miércoles, septiembre 29, 2021

La Guerra de las Rosas (23): Rey versus rey

 Un rey con dos coronas, y su pastelera señora

La puerta que abrió Jack Cade para Ricardo de York
El yorkismo se quita poco a poco la careta
Los Percy y los Neville
Ricardo llega a la cima, pero se da una hostia
St. Albans brawl
El nuevo orden
Si vis pacem, para bellum
Zasca lancastriano
La Larga Marcha de los York/Neville
Northhampton
Auge y caída del duque de York
El momento de Eduardo de las Marcas
El desastre de Towton y los reyes PNV
El sudoku septentrional
El eterno problema del Norte
El fin de la causa lancastriana
La paz efímera
A walk on the wild side
El campo de la cota abandonada
Los viejos enemigos se mandan emoticonos con besitos
El regreso del Emérito, y el del neo-Emérito
Rey versus Rey
The Bloody Meadow y la Larga Marcha Kentish
El rey que vació Inglaterra
Iznogud logró ser califa en lugar del califa
La suerte está echada. O no.
Las últimas boqueadas  


Una vez superado el primer obstáculo, Eduardo decidió no ir a Londres. El viaje hacia la capital debía de hacerse parcialmente en barco de nuevo, y eso presentaba diversos problemas que era mejor evitar. Por eso tomó la dirección de York. Camino de la ciudad, otra villa, Hull, le negó la entrada. El 18 de marzo estaba aún a una pequeña distancia de su destino; Tomás Conyers, autoridad local, se le aproximó y le informó de que lo mejor era que no intentase entrar en la ciudad. Si trataba de entrar, le dijo, podría ser rechazado; y si conseguía hacerlo, lo más probable es que en la ciudad se le estuviese preparando una celada. Eduardo, sin embargo, no escuchó ese consejo; en realidad, no podía escucharlo. No le quedaba otra que no retroceder y, además, puesto que formalmente sólo quería recuperar su noble categoría, la ciudad no podría poner demasiados reparos a su entrada en el casco urbano, por así decirlo.

lunes, septiembre 27, 2021

La Guerra de las Rosas (22): El regreso del Emérito, y el del neo-Emérito

 Un rey con dos coronas, y su pastelera señora

La puerta que abrió Jack Cade para Ricardo de York
El yorkismo se quita poco a poco la careta
Los Percy y los Neville
Ricardo llega a la cima, pero se da una hostia
St. Albans brawl
El nuevo orden
Si vis pacem, para bellum
Zasca lancastriano
La Larga Marcha de los York/Neville
Northhampton
Auge y caída del duque de York
El momento de Eduardo de las Marcas
El desastre de Towton y los reyes PNV
El sudoku septentrional
El eterno problema del Norte
El fin de la causa lancastriana
La paz efímera
A walk on the wild side
El campo de la cota abandonada
Los viejos enemigos se mandan emoticonos con besitos
El regreso del Emérito, y el del neo-Emérito
Rey versus Rey
The Bloody Meadow y la Larga Marcha Kentish
El rey que vació Inglaterra
Iznogud logró ser califa en lugar del califa
La suerte está echada. O no.
Las últimas boqueadas  

Mientras Eduardo de Inglaterra preparaba la defensa frente a la invasión rebelde-lancastriana, Warwick, el comandante de la misma, se había enfrentado a sus propios problemas. El bloqueo del Canal le había dado muchos problemas y le había impedido moverse durante mucho tiempo. El 21 de agosto, el conde ordenó a su gente que abandonase Valognes y fuesen a Barfleur, donde debían estar dispuestos para embarcarse. Sin embargo, ahí estaba otra dificultad, sus soldados le dijeron que y unos cojones; que la pasta por delante. El conde, casi en la última pregunta, empeñó todo lo que pudo y le pidió a Luis lo que le faltaba. Después de poder pagar a la tropa, le vino otro golpe de suerte: una galerna en el Canal dispersó a la flota de bloqueo. Por lo tanto el 9 de septiembre se pudo hacer a la mar.