viernes, junio 09, 2023

El otro Napoleón (41: El emperador liberal y bocachancla)

Introducción/1848
Elecciones
Trump no fue el primero
Qué cosa más jodida es el Ejército
Necesitamos un presidente
Un presidente solo
La cuestión romana
El Parlamento, mi peor enemigo
Camino del 2 de diciembre
La promesa incumplida
Consulado 2.0
Emperador, como mi tito
Todo por una entrepierna
Los Santos Lugares
La precipitación
Empantanados en Sebastopol
La insoportable levedad austríaca
¡Chúpate esa, Congreso de Viena!
Haussmann, el orgulloso lacayo
La ruptura del eje franco-inglés
Italia
La entrevista de Plombières
Pidiendo pista
Primero la paz, luego la guerra
Magenta y Solferino
Vuelta a casa
Quién puede fiarse de un francés
De chinos, y de libaneses
Fate, ma fate presto
La cuestión romana (again)
La última oportunidad de no ser marxista
La oposición creciente
El largo camino a San Luis de Potosí
Argelia
Las cuestiones polaca y de los duques
Los otros roces franco-germanos
Sadowa
Macroneando
La filtración
El destino de Maximiliano
El emperador liberal y bocachancla
La Expo
Totus tuus
La reforma-no-reforma
Acorralado
Liberal a duras penas
La muerte de Víctor Noir
El problemilla de Leopold Stephan Karl Anton Gustav Eduardo Tassilo Fürst von Hohenzollern.Sigmarinen
La guerra, la paz; la paz, la guerra
El poder de la Prensa, siempre manipulada
En guerra
La cumbre de la desorganización francesa
Horas tristes
El emperador ya no manda
Oportunidades perdidas
Medidas desesperadas
El fin
El final de un apellido histórico
Todo terminó en Sudáfrica


 

La gran consecuencia de Sadowa había sido que Europa, dando la espalda a la hegemonía francesa que venía produciéndose, de una manera u otra, durante décadas, le había dado la autorización a Prusia, por medio del llamado tratado de Praga, para organizar la confederación alemana a su criterio. Y eso hizo. Bismarck: creó el Bundesrat o consejo federal, y el Reichstag o parlamento elegido por sufragio universal, un poco al estilo de la Cámara de los Comunes británica. Los Estados del Norte fueron reunidos en una confederación, mientras que los Estados del Sur, los menos prusianos por así decirlo, firmaron una serie de tratados de amistad y cooperación que, en la práctica, los hacían dependientes del poder berlinés. En 1867, como acertadamente escribía el embajador francés en Viena, los primeros ministros de Baden, de Würtemberg o de Baviera, eran, en la práctica, corresponsales prusianos.

miércoles, junio 07, 2023

El otro Napoleón (40: El destino de Maximiliano)

Introducción/1848
Elecciones
Trump no fue el primero
Qué cosa más jodida es el Ejército
Necesitamos un presidente
Un presidente solo
La cuestión romana
El Parlamento, mi peor enemigo
Camino del 2 de diciembre
La promesa incumplida
Consulado 2.0
Emperador, como mi tito
Todo por una entrepierna
Los Santos Lugares
La precipitación
Empantanados en Sebastopol
La insoportable levedad austríaca
¡Chúpate esa, Congreso de Viena!
Haussmann, el orgulloso lacayo
La ruptura del eje franco-inglés
Italia
La entrevista de Plombières
Pidiendo pista
Primero la paz, luego la guerra
Magenta y Solferino
Vuelta a casa
Quién puede fiarse de un francés
De chinos, y de libaneses
Fate, ma fate presto
La cuestión romana (again)
La última oportunidad de no ser marxista
La oposición creciente
El largo camino a San Luis de Potosí
Argelia
Las cuestiones polaca y de los duques
Los otros roces franco-germanos
Sadowa
Macroneando
La filtración
El destino de Maximiliano
El emperador liberal y bocachancla
La Expo
Totus tuus
La reforma-no-reforma
Acorralado
Liberal a duras penas
La muerte de Víctor Noir
El problemilla de Leopold Stephan Karl Anton Gustav Eduardo Tassilo Fürst von Hohenzollern.Sigmarinen
La guerra, la paz; la paz, la guerra
El poder de la Prensa, siempre manipulada
En guerra
La cumbre de la desorganización francesa
Horas tristes
El emperador ya no manda
Oportunidades perdidas
Medidas desesperadas
El fin
El final de un apellido histórico
Todo terminó en Sudáfrica


 

Maximiliano nunca se había llevado bien con los mandos de las tropas francesas desplazadas a América; pero esa mala relación había terminado por mutar en simple y puro desprecio mutuo. Por mucho que Maximiliano no lo habría deseado, Bazaine se había convertido en el reyezuelo de México. Maximiliano intentó mandar sobre las grandes decisiones militares y, sobre todo, realizar una política de contención del gasto, eliminando los que consideraba excesivos. Pero, claro, eso, ¿cuándo mierdas se ha llevado a cabo? Bazaine, por su parte, se dedicó, básicamente, a tratar de segar la hierba bajo los pies del emperador, a base de enviar cartas a París contando que era un mierda que no se enteraba de nada.

lunes, junio 05, 2023

El otro Napoleón (39: La filtración)

Introducción/1848
Elecciones
Trump no fue el primero
Qué cosa más jodida es el Ejército
Necesitamos un presidente
Un presidente solo
La cuestión romana
El Parlamento, mi peor enemigo
Camino del 2 de diciembre
La promesa incumplida
Consulado 2.0
Emperador, como mi tito
Todo por una entrepierna
Los Santos Lugares
La precipitación
Empantanados en Sebastopol
La insoportable levedad austríaca
¡Chúpate esa, Congreso de Viena!
Haussmann, el orgulloso lacayo
La ruptura del eje franco-inglés
Italia
La entrevista de Plombières
Pidiendo pista
Primero la paz, luego la guerra
Magenta y Solferino
Vuelta a casa
Quién puede fiarse de un francés
De chinos, y de libaneses
Fate, ma fate presto
La cuestión romana (again)
La última oportunidad de no ser marxista
La oposición creciente
El largo camino a San Luis de Potosí
Argelia
Las cuestiones polaca y de los duques
Los otros roces franco-germanos
Sadowa
Macroneando
La filtración
El destino de Maximiliano
El emperador liberal y bocachancla
La Expo
Totus tuus
La reforma-no-reforma
Acorralado
Liberal a duras penas
La muerte de Víctor Noir
El problemilla de Leopold Stephan Karl Anton Gustav Eduardo Tassilo Fürst von Hohenzollern.Sigmarinen
La guerra, la paz; la paz, la guerra
El poder de la Prensa, siempre manipulada
En guerra
La cumbre de la desorganización francesa
Horas tristes
El emperador ya no manda
Oportunidades perdidas
Medidas desesperadas
El fin
El final de un apellido histórico
Todo terminó en Sudáfrica



El 29 de julio, el almirante de la armada austríaca Freiherr Wilhelm von Tegetthoff, al mando de una flota de barcos de madera, se llevó por delante a la flota italiana en Lissa. Fue una victoria importante, pero nada suficiente como para poder contrapesar el elevado peso geopolítico que había adquirido Prusia, verdadero árbitro de la situación, sobre todo por incomparecencia de Francia. En consecuencia, el 26 de julio, en Nikolsburg, Bismarck dictó los términos del acuerdo entre los contendientes, teóricamente pactado con los franceses porque la honra y la imagen hay que salvarla siempre. Austria desaparecía definitivamente de los territorios alemanes, que de esta manera quedaban libres para la influencia y el control prusianos.