El 29 de marzo próximo, supongo que sin alharaca ninguna, se
cumplirán cien años del nacimiento de una mujer de elevado mérito: Hanna
Reitsch, la primera mujer en la Historia que recibió la Cruz de Hierro de
primera clase del ejército alemán, y el último aviador que aterrizó en Berlín
antes de la definitiva caída de la ciudad a manos de los aliados.
Hanna Reitsch nació, efectivamente, el 29 de marzo de 1912,
en la ciudad silesia de Hischberg. Era hija de un prusiano y una tirolesa. Su
padre era médico oftalmólogo. En 1931, terminado el bachiller, su padre quiere
que inicie sus estudios de medicina, con la intención de que se vaya a África a
ejercer. Pero la hija quiere volar, lo cual genera bastantes discusiones en el
seno familiar, por considerar los padres que eso de volar no es un oficio
serio; menos aún cuando quien quiere ejercerlo es una mujer. Sin embargo, la
hija se pone tan pesada que, finalmente, sus padres le autorizan a tomar cursos
de vuelo a vela. A los 20 años, se saca la licencia de piloto de vuelo con y
sin motor. A partir de ahí, durante dos años, compagina su afición a volar con
los estudios de medicina. Sin embargo, en 1934 abandona los estudios y parte a
Kiel, donde su hermano es oficial de marina. Es allí, en Kiel, donde comienza a
hacerse famosa en el país por hacer la proeza de atravesar una tormenta con su
avión sin sufrir daños. Acto seguido, y por iniciativa de unos productores cinematrográficos,
ameriza un avión sin motor en la superficie de un lago. A partir de ahí, se
convertirá en lo que hoy denominamos un personaje mediático. Tras sendas
expediciones aéreas, en Latinoamérica y Alemania, se convierte en la primera
mujer alemana que es autorizada a ingresar en la escuela oficial de navegación
aérea.
En Lisboa, en 1935, se produce su primera demostración aérea
internacional, después de que Reitsch haya sobrevolado Francia, Suiza y España.
Sus proezas se convierten en hechos de conocimiento mundial. Ese mismo verano,
es designada para realizar las pruebas de un nuevo planeador, el Seeadler
(albatros), que ha de ser capaz de amerizar. Las pruebas se realizan con éxito
en el lago Constanza. En mayo de 1937, toda la prensa europea publica la gesta
de cinco aviadores alemanes que han atravesado los Alpes en planeador. Uno de
ellos es Hanna Reitsch. El Salzburgo, durante los juegos aéreos
internacionales, recibe el rango de capitana de aviación; es la primera mujer
alemana es conseguir tal cosa.
Hanna Reitsch era, probablemente, el mejor aviador con que
contaba el ejército alemán. De largo. Además, su escasa estatura, bajita y
delgada como un jockey de carreras, le permitía meterse en cualquier parte y volar
prácticamente en cualquier circunstancia. Sin embargo, el Estado nazi, siendo
como era fuertemente sexista, nunca habría permitido que formase parte de los
combates de la futura guerra; aunque al final, como veremos, tendrá que ser así. Por eso, en septiembre de 1937, es destinada a la
base aérea de Rechlin, como piloto de pruebas. Allí pilotará, entre otros,
diversos prototipos de los famosos Stukas y, también, comenzará a interesarse
por los helicópteros, vehículos entonces menos desarrollados.
El 27 de marzo de 1941, la capitana Reitsch es presentada al
jefe de la Luftwaffe, mariscal Hermann Göring, que ha de entregarle algunas
condecoraciones que ha ganado como piloto de pruebas. El mariscal espera
impaciente en su mansión, pero la invitada no llega, hasta el punto que Göring
llega a preguntar, malquisto, si no se estará haciendo de rogar o será una
maleducada. En realidad, lo que pasa es que Reitsch está esperando en la puerta
de la casa, porque el servicio no se puede creer que alguien como ella sea la
famosa aviadora. De hecho, cuando finalmente la entran a la presencia de
Göring, éste apenas acierta a decir: “Pero… ¿es posible que algo tan pequeño
pueda volar? ¡No lo puedo creer!”
Como se ve, el respeto a la mujer no era el fuerte de los
nazis.
Al día siguiente, se celebró una recepción, pero en la
Cancillería, es decir frente a Hitler. En realidad, es la segunda vez que
Reitsch ve a Hitler, pues también participó en la ceremonia de Salzburgo,
cuando fue nombrada capitana. En esta ocasión, el Führer le impone la Cruz de
Hierro de Segunda Clase, hasta entonces sólo concedida a una mujer en la
Historia de Alemania.
Mientras la guerra continúa, Hanna Reitsch es designada como
probadora de los distintos modelos de Messerschmitt. De hecho, probando el Me
163 se producirá un grave accidente, pero ella, en lugar de tratar de salvarse, decide pilotarlo, con el objeto de que el prototipo quede lo menos
dañado posible. Finalmente, lo aterriza en un campo, no sin sufrir graves
heridas: seis fracturas craneales, y la nariz rota. Pasa cinco meses entre la
vida y la muerte, en el hospital de Ratisbona.
Algunos días más tarde del accidente, se le concede,
oficialmente, la Cruz de Hierro de Primera Clase, una condecoración que jamás
una mujer había obtenido antes.
Tras su estancia en el hospital, a Hanna Reitsch le queda
una secuela bien jodida para un aviador: vértigo. Tiene vértigo incluso yendo
en coche. Así pues, debe ejercitarse subiendo al tejado de la casa donde reside
para lograr vencerlo.
En noviembre de 1943, Reitsch se desplaza a Orcha, en el
frente oriental de la guerra, reclamada por el general Von Greim. El 28 de febrero de 1944, de nuevo es llamada a Berlín, a la
presencia de Hitler, para recibir su Cruz de Hierro. En ese encuentro se habla
de la probabilidad de construir aviones suicidas, al estilo de los kamikaze
japonés; sin embargo, Hitler considera esa solución prematura e innecesaria,
por considerar que la situación bélica de Alemania no es tan desesperada. Sin
embargo, Reitsch acabará trabajando en el diseño de los famosos V1, que habrían
sido, en realidad, aviones suicida (sobre todo la tercera versión, que por no
tener, ya no tenía ni tren de aterrizaje). La guerra, sin embargo, terminó antes
de que las pruebas se pudiesen hacer.
A finales de 1944, pasa de nuevo varias semanas en el
hospital, herida tras un ataque aéreo.
El 25 de abril de 1945, Reitsch se encuentra de misión en
Kitzbühel, localidad austriaca bien conocida de los aficionados al esquí. Su
misión es localizar lugares susceptibles de ser usados como campos de
aterrizaje para el traslado de heridos. Sin embargo, muy poco después de haber
llegado recibe un telegrama del general Von Greim, quien le ordena presentarse
en Munich para ejecutar una orden especial y excepcional.
El Führer ha llamado al general a su despacho. Lo ha hecho,
previsiblemente, para nombrarlo jefe de las fuerzas aéreas en lugar de Hermann
Göring, en quien Hitler ya no confía después de que el pígnico dirigente nazi
haya intentado tomar las riendas del Reich medio a las espaldas de su jefe. Sin
embargo, para entonces Berlín, en su mayoría, está ya tomado por los rusos, y
las pocas aeronaves que conserva la Luftwaffe ni se atreven a acercarse. Sólo
hay un aeropuerto, el de Gatow, en manos alemanas, y para eso está seriamente
bombardeado por la artillería rusa, situada ya a un tiro de lapo.
El 26 de abril, a las cuatro de la madrugada, un Junker 188
aterriza en el campo de Rechlin, sede del Estado Mayor de la Luftwaffe-Norte.
Hace 48 horas que ningún avión ha partido para Berlín. Para colmo, el vehículo
más propio para la misión, un helicóptero, ha sido destruido en un bombardeo.
Por ello, el viaje debe hacerse en un caza biplaza, el Focke-Wulf FW 190. Von
Greim va delante pilotando y Hanna Reitsch detrás, de copiloto. El lugar
reservado a ella es tan pequeño que no puede ni entrar ni salir de la carlinga
sin ayuda de terceros.
Treinta minutos de vuelo, tras los cuales el avión baja el
morro. El avión aterriza en Gatow sin heridos. Desde el aeropuerto, Von Greim
habla con la cancillería, donde se le informa de que Hitler quiere hablarle
como sea, en persona. El general se vuelve a su copiloto y le musita: “Befehl
ist Befehl”. Órdenes son órdenes. Luego descarta acercarse por tierra, y decide
hacerlo por el aire, aterrizando junto a la Puerta de Brandenburgo. Despegan en
un Fieseler-Storch hostigado por la artillería soviética.
El general Von Greim, que va a los mandos, vuela a escasos
metros del suelo, por lo que los soviéticos, a su paso, le disparan incluso con
sus fusiles y pistolas. Repentinamente, el general deja escapar un grito y se
encoje; le han alcanzado. Desde detrás, Hanna Reitsch se yergue como puede y,
por encima de los hombros de su mando, agarra, con una mano el “palo de escoba”
(el timón) y con la otra la llave del combustible. Así, llevando el avión un
poco como míster Bean, lo aterriza en el lugar acordado, en la Puerta de
Brandenburgo.
¿Era Hanna Reitsch una devota nazi? El biógrafo más
documentado que yo he logrado encontrar, la francesa Patricia Lechevrel,
asevera que no, con un tono casi de sentirse ofendida por la duda. Sin embargo,
creo que ésta es una teoría difícil de sostener. Hanna Reitsch es,
probablemente, uno de esos alemanes supervivientes de la segunda guerra mundial
que han construido, o para los que se ha construido, un pasado algo más
edulcorado que el real. Lo cierto es que alguien que abraza con la ausencia de
reparos con que lo hizo ella el proyecto de pilotar aviones suicidas,
difícilmente puede ser una persona de escasos perfiles ideológicos.
En todo caso, Hanna Reitsch estuvo presa del ejército
americano poco más de un año. Siendo como era una persona cuyo único acto de guerra fue aterrizar un avión por encima de las espaldas de un anciano herido, era lógico que la soltaran, y eso hicieron en noviembre de 1946. Aunque no se
volvió a subir a un avión hasta 1952, año en el que Alemania fue autorizada
para volar de nuevo.
Ese año de 1952, Madrid es la sede de los campeonatos del
mundo de vuelo sin motor, en los que participa Hanna Reitsch, que entonces
tiene ya 40 años, y gana la medalla de bronce. En 1959, es huésped en India del
presidente Pandit Nehru. De 1962 a 1966, participa en la construcción de una
escuela de vuelo en el país africano de Ghana, proyecto que queda cercenado por
la caída en desgracia de Kwame Kkumah. En 1968, parcipa en los campeonatos
alemanes de helicóptero y en 1970 obtiene el récord de vuelo femenino en
helicóptero, sobre los Alpes austríacos.
En septiembre de 1971, apenas dos años antes de morir,
todavía obtuvo el campeonato mundial de vuelo en helicóptero.
Haces un muy buen trabajo con el blog y te agradezco que me entretengas con tus historias. Este mensaje además de para agradecer tu esfuerzo es para pedirte algo más. Soy lector de RSS y estoy viendo últimamente que en el canal de rss hay palabras de se pegan, por ejemplo en este post, en la frase "que aterrizó en Berlín antes de la definitiva" en rss se ve como "que aterrizó en Berlínantes de la definitiva".
ResponderBorrarNo es un error muy grave, pero es molesto de leer así. ¿Has modificado algo en el blog o has cambiado el programa que usas para escribir los posts en los últimos meses? Me da la sensación de que esas palabras pegadas pueden coincidir con el final de las líneass que tu hayas escrito, p.e. en word. Aunque puede ser que blogspot haya cambiado algo, me parece que esto me pasa solamente con tu blog.
Gracias de todas formas por mirarlo.