Recuerda que ya te hemos contado los principios (bastante religiosos) de los primeros estados de la Unión, así como su primera fase de expansión. A continuación, te hemos contado los muchos errores cometidos por Inglaterra, que soliviantaron a los coloniales. También hemos explicado el follón del té y otras movidas que colocaron a las colonias en modo guerra.
Evidentemente, hemos seguido con el relato de la guerra y, una vez terminada ésta, con los primeros casos de la nación confederal que, dado que fueron como el culo, terminaron en el diseño de una nueva Constitución. Luego hemos visto los tiempos de la presidencia de Washington, y después las de John Adams y Thomas Jefferson.
Luego ha llegado el momento de contaros la guerra de 1812 y su frágil solución. Luego nos hemos dado un paseo por los tiempos de Monroe, hasta que hemos entrado en la Jacksonian Democracy. Una vez allí, hemos analizado dicho mandato, y las complicadas relaciones de Jackson con su vicepresidente, para pasar a contaros la guerra del Second National Bank y el burbujón inmobiliario que provocó.
Luego hemos pasado, lógicamente, al pinchazo de la burbuja, imponente marrón que se tuvo que comer Martin van Buren quien, quizá por eso, debió dejar paso a Harrison, que se lo dejó a Tyler. Este tiempo se caracterizó por problemas con los británicos y el estallido de la cuestión de Texas. Luego llegó la presidencia de Polk y la lenta evolución hacia la guerra con México, y la guerra propiamente dicha, tras la cual rebrotó la esclavitud como gran problema nacional, por ejemplo en la compleja cuestión de California. Tras plantearse ese problema, los Estados Unidos comenzaron a globalizarse, poniendo las cosas cada vez más difíciles al Sur, y peor que se pusieron las cosas cuando el follón de la Kansas-Nebraska Act. A partir de aquí, ya hemos ido derechitos hacia la secesión.
En abril de 1860 se celebró la convención nacional de los demócratas en Charleston, Carolina del Sur. Parece un chiste fácil, pero la verdad es que fue muy movidita. Los representantes procedentes del Sur llegaron con el proyecto de introducir en el programa del partido una declaración categórica en el sentido de que ni el Congreso ni un gobierno estatal podía declarar ilegal la esclavitud o limitar el derecho a poseer esclavos. Los demócratas del Norte, por su parte, abogaban por la soberanía popular, y tenían la convicción de poder arrastrar al posible candidato, Douglas, hacia esta posición. Cuando fue evidente que el anexo esclavista no sería adoptado, la mayoría de los representantes de ocho Estados sureños abandonaron la convención. Con su salida, a Douglas se le hizo imposible conseguir los dos tercios de votos necesarios para conseguir la nominación, así pues la convención se disolvió sin candidato.