viernes, abril 22, 2022

El fin (45: Franco no negocia)

 El Ebro fue un error

Los tenues proyectos de paz
Últimas esperanzas
La ofensiva de Cataluña
El mes de enero de las chinchetas azules
A la naja
Los tres puntos de Figueras
A Franco no le da una orden ni Dios
All the Caudillo's men
Primeros contactos
Casado, la Triple M, Besteiro y los espías de Franco
Negrín bracea, los anarquistas se mosquean, y Miaja hace el imbécil (como de costumbre)
Falange no se aclara
La entrevista de Negrín y Casado
El follón franquista en medio del cual llegó la carta del general Barrón
Negrín da la callada en Londres y se la juega en Los Llanos
Miaja el nenaza
Las condiciones de Franco
El silencio (nunca explicado) de Juan Negrín
Azaña se abre
El último zasca de Cipriano Mera
Negrín dijo “no” y Buiza dijo “a la mierda”
El decretazo
Casado pone la quinta
Buiza se queda solo
Las muchas sublevaciones de Cartagena
Si ves una bandera roja, dispara
El Día D
La oportunidad del militar retirado
Llega a Cartagena el mando que no manda
La salida de la Flota
Qué mala cosa es la procrastinación
Segis cogió su fusil
La sublevación
Una madrugada ardiente
El tigre rojo se despierta
La huida
La llegada del Segundo Cobarde de España
Últimas boqueadas en Cartagena I
Últimas boqueadas en Cartagena II
Diga lo que diga Miaja, no somos amigos ni hostias
Madrid es comunista, y en Cartagena pasa lo que no tenía que haber pasado
La tortilla se da la vuelta, y se produce el hecho más increíble del final de la guerra
Organizar la paz
Franco no negocia
Gamonal
Game over   

El Consejo se reunió de nuevo en el ocaso de aquel día 13 de marzo. En términos generales, a sus miembros (y al propio Casado) les costaba entender por qué Centaño se había mostrado tan frío. En su cabeza, todos ellos pensaban que Franco se sentiría de alguna manera solidario con ellos, pues ahora ambos, Franco y el Consejo, tenían el mismo enemigo: los comunistas. Es una manera de ver las cosas que yo atribuyo a las presiones del momento, que vuelven a la gente lógicamente lentorra en los análisis. Casado tenía que comprender que sus continuas arengas al “pueblo antifascista” no movían, que se diga, a esa solidaridad. Pero, como digo, aparentemente creía en ella.

Claramente, la reacción de Franco a este estado de cosas, formulado el día 13, fue dejar que la República se cociese en su propia salsa. Contrariamente a lo que el CND esperaba, Burgos contestó a su propuesta con el silencio, un silencio de días, que coloca a Casado y a los miembros del Consejo en un ataque de nervios. El día 16, el SIPM comunica a Burgos que Casado y Matallana lo tienen todo preparado para volar a zona nacional. Burgos le contesta a Centaño recordándole que “la rendición debe ser sin condiciones y que no se debe hacer política a costa de la España nacional”. Y termina: “con el espíritu que se refleja en las manifestaciones expuestas [de Casado y Matallana], no envíe a nadie, ateniéndose a las consecuencias”. Dicho de otra forma: Franco se niega a que haya un mínimo adarme de negociación en los contactos con Casado. Él quiere que la República se arrodille delante de él, le baje los pantalones, y obre en consecuencia. Y gratis. Y considera que a Casado y Matallana no les cabe otra misión que cumplir con ese protocolo, no negociarlo.

Ese mismo día 13 de marzo, como ya he apuntado, el coronel Casado recibe a la Prensa. El presidente del Consejo Nacional de Defensa escoge ese momento para sacar a pasear su veta bocachancla (que la tenía). Preguntado por la posible ofensiva nacional, contesta: “Hace algún tiempo que se aguarda este ataque [por supuesto, no dijo que los días 7 a 9 de marzo lo pidió él mismo de forma urgente, cuando iba perdiendo contra los comunistas] y, mientras no se haya logrado la finalidad esencial perseguida por el Consejo Nacional de Defensa, el ejército republicano sabrá oponerse con gallardía a cualquier intento de los invasores”.

Negociar una paz basada en la clemencia de tu enemigo y, al tiempo, calificarlo de “invasor” y sugerir que le vas a dar una mano de hostias, no es la mejor de las estrategias, creo yo.

El 15 de marzo, aunque en realidad tenga ya poca importancia, se reestructura el ejército republicano. Al frente del Ejército del Centro se nombra al coronel Adolfo Prada. Al frente del de Extremadura, al coronel Francisco Menoyo Baños. El mando del Cuerpo de Ejército I se otorga al teniente coronel José Gallego Pérez. El del II, al teniente coronel Joaquín Zulueta Isasi; el III, para el coronel Hilario Fernández Recio. El VIII Cuerpo (Extremadura), al teniente coronel Antonio Bertomeu Bisquet. El IX (Andalucía), mayor Valentín Gutiérrez de Miguel. El XIII (Reserva) para el mayor Fulgencio González Gómez. El teniente coronel Francisco García Viñals es nombrado jefe de Estado Mayor del Ejército del Centro. En Aire, Gascón pasa a ser jefe de las fuerzas, pues Camacho pasa a ocupar la subsecretaría. El Estado Mayor Central se disuelve; total, para qué mantenerlo, si no se va a luchar contra nadie. El día 17, se elimina del uniforme la estrella roja, y el día 22 se disuelve el SIM.

El 16 de marzo, nueva reunión de, Consejo Asesor del SIE.

Tráver da cuenta en la reunión de que el Consejo de Defensa ha acordado, según sus informaciones, la rendición total. Valdés Larrañaga, informa, se ha entrevistado con Besteiro, quien le ha informado de que la entrega sería incondicional y sin intervención alguna de otro país. Una vez realizados los nombramientos necesarios para controlar las fuerzas, dice, Casado y Matallana piensan salir hacia Burgos para entregar la zona republicana a Franco personalmente. Por el acta sabemos, pues, que la reacción de Franco, negando cualquier tipo de negociación e, incluso que Casado y Matallana fuesen a ser los interlocutores, no se le comunicó a la Quinta Columna. Valdés, además, anuncia que, junto al famoso Serrano, se irá al día siguiente a zona nacional para informar a Franco.

El día 17 de marzo, y sin duda como consecuencia de la respuesta de Burgos que Centaño habría hecho llegar al Consejo, Besteiro habla en la radio, solo, y en tono conciliador. Dice: “El Consejo se dirige a ese gobierno [nacional] para hacerle presente que estamos dispuestos a llevar a efecto negociaciones que nos aseguren una paz honrosa y que, al mismo tiempo, pueda evitar estériles efusiones de sangre. Esperamos decisión”. El CND, por lo tanto, sigue en sus trece: negocia conmigo que, si no lo haces, te haré responsable de las muertes que se produzcan.

Con fecha 18 de marzo, el coronel Ungría se comunica con el puesto avanzado de observación de Torre de Esteban Hambrán, donde se encuentra el teniente coronel Francisco Bonel Huici. En la comunicación, Ungría le deja claro a Bonel las dos condiciones básicas de Franco: quiere una rendición incondicional y, además, no quiere que ningún miembro de nivel del gobierno republicano se desplace a zona nacional, claramente para evitar que se pueda pensar que está habiendo una negociación. “Es suficiente”, dice Ungría, “venida jefe profesional con plenos poderes. Propaganda enemiga de radio y prensa acusa espíritu contrario a lo que ha de ser la rendición, despertando nuestro recelo”.

A las diez de la noche de ese día, Unión Radio, que ha sido cedida por Casado al SIPM, lanza un mensaje a Burgos que dice: “Celebrada hoy entrevista Casado, nos ha dicho existe normalidad zona y juzga muy urgente, para bien de España, celebración entrevista a la mayor brevedad posible”.

El día 19 de marzo, Centaño le transmite a Casado las instrucciones de Franco que Ungría ha hecho llegar a Torre de Esteban Hambrán. Casado comenta en sus memorias que, sobre vetar su propio desplazamiento, también vetaban el de Matallana, exigiendo que fuese alguien de menor graduación militar.

Casado reúne al Consejo, el cual, en realidad, se muestra aliviado de escuchar lo que el coronel les explica. Bueno, Franco no quiere una negociación como tal; pero cuando menos, parece que se aviene a parlamentar (o sea: no le conocían). Se designa para el viaje a zona nacional al teniente coronel Antonio Garijo y el mayor de Caballería Leopoldo Ortega. O sea, les faltó un cortacabeza para mandar al sargento Arensibia.

El día 20 de marzo Casado, una vez que Garijo está en Madrid (estaba en Valencia) y ha aceptado la misión, redacta el documento que ha de llevar. Este documento vuelve a incidir en el mantra de que, si el Consejo queda desmentido, el peligro comunista puede regresar. Por lo demás, los puntos fundamentales del documento son:

  1. El Consejo no quiere imponer condiciones sino, simplemente, conseguir facilidades de evacuación para quien quiera marcharse. Dado que hay serios problemas de infraestructura de transporte, éstos deberían resolverse.

  2. El Consejo no puede responsabilizarse de lo que ocurriría si las personas que quieren marcharse, y sus organizaciones, se dejasen llevar por el miedo físico de no poder hacerlo.

  3. Es conveniente evitar las consecuencias de estas desconfianza y desesperación, entre otras cosas por el alto valor del tesoro artístico que se conserva en zona republicana.

  4. La entrega debería producirse por zonas o teatros de operaciones, no de una sola vez.

Estas condiciones fueron básicamente pactadas dentro del Consejo que, además, acordó que los dos militares que viajarían a zona nacional no llevarían (en contra de lo que exigía Franco) poder negociador alguno, sino que obrarían como meros portavoces.

El 20 de marzo, en una nueva sesión del Consejo Asesor del SIE, Mariano Tráver informa de que se ha hecho firme por el Consejo Nacional de Defensa el acuerdo de rendición sin condiciones. Añade que el discurso de Besteiro por la radio estuvo motivado “a la expectación que causó en Madrid la lectura del cifrado que días antes transmitió Unión Radio a la Estación Nacionalista TT, y porque suponían que la ofensiva se iniciaría al siguiente día”.

Lisarrague, en representación de Valdés que ya no estaba en Madrid, informó de que “parece que Besteiro tiene ya resuelto el obstáculo mayor para la rendición, cual es el de salvar a los dirigentes, cuya evacuación y recursos están ya solucionados”; o sea, Lisarrague no tiene ni puta idea de lo que está pasando. El dirigente socialista, añade, sugiere que el ejército nacional proceda a la ocupación progresiva de la zona, para así evitar que los segunda fila, al no tener garantizada la evacuación, pudieran actuar por su cuenta de forma inesperada.

El 21 de marzo de 1939, el Consejo Asesor del SIE celebra su última reunión. Mariano Tráver informa de que el Consejo Nacional de Defensa había transmitido ya un telegrama al cuartel general de Franco ofreciendo la rendición sin condiciones. “Parece que, además,”, añaden, “se indicaba la salida de un oficial con instrucciones concretas para poner a las órdenes del Generalísimo la forma de ocupación”.

Este mismo día 21 de marzo, el Consejo Nacional de Defensa mantiene nuevas reuniones con Centaño, en el que se instaba a Burgos a poner fecha y hora para el viaje de sus portavoces. Los hombres del SIPM recibieron en la tarde mensaje de Burgos. El cuartel general franquista aceptaba a Garijo y Ortega como negociadores. El viaje debería verificarse el jueves 23, en dos días pues, en un avión que, pasando por Somosierra, aterrizase directamente en el aeródromo de Burgos. La instrucción fundamental que se le da a Garijo y a Ortega es que arranquen de Franco un plazo de 25 días para permitir la salida de España de todo aquél que desee salir.

No sabemos muy bien qué y quién realizó las gestiones del día 22 de marzo, pero lo que sí sabemos es que las hubo. Yo creo que Centaño debió de enterarse por Casado de que Garijo y Ortega no iban a poder firmar rendición alguna, puesto que no se les iba a investir de poderes para ello, y presionó al coronel para que fuesen con la garantía de la decisión final. Le debió costar, pero en la noche de este 22, horas antes del viaje, se la arrancó, puesto que envió un cablegrama a Burgos con el texto: Consejo acepta rendición sin condiciones generosidad Caudillo y acucia Servicio para abreviar plazos. De hecho, Casado, en el salvoconducto que preparó para Garijo, escribió que iba a Burgos para plantear las cuestiones relacionadas con la entrega de la zona republicana; dejaba claro, pues, que todo el miriñaque retórico anterior sobre la posibilidad de una resistencia o una locura procomunista había quedado atrás (aunque pronto veremos que tuvo nuevos “ataques”). También llevaban los dos militares un plan de entrega y rendición, diseñado por Matallana.

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