Papá, no quiero ser campesino
Un esclavo, un amigo, un servidor
“¡Es precioso, precioso!”
Jefe militar
La caída de Zhu De
Sólo las mujeres son capaces de amar en el odio
El ensayo pre maoísta de Jiangxi
Japón trae el Estado comunista chino
Ese cabronazo de Chou En Lai
Huida de Ruijin
Los verdaderos motivos de la Larga Marcha
Tucheng y Maotai (dos batallas de las que casi nadie te hablará)
Las mentiras del puente Dadu
La huida mentirosa
El Joven Mariscal
El peor enemigo del mundo
Entente comunista-nacionalista
El general Tres Zetas
Los peores momentos son, en el fondo, los mejores
Peng De Huai, ese cabrón
Xiang Ying, un problema menos
Que ataque tu puta madre, camarada
Tres muertos de mierda
Wang Ming
Poderoso y rico
Guerra civil
El amigo americano
La victoria de los topos
En el poder
Desperately seeking Stalin
De Viet Nam a Corea
El laberinto coreano
La guerra de la sopa de agujas de pino
Quiero La Bomba
A mamar marxismo, Gao Gang
El marxismo es así de duro
A mí la muerte me importa un cojón
La Campaña de los Cien Ñordos
El Gran Salto De Los Huevos
38 millones
La caída de Peng
¿Por qué no llevas la momia de Stalin, si tanto te gusta?
La argucia de Liu Shao Chi
Ni Khruschev, ni Mao
El fracaso internacional
El momento de Lin Biao
La revolución anticultural
El final de Liu Shao, y de Guang Mei
Consolidando un nuevo poder
Enemigos para siempre means you’ll always be my foe
La hora de la debilidad
El líder mundial olvidado
El año que negociamos peligrosamente
O lo paras, o lo paro
A modo de epílogo
como origen del comunismo chino. El árbol
que el niño está plantando simboliza la revolución
nacida en esta provincia.
Una vez más, la imposición de Mao en el comunismo de Jiangxi se hizo mediante el truco y el timo. Se convocó en una ciudad llamada Pitou una supuesta conferencia de mandos comunistas de la provincia. Dicha conferencia se convocó para el 10 de febrero; pero Mao la abrió por su cuenta el día 6, de forma que, para cuando la mayoría de los delegados llegó, el pescado ya estaba vendido y la conferencia había terminado. La conferencia de Pitou fue, en realidad, un acuerdo entre cuñados por el que Mao se convirtió en el cabecilla comunista de Jiangxi, con Lieu en plan lugarteniente. A Lee Wen Lin lo tiraron al punto limpio. Ante el carisma de Lee, fueron muchos los cuadros comunistas de la zona que se opusieron a la medida; pero para ellos Mao desplegó una amplia campaña de terror, que culminó en la ejecución de cuatro líderes locales muy conocidos.
Mao, en todo caso, no procedió a fusionar todas las tropas que controlaba. Siguió dándole al ejército de Jiangxi categoría propia, y lo colocó bajo el mando de Cai Shen Xi. Sin embargo, aparentemente este nombramiento fue hecho para estar a bien con Shanghai, que según los indicios sería, junto con la Niña Pastori, el que estaría verdaderamente interesado en que Cai comandase las tropas. Porque el caso es que cuando Cai llegó a Jiangxi, Mao le comunicó fríamente que el comandante efectivo de las tropas sería su cuñado Lieu; y que si no le gustaba, le podía bien comer los huevos por detrás, porque no había comunicación de ningún tipo con Shanghai en aquella zona. Por supuesto, siempre había la posibilidad de enviar correos; pero Mao ya se encargaba de que se perdiesen por el camino.
Shanghai, sin embargo, no dejaba de enviar cartas ordenándole a Mao esto y lo otro, órdenes que él desobedecía sistemáticamente; y, sobre todo, convocándolo en la ciudad china. Mao sabía bien lo que significaría para él atender el llamado e ir. Por eso, comenzó a distribuir el rumor de que había muerto de una enfermedad; noticia que fue incluso publicada por la revista de la Komintern en Moscú.
El truco duró hasta marzo. En abril, sin embargo, tanto Moscú como Shanghai aprendieron que Mao no sólo estaba vivo, sino que le había hecho una OPA hostil al ejército de Jiangxi. El 3 de abril, del cuartel general comunista de Shanghai partió una circular a todos los mandos de ejércitos rojos, estatuyendo que no debían obedecer, que diría José Luis Ábalos, a naaaaaaadie que no fuese el propio mando de Shanghai. La circular atacaba directamente a Mao por lo que había hecho en Jiangxi.
Mao no pudo evitar que la circular fuese ampliamente conocida cuando llegó a su territorio. Consecuentemente, en mayo tuvo que enfrentarse a una rebelión comunista en su contra. La rebelión interna entre zurdos ganó momento cuando los campesinos también se levantaron, hartos de que les tocasen los huevos (anda que no les quedaba). Pero para eso estaba Lieu, el hombre del cuchillo de capar gorrinas. Comenzó a repartir hostias a dos manos hasta que todo el mundo se calló. En apenas un mes, se estima que miles de personas habían sido asesinadas. Los chinos, veramente, todo lo que hacen, lo hacen a lo grande.
A principios de agosto de 1930, Mao había abandonado Jiangxi porque se había ido con sus tropas a Changsa, a ver si conseguía el que siempre había sido su objetivo: hacer suyo el ejército de Peng De Huai. En su ausencia, los comunistas locales, liderados una vez más por Lee Wen Lin, convocaron una reunión en la que cesaron a Lieu El Cuñado de todos los cargos. Asimismo, escribieron a Shanghai exigiendo que ese Serrano Súñer chinorri fuese expulsado del Partido. Sin embargo, estuvieron faltos de cintura en el gesto de dejarlo ir a Shanghai. Allí, Lieu negoció su promoción para otra base comunista. Pero la cosa es que le iba a salir mal la jugada. Allí donde fue, mandaba un tipo, llamado, Chang Kuo Tao (que haría una larga carrera en el Partido y moriría más tarde que Mao), que no dejaba de ser un Mao carbon copy. En efecto, el gran problema cuando te apuntas a esa especie de comunismo timador y supraegoísta que llamamos maoísmo es que, por mucho que te empeñes, no puedes convertirte en el único cabrón sobre la tierra. Ya os he dicho, por lo demás, que no debéis ver esos tiempos del comunismo o el nacionalismo chino con los ojos del presente, asumiendo algo así como la disciplina partidaria. Aquello era más bien la unión de señores de la guerra más o menos autónomos, y Chang no era una excepción. Llevaba a sus gentes y medios con mano de hierro y, en sus predios, quien se movía no salía en la foto. Cuando llegó Lieu en plan mandón, Chang le vino a decir “chavalín, saca la pichita y méame en la pechera”. O sea, que se lo cargó. O sea, dejó viuda a la cuñada de Mao, Ho Yi; a quien le debía de gustar mucho ser su cuñada, porque el caso es que se enrolló con su hermano Tse Tan (que, si estáis listos siguiendo estas notas, ya sabréis que había sido su churri).
La cosa, en todo caso, es que Mao había perdido al hombre que le llevaba el día a día de Jiangxi. Así que dejó el tema de Changsa y decidió volver para poner las cosas en su sitio. El 14 de octubre, denunció a los comunistas de Jiangxi a Shanghai.
Las cosas parecían estar mal; pero, en realidad, estaban bien (esto pasa mucho en Historia: cuando más parece que estás cagao, el destino te prepara flores; y, sobre todo, lo contrario). Por aquel entonces, a Mao le llegaron mensajes de Moscú en el que le decían que los estrategas soviéticos habían decidido promoverle a la figura de jefe del Estado comunista chino que querían establecer. Eso le hizo sentirse lo suficientemente fuerte como para ambicionar una gran purga que acabase con todos los que le habían jodido. Shanghai podría haber funcionado como contrapeso para esa purga; pero tenía sus propios problemas. En noviembre de 1930, en la sala de máquinas del comunismo chino se abrió una pelea de gallos. Wang Ming, un hombre bastante desconocido hasta entonces, y que en los años por venir le quitaría bastante sueño a Mao, inició una lucha por el poder.
Impasible el chino, ese mismo mes de noviembre Mao comenzó el decapado del comunismo local. Ordenó a todas las tropas que se reuniesen en el centro del territorio controlado por los comunistas. Entonces, denunció una conspiración en las unidades de Peng De Huai que más se le habían resistido. Comenzó la gran gala estalinista. También quería conducir la misma purga en el propio ejército Zhu-Mao, donde sabía que seguía teniendo muchos mandos que no creían en él.
Para realizar toda esta labor, Mao se apoyó en un camarada llamado Lie Shau Joe; una persona que tenía fama de ser un sicópata, por decirlo en corto. Lie utilizó más o menos el catón de Stalin-Beria. Arrestaba a relativamente pocas personas, y entonces las torturaba a todo plan hasta que confesaban e implicaban en sus crímenes a la Virgen María. Entonces crecían los arrestos, se multiplicaban las torturas y, uno a uno, iban cayendo todos los enemigos de Mao. El propio Mao reconoció, en una carta escrita a Shanghai en diciembre, que había enjaretado a 4.400 personas.
Y eso sólo en el ejército. Cuando terminó con los de verde (que en realidad iban de gris) comenzó con los comunistas civiles. El 3 de diciembre, Lie viajó a la ciudad de Futian con una lista escrita del puño y letra de Mao, con los nombres que se tenía que apiolar. El día 7, Lie llegó, procedió a los arrestos inmediatamente, y esa misma noche comenzaron las torturas. Uno de los métodos utilizados, llamado “la mina dolorosa”, rompía muy despacho los pulgares, con un enorme dolor. Y es interesante recordar esto, porque ésta de romper los huesos de los dedos es una tortura que está acreditado que fue utilizada por los comunistas progresistas amigos del proletariado y del progreso humano lanza perfume; y no fue utilizada por los tribunales de la Santa Inquisición, como normalmente se suele creer en círculos lo suficientemente subnormales.
Lie, como era un sicópata y un sádico, se aplicó especialmente con las esposas de los comunistas a los que quería destruir. Las desnudaba y luego, les quemaba partes del cuerpo con mechas ardientes, con especial atención hacia las vaginas; al mismo tiempo, les cortaba los pechos con cuchillos de pequeño tamaño. Estos datos se conocen desde hace ya bastantes años; todos los que llevamos esperando que alguna cazadora de machistas, ya no digamos que levante la voz, sino que haga el favor de levantarse cinco minutos antes por la mañana en señal de protesta.
Los hechos, obviamente, se conocieron. Y provocaron un levantamiento muy serio, dirigido por un oficial llamado Liou Di. Liou escribió una carta a Shanghai tras el levantamiento contando que Lie lo había convocado, primero acusándolo de ser un conspirador más, y luego haciéndole la típica oferta de inmunidad si colaboraba. De acuerdo con dicha carta, lo siguiente que vivió fue una extraña escena, en la que Lie lo llevó a una habitación donde había una mesa surtida de bebida y comida, dominando a un grupo de prisioneros ya torturados que yacían en el suelo. Allí dice Liou que Lie le soltó un discurso en el que, sin ningún tipo de ambage, le digo que aquello no iba de conspiraciones ni nada, sino de la ambición política de Mao Tse Tung. Hay que decir que Liou Di era de Hunan como Mao, y que éste ya había tratado de llevárselo a su coleto antes.
Liou escogió hacer lo que, curiosamente, nunca hacen las personas presionadas en un sentido parecido en series y películas. En lugar de hacer como los personajes de ficción y encastillarse en sus muy morales posiciones, Liou fingió estar de acuerdo con Lie, y se lo trabajó hasta que éste lo dejó libre. Teóricamente, volvía a su regimiento para limpiarlo de “conspiradores”. Pero lo que hizo fue reunir a sus oficiales y contarles todo lo que había visto. El 12 de diciembre de 1930, formó a sus tropas, las desplazó a la prisión de Fujian, reventó la puerta y liberó a los prisioneros. Decidió dejar a los partidarios de Mao en paz, es decir, no los mató. Eso sí, alguno de los prisioneros no tenía la misma idea, porque el caso es que a Lieu Shau Joe se lo cargó alguien poco después, probablemente algún marido un tanto cabreadillo. Que Dios lo tenga en su Gloria, preferentemente hasta el cuello en una perola de mierda de paloma tuberculosa, en una habitación donde suene Melendi por toda la eternidad.
La liberación de la prisión de Fujian, en todo caso, fue el fulminante para una rebelión en la ciudad contra la persona de Mao Tse Tung. Rebelión que se hizo en defensa de una idea totalmente cierta: que Mao no era ningún revolucionario. Mao, en efecto, lo que fue toda su vida, es maoísta (como Franco franquista. Y es que, como decía Tono, los extremeños se tocan).
En Fujian, sin embargo, había un enviado de Shanghai, que estaba allí más o menos de casualidad, pero a quien la denuncia pública de la figura de Mao no le gustaba nada. Para bien o para mal, Shanghai consideraba que Mao se había hecho con una cierta imagen internacional y que, consecuentemente, una rebelión abierta contra su persona era muy negativa para el comunismo. Los comunistas locales, como eran comunistas, es decir unos bobotes jerárquicos, obedecieron; y con ello entregaron su futuro, sus vidas y las de sus mujeres a la dirección de Shanghai, que ya había demostrado más de dos y de tres veces que esos futuros y esas vidas le importaban un cojón.
Enviaron una delegación de hombres torturados por Mao a Shanghai. La presentación de su caso fue demoledora, así que supongo que estaban convencidos de que iban a ganar aquella pelea. Pero, claro, resulta abracadabrante comprobar cómo, en la Historia, se encuentran tantos casos de comunistas que son tan subnormalmente maulas como para no darse cuenta de que el comunismo es otra cosa que no tiene nada que ver, ni con la verdad, ni con la justicia. De Moscú llegó Chou En Lai con la sentencia del caso ya escrita: Mao no se toca. En unos días, los comunistas de Jiangxi, que todo lo habían hecho para defender al Partido, fueron acusados de ser contrarrevolucionarios. Se les ordenó someterse por completo a las órdenes de Mao o afrontar su aniquilación. Mao Tse Tung, continuaba la decisión de Shanghai, había sido “fundamentalmente correcto”.
Hala, nenes. A mamar marxismo.
Shanghai, de hecho, hizo una colección de copias con todas las denuncias personales que se le habían presentado a Mao, y se las envió a Mao, con la indicación de que tenía plena libertad para castigar a los denunciantes. Quien encargó la remisión de toda esa documentación a Mao era un personaje especialmente repugnante del maoísmo: Kang Sheng. Kang, un hombre aficionado al arte erótico, probablemente un reprimido de mierda, se habría de convertir en el gran torturador de Mao.
Con las comunicaciones de Shanghai en la mano, Mao hizo detener a Liou Di y sus oficiales, y los asesinó. Las técnicas de tortura se mejoraron y sofisticaron, llegando a ser más de 120 distintas. En una especialmente celebrada, conocida como “el ángel tocando la cítara”, se ataba un cable desde la oreja hasta el pene del torturado, y entonces el torturador tiraba de él.
Decenas de miles de represaliados murieron en Jiangxi. Sólo entre los militares, Mao acabó con uno de cada cuatro de las tropas que controlaba. Fue una purga bestial que predata en varios años a la primera de Stalin; pero de la que nadie se acuerda porque, si recordar las purgas de Stalin es difícil, lo de Mao ya es de nota. Es el típico tema del que, aun hoy, casi nadie quiere hablar. Fuera de China, a causa de la importante corte de intelectuales y licenciados en Historia que creen que saben de lo que saben más bien poco; y dentro de China, por razones obvias, ya que el sistema chino, por mucho que haya abordado hace ya muchos años la corrección del maoísmo, lo ha hecho “modelo portaaviones”, es decir, virando muy, muy despacio, y además sin reconocer el cambio de rumbo. El maoísmo, en buena parte, nació en Jiangxi; y si no nació, se ensayó. Pero esto, claro, nadie lo quiere decir.
Cerca de Fujian había habido otras resistencias anti Mao; por ejemplo, a mediados de 1930, aprovechando la ausencia de las tropas, en muchos sitios se habían alentado votaciones en las que los candidatos maoístas habían sido cesados. Ahora, todos los que habían colaborado con aquello fueron ejecutados. El líder comunista de la zona recibió el encargo de ir a Hong Kong a comprar unas medicinas, y ya no volvió; lo que lo convirtió en un extraño caso de comunista chino desertor.
"todos los que llevamos esperando que alguna cazadora de machistas, ya no digamos que levante la voz, sino que haga el favor de levantarse cinco minutos antes por la mañana en señal de protesta".... Es tu blog y puedes poner todas las gilipolleces que se te ocurran, pero por mucho que el tipo ese llamado Aznar llame a sus orcos para que quien pueda hacer algo, lo haga, esto es indecente. Se te está yendo la olla.
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