Ayer por la noche, después de cargarme inmisericordemente a cuatro civiles en el GTA V, concluí que tenía los ojos demasiado cansados, así pues puse la televisión sin pensar en verla. Reparé, zapeando, en algunas de las tertulias de barra de bar que se celebran en canales digitales varios. Me paré un rato en una porque estaban hablando de la propuesta del PSOE de sacar a Franco y a José Antonio del Valle de los Caídos, y ya me quedé, porque la cabra tira al monte y, en mi caso, el cabrón, ya ni te digo. Para mi sorpresa, me encontré con uno de esos raros casos en los que los contertulios (no entiendo muy bien eso de llamarlos tertulianos) de izquierdas y de derechas estuvieron más o menos de acuerdo. Y eso que estaban presentes un señor que, claramente, era muy de derechas; y luego estaba el ex marido de María Vidaurreta (creo que se llama Jorge Verstrynge), que es un señor que, sea lo que sea que es, que no lo tengo muy claro, también lo es mucho. Como elemento exótico-vayaustedasaber, estaba Ramoncín, el Rey del Pollo Frito.
miércoles, octubre 30, 2013
lunes, octubre 28, 2013
La senda de Dios (5: Egipto, o la inmortalidad)
Todas las tomas de esta serie:
Algunas cosas a modo de introducción
In Tirerim defluxit Orontes
Y tendréis una moral
Cibeles
Egipto, o la inmortalidad
Siria-Caldea, o la omnipotencia
Hay un Bien, y hay un Mal
El así llamado paganismo
Epílogo: algunas lecturas
El Vaticano de la religión egipcia tardía, que por serlo pudo pasar a Roma, fue el Serapeum de Alejandría, fundado en su día por Ptolomeo Soter. En el Serapeum se veneraba al dios Serapis pero, en realidad, esta deidad, que tal vez ni siquiera era egipcia en origen (bien podría ser el Sar-Apsi caldeo), muy pronto se identificó con el viejo dios egipcio. Serapis, como Osiris, era el rey del reino de los muertos, en el subsuelo del mundo conocido, y compartía con sus habitantes la inmortalidad.
Algunas cosas a modo de introducción
In Tirerim defluxit Orontes
Y tendréis una moral
Cibeles
Egipto, o la inmortalidad
Siria-Caldea, o la omnipotencia
Hay un Bien, y hay un Mal
El así llamado paganismo
Epílogo: algunas lecturas
El Vaticano de la religión egipcia tardía, que por serlo pudo pasar a Roma, fue el Serapeum de Alejandría, fundado en su día por Ptolomeo Soter. En el Serapeum se veneraba al dios Serapis pero, en realidad, esta deidad, que tal vez ni siquiera era egipcia en origen (bien podría ser el Sar-Apsi caldeo), muy pronto se identificó con el viejo dios egipcio. Serapis, como Osiris, era el rey del reino de los muertos, en el subsuelo del mundo conocido, y compartía con sus habitantes la inmortalidad.
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