miércoles, febrero 29, 2012

The Irish aftermath


Esta imagen de la iglesia bruselense de Notre Mère du Grand Sablon está tomada a las seis de la mañana del martes desde la ventana de mi hotel. Algunos de los comentaristas del pasado post irlandés pueden haberse sentido un tanto contritos por la tardanza en publicar sus comentarios; pero el caso es que yo estaba allí, sin posibilidad de atenderles.

El caso es que ya cuando marchaba pensaba que, probablemente, el artículo sobre la falsa identificación entre el problema español y el problema irlandés acabaría generando comentarios en forma de pregunta. No me equivoqué. Pensé en contestarlas en los comentarios, para no molestar a aquellos de los lectores del blog a los cuales este tema en concreto no les haya interesado demasiado. Pero, finalmente, me di cuenta que la longitud que alguna respuesta demanda hacía aconsejable dedicarle un arttículo complementario a las consecuencias de ese anterior post.

Vayamos con ello, pues.

¿Por qué vascos y gallegos? ¿Por qué no catalanes, o navarros?

Son dos preguntas, y dos respuestas.

Los navarros tuvieron, cierto es, monarquía propia. El suyo es un caso especial porque, efectivamente, como yo creo que sugería el comentarista que planteaba la pregunta, la navarra es, probablemente, la identidad propia, de todas las identidades integradas en España, con mayores pilares históricos para reclamarse. También es absolutamente cierto que, finalmente, navarra fue invadida, por cierto, por tropas a cuyo frente se encontraba un tipo cuyo primer oficio en la vida fue ser rey de los catalanes (entre otros).

Pero, en primer lugar, el post iba con la identificación entre el conflicto navarro y el conflicto irlandés, que no es exactamente lo mismo que hablar de la identidad foral navarra. Segundo, esa identidad es, en mi opinión, previa la identidad euskaldún, no consecuencia de ella; Navarra, y el sentimiento de pertenencia a la misma, existen mucho antes que Euskal Herria. Más aún: Navarra no puede exhibir, ni de coña, ese pasado aislado de todo que la mitología vasca presupone para los vascos. Los Arista, de hecho, no sólo tenían contacto con los musulmanes dominadores de la península, sino que eran, mutatis mutandis, sus aliados, hasta el punto de no participar en la idea prenacional de la reconquista pelagiana. Pero eso no era porque, como vascos, no se sintiesen identificados con un objetivo español; era porque debían su poder al hecho de que los moros les dejasen en paz. Mientras eso pasaba, por cierto, los otros vascos, los de Vasconia, defendían de esos mismos musulamanes los pasos de Asturias codo con codo con el resto de los pueblos súbditos de Alfonso II. Caray con los que no tenían contacto con nadie...

No es hasta mediados del siglo IX que navarros y muladíes rompen su entente cordiale, momento en el que Navarra, por cierto, en lugar de construir una identidad propia y pasar de la idea prenacional antecitada, se alía con los soberanos asturcones. Sin embargo, todavía Fortún Arista, el último de los soberanos de la dicha rama, será bisabuelo, por parte de hija, del célebre Abderramán III (quien, por lo tanto, era, sí, un 25% pamplonica); así pues, para decantar finalmente la balanza, hace falta que Oviedo provoque en Pamplona, año 905, un golpe de Estado en toda regla.

Lo que hoy entendemos como País Vasco ya formaba parte, en su mayoría, del condado de Castilla en el siglo X; en tiempos preespañoles, pues, los vascos ya eran castellanos (o los castellanos vascos, pues no hay que olvidar que personas de escasa talla intelectual de Menéndez Pidal consideraban que la labor de Castilla había sido "meter una cuña vasca en Hispania"; y Sánchez Albornoz llamaba al País Vasco "la abuela cabreada de España"). La autoridad del señor Fernán González abarcaba buena parte de la actual comunidad autónoma. No es hasta las postrimerías del año 1000 que Navarra se anexiona Álava, y la incorporación de los territorios actualmente eúscaros a dicha corona, por ese gran rey que fue Sancho III El Mayor, data del 1029. Pero también hay que tener en cuenta que Castilla iba en el mismo paquete (tal vez por eso vayamos entendiendo por qué tantos topónimos españoles fuera del País Vasco y Navarra terminan, o terminaron en su día, en -ain o en -uri; este aspecto ha sido estudiado por españolistas peligrosos, falangistas apasionados, como Caro Baroja), que se separó en el 1035, y que poco a poco fue recuperando buena parte de los territorios un día suyos; Vizcaya, sin ir más lejos, volvió a ser castellana en 1076, a la muerte del rey Sancho, llamado El de Peñalén. Alfonso I, llamado El Batallador, vuelve a anexionar a Castilla-Vizcaya a su corona en 1109 pero, desde la muerte de este rey, 1134, Vizcaya es parte de Castilla, ya sin más cambios. A finales del siglo XII, se incorporaron a Castilla Álava y Guipúzcoa; la segunda de ellas, por cierto, voluntariamente.

Por lo tanto, la cuenta es: País Vasco castellano/español, unos ocho siglos; navarro euskaldún, menos de dos, y eso sumando retales.

Ya que estamos aquí, justo es recordar que la teoría de que los vascos nunca han querido ser españoles tiene el problemilla de demostrar por qué, cuando el rey castellano Pedro I, como recientemente hemos contado, llegó al acuerdo con el Príncipe Negro de obtener ayuda inglesa en su guerra contra el Trastámara a cambio de ceder a Londres el señorío de Vizcaya, los vascos se alzaron en protesta, exigiendo permanecer en la corona de Castilla. O por qué alzaron la misma reivindicación durante las negociaciones entre Enrique IV y Luis XI para casar a la famosa Beltraneja con el duque de Guiena, obligando al rey impotente a jurar solemnemente que las tierras vascas nunca serían separadas de Castilla. O por qué los vascos solicitaron, en 1506, su incorporación a las Cortes castellanas.


Tenemos, pues: una corona, una entidad nacional, que nunca existió, porque desde muy pronto estuvo integrada en el proyecto castellano. Y otra que, indubitadamente, existió, pero no como proyecto alternativo a la identidad prenacional que acabaría alumbrando el proyecto de España. Corona y entidad nacional que acabó por ser invadida, ciertamente; no siendo, sin embargo, menos cierto que las identidades con Irlanda acaban ahí, porque los castellanos primero; y los españoles, después, estuvieron muy lejos de practicar con los navarros el apartheid, la segregación, el empobrecimiento calculado, o la generación, dentro de Navarra, de enclaves españoles.

Pero es que además, last but not least, no hay que olvidar que Navarra, en el siglo XIX, al revés que el País Vasco, alcanza un acuerdo con España en la denominada Ley Paccionada; que es la razón de que hasta el general Franco, a su manera eso sí, respetase los fueros navarros. Y es lo que hace posible que Navarra se alzase mayoritariamente en julio del 36, y no precisamente en defensa de su separación respecto de España.

Cataluña nunca se ha identificado con Irlanda. Lo cual es lógico, porque de hacerlo, habría hecho el ridículo. Un elemento fundamental del conflicto irlandés es la pobreza relativa respecto de Inglaterra, mantenida e incluso multiplicada por los ingleses. Como decía el post anterior, España nunca ha diseñado y, consecuentemente, nunca ha llevado a cabo, estrategia alguna para reducir Cataluña a la pobreza. Por lo tanto, la identificación entre Cataluña e Irlanda es poco consistente, por decirlo de forma educada.

El primer post sobre esta materia ya decía que son los propios nacionalistas los que aducen el ejemplo. Las referencias actuales a una solución al conflicto vasco "como en Irlanda" no son pocas. Y, como ya apunté en el post, quien quiera explorar la explotación de los paralelismos entre las "tragedias" irlandesa y gallega, no tiene más que repasarse la obra de Benito Vicetto. 

España nunca ha invadido el País Vasco o Galicia, ni se los ha anexionado, los ha tratado de asimilar, que es peor.

Bueno, en primer lugar, eso de que "es peor" lo escribe alguien, supongo, que nunca ha sido invadido. Por eso, entiendo, escribe que "es peor" que a uno lo asimilen. Aquí tengo un primer punto de desacuerdo; si he de elegir, yo, al menos, prefiero que me asimilen a que me invadan.

Pero, por lo demás: para que se produzca un intento de asimilación, entiendo yo, tienen que darse dos cosas: una, la diferencia. La voluntad de ser otra cosa. Otra, la violencia, la imposición. Es evidente que en el pasado remoto hay una intención de asimilación; pero no la realizada por España. Galicia es, por utilizar la terminología del comentarista, "asimilada" por la corona astur; que tiene una identidad religiosa, pero difícilmente española. Lo mismo le pasa a los vascos que, como ya decía en mi anterior comentario, incluso dan mujeres de reyes y madres de reyes en tiempos en los que Hispania, lejos de ser una referencia estatal, política, cultural o histórica, es una referencia geográfica y religiosa.

Para poder sustantivar la afirmación que figura arriba en negrita, pues, es necesario demostrar, para el siglo VIII de la era actual: a) la existencia de una conciencia gallega y vasca; b) la existencia de una conciencia española con la voluntad de asimilar las conciencias descritas en a). Yo creo que ni a) ni b) son ciertas. Los hombres que se unen a Pelayo en Covadonga son gardingos que se apuntan a la hercúlea tarea de reconquistar la Iberia visigótica. En modo alguno se sienten españoles, si, sobre todo, por españoles entendemos señores de identidad distinta a la de los habitantes de Galicia, del País Vasco, de Cataluña, o de Portugal.

La religión en España es pro-unidad de la patria española.

El comentarista que ha escrito esto, que dice tener fondo de archivo para aburrir, es, en mi opinión, víctima de un síndrome que yo llamo Síndrome del Calentamiento Global. Le pasa a aquellas personas que dicen cosas como: "Estamos en enero y hace un calor de la hostia; qué duda cabe que el planeta se está calentando".

Puede que el planeta se esté calentando, sí. Pero hasta los meteorólogos que creen en el calentamiento global le explicarán a este imaginario comunicante que sostener que porque un día concreto de un año concreto hace calor, eso demuestra que hará más calor de aquí en adelante, es de aurora boreal. Con las mismas, si un solo día de junio va y hace un frío de la hostia, podremos concluir que el planeta se va a enfriar durante los próximos cien años.

El discurso religioso histórico español difícilmente podrá ser antivasco por cuanto, en buena medida, se genera en el Pais Vasco. Durante todo el siglo XIX, los ejércitos carlistas se paseaban por España y, cada vez que tomaban o entraban en una villa, lo primero que hacían era cantar misas. De hecho, en el bando carlista, que es el bando de los vascos, navarros, catalanes y buena parte de los gallegos, es donde militan la inmensa mayoría de los clérigos trabucaires, ultramontanos, conservadores a más no poder, retrógrados como ellos solos, representantes de la más rancia tradición católica española. No por casualidad el carlismo transmuta parcialmente en el siglo XX en una cosa que se llama tradicionalismo, esto es, defensa de las tradiciones de toda la vida.

El nacionalismo vasco, que yo sepa, tiene sus grandes iluminadores en los hermanos Arana, los cuales tenían un lema bastante evidente: Jaun Goikua eta Lege zarra, o sea, Dios y Leyes Viejas. Hombre, no seré yo quien niegue que Sabino Arana tenía su punto de inteligencia cuestionable; pero tan, tan gilipollas como para apuntarse a la ideología que, según nuestro comentarista, era, le cito, "pro-unidad de España", no le veo.

Por lo demás, si el contertulio le echa un vistazo a los debates producidos en la II República en torno a la cuestión religiosa en la Constitución, comprobará con facilidad que el más ardiente crítico de las pretensiones laicistas de la mayoría es un diputado que llevaba el muy andaluz apellido Beunza. No creo que haga falta que le explique a qué minoría pertenecía pero, vaya, se presentó a las elecciones por una sedicente coalición católico-fuerista...

Como digo, el comentarista puede ser víctima del Síndrome del Calentamiento Global. Su fondo de archivo inacabable, tal vez, se refiere a los tiempos del franquismo. Punto en el cual no le niego la mayor, ni la menor. Pero es que España, contando desde la boda de Isabel y Fernando, han pasado casi 550 años, de los cuales Franco ocupa el 6,5%.


¿Considera el autor que España (o sus reyes propietarios) conquistan Cataluña -así como el resto de territorios aragoneses- en la guerra de Sucesión?

 Como el autor es gallego, contesta a la pregunta con otra pregunta: exactamente, ¿a qué ente distinto de España pertenecían Cataluña "y el resto de territorios aragoneses" durante la guerra de Sucesión? Porque convendrá el comunicante en que para ser "conquistado" hay que ser "otra cosa" distinta del conquistador; porque nadie se conquista a sí mismo...

La guerra de Sucesión tiene el hombre muy bien puesto, porque eso es lo que es. Lo que combaten las tropas felipistas no es, por lo tanto, a las personas (no les vamos a llamar españoles para no levantar ronchas) de tal o cual sentimiento o nacionalidad, sino a los partidarios del otro sucesor. Sucesor que, a una serie de territorios, les ha prometido unos derechos especiales, que no su independencia respecto de España, puesto que el señor archiduque, a menos que esté yo equivocado, lo que quería era discutirle a Felipe V el mando sobre toda España, porque se consideraba con derecho sucesorio sobre la corona.

¿Considera el autor que en el siglo XVIII España conquistó Cataluña? Respuesta: no.

Cabe recordar, como ya he hecho otras veces en este blog que, como cuenta meticulosamente T.S. Elliot en su libro sobre el conde-duque, apenas unas décadas antes de la guerra de Sucesión, cuando Felipe IV y su primer ministro se van a Barcelona a pedir pasta para las guerras, la contestación de Barcelona, además de un no, es reclamar representantes catalanes en el Consejo de Castilla. Curiosa manera de reclamar la independencia...

¿Se puede considerar que la inmigración peninsular generalmente del sur y centro hacia Cataluña y el País Vasco un ejemplo paralelo de menor grado para formar eventualmente enclaves no-catalanes y no-vascos en dichos territorios en el momento del nacimiento de ambos nacionalismos?

¿Se puede considerar? Respuesta: no.

Repasemos cosas ya escritas en el anterior comentario. Una: la implantación presbiteriana en Irlanda viene precedida de una limpieza étnica de irlandeses en el área entre el río Shannon y la mar. Se produce mediante una legislación, las Acts of Settlement, que concede viva e intensa prelación a los protestantes sobre los católicos, que difícilmente pueden poseer tierras si, entre otras cosas, no las pudieron legar hasta finales del XVIII. La implantación protestante en Inglaterra fue planfiicada y defendida con las armas.

¿Emigraron andaluces, extremeños y gallegos a Barcelona en furgonetas de la Legión, que les protegía de ser agredidos? No (en Irlanda: Sí). ¿Tomaron esos emigrantes pisos, barrios, terrenos o lugares en los que estaban asentados catalanes que, asimismo, fueron expulsados por la dicha Legión o tropa equivalente? No (en Irlanda: Sí). ¿Existe algún papel, en algún archivo, que haya sido descubierto, donde un gobierno español establezca la planificación de estos asentamientos con el confesado objetivo de desleer el peso de los catalanes de sangre en la población de Cataluña? No (en Irlanda: Sí). ¿Fue, de hecho, aquella emigración planificada? No (para desgracia de quienes la llevaron a cabo) (en Irlanda: Sí).

Last but not least. ¿Qué son, hoy, los hijos y nietos de los partidarios setenteros del reverendo Ian Paisley? Respuesta: irlandeses protestantes. ¿Qué son hoy los hijos o nietos de aquellos emigrantes que se fueron a Cataluña? Respuesta: secretarios generales del PSC, o de Esquerra.

En consecuencia, ¿por qué razón España encargó al tonto de los Hermanos Calatrava su estrategia de creación de enclaves no catalanes en Cataluña?

¿Considera real la ocurrencia de prejuicios catalanofóbicos, y los considera más graves en calado y extensión que respecto a gallegos y vascos?

Históricamente hablando, y éste es un blog de Historia, no. La catalanofobia es un fenómeno relativamente moderno, aunque, cierto es, más antiguo de lo que parece (ya Manuel Azaña era catalanófobo a su manera, por ejemplo; como lo era la prensa de Madrid durante el siglo XIX con ocasión de las discusiones sobre el proteccionismo). Pero ojo con el Síndrome del Calentamiento Global...

En una cosa sí tiene razón el comentarista: el sentimiento anticatalán actual de una parte de la sociedad española es peor que el vascófofo (no detecto existencia de gallegofobia ni navarrofobia, la verdad). Pero para entrar en los motivos y geografía de ese problema, le sugiero se busque un blog que hable de la actualidad.

Las políticas lingüísticas han sido históricamente uniformadoras con objetivo asimilador de la lengua castellana

¿Históricamente? ¿Seguro? ¿Está el comunicante seguro de que en la Barcelona bajo el cetro de Carlos I, o de Felipe IV, o incluso, por qué no, de Fernando VII, era delito hablar catalán? ¿Aprecia el autor que los juegos poéticos florales, tan habituales en el siglo XIX en Barcelona, se celebraban en la clandestinidad, quizá? ¿Está informado el comunicante de que aquellos juegos florales premiaban los poemas patrióticos (y, por cierto, religiosos; la religión, al lado de la unidad española, como siempre) y que el ganador recibía un título catalán (Mestre en Gai Saber)?

Aprovecho para apostillarle a este comunicante que no ha de esperar para saber qué opina el autor de este blog sobre la génesis y desarrollo histórico del nacionalismo catalán. No encontrará en este blog menos de cinco o diez artículos sobre la materia.

Como segunda apostilla, el mismo comunicante habla de la posible identificación entre el asunto catalán y el escocés. Yo, sinceramente, no creo en ello.

Eduardo I, rey de pata normanda (no propiamente British, pues), es el primer rey inglés porque se da cuenta de un elemento estratégico fundamental: olvidar las posesiones continentales (no olvidemos que las serias pretensiones de su dinastía a la corona de Francia generarán la guerra de los Cien Años) y aplicarse a la dominación de la isla donde tiene asentadas las posaderas. Así las cosas, invade y anexiona Gales, donde no encuentra propiamente una organización como tal y, en realidad, ha de combatir a un señor de la guerra llamado, si no me falla la memoria, Gwynedd.  Como lo de Gales le sale de coña, mira al norte. Pero en Escocia se encuentra otra cosa: a una dinastía establecida, los reyes Canmore. De hecho, no iniciará la invasión de Escocia hasta que los Canmore se encuentren en situación comprometida tras la muerte de su rey Alejandro III y, poco después, de su nieta y heredera.

Inglaterra, pues, llamó a la puerta de Escocia y, cuando le abrieron, se lió a hostias.

Castilla, cuando llamó a la puerta de Aragón, le echó un polvo al inquilino de la casa.



No parece que sean situaciones muy parecidas.

lunes, febrero 27, 2012

9 razones por las que España no es Irlanda

Las ideologías en general, y las nacionalistas muy en particular, viven de mantras. Mantras más o menos eficientes a la hora de tocar la sensibilidad del personal. Uno de los mantras de al menos dos nacionalismos existentes en España, el vasco y el gallego, es considerar que hay muchos puntos de conexión entre su situación y la de Irlanda respecto de Inglaterra. El centro de la identificación se basa en que es consistente con el argumento de que existe un conflicto. En España, como en Irlanda, hay un conflicto secular con las nacionalidades internas. Somos la Irlanda de España, decían los primeros nacionalistas gallegos modernos, como Vicetto, Chao o Murguía. Las referencias de los vascos al proceso histórico irlandés son comunes.Esto es algo que, además, por parte euskaldún se ha usado mucho en los últimos tiempos, dado que irlandeses son muchos de los asesores del denominado proceso de paz.

Es posible, y desde luego, deseable, que esos asesores logren sus objetivos finales. Pero eso no es óbice para considerar la cuestión de si hay una Irlanda en España. Y, la verdad, esa afirmación, desde el punto de vista histórico, es una chorrada de tomo y lomo.

Son demasiadas las razones que explican por qué son ejemplos distintos. Hoy, aquí, nos ocupamos, tan sólo, de las más gruesas.

1.- Porque España nunca ha invadido el País Vasco o Galicia, ni se los ha anexionado

La Historia de la relación colonial entre Inglaterra e Irlanda comienza con una guerra y una victoria: la del conde Pembroke en 1170, año en que hace su entrada en Dublín, acto que inicia la dominación inglesa sobre la isla vecina.

Nunca las tropas hispanas, fuesen éstas astures, leonesas, castellanas o la Brigada Paracaidista, han penetrado en un ente político nacional llamado País Vasco o Galicia, con la conciencia de que fuera un sitio diferente que estaban invadiendo. Lejos de ello, las tierras de la actual comunidad autónoma gallega formaron parte bien pronto de las posesiones de la corona astur que guerreaba contra el moro. La tendencia centrífuga existió, ciertamente, y justifica, en parte, la invención del mito de Santiago y el comienzo del fenómeno jacobeo. Pero es éste un hecho que ocurre tan pronto en el tiempo que no cabe hablar de resistencia gallega contra el concepto de España. O, dicho de otra forma: la pulsión de no ser parte de la corona astur es anterior al sentimiento de pertenecer a una nación gallega.

En el caso de los vascos, el asunto está aún, si cabe, más claro. Se podría pensar, como de hecho formula una parte de la mitología vasca, que el pueblo vascón permaneció durante siglos y siglos totalmente aislado del resto del mundo, como consecuencia de su compleja orografía. Que los vascos, por lo tanto, no pasaron jamás del árbol Malato. Como decir, se puede decir; también se puede decir que George Clooney es la reencarnación del Papa Urbano II. Pero decirlo no lo convierte en verdad.

En primer lugar, las crónicas visigóticas están petadas de relatos de incursiones de los vascos mucho más allá del condado de Treviño. De hecho, varias de las veces que los vascones decidieron probar con sus razzias, llegaron a la altura de Zaragoza, por lo menos.

No son pocas las pruebas de que la integración de lo vasco en la España de la Alta Edad Media era intensa. La mayoría de los filólogos, por ejemplo, está de acuerdo en considerar que el monje de San Millán de la Cogolla, ése que, que sepamos, primero se expresó en español, era bilingüe entre ese primer idioma castellano y el euskera. Este hecho es bien patente si tenemos en cuenta que el vasquismo está ampliamente extendido a lo ancho y largo de toda España. Siendo la mayoría de los topónimos, en España y en cualquier otro lugar habitado por humanos, hidrónimos y orónimos (esto es, nombres que están señalando la presencia de algún accidente natural que identifica la población), el vasco tiene uno bien conocido: arantz, de donde arantza o Aránzazu, que significa espino. Los pueblos con espinos son relativamente abundantes en lo que hoy es el País Vasco; pero también bastante lejitos. Sin ir más lejos, en aquellos primeros tiempos de lo que luego fue España, sin AVE ni nada, aquellos vascos que por lo visto estaban solitos entre sus montañas, tratando de protegerse de una pretendida invasión española, llegaron hasta Arantzjuez, y allí dejaron su espinita clavada.

Todo eso sin olvidar a Munia, la esposa del astur rey Fruela, vasca por los cuatro costados, como bien nos recuerda en sus libros Sánchez Albornoz. Como vasco fue el refugio del futuro rey Alfonso el Casto, su hijo, durante los años duros.

En consecuencia, los españoles, ni siquiera cuando todavía no lo eran, tuvieron jamás la pulsión (más bien diría yo: la necesidad) de invadir a unos tipos que formaban parte de su tierra.

Esto no es así, ni modo, en el caso de Inglaterra e Irlanda. La oposición frontal irlandesa al Estado inglés data de conferencia de Munster, celebrada en los tiempos de la reina virgen Isabel I, en la cual los irlandeses se reafirmaron en su fe católica y le hicieron una higa a la reforma anglicana iniciada por Enrique VIII.

Ni vascos ni gallegos, por cierto, tienen figuras históricas que exhibir como la de Brian Boru, demostrativas de la existencia de una monarquía, un Estado, previa a la ocupación.

En fecha históricamente tan tardía como 1800, Gran Bretaña decreta la unión con Irlanda. A dicha fecha, la “unión” del País Vasco y Galicia “con” España no era cosa que se cuestionara.

2.- Porque nunca España ha reaccionado creando un enclave antivasco en el País Vasco o Galicia.

La afirmación anterior equivale a decir: porque nunca se ha producido, en el caso español, el hecho que es el cornerstone del problema irlandés o, más específicamente, norirlandés. El problema irlandés comienza, en efecto, ya durante las represiones ordenadas por Isabel I tras la conferencia de Munster, pues en Londres comienza a manejarse la posibilidad de crear enclaves protestantes artificiales dentro de Irlanda.

Los ejércitos ingleses que entraron en Irlanda en aquellos años llevaban la orden expresa de exterminar a los irlandeses entre el río Shannon y el mar, para sí dejar sitio para el establecimiento de colonos ingleses anglicanos. La Historia de España (y la de Galicia, y la del País Vasco) no registran una orden siquiera parecida.

En el siglo XVII, 200.000 hectáreas del Ulster habían sido repartidas ya a colonos protestantes en el Ulster. En dicho siglo, la política de Inglaterra de meter en Irlanda todo lo que fuese, siempre que profesase la fe protestante, llevó a radicar en la isla a lo peor de Europa. Tanto es así que se popularizó comentar de todo aquel que fuese un bandarra, un ladrón, un putero o un vago: “Acabará en Irlanda”.

3.- Porque la religión de España nunca ha sido antivasca ni antigallega.


En el siglo XVII, el arzobispo anglicano de Armagh, monseñor Usher, pronunció una famosa homilía en la que dijo: “La religión de los papistas es supersticiosa y herética; la tolerancia para con ellos es un grave pecado”. De esta forma, la dominación inglesa sobre los irlandeses adquirió los tintes de la justicia religiosa, basándose en el concepto de que el catolicismo era un cristianismo de baja calidad, propio de personas supersticiosas e incultas. Ciertamente, qué razón tenían los presbiterianos: como todo el mundo sabe, a las brujas de Salem se las apiolaron unos enviados del Papa, mientras los habitantes del pueblo, protestantes todos, trataban de impedirlo.

La Historia de España incluye el desarrollo de una institución importada para ejercitar la presión política y la limpieza étnica desde la religión: la Inquisición. Pero la Inquisición se cebó en judíos y moriscos, no, que se sepa, en vascos y gallegos por el hecho de serlo.

4.- Porque España nunca ha cometido el genocidio de las poblaciones vasca y gallega y nunca ha sido racista respecto de las mismas.


Los historiadores han estimado que, tras la rebelión irlandesa de 1641 y la consecuente entrada en el país de la armada inglesa, cinco sextas partes de la población adulta irlandesa en condiciones de luchar fue masacrada. Cinco sextas partes. Sic.

Ni vascos ni gallegos pueden exhibir algo que pálidamente se le parezca.

Tras la rebelión que acabamos de citar, el respeto de los ingleses por la condición humana de los irlandeses era tan profundo que centenares de hombres (sobre todo, curas católicos), mujeres y niños fueron vendidos como esclavos. Como todo el mundo sabe, las zafras en la Cuba española eran realizadas por gentes esclavizadas de Lequeitio y Guitiriz, milagrosamente liberadas por el ejército estadounidense tras la guerra del 98.

En 1847, Irlanda vive una devastadora plaga agrícola que mata sus patatas, que son la base de la alimentación de la población. En consecuencia, se declara una hambruna en la que fallecen 600.000 personas, a las que habría que añadir las 800.000 que huyen del hambre, casi todas a Estados Unidos. En la cámara de los Lores, discutiéndose la situación, se escuchó la siguiente intervención, que está en las actas: “Las patatas rojas y las algas, espolvoreadas con sal, proporcionan alimentación sana y nutritiva. Todos nosotros sabemos que los irlandeses pueden vivir de cualquier cosa, y que los prados están llenos de hierba, en el caso de que les falten las patatas”.

Sería interesante saber qué precedentes históricos existen en España de actos en los cuales gallegos o vascos hayan sido considerados, por decirlo en términos hitlerianos, Untermenschen, e igualados con los rumiantes.

De hecho, en la dinámica entre españolismo y vasquismo, si alguien ha sido racista es el segundo. Los libros y artículos de Sabino Arana están repletos de apelaciones racistas hacia la estupidez congénita y miseria personal de los no vascos. No existe una sola obra en el, por así decirlo, bando españolista, que hoy se pueda considerar tan respetada como la de Arana y que diga cosas así de los vascos.

5.- Porque España nunca ha decretado leyes específicamente antivascas ni antigallegas.

… como sí hicieron los ingleses en Irlanda.

A partir de la segunda mitad del siglo XVII, los irlandeses no podían entrar en la marina, ni en el ejército. No podían ser jueces ni funcionarios judiciales. Se les prohibió poseer caballos con un valor superior a cinco libras lo cual, en la práctica, los condenaba a realizar buena parte de las roturaciones de sus campos a brazo, y moverse apenas. Aquel católico que fuese encontrado con una espada en la mano era ahorcado.

La autorización legal para que un irlandés pudiese heredar se aprobó en 1778. Lo cual quiere decir que los irlandeses tuvieron que esperar 600 años para poder disfrutar de dicho derecho. La libertad de enseñanza de la religión católica data de 1782.

Hace bien pocas décadas, en Irlanda estuvo vigente la Special Powers Act, que permitía el arresto sin orden judicial, legalizaba los castigos corporales y la detención sin juicio, así como la censura de prensa (a los lectores que tengan la tentación de hacer un símil entre la SPA y la legislación antiterrorista española, les recomendaría que volviesen a leer la frase escrita). La ley prohibía, asimismo, que los irlandeses pudiesen siquiera poseer los libros, discos, etc., que los ingleses considerasen subversivos (cosa que también se ha hecho en España aunque, lamentablemente para los nacionalistas, el objetivo de esta medida ha sido siempre el conjunto de la población).

6.- Porque España ni ha celebrado, ni celebra, victoria militar alguna sobre vascos o gallegos.

Los vascos españolistas celebrarán, supongo yo, el 12 de octubre, día que conmemora la llegada de Colón a las cosas de La Española. Como los gallegos españolistas y como los extremeños españolistas. Pero los irlandeses britanistas no celebraban el día de la Reina ni pollas en vinagre. Celebraban el 1 de julio  de 1690, es decir la batalla de Boyne en la que Guillermo de Orange (por eso los irlandeses protestantes radicales se llaman orangistas) derrotó a Jacobo II, quien pretendía gobernar Inglaterra otorgando derechos a los irlandeses y, probablemente, derogando las nefandas Acts of Settlement en virtud de las cuales los protestantes se establecían en Irlanda, la hacían suya y comenzaban a tratar a los naturales del país como extraños.

La única victoria que se puede considerar realizada de España sobre el País Vasco es la de la guerra carlista prima. Pero, primero, no fue una victoria propiamente dicha. Y, segundo, la guerra carlista es una guerra civil en la que, pese a estar el asunto vasco y navarro en su mismo centro y ser su motor, se ventilaron otras cosas. Las guerras entre Irlanda e Inglaterra, la sublevación de 1641, la de 1796 de la Liga de los Irlandeses Unidos, o la de 1798 de los Yeomanry, jamás se han mezclado con nada.

Y, en todo caso, España no celebra a día de hoy, ni lo ha hecho nunca, las victorias cristinas en la guerra carlista paseando tamborileros por la calle y afirmando que aquel día los sucios vascos mordieron el polvo.

7.- Porque España nunca ha permitido, menos fomentado, la creación de armadas paramilitares españolistas en País Vasco o Galicia.

En 1913, cuando Inglaterra está a punto de doblar por primera vez la cerviz en el tema irlandés y aprobar su Home Rule o autogobierno, el abogado protestante Edward Carson y el capitán James Craig, éste último veterano de la guerra de los boers, crean la Ulster Volunteer Force, UVF, con 80.000 hombres al mando de un general llamado George Richardson.

Ya en el siglo XX, en Irlanda se crearon tres policías auxiliares, denominadas la A, la B y la C. Los primeros estaban disponibles para actuar en el acto, los segundos podían ser convocados y los terceros tenían funciones administrativas. Los cuerpos A y C fueron pronto disueltos, pero los B Especiales existieron durante dos décadas.

Los B especiales tienen una larga historia de asesinatos, robos, abusos, violaciones, etc., en la persona de católicos irlandeses. En el verano de 1969, los B Especiales se ganaron, finalmente, su disolución; pero no fue después de nueve muertos y 300 heridos tras una razzia en los barrios católicos de Belfast.

8.- Porque España nunca ha planificado la miseria económica del País Vasco o de Galicia.


Tras firmar, a regañadientes, la partición entre sí misma e Irlanda (aunque conservando Irlanda del Norte), Inglaterra suspendió sus inversiones en la isla vecina (que vendía el 80% de sus mercancías a Inglaterra) y le impuso el pago de cinco millones de libras anuales en concepto de indemnizaciones por los daños producidos en las distintas insurrecciones. Cabe recordar, además, que permaneció impasible durante la hambruna de mediados del XIX, deteriorando con ello la posición económica irlandesa y obligando a sus habitantes a una emigración masiva (que era, muy probablemente, lo que estaba buscando Londres).

Los historiadores no han encontrado, a día de hoy, trazas de estrategia alguna diseñada en Madrid para labrar la pobreza de Galicia, País Vasco o Cataluña. Lejos de ello, España adoptó durante casi un siglo las prácticas proteccionistas que demandaba la industria catalana y vasca, y que arruinaron al sector lanero castellano; bloqueó, en 1919, cuando por la riqueza de la neutralidad en la guerra mundial estaba en las mejores condiciones para hacerlo, la modernización de su sistema fiscal porque esas mismas empresas no querían pagar tanto; y ha otorgado a los territorios forales unas condiciones fiscales realmente privilegiadas.

9.- Por la propia naturaleza del foralismo.


En el caso de los vascos, su nacionalismo siempre ha sido, históricamente hablando, foralista. Esto es, se ha basado en reivindicar la conservación de unos fueros, es decir unos derechos propios, privilegiados.

Pero el foralismo repele el independentismo. Un fuero es un derecho otorgado, y sólo otorgan derechos quienes tienen poder sobre un territorio; los reyes, normalmente. Si alguien reclama sus fueros, automáticamente está admitiendo la autoridad de quien los otorga.

Esto lo saben bien los irlandeses, que jamás han reclamado de los ingleses la devolución de fuero alguno sino, simple y llanamente, que se fuesen a tomar por culo. El Home Rule, la autodeterminación irlandesa, no era sino un paso para la independencia, como siempre dejaron claro sus impulsores.

domingo, febrero 26, 2012

Soluciones a las letrillas


Aquí tenéis las soluciones a las letrillas anticlericales.

Riñas, odios y rencores
fomenta entre si mayores
la familia clerical
que la gente mundanal.

Fácil, ¿no? Prueba ahora con éste:

Canon, regla significa;
de ahí canónigo se fiça,
ya que bajo juramento
ha de estar todo momento.
De Dios consagrado a la gloria,
pompa y cargo, ¡palmatoria!
Más que correr hacia el coro
eligen paseo y oro
y las ropas militares
prefieren a las talares.
Rara vez se ocupan de algo
que debamos celebrarlo.
Son de corazón avaro,
no prestan al pobre amparo;
ni dan a Dios lo que sobra
aunque de la Iglesia cobran.



Si quiere la canongía
cuando llegue la oposición
ofrezca algún doblón
a los de la Compañía



Si alguno a un tomista imita
con doblones ande diestro:
venda al punto a su maestro
y dé el voto al jesuita.


¿Y una vez conseguida la canongía? ¿Cuál será el siguiente escalón? Dice la letrilla:

Será el principal cuidado
de un canónigo actual
aunque falte a lo esencial
pretender un obispado.