viernes, enero 07, 2022

El fin (3: Últimas esperanzas)

El Ebro fue un error
Los tenues proyectos de paz
Últimas esperanzas
La ofensiva de Cataluña
El mes de enero de las chinchetas azules
A la naja
Los tres puntos de Figueras
A Franco no le da una orden ni Dios
All the Caudillo's men
Primeros contactos
Casado, la Triple M, Besteiro y los espías de Franco
Negrín bracea, los anarquistas se mosquen, y Miaja hace el imbécil (como de costumbre)
Falange no se aclara
La entrevista de Negrín y Casado
El follón franquista en medio del cual llegó la carta del general Barrón
Negrín da la callada en Londres y se la juega en Los Llanos
Miaja el nenaza
Las condiciones de Franco
El silencio (nunca explicado) de Juan Negrín
Azaña se abre
El último zasca de Cipriano Mera
Negrín dijo “no” y Buiza dijo “a la mierda”
El decretazo
Casado pone la quinta
Buiza se queda solo
Las muchas sublevaciones de Cartagena
Si ves una bandera roja, dispara
El Día D
La oportunidad del militar retirado
Llega a Cartagena el mando que no manda
La salida de la Flota
Qué mala cosa es la procrastinación
Segis cogió su fusil
La sublevación
Una madrugada ardiente
El tigre rojo se despierta
La huida
La llegada del Segundo Cobarde de España
Últimas boqueadas en Cartagena I
Últimas boqueadas en Cartagena II
Diga lo que diga Miaja, no somos amigos ni hostias
Madrid es comunista, y en Cartagena pasa lo que no tenía que haber pasado
La tortilla se da la vuelta, y se produce el hecho más increíble del final de la guerra
Organizar la paz
Franco no negocia
Gamonal
Game over



El último canto del cisne en materia de negociaciones de paz es el viaje de Indalecio Prieto el 27 de noviembre de 1938. A Prieto, a quien nadie quiere ya en Madrid, lo mandan a Chile. Negrín le dice que trabaje por una confluencia de países latinoamericanos en favor de la paz. Pero, vamos, lo mismo le pudo decir que le trajese la receta del pisco sauer porque, la verdad, perdida la batalla del Ebro, hubiera sido del género imbécil considerar que un tipo que no se había querido sentar en una mesa de negociación cuando apenas controlaba un tercio del territorio de España, lo iba a hacer ahora que iba 5-0 en el partido, quedaban tres minutos y a la República le habían expulsado a tres jugadores.

miércoles, enero 05, 2022

El fin (2: Los tenues proyectos de paz)

El Ebro fue un error
Los tenues proyectos de paz
Últimas esperanzas
La ofensiva de Cataluña
El mes de enero de las chinchetas azules
A la naja
Los tres puntos de Figueras
A Franco no le da una orden ni Dios
All the Caudillo's men
Primeros contactos
Casado, la Triple M, Besteiro y los espías de Franco
Negrín bracea, los anarquistas se mosquen, y Miaja hace el imbécil (como de costumbre)
Falange no se aclara
La entrevista de Negrín y Casado
El follón franquista en medio del cual llegó la carta del general Barrón
Negrín da la callada en Londres y se la juega en Los Llanos
Miaja el nenaza
Las condiciones de Franco
El silencio (nunca explicado) de Juan Negrín
Azaña se abre
El último zasca de Cipriano Mera
Negrín dijo “no” y Buiza dijo “a la mierda”
El decretazo
Casado pone la quinta
Buiza se queda solo
Las muchas sublevaciones de Cartagena
Si ves una bandera roja, dispara
El Día D
La oportunidad del militar retirado
Llega a Cartagena el mando que no manda
La salida de la Flota
Qué mala cosa es la procrastinación
Segis cogió su fusil
La sublevación
Una madrugada ardiente
El tigre rojo se despierta
La huida
La llegada del Segundo Cobarde de España
Últimas boqueadas en Cartagena I
Últimas boqueadas en Cartagena II
Diga lo que diga Miaja, no somos amigos ni hostias
Madrid es comunista, y en Cartagena pasa lo que no tenía que haber pasado
La tortilla se da la vuelta, y se produce el hecho más increíble del final de la guerra
Organizar la paz
Franco no negocia
Gamonal
Game over


 

A nadie ha de extrañar que en muchos libros más o menos contemporáneos de los hechos en los que se habla, por ejemplo, de la batalla del Ebro, sus autores se refieran al ejército republicano utilizando la expresión “el ejército comunista” o “las tropas comunistas”. Para entonces, en la zona republicana había una quiebra básica, que permanecería en el exilio en medio de polémicas interminables y cada vez más agrias, entre los comunistas y todos los demás. Jacinto Thoryo, un combatiente y escritor anarquista, dejó escrito que en los campos de concentración franceses, si alguien se paseaba entre los exiliados españoles preguntando quién era responsable de la derrota de la guerra, rara vez encontraba alguien que citase a Franco, porque todo el mundo culpaba a los comunistas. Es un sentimiento importante.

lunes, enero 03, 2022

El fin (1: El Ebro fue un error)

El Ebro fue un error
Los tenues proyectos de paz
Últimas esperanzas
La ofensiva de Cataluña
El mes de enero de las chinchetas azules
A la naja
Los tres puntos de Figueras
A Franco no le da una orden ni Dios
All the Caudillo's men
Primeros contactos
Casado, la Triple M, Besteiro y los espías de Franco
Negrín bracea, los anarquistas se mosquen, y Miaja hace el imbécil (como de costumbre)
Falange no se aclara
La entrevista de Negrín y Casado
El follón franquista en medio del cual llegó la carta del general Barrón
Negrín da la callada en Londres y se la juega en Los Llanos
Miaja el nenaza
Las condiciones de Franco
El silencio (nunca explicado) de Juan Negrín
Azaña se abre
El último zasca de Cipriano Mera
Negrín dijo “no” y Buiza dijo “a la mierda”
El decretazo
Casado pone la quinta
Buiza se queda solo
Las muchas sublevaciones de Cartagena
Si ves una bandera roja, dispara
El Día D
La oportunidad del militar retirado
Llega a Cartagena el mando que no manda
La salida de la Flota
Qué mala cosa es la procrastinación
Segis cogió su fusil
La sublevación
Una madrugada ardiente
El tigre rojo se despierta
La huida
La llegada del Segundo Cobarde de España
Últimas boqueadas en Cartagena I
Últimas boqueadas en Cartagena II
Diga lo que diga Miaja, no somos amigos ni hostias
Madrid es comunista, y en Cartagena pasa lo que no tenía que haber pasado
La tortilla se da la vuelta, y se produce el hecho más increíble del final de la guerra
Organizar la paz
Franco no negocia
Gamonal
Game over



En la parafernalia historiográfica sobre la Guerra Civil Española, habitualmente bastante pringadita de presentismos, teóricas subvencionadas y movidas diseñadas para ser consistentes con ideas presentes, suele haber una suerte de valoración épica de la batalla del Ebro. Son muchos los libros que tienden a considerar estas operaciones, lideradas y coordinadas por Juan Modesto, como algo así como ese momento, en un partido de fútbol, en el que el contrincante débil, ya desahuciado en las casas de apuestas, se reivindica mediante una jugada en el minuto 88, jugada en la que roza el gol o incluso lo mete; momento en el que el delantero anotador tiene el gesto inútil de agarrar la pelota y llevarla hasta el centro del campo, como esperando todavía empatar un partido que va 5-1. El Ebro, para la memoria histórica, viene a ser más o menos lo que fue en su momento para los comunistas, y sólo para los comunistas: un pretendido punto de inflexión en el que una guerra que ya se había perdido un año antes con la pérdida del Frente Norte iba a dar la vuelta, de la mano de una presunta superioridad militar, unida al proceso por el cual a Europa se le iba a caer el velo sobre Hitler y sus aliados y, consecuentemente, se iba a gastar en España lo que tenía, lo que no tenía y lo que no se quería gastar. Juan Negrín, primer ministro, esperaba que llegase una Úrsula von der Leyden Leyen que lo regase con dispositivos militares apenas desarrollados en alguno de los países que debería dárselos (es el caso de Reino Unido) por el bien de la resiliencia y la sostenibilidad republicana frente al fascismo con el que esas mismas potencias, Francia y UK, estuvieron negociando hasta el último minuto. Negrín es que era muy peliculero, y le ha legado esas visiones hollywoodienses a más de media historiografía española.