viernes, septiembre 10, 2021

La Guerra de las Rosas (15): El sudoku septentrional

 Un rey con dos coronas, y su pastelera señora

La puerta que abrió Jack Cade para Ricardo de York
El yorkismo se quita poco a poco la careta
Los Percy y los Neville
Ricardo llega a la cima, pero se da una hostia
St. Albans brawl
El nuevo orden
Si vis pacem, para bellum
Zasca lancastriano
La Larga Marcha de los York/Neville
Northhampton
Auge y caída del duque de York
El momento de Eduardo de las Marcas
El desastre de Towton y los reyes PNV
El sudoku septentrional
El eterno problema del Norte
El fin de la causa lancastriana
La paz efímera
A walk on the wild side
El campo de la cota abandonada
Los viejos enemigos se mandan emoticonos con besitos
El regreso del Emérito, y el del neo-Emérito
Rey versus Rey
The Bloody Meadow y la Larga Marcha Kentish
El rey que vació Inglaterra
Iznogud logró ser califa en lugar del califa
La suerte está echada. O no.
Las últimas boqueadas 



El nuevo rey Eduardo, sin embargo, no podía relajarse tras el resultado de estas escaramuzas. El senescal de Normandía, Pierre de Brézé, buen amigo de Margarita de Anjou, acopió una flota con la intención de aprovechar la relativa debilidad del Estado inglés para hacerse con el control de las islas del Canal. En mayo, una fuerza de franchutes desembarcó en Jersey. El 22 de julio de 1461 murió el rey francés, Carlos VII, y lo hizo de una forma relativamente inesperada (lo mataron las complicaciones de una extracción dentaria); esto debilitó la capacidad ofensiva francesa durante un tiempo.

miércoles, septiembre 08, 2021

La Guerra de las Rosas (14) El desastre de Towton y los reyes PNV

 Un rey con dos coronas, y su pastelera señora

La puerta que abrió Jack Cade para Ricardo de York
El yorkismo se quita poco a poco la careta
Los Percy y los Neville
Ricardo llega a la cima, pero se da una hostia
St. Albans brawl
El nuevo orden
Si vis pacem, para bellum
Zasca lancastriano
La Larga Marcha de los York/Neville
Northhampton
Auge y caída del duque de York
El momento de Eduardo de las Marcas
El desastre de Towton y los reyes PNV
El sudoku septentrional
El eterno problema del Norte
El fin de la causa lancastriana
La paz efímera
A walk on the wild side
El campo de la cota abandonada
Los viejos enemigos se mandan emoticonos con besitos
El regreso del Emérito, y el del neo-Emérito
Rey versus Rey
The Bloody Meadow y la Larga Marcha Kentish
El rey que vació Inglaterra
Iznogud logró ser califa en lugar del califa
La suerte está echada. O no.
Las últimas boqueadas 


El 6 de marzo, Eduardo de York hizo público un pronunciamiento en el que proclamaba que todo aquél partisano del rey Enrique VI que se le entregase en los diez días subsiguientes sería perdonado, excepción hecha de todo aquél que tuviese unas rentas anuales superiores a 100 marcos; un movimiento que deja bien a las claras que el yorkismo había apostado por el componente popular para su rebelión, que reputaba definitiva. Además, ofreció una generosísima recompensa de 100 libras a todo aquél que matase a determinadas personas, entre las cuales figuraba muy especialmente Andrew Trollope.

lunes, septiembre 06, 2021

La Guerra de las Rosas (13) El momento de Eduardo de Las Marcas

 Un rey con dos coronas, y su pastelera señora

La puerta que abrió Jack Cade para Ricardo de York
El yorkismo se quita poco a poco la careta
Los Percy y los Neville
Ricardo llega a la cima, pero se da una hostia
St. Albans brawl
El nuevo orden
Si vis pacem, para bellum
Zasca lancastriano
La Larga Marcha de los York/Neville
Northhampton
Auge y caída del duque de York
El momento de Eduardo de las Marcas
El desastre de Towton y los reyes PNV
El sudoku septentrional
El eterno problema del Norte
El fin de la causa lancastriana
La paz efímera
A walk on the wild side
El campo de la cota abandonada
Los viejos enemigos se mandan emoticonos con besitos
El regreso del Emérito, y el del neo-Emérito
Rey versus Rey
The Bloody Meadow y la Larga Marcha Kentish
El rey que vació Inglaterra
Iznogud logró ser califa en lugar del califa
La suerte está echada. O no.
Las últimas boqueadas 


Las personas que observan la Historia, y paradójicamente muchas de las que la estudian y la dicen estudiar, tienen una sorprendente capacidad a la visión simple de las cosas. La Historia, para mucha gente, lejos de ser un completo manual de García de Cortázar, de Tusell, de García Domínguez, de Artola, de Sánchez Albornoz o de Vicens-Vives, es un guion de Hollywood que, en hora y media, es capaz de resolver siete siglos. Uno de los grandes errores que cometen estas personas es observar el pasado de Europa, sobre todo el pasado medieval, como meras cuestiones de familia. Peleas dinásticas a las que el resto de las personas, supuestamente, asistieron pasivas o tomando partido por intereses personales o forzadas por las circunstancias. Sin embargo, si en algo tiene razón la historiografía marxista es en el concepto de que los hechos sociales, los movimientos tectónicos debidos a la evolución de las sociedades, siempre han estado ahí. Que donde la visión simple sólo ve la pelea entre un rey y el hijo de otro por una churri, en realidad lo que hay es un hecho muy importante en la formalización de las relaciones entre la civilización griega y otras presentes en el Asia Menor, notablemente la hitita. Algo parecido le pasa a la Guerra de las Rosas. Su mitología literaria, básicamente alimentada por Shakespeare, hace aparecer todo aquel episodio como una especie de Juego de Tronos real. Pero, lo diré una vez y ya lo siento por sus admiradores, en mi opinión, quien se inspira en Juego de Tronos para leer la realidad está haciendo una soberana gilipollez. Las cosas nunca son tan sencillas.