viernes, noviembre 11, 2022

La hoja roja bolchevique (9): Cómo cayó Khruchev (2)

 El chavalote que construyó la Peineta de Novoselovo

Un fracaso detrás de otro
El periplo moldavo
Bajo el ala de Nikita Kruschev
El aguililla de la propaganda
Ascendiendo, pero poco
A la sombra del político en flor
Cómo cayó Kruschev (1)
Cómo cayó Kruschev (2)
Cómo cayó Kruschev (3)
Cómo cayó Kruschev (4)
En el poder, pero menos
El regreso de la guerra
La victoria sobre Kosigyn, Podgorny y Shelepin
Spud Webb, primer reboteador de la Liga
El Partido se hace científico
El simplificador
Diez negritos soviéticos
Konstantin comienza a salir solo en las fotos
La invención de un reformista
El culto a la personalidad
Orchestal manoeuvres in the dark
Cómo Andropov le birló su lugar en la Historia a Chernenko
La continuidad discontinua
El campeón de los jetas
Dos zorras y un solo gallinero
El sudoku sucesorio
El gobierno del cochero
Chuky, el muñeco comunista
Braceando para no ahogarse
¿Quién manda en la política exterior soviética?
El caso Bitov
Gorvachev versus Romanov

La traición, o cuando menos la traición percibida, de Khruschev hacia Suslov, habría de tener la consecuencia inesperada de hacer que alguien que, teóricamente, era muy poco proclive a participar en conspiraciones y luchas por el poder, se plantease hacerlo. Y, en este punto, Khruschev, quien llevaba probablemente muchos años ya bajo una gran tensión provocada por las luchas de poder de las que era centro, comenzó a cometer errores de colegial comunista.

miércoles, noviembre 09, 2022

La hoja roja bolchevique (8): Cómo cayó Khruschev (1)

 El chavalote que construyó la Peineta de Novoselovo

Un fracaso detrás de otro
El periplo moldavo
Bajo el ala de Nikita Kruschev
El aguililla de la propaganda
Ascendiendo, pero poco
A la sombra del político en flor
Cómo cayó Kruschev (1)
Cómo cayó Kruschev (2)
Cómo cayó Kruschev (3)
Cómo cayó Kruschev (4)
En el poder, pero menos
El regreso de la guerra
La victoria sobre Kosigyn, Podgorny y Shelepin
Spud Webb, primer reboteador de la Liga
El Partido se hace científico
El simplificador
Diez negritos soviéticos
Konstantin comienza a salir solo en las fotos
La invención de un reformista
El culto a la personalidad
Orchestal manoeuvres in the dark
Cómo Andropov le birló su lugar en la Historia a Chernenko
La continuidad discontinua
El campeón de los jetas
Dos zorras y un solo gallinero
El sudoku sucesorio
El gobierno del cochero
Chuky, el muñeco comunista
Braceando para no ahogarse
¿Quién manda en la política exterior soviética?
El caso Bitov
Gorvachev versus Romanov 

Entramos, en esta toma, en el proceloso mundo de la caída de Nikita Khruschev, sus porqués y circunstancias. Algo de lo que ya hemos hablado al recensionar la vida de Leónidas Breznev pero, quizás, de forma demasiado esquemática. Aquí vamos a tratar de ocuparnos de las cosas un poco más en extenso.

lunes, noviembre 07, 2022

La hoja roja bolchevique (7): A la sombra del político en flor

El chavalote que construyó la Peineta de Novoselovo

Un fracaso detrás de otro
El periplo moldavo
Bajo el ala de Nikita Kruschev
El aguililla de la propaganda
Ascendiendo, pero poco
A la sombra del político en flor
Cómo cayó Kruschev (1)
Cómo cayó Kruschev (2)
Cómo cayó Kruschev (3)
Cómo cayó Kruschev (4)
En el poder, pero menos
El regreso de la guerra
La victoria sobre Kosigyn, Podgorny y Shelepin
Spud Webb, primer reboteador de la Liga
El Partido se hace científico
El simplificador
Diez negritos soviéticos
Konstantin comienza a salir solo en las fotos
La invención de un reformista
El culto a la personalidad
Orchestal manoeuvres in the dark
Cómo Andropov le birló su lugar en la Historia a Chernenko
La continuidad discontinua
El campeón de los jetas
Dos zorras y un solo gallinero
El sudoku sucesorio
El gobierno del cochero
Chuky, el muñeco comunista
Braceando para no ahogarse
¿Quién manda en la política exterior soviética?
El caso Bitov
Gorvachev versus Romanov  






 Chernenko, siempre cerca de Breznev. Foto vía https://beautifulrus.com/

Con 49 años de edad y cuatro de trabajo en Moscú, Chernenko todavía pertenecía a esa amplia tribu de cuadros comunistas a los que la Prensa se refería en colectivo, sin expresar su nombre. Aunque había conseguido, en algunos momentos, alcanzar un estatus capaz de ejercer funciones que excedían su poder teórico, no dejaba de ser el ejecutor de políticas de otros y, lo que es más importante, paradójicamente más importante en un país que no tenía elecciones sino formales, no formaba parte de ninguno de los órganos electivos de la nación, ni el Comité Central ni el Soviet Supremo. Su sueldo era modesto, y su baja estofa política se medía por un hecho importante que, por cierto, lo sigue siendo a día de hoy en todo régimen político: carecía de coche oficial propio.