estado en Eslovaquia. Esto lanzó la señal a todos de que Berlín no pensaba parar. Que no le había llegado con la pelota de Munich. París, Londres, Varsovia y Bucarest se pusieron de los nervios. Los polacos decidieron no responder a las exigencias que de repente tenía Alemania (hasta entonces había jurado que no tenía pretensiones territoriales) sobre Danzig o Gdansk, como la queráis llamar; ni tampoco sobre la idea expuesta por Von Ribentropp a Jozef Lipski, el embajador polaco en Berlín, de que Alemania y Polonia debían pactar un acuerdo antisoviético. El 31 de marzo, Chamberlain fue a la Cámara de los Comunes, y allí hizo pública la garantía británica a Polonia en el caso de que su independencia se viese comprometida. Francia apoyó la postura inmediatamente. Esto provocó que, durante el mes de marzo, ambas potencias comenzasen a marcar teléfonos con el prefijo de Moscú. Buscaban una alianza ante la eventual agresión alemana.