Bueno, pues no sé si dar exactamente por buenas las hipótesis de alguno de nuestros contertulios. Hay, en efecto, dos comentarios que apuestan por la Fanta de naranja. Lo cual, si no es cierto, está muy cerca de la verdad.
En el libro que el periodista José Oneto escribió sobre la los 100 últimos días de la enfermedad de Franco, se cita a un miembro del equipo de seguridad del caudillo, frase en la que éste pondera la salud del general, sus hábitos sanos (o sea, no fumar y eso); y se asevera en la cita: «lo recuerdo siempre con un zumo de naranja en la mano».
Zumo de naranja es una expresión más genérica que Fanta de naranja. Puede que quienes han colocado dichos comentarios tengan información más precisa, en el sentido de que a Franco no es que le gustara el zumo, sino el zumo reinterpretado por la Fanta. En cualquier caso, en lo de la naranja estamos, parece, todos de acuerdo.
También hay un comentario que dice que la bebida preferida de Franco fue la «mala leche». Y esto me mueve a recomentar que no era su bebida preferida, pero lo que sí fue, muy probablemente, es la última (descontada el agua).
En las memorias/desmemorias del médico de cabecera de Franco, Vicente Pozuelo, éste anota que, avanzado ya el mes de octubre, cuando el estado de Franco era muy malo, en uno de sus momentos de semiconsciencia hizo saber a sus médicos que tenía algo de hambre. Dado que entonces ya estaba alimentado por vía intravenosa y estaba hecho un siete, no se le dio nada de comer pero, nos dice Pozuelo, se le facilitaron «vasos de leche fría».
Así pues, por lo que se ve, Franco terminó siendo víctima de esa vieja convicción que había en el pasado en el sentido de que la leche fría era lo mejor de lo mejor para el estómago (lo que le mató fueron, precisamente, las hemorragias estomacales).
A menos que se me crucen los cables, la próxima adivinanza irá de reyes gafes.
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