miércoles, diciembre 30, 2020

La Armada (17: el tropezón coruñés)

 Aquí están todas las tomas de esta serie. Los enlaces irán apareciendo conforme se publiquen los posts.

La carambola del cuanto peor, mejor
Las dudas y no dudas de Alejandro Farnesio
Una idea de maduración lenta
Drake, el antiespañol
La reina no quiere; pero da igual
Cádiz
Drake se queda sin fuerzas frente a Lisboa
La guerra flamenca de Diego Pablo Simeone
Las indudables ventajas de luchar contra un gilipollas
La peripecia de los reformados forales en Coutras
Alemanes, suizos, y viceversa
The pela is the pela
Don Álvaro se estresa y hace chof
La Armada se arma como buenamente puede
El Capitán América de la catolicidad entra en París
Ni sivuplé ni hostias
El tropezón coruñés
La famosa frase que Drake, probablemente, nunca pronunció
El librito de un dominico gilipollas y un primer asalto nulo
La batalla que fue como cuando John Connor dispara al cyborg
Entre Parma y Palmer, y sin barcazas
Por fin, los ingleses rompen la creciente
Por qué la Armada jode

Con las últimas luces de aquel día, Catalina de Medicis visitó de nuevo el Louvre, para aconsejar a su atribulado hijo. Al rey, lo que le dijo la mama no le gustó demasiado, pero era lo que había: si el rey licenciaba a su guardia y se apartaba de quienes habían sido hasta entonces su entourage; si decidía modificar la sucesión en el trono para evitar la llegada de elementos pro o filo hugonotes; y si accedía a que el poder efectivo de la nación lo ejerciese el duque de Guisa, se le permitiría seguir siendo el rey, como en el corrido mexicano.

lunes, diciembre 28, 2020

La Armada (16: ni sivuplé ni hostias)

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La carambola del cuanto peor, mejor
Las dudas y no dudas de Alejandro Farnesio
Una idea de maduración lenta
Drake, el antiespañol
La reina no quiere; pero da igual
Cádiz
Drake se queda sin fuerzas frente a Lisboa
La guerra flamenca de Diego Pablo Simeone
Las indudables ventajas de luchar contra un gilipollas
La peripecia de los reformados forales en Coutras
Alemanes, suizos, y viceversa
The pela is the pela
Don Álvaro se estresa y hace chof
La Armada se arma como buenamente puede
El Capitán América de la catolicidad entra en París
Ni sivuplé ni hostias
El tropezón coruñés
La famosa frase que Drake, probablemente, nunca pronunció
El librito de un dominico gilipollas y un primer asalto nulo
La batalla que fue como cuando John Connor dispara al cyborg
Entre Parma y Palmer, y sin barcazas
Por fin, los ingleses rompen la creciente
Por qué la Armada jode


En las 48 horas aproximadas que siguieron a la entrada de Enrique de Guisa en París, el rey Enrique de Valois habría de llegar a una conclusión clara o, más bien, dos. La primera, que no sería posible llegar a ningún tipo de componenda con la Santa Liga; la cual, claramente, no pretendía sino machacarlo y tirarlo al albañal de la Historia; y, la segunda, que había perdido el control de las calles de París.

viernes, diciembre 18, 2020

Vacaciones

 


miércoles, diciembre 16, 2020

La Armada (15: el Capitán América de la catolicidad entra en París)

Aquí están todas las tomas de esta serie. Los enlaces irán apareciendo conforme se publiquen los posts.

La carambola del cuanto peor, mejor
Las dudas y no dudas de Alejandro Farnesio
Una idea de maduración lenta
Drake, el antiespañol
La reina no quiere; pero da igual
Cádiz
Drake se queda sin fuerzas frente a Lisboa
La guerra flamenca de Diego Pablo Simeone
Las indudables ventajas de luchar contra un gilipollas
La peripecia de los reformados forales en Coutras
Alemanes, suizos, y viceversa
The pela is the pela
Don Álvaro se estresa y hace chof
La Armada se arma como buenamente puede
El Capitán América de la catolicidad entra en París
Ni sivuplé ni hostias
El tropezón coruñés
La famosa frase que Drake, probablemente, nunca pronunció
El librito de un dominico gilipollas y un primer asalto nulo
La batalla que fue como cuando John Connor dispara al cyborg
Entre Parma y Palmer, y sin barcazas
Por fin, los ingleses rompen la creciente
Por qué la Armada jode



Jueves, 12 de mayo de 1588. Cinco de la mañana. Todavía está oscuro, pues el hombre aún está sometido a los dictados de los movimientos del sol y no de las chorradas horarias de los gobiernos y de la Comisión Europea. En su dormitorio que da justo al chaflán de la Rue des Pouilles, el embajador español en París, Bernardino de Mendoza, ronca como si se hubiera tragado a un oso que se hubiera tragado al campeón de eructos de Calasparra. Sin embargo, lo despierta la batahola de un grupo de hombres armados que viene bajando la Rue de Saint-Honoré. Mirando por la ventana, Mendoza alcanza a distinguir unos ridículos pantalones bombachos, exageradamente ahuecados como si sus portadores tuviesen los muslos de Hulk, y se da cuenta de que son miembros de la guardia suiza del rey. Detrás vienen guardias franceses; y todos toman la calle Saint-Honoré. El sol comienza a salir, y bajo su luz brillan los morriones, las picas, los arcabuces, dispuestos por la formación defensiva. A las tropas se las tragan, lentamente, las callejuelas que llevan al Louvre. Pronto, comienzan a sonar las cajas y los pífanos.

lunes, diciembre 14, 2020

La Armada (14: la Armada se arma como buenamente puede)

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La carambola del cuanto peor, mejor
Las dudas y no dudas de Alejandro Farnesio
Una idea de maduración lenta
Drake, el antiespañol
La reina no quiere; pero da igual
Cádiz
Drake se queda sin fuerzas frente a Lisboa
La guerra flamenca de Diego Pablo Simeone
Las indudables ventajas de luchar contra un gilipollas
La peripecia de los reformados forales en Coutras
Alemanes, suizos, y viceversa
The pela is the pela
Don Álvaro se estresa y hace chof
La Armada se arma como buenamente puede
El Capitán América de la catolicidad entra en París
Ni sivuplé ni hostias
El tropezón coruñés
La famosa frase que Drake, probablemente, nunca pronunció
El librito de un dominico gilipollas y un primer asalto nulo
La batalla que fue como cuando John Connor dispara al cyborg
Entre Parma y Palmer, y sin barcazas
Por fin, los ingleses rompen la creciente
Por qué la Armada jode


Felipe II quería que Álvaro de Bazán saliese ya de la bocana del Tajo para encenderle el pelo a los ingleses y hacer posible la invasión del país por las tropas de Parma. Bazán, sin embargo, no las tenía todas consigo. El experimentado marino había calculado que, para poder dominar a la flota inglesa, necesitaría, como poco, medio centenar de galeones, y apenas tenía trece; y uno de ellos estaba tan hecho polvo que el almirante dudaba de que se pudiera hacer a la mar. Además, quería disponer de un centenar más de barcos grandes, fuertemente armados, además de una cuarentena de naves de aprovisionamiento, seis galeazas, cuarenta galeras y otros barcos de menor tamaño. En lugar de esto, a finales de enero todavía contaba sólo con cuatro galeazas, más una abigarrada macedonia de sesenta y setenta barcos más de diversos tipos; literalmente, lo que se había podido alquilar al norte y al sur de Europa. Muchos de estos barcos no estaban ya en el mejor de los momentos de su existencia y eran, además, notablemente lentos para las demandas de una operación como aquélla. Los mejores de entre todos eran los barcos vascos, al mando de Oquendo y Recalde; pero estaban pobremente armados.

viernes, diciembre 11, 2020

La Armada (13: don Álvaro se estresa y hace chof)

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La carambola del cuanto peor, mejor
Las dudas y no dudas de Alejandro Farnesio
Una idea de maduración lenta
Drake, el antiespañol
La reina no quiere; pero da igual
Cádiz
Drake se queda sin fuerzas frente a Lisboa
La guerra flamenca de Diego Pablo Simeone
Las indudables ventajas de luchar contra un gilipollas
La peripecia de los reformados forales en Coutras
Alemanes, suizos, y viceversa
The pela is the pela
Don Álvaro se estresa y hace chof
La Armada se arma como buenamente puede
El Capitán América de la catolicidad entra en París
Ni sivuplé ni hostias
El tropezón coruñés
La famosa frase que Drake, probablemente, nunca pronunció
El librito de un dominico gilipollas y un primer asalto nulo
La batalla que fue como cuando John Connor dispara al cyborg
Entre Parma y Palmer, y sin barcazas
Por fin, los ingleses rompen la creciente
Por qué la Armada jode


A todos los argumentos ligados a la importancia primaria de la paz hay que unir el hecho de que Isabel, y el partido que la apoyaba dentro de su propio Consejo Privado, tendían a pensar que el pacto con el rey Felipe no tenía que ser complejo ni imposible. Al fin y al cabo, se trataba, simplemente, de que El Escorial aceptase las condiciones que, once años antes, había aceptado ya don Juan de Austria: respeto para las libertades de las diecisiete provincias unidas, y retirada de las tropas españolas, a cambio de que los Estados Generales proclamasen su fidelidad al que tradicionalmente era su señor, Felipe de España, heredero de los Estados de su abuelo de igual nombre, y la defensa de la fe católica.

miércoles, diciembre 09, 2020

La Armada (12: the pela is the pela)


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La carambola del cuanto peor, mejor
Las dudas y no dudas de Alejandro Farnesio
Una idea de maduración lenta
Drake, el antiespañol
La reina no quiere; pero da igual
Cádiz
Drake se queda sin fuerzas frente a Lisboa
La guerra flamenca de Diego Pablo Simeone
Las indudables ventajas de luchar contra un gilipollas
La peripecia de los reformados forales en Coutras
Alemanes, suizos, y viceversa
The pela is the pela
Don Álvaro se estresa y hace chof
La Armada se arma como buenamente puede
El Capitán América de la catolicidad entra en París
Ni sivuplé ni hostias
El tropezón coruñés
La famosa frase que Drake, probablemente, nunca pronunció
El librito de un dominico gilipollas y un primer asalto nulo
La batalla que fue como cuando John Connor dispara al cyborg
Entre Parma y Palmer, y sin barcazas
Por fin, los ingleses rompen la creciente
Por qué la Armada jode


Dispersados dentro de la región de Beauce, tras haber rechazado el ataque por sorpresa de los católicos del duque de Guisa, los jinetes alemanes cada vez se parecían menos a un ejército propiamente dicho. Las nóminas llegaban con cuentagotas y la guerra, por así decirlo, tampoco estaba aportando grandes beneficios. Una parte muy significativa de la tropa estaba enferma, y la otra solía pasar las horas profundamente mamada. El componente suizo de las tropas retomó sus negociaciones con el rey de Francia; en cuanto las condiciones económicas les parecieron suficientes, decidieron que se volvían a casa. Los alemanes, que recibían cartas de Isabel desde Londres y de Enrique de Navarra desde sus posiciones con promesas bonitas pero ni un níquel, también estaban pensando en regresar a casa, puesto que nadie les pagaba. El plan de los germanos era tirar hacia el Este, buscando las fuentes del Loira y buscando, con ello, a la tropa del navarro. Si, al conectar ambas armadas, Enrique no le enseñaba una maleta de dinero, Dohna y sus tropas seguirían hacia Borgoña, el Franco Condado y, después, Deutschland. Pero, en realidad, nadie esperaba que Enrique fuese a estar donde se le esperaba.

viernes, diciembre 04, 2020

La Armada (11: alemanes, suizos, y viceversa)

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Las dudas y no dudas de Alejandro Farnesio
Una idea de maduración lenta
Drake, el antiespañol
La reina no quiere; pero da igual
Cádiz
Drake se queda sin fuerzas frente a Lisboa
La guerra flamenca de Diego Pablo Simeone
Las indudables ventajas de luchar contra un gilipollas
La peripecia de los reformados forales en Coutras
Alemanes, suizos, y viceversa
The pela is the pela
Don Álvaro se estresa y hace chof
La Armada se arma como buenamente puede
El Capitán América de la catolicidad entra en París
Ni sivuplé ni hostias
El tropezón coruñés
La famosa frase que Drake, probablemente, nunca pronunció
El librito de un dominico gilipollas y un primer asalto nulo
La batalla que fue como cuando John Connor dispara al cyborg
Entre Parma y Palmer, y sin barcazas
Por fin, los ingleses rompen la creciente
Por qué la Armada jode 



Enrique de Navarra había terminado la jornada de Coutras aseverando: “ahora nadie podrá decir que los hugonotes no ganan batallas”. Sin embargo, lo que estaba por ver era que el bearnés fuese capaz de administrar adecuadamente dicha victoria. Las visiones tras la misma eran muy distintas. Los caballeros de la zona de Poitou y más al sur eran partidarios de aprovecharla para realizar un avance hacia el sur cuyo objetivo fuese barrer la presencia católica más allá del Loira. El príncipe de Condé era de la misma idea, y lo era por motivos muy personales. Sabía bien que el área había sido un enclave fuertemente independentista durante muchos siglos; que no había abandonado nunca del todo esas ambiciones, de hecho, la división generada en el país por el protestantismo no había hecho otra cosa que profundizarla; y, consecuentemente, ambicionaba con construirse una Francia pequeñita para él.

miércoles, diciembre 02, 2020

La Armada (10: la peripecia de los reformados forales en Coutras)

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La carambola del cuanto peor, mejor
Las dudas y no dudas de Alejandro Farnesio
Una idea de maduración lenta
Drake, el antiespañol
La reina no quiere; pero da igual
Cádiz
Drake se queda sin fuerzas frente a Lisboa
La guerra flamenca de Diego Pablo Simeone
Las indudables ventajas de luchar contra un gilipollas
La peripecia de los reformados forales en Coutras
Alemanes, suizos, y viceversa
The pela is the pela
Don Álvaro se estresa y hace chof
La Armada se arma como buenamente puede
El Capitán América de la catolicidad entra en París
Ni sivuplé ni hostias
El tropezón coruñés
La famosa frase que Drake, probablemente, nunca pronunció
El librito de un dominico gilipollas y un primer asalto nulo
La batalla que fue como cuando John Connor dispara al cyborg
Entre Parma y Palmer, y sin barcazas
Por fin, los ingleses rompen la creciente
Por qué la Armada jode



Estamos ya en octubre de 1587. El rey de Navarra y su ejército no están, precisamente, en la mejor de las situaciones. Están, básicamente, cercados. La suya es la tropa de los hugonotes, de los protestantes franceses. Una tropa que, a pesar de que la población protestante de Francia sí puede, teóricamente, competir con la católica, sobre todo en amplias y ricas zonas de la nación, sin embargo, como ejército, es demasiado débil. De hecho, el rey sabe que si presenta batalla, las posibilidades son muchas de que la flor y la nata de la casa Borbón acabe, como dicen los franceses, mordiendo los dientes de león por las raíces (esto quiere decir: muertos y enterrados); lo cual podría causar una herida sangrante definitiva a la causa del calvinismo francés.

lunes, noviembre 30, 2020

La Armada (9: las indudables ventajas de luchar contra un gilipollas)

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La carambola del cuanto peor, mejor
Las dudas y no dudas de Alejandro Farnesio
Una idea de maduración lenta
Drake, el antiespañol
La reina no quiere; pero da igual
Cádiz
Drake se queda sin fuerzas frente a Lisboa
La guerra flamenca de Diego Pablo Simeone
Las indudables ventajas de luchar contra un gilipollas
La peripecia de los reformados forales en Coutras
Alemanes, suizos, y viceversa
The pela is the pela
Don Álvaro se estresa y hace chof
La Armada se arma como buenamente puede
El Capitán América de la catolicidad entra en París
Ni sivuplé ni hostias
El tropezón coruñés
La famosa frase que Drake, probablemente, nunca pronunció
El librito de un dominico gilipollas y un primer asalto nulo
La batalla que fue como cuando John Connor dispara al cyborg
Entre Parma y Palmer, y sin barcazas
Por fin, los ingleses rompen la creciente
Por qué la Armada jode



Sluys estaba situada en medio de un laberinto de islas comunicadas por canales, muchos de ellos muy significativamente afectados por la marea, que periódicamente los inundaba o los dejaba sin calado. El estuario del Zwyn era el canal más practicable para llegar a la ciudad, y estaba guardado por un viejo castillo. Las diferentes aproximaciones existentes a la ciudad estaban separadas por agua, por lo que el riesgo de que algunas o varias de las tropas destinadas a la toma de la ciudad pudieran quedarse aisladas era alto. Por eso, era consenso entre los capitanes de Parma en el sentido de que el asedio de la ciudad tendría que ser largo y extremadamente costoso; tanto que consideraban que el ejército español corría el peligro de dejarse allí casi toda su efectividad. Así pues, al igual que habían hecho con Ostende, recomendaron no abordar la operación.

viernes, noviembre 27, 2020

La Armada (8: la guerra flamenca de Diego Pablo Simeone)

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La carambola del cuanto peor, mejor
Las dudas y no dudas de Alejandro Farnesio
Una idea de maduración lenta
Drake, el antiespañol
La reina no quiere; pero da igual
Cádiz
Drake se queda sin fuerzas frente a Lisboa
La guerra flamenca de Diego Pablo Simeone
Las indudables ventajas de luchar contra un gilipollas
La peripecia de los reformados forales en Coutras
Alemanes, suizos, y viceversa
The pela is the pela
Don Álvaro se estresa y hace chof
La Armada se arma como buenamente puede
El Capitán América de la catolicidad entra en París
Ni sivuplé ni hostias
El tropezón coruñés
La famosa frase que Drake, probablemente, nunca pronunció
El librito de un dominico gilipollas y un primer asalto nulo
La batalla que fue como cuando John Connor dispara al cyborg
Entre Parma y Palmer, y sin barcazas
Por fin, los ingleses rompen la creciente
Por qué la Armada jode


Drake, en efecto, permaneció en los últimos días de mayo cerca de cabo San Vicente; pero estaba cambiando de idea. La última semana del mes de mayo la pasó esperando que los barcos que había enviado con despachos hacia Inglaterra regresasen para incorporarse a su flota. Cuando juzgó que había reunido la fuerza, tomó una decisión un tanto extraña.

miércoles, noviembre 25, 2020

La Armada (7: Drake se queda sin fuerzas frente a Lisboa)

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La carambola del cuanto peor, mejor
Las dudas y no dudas de Alejandro Farnesio
Una idea de maduración lenta
Drake, el antiespañol
La reina no quiere; pero da igual
Cádiz
Drake se queda sin fuerzas frente a Lisboa
Las indudables ventajas de luchar contra un gilipollas
La guerra flamenca de Diego Pablo Simeone
La peripecia de los reformados forales en Coutras
Alemanes, suizos, y viceversa
The pela is the pela
Don Álvaro se estresa y hace chof
La Armada se arma como buenamente puede
El Capitán América de la catolicidad entra en París
Ni sivuplé ni hostias
El tropezón coruñés
La famosa frase que Drake, probablemente, nunca pronunció
El librito de un dominico gilipollas y un primer asalto nulo
La batalla que fue como cuando John Connor dispara al cyborg
Entre Parma y Palmer, y sin barcazas
Por fin, los ingleses rompen la creciente
Por qué la Armada jode


El clima de mostró esquivo con los ingleses durante algunos días. Drake hubo, pues, de aplazar su desembarco en cabo San Vicente hasta el día 14 de mayo, cinco jornadas después, por lo tanto, de la fecha inicialmente pensada. Decidió atacar no en Sagres sino en Lagos, un puerto más tranquilo. Drake juzgó que, siendo un lugar que había perdido bastante importancia como puerto en las últimas décadas a causa del enorme poder atractor que ejercía Cádiz para todo comercio, le sería bastante fácil tomar la ciudad; los más escépticos de entre sus oficiales, sin embargo, consideraban que, si tomarla sería fácil, en realidad lo que habría que discutir más a fondo era la facilidad de conservarla.

lunes, noviembre 23, 2020

La Armada (6: Cádiz)

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La carambola del cuanto peor, mejor
Las dudas y no dudas de Alejandro Farnesio
Una idea de maduración lenta
Drake, el antiespañol
La reina no quiere; pero da igual
Cádiz
Drake se queda sin fuerzas frente a Lisboa
Las indudables ventajas de luchar contra un gilipollas
La guerra flamenca de Diego Pablo Simeone
La peripecia de los reformados forales en Coutras
Alemanes, suizos, y viceversa
The pela is the pela
Don Álvaro se estresa y hace chof
La Armada se arma como buenamente puede
El Capitán América de la catolicidad entra en París
Ni sivuplé ni hostias
El tropezón coruñés
La famosa frase que Drake, probablemente, nunca pronunció
El librito de un dominico gilipollas y un primer asalto nulo
La batalla que fue como cuando John Connor dispara al cyborg
Entre Parma y Palmer, y sin barcazas
Por fin, los ingleses rompen la creciente
Por qué la Armada jode



El rey Felipe II solía pasar los meses de mayo en Aranjuez. Le gustaba recibir allí la primavera, y no le culpo porque, la verdad, la floración en esta población ribereña es bastante impresionante. Aquel año de 1587, la primavera había llegado pronto, y eso había provocado que el rey hubiese incluso adelantado sus planes, pues el día 29 de abril estaba ya paseando por los jardines del lugar. Fue allí, durante un paseo, a las cuatro de la tarde, cuando le alcanzó un edecán, que portaba un correo llegado desde París y cuyo origen era Bernardino de Mendoza. En aquella carta, el embajador español advertía al rey de la partida, el día 12 de aquel mismo mes, de una treintena de barcos, al mando de Drake, desde el puerto de Plymouth. Extrañamente, el rey Felipe no leyó aquel despacho inmediatamente; de hecho, no lo hizo hasta el día siguiente. Resulta difícil saber los porqués de dicho retraso. Tal vez se distrajo con otra cosa, tal vez no se encontró bien (para entonces, ya sufría de gota); o tal vez, simplemente, era un hombre acostumbrado a recibir comunicaciones a decenas y, por lo tanto, había aprendido que lo urgente rara vez se presenta. En todo caso, da igual, porque aunque Felipe hubiese leído las noticias en la tarde del 29, la capacidad de reacción apenas habría mejorado.

viernes, noviembre 20, 2020

La Armada (5: la reina no quiere; pero da igual)

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La carambola del cuanto peor, mejor
Las dudas y no dudas de Alejandro Farnesio
Una idea de maduración lenta
Drake, el antiespañol
La reina no quiere; pero da igual
Cádiz
Drake se queda sin fuerzas frente a Lisboa
Las indudables ventajas de luchar contra un gilipollas
La guerra flamenca de Diego Pablo Simeone
La peripecia de los reformados forales en Coutras
Alemanes, suizos, y viceversa
The pela is the pela
Don Álvaro se estresa y hace chof
La Armada se arma como buenamente puede
El Capitán América de la catolicidad entra en París
Ni sivuplé ni hostias
El tropezón coruñés
La famosa frase que Drake, probablemente, nunca pronunció
El librito de un dominico gilipollas y un primer asalto nulo
La batalla que fue como cuando John Connor dispara al cyborg
Entre Parma y Palmer, y sin barcazas
Por fin, los ingleses rompen la creciente
Por qué la Armada jode


La relación entre Drake e Isabel no fue siempre fluida ni fácil. De hecho, en 1586, cuando se produjo la expedición a las Indias que ya he señalado, la reina se cogió un globo de la hostia con su marino cuando descubrió que la cosa se había saldado con pérdidas. Además, en ese momento, todavía caliente el cuerpo de María, Isabel iba por unos derroteros que no eran los del enfrentamiento que tanto le gustaba a Drake. La reina, en ese punto, temía ya la llegada de una Armada española; pero temía, sobre todo, las consecuencias de ésta. Al contrario de que alguno de sus asesores, con análisis tal vez demasiado apresurados y superficiales, Isabel, que había aprendido de su padre a leer con especial precisión los movimientos orquestales en la oscuridad internacional, consideraba que la Armada ni siquiera tenía que desembarcar en Inglaterra con éxito para hacerle daño al país. Incluso fracasando, se decía, podría arrancar un éxito a largo plazo si el resultado de la expedición fuese: o bien la caída del rey francés en manos de la casa de Lorena o su sumisión a la misma; o bien, una alianza táctica entre España y Escocia, donde Isabel empezaba ya a experimentar hasta qué punto Jacobo tenía sus propias ideas.

miércoles, noviembre 18, 2020

La Armada (4: Drake, el antiespañol)

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La carambola del cuanto peor, mejor
Las dudas y no dudas de Alejandro Farnesio
Una idea de maduración lenta
Drake, el antiespañol
La reina no quiere; pero da igual
Cádiz
Drake se queda sin fuerzas frente a Lisboa
Las indudables ventajas de luchar contra un gilipollas
La guerra flamenca de Diego Pablo Simeone
La peripecia de los reformados forales en Coutras
Alemanes, suizos, y viceversa
The pela is the pela
Don Álvaro se estresa y hace chof
La Armada se arma como buenamente puede
El Capitán América de la catolicidad entra en París
Ni sivuplé ni hostias
El tropezón coruñés
La famosa frase que Drake, probablemente, nunca pronunció
El librito de un dominico gilipollas y un primer asalto nulo
La batalla que fue como cuando John Connor dispara al cyborg
Entre Parma y Palmer, y sin barcazas
Por fin, los ingleses rompen la creciente
Por qué la Armada jode


La Armada que finalmente fue diseñada para invadir Inglaterra vino a ser, de alguna manera, una mezcla de los planes de Bazán y de Parma, muñida por el rey como a él le gustaba, en la soledad de su despacho. Parma recibiría algunos refuerzos desde Italia, que habrían de llegar a las Provincias Unidas por tierra. Mientras se producía dicho traslado, Bazán debía acopiar una flota en Lisboa, diseñada tanto para enfrentarse y controlar a los barcos ingleses como para transportar tropas. Una vez que la Armada estuviese en el Canal, escoltaría a las barcazas de Parma hasta algún punto previamente designado, probablemente cerca de la desembocadura del Támesis. Una vez producido el desembarco, Álvaro de Bazán debería permanecer en la zona con sus barcos para garantizar la comunicación por mar de Parma con las Provincias Unidas. Estipulaba el rey que, si la flota inglesa presentaba batalla o si la ocasión de juzgaba propicia, Bazán debía dar dicha batalla; pero sin perder nunca de vista que su función principal era la escolta de las tropas que pretendían cruzar el Canal. Bernardino de Mendoza conocía este plan cuando menos medio año antes de la ejecución de María; y es más que probable que fuese ese conocimiento el que lo convenciera de la necesidad de presionar como presionó para que hubiese una contundente respuesta española.

lunes, noviembre 16, 2020

La Armada (3: una idea de maduración lenta)

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La carambola del cuanto peor, mejor
Las dudas y no dudas de Alejandro Farnesio
Una idea de maduración lenta
Drake, el antiespañol
La reina no quiere; pero da igual
Cádiz
Drake se queda sin fuerzas frente a Lisboa
Las indudables ventajas de luchar contra un gilipollas
La guerra flamenca de Diego Pablo Simeone
La peripecia de los reformados forales en Coutras
Alemanes, suizos, y viceversa
The pela is the pela
Don Álvaro se estresa y hace chof
La Armada se arma como buenamente puede
El Capitán América de la catolicidad entra en París
Ni sivuplé ni hostias
El tropezón coruñés
La famosa frase que Drake, probablemente, nunca pronunció
El librito de un dominico gilipollas y un primer asalto nulo
La batalla que fue como cuando John Connor dispara al cyborg
Entre Parma y Palmer, y sin barcazas
Por fin, los ingleses rompen la creciente
Por qué la Armada jode


Si hubo alguien a quien la bula del Papa Pío animó en extremo, fue a William Allen. Es muy probable que el documento del pontífice, a pesar de no dejar de ser la típica posición aparentemente muy categórica pero, en realidad, sin consecuencia real alguna, fuese lo que le movió a creer en la posibilidad de algún tipo de movida violenta tendente a rescatar a María de las garras de los protestantes. Sabemos que en 1575, Allen ya formaba parte de varios planes de conspiración tendentes a realizar dicho rescate y a eliminar a Isabel de la ecuación de varias maneras. En ese momento, sin embargo, el campeón del golpismo católico, por así llamarlo, era un amigo de Allen, Nicholas Sander. Sin embargo, Sander intentó animar una revuelta en Irlanda, en una acción en la que perdería la vida. A su muerte, corrió el escalafón.

viernes, noviembre 13, 2020

La Armada (2: las dudas y no dudas de Alejandro Farnesio)

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La carambola del cuanto peor, mejor
Las dudas y no dudas de Alejandro Farnesio
Una idea de maduración lenta
Drake, el antiespañol
La reina no quiere; pero da igual
Cádiz
Drake se queda sin fuerzas frente a Lisboa
Las indudables ventajas de luchar contra un gilipollas
La guerra flamenca de Diego Pablo Simeone
La peripecia de los reformados forales en Coutras
Alemanes, suizos, y viceversa
The pela is the pela
Don Álvaro se estresa y hace chof
La Armada se arma como buenamente puede
El Capitán América de la catolicidad entra en París
Ni sivuplé ni hostias
El tropezón coruñés
La famosa frase que Drake, probablemente, nunca pronunció
El librito de un dominico gilipollas y un primer asalto nulo
La batalla que fue como cuando John Connor dispara al cyborg
Entre Parma y Palmer, y sin barcazas
Por fin, los ingleses rompen la creciente
Por qué la Armada jode


Alejandro Farnesio, duque de Parma, Plasencia y Castro y gobernador general de las Provincias Unidas en nombre de su rey, Felipe de España, conoció la noticia de la muerte de María incluso antes de que Bernardino de Mendoza se la comunicase. Estaba en Bruselas, hibernando, y muy contento no se quedó. Desde que Farnesio se había unido a su tío, Juan de Austria, en el teatro holandés (1577), había estado obsesionado con una operación de rescate de María, la toma de Londres a sangre y fuego y la reinstauración en Inglaterra de la verdadera Fe. Tanto Parma como Juan de Austria habían llegado a la conclusión, personalmente creo que cierta, de que la única manera de que las Provincias Unidas se pacificasen bajo un gobierno católico era que el bastión puritano inglés cayese. Mientras tanto, los rebeldes siempre contarían con un oleoducto de dinero, medios y hombres. Para los españoles, intentar controlar las Provincias Unidas sin controlar Inglaterra venía a ser el mismo error que intentar controlar Vietnam sin controlar China. 

miércoles, noviembre 11, 2020

La Armada (1: la carambola del cuanto peor, mejor)

Aquí están todas las tomas de esta serie. Los enlaces irán apareciendo conforme se publiquen los posts.

La carambola del cuanto peor, mejor
Las dudas y no dudas de Alejandro Farnesio
Una idea de maduración lenta
Drake, el antiespañol
La reina no quiere; pero da igual
Cádiz
Drake se queda sin fuerzas frente a Lisboa
Las indudables ventajas de luchar contra un gilipollas
La guerra flamenca de Diego Pablo Simeone
La peripecia de los reformados forales en Coutras
Alemanes, suizos, y viceversa
The pela is the pela
Don Álvaro se estresa y hace chof
La Armada se arma como buenamente puede
El Capitán América de la catolicidad entra en París
Ni sivuplé ni hostias
El tropezón coruñés
La famosa frase que Drake, probablemente, nunca pronunció
El librito de un dominico gilipollas y un primer asalto nulo
La batalla que fue como cuando John Connor dispara al cyborg
Entre Parma y Palmer, y sin barcazas
Por fin, los ingleses rompen la creciente
Por qué la Armada jode


A finales del siglo XVI, 1587 para ser más exactos, si hubiera habido casas de apuestas online funcionando en Inglaterra, no tengo yo claro que hubiera una apuesta ganadora sobre el futuro político del país. La reina, Isabel I, tenía 35 años. Una edad muy provecta para su tiempo a la hora de tener descendencia; en esos años, cuando menos los más informados del país, los miembros del Consejo Privado y su entourage, comenzaban a coquetear con, por no decir resignarse a, la idea de que Isabel no iba a resolver el sudoku dinástico inglés teniendo descendencia ella misma.

lunes, noviembre 09, 2020

Franco y Dios (y 31: cuando Franco decidió mutar en Franco)

Como quiera que el tema de España, la República y la Iglesia ha sido tratado varias veces en este blog, aquí tienes algunos enlaces para que no te pierdas.

El episodio de la senda recorrida por el general Franco hacia el poder que se refiere a la Pastoral Colectiva

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Y ahora vamos con las tomas de esta serie. Ya sabes: los enlaces irán apareciendo conforme se publiquen.



La entrada de los Estados Unidos en la guerra mundial supuso un problema para España desde muchos puntos de vista. Pero, quizás, el más impactante para la pequeña historia que estamos contando aquí es el hecho de que Washington, tras la Conferencia de Río, arrastrase a la comunidad latinoamericana a romper sus relaciones con el Eje. Personalmente, creo que ponerse a discutir sobre si Franco tuvo, o no, la presciencia de darse cuenta de que Hitler iba a perder la guerra es una discusión inútil. Y es inútil porque yo creo que no fue el Franco militar el que tomó la decisión de tomar distancia con el Eje, sino el Franco jefe de un Estado que ahora se encontraba con que la partida diplomática mundial (antes incluso que la bélica) se ponía en contra de sus aliados y, por lo tanto, puesto que era un país no beligerante, tenía la flexibilidad de quitarse de en medio, y la necesidad de utilizarla. Como digo, cuándo se dio cuenta Franco de que Hitler perdería la guerra es lo de menos; lo demás es cuándo se dio cuenta de que no podía enfrentarse frontalmente con los Estados Unidos.

viernes, noviembre 06, 2020

Franco y Dios (30: Y Serrano Súñer se dio, por fin, cuenta de que había cosas de las que no tenía ni puta idea)

Como quiera que el tema de España, la República y la Iglesia ha sido tratado varias veces en este blog, aquí tienes algunos enlaces para que no te pierdas.

El episodio de la senda recorrida por el general Franco hacia el poder que se refiere a la Pastoral Colectiva

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Y ahora vamos con las tomas de esta serie. Ya sabes: los enlaces irán apareciendo conforme se publiquen.


España y el Vaticano estaban en esa típica situación de la política en la que dos partes han firmado un acuerdo en el que el en fondo no creen y, por lo tanto, se dedican a darse patadas por debajo de la mesa. Ya hemos contado que el gobierno español le coló un gol al Vaticano en la forma que tuvo de redactar en el BOE el nombramiento de Pla i Deniel; pero llovía sobre mojado, porque ambas partes ya habían tenido un conflicto en torno a la redacción de la correspondiente bula vaticana.

miércoles, noviembre 04, 2020

El libro que todo licenciado en Historia debería leer




Qué: Veritas. A Harvard professor, a con man and the Gospel of Jesus' Wife.
Quién: Ariel Sabar.
Con quién: Doubleday.
Precio: 20,38 pavos en el Kindle.
Versión en la lengua de los cristianos: no, que yo sepa.
Calificación: 8,5 sobre 10.


Veritas es un libro inteligentemente escrito por un periodista, Ariel Sabar, que sin duda conoce su oficio. La suya es la historia de una investigación periodística que abarcó varios años y diversos puntos del mundo, hasta desentrañar una de las falsificaciones más famosas de nuestros últimos tiempos: la del presunto trozo de papiro copto que incluiría el testimonio de la existencia de una esposa de Jesús; esposa que, además, podría tener un rol bastante preeminente en la primera iglesia cristiana. 

Éste tema ya lo toqué, tangencialmente, en un post, redactado en todo el fragor de la noticia, en el que, sucintamente, mostraba mi extrañeza porque fuese tan escandaloso para muchos el dato de que Jesús estuviese casado (lo de que lo estuvo con María Magdalena, además, la prostituta María Magdalena, ya es más difícil de encajar en lo que sabemos). De hecho, sostenía, y sostengo por la presente, que el hecho de que los Evangelios no nos dibujen a un Jesús casado y con hijos es una de las (muchas) pruebas que existen, cuando menos en mi opinión, de que la historicidad del fundador del cristianismo es una ful. Que si Jesús existió, tuvo que ser alguien tan distinto de lo que los Evangelios dicen de él que, en realidad, su existencia poca importancia tiene. Que, en consecuencia, el cristianismo está montado sobre un relato mítico ahistórico. 

Perdí el interés por la movida de Karen King y su supuesto gran descubrimiento porque, como digo, para mí ofrecía pocos alicientes. Sin embargo, cuando este septiembre Sabar publicó el libro, me lo pillé y me puse a leerlo, por ver si la historia volvía a interesarme. Y vaya si lo hizo. En la historia de la estafa histórica del pregunto papirito de los cojones hay de todo: un estafador más raro que la puñeta, a ratos egiptólogo, a ratos impulsor de portales pornográficos en internet donde a su mujer se la pulen otros; una universidad ambiciosa; y unos scholars que ya, ya... 

No os quiero destripar el libro porque, verdaderamente, hay que leerlo. Pero, sucintamente, la historia viene a ser ésta. Un tipo con conocimientos en Historia Antigua, pero al que la vida le ha llevado por otros derroteros, se encuentra en una situación financieramente comprometida. Conocedor de los entresijos de la investigación sobre Historia Antigua ligada a los principios de la cristiandad, y consciente de la corriente de interés por las vicisitudes del pene del Salvador desde la publicación de El código da Vinci, novela-meconio que, como sabéis, sostiene precisamente la teoría de que Jesús y la Magdala eran churris y que una tipa bigotona que sale en la peli es su tatara-tatara nieta; consciente de todo eso, digo, decide falsificar un presunto papiro egipcio del siglo IV donde vendría a figurar, con las lógicas faltas de texto, una especie de diálogo sobre la pertinencia de que una mujer pueda ser apóstol de Jesús; diálogo en el que aparecería el texto: "Jesús dijo (...) mi esposa (...)"

O sea: la prueba fehaciente de que la idea (sólo casualmente) de moda en el momento de la falsificación es cierta.

Como digo, de la lectura del libro saco la conclusión de que el falsificador era hombre bien informado sobre la marcha de la cristianología. Ciertamente, en las últimas décadas buena parte de la investigación sobre los orígenes del cristianismo se ha centrado en las elaboraciones gnósticas y en tratar de colocar los evangelios no canónicos, los desechados por la Iglesia, al mismo nivel de aquéllos a los que los Francisquitos han pegado la etiqueta quality control passed. Esto lleva a especular con cuál fue la verdadera vida, y el verdadero mensaje, de Jesús. Si os interesa la movida, os recomiendo un libro, citado por cierto en Veritas, de hace cosa de un cuarto de siglo, titulado The five gospels. El tema de los gnósticos es, para mí, de gran importancia, si bien no tanto como alternativa al cristianismo entendida como una creencia que sostendría teorías e ideas muy diferentes de éste, sino como una visión filosófica, y también mundana, que bien pudo llevar al mundo por derroteros muy diferentes de aquéllos que finalmente holló. Pero ésa es otra historia; esta historia no va de entender a fondo los movimientos gnósticos y las cosas que llevaban en zurrón; va del tema exclusivo de si alguna vez Jesús tuvo simiente y, si la tuvo, si regó o no regó con ella.

Así las cosas, el estafador practica lo que en el Ejército llamaban tiro preciso. No sólo realiza la falsificación, sino que se la vende a la persona adecuada: Karen King. ¿Por qué Karen? Pues porque Karen, como el agente Mulder, wants to believe. Importante profesora de la Escuela de la Divinidad de Harvard, Karen King es una especialista en el Evangelio de María, unos textos en griego y copto encontrados a finales del siglo XIX, y una teórica de la idea de que la mujer tuvo un papel en la primera Iglesia muy superior al que históricamente se le ha reconocido. El suyo, pues, es un punto de vista feminista para el cual, un pedazo de papel en el que Jesús diga "Yo tengo churri y, además, es mi apóstola", le viene de perlas.

Tratando de no hacerlos espóiler, os diré que, ciertamente, desde casi el primer segundo en el que Karen King expone su gran descubrimiento con ocasión de un seminario internacional en Roma, surgen las dudas sobre la autenticidad del papiro. Afortunadamente, éste es el mensaje optimista que deja esta libro, todavía quedan en este mundo estudiosos que no son tributarios de otra cosa que de la verdad de las cosas; y no pocos de ellos no tardaron en darse cuenta de que había varias cosas fishy en aquel papiro. Como digo, no destriparé las cosas más allá de lo necesario; pero baste decir que ni las pruebas físicas sobre el papel y la tinta; ni la revisión del lenguaje copto de las frases; ni elementos como la potente resemblanza de dichas frases con el llamado Evangelio de Tomás, tendían a confirmar la autenticidad de la historia. La forma en la que estas dudas son, de alguna manera, orilladas o ninguneadas a lo largo del relato resulta bastante acojonante; máxime pensando que la universidad que está detrás no es, precisamente, la Universidad Laboral de Cerro Podrido. 

Y ésta es la razón por la creo que este libro deberían leerlo, como lectura obligatoria, todos los estudiantes de Historia, sus profesores, y los que algún día fueron estudiantes, hoy están licenciados y son, pues, sedicentes historiadores. Afirmación tras la que tengo que embarcarme en una digresión, ya lo siento.

Algunos de vosotros sabéis, otros supongo que no, que tengo cuenta en Twitter. No la uso mucho porque las polémicas tuiteras me dan una pereza que te cagas, pero, bueno, la abrí por petición popular para poder informar de la publicación de mis posts, y ahí sigo (@JotadJota). 

Por pura selección natural, he ido siguiendo, cada vez más, a historiadores y divulgadores de la Historia. Hay gente realmente buena y por lo general mucho cachondeo mental, que es algo muy sano. Aguas abajo de estas actitudes sanas y generosas, la verdad es que seguir a tuitstorians me ha convencido de que la Historia, la Historia que a mí me gusta y que procuro absorber, ha muerto. Ha muerto porque la Historia, hoy, está en manos de personas que tienen un concepto de esa misma Historia como disciplina que, desde luego, no es el mío. 

Karen King, lo cuenta muy bien Sabar en el libro, basa en el siguiente razonamiento su teoría de que las mujeres apóstolas y sacerdotisas llenaron el Bernabéu en los siglos I y II: puesto que hay autores en la patrística que destacaron en sus escritos que la mujer no debía ocupar esos puestos (el principal, Tertuliano, un nota de cojones), eso es porque tenía que haber otros escritos que dijesen lo contrario. Es una teoría curiosa, lo confieso. Si para Homero es lógico que las guerras generen esclavos, eso tiene que ser porque su época tendría que haber otro Homero (para no equivocarnos, llamémoslo Pedrolo), cuyos textos no nos han llegado, que propugnaría que esclavizar a los enemigos tras haberlos vencido era caca. Cuando a King se le contestaba que eso no se podía afirmar hasta que no se descubriesen esos presuntos escritos, contemporáneos o anteriores a Tertuliano, sosteniendo esas ideas, ella hablaba de fact fundamentalists, talibanes de los datos.

Ésta es la filosofía. El historiador ya no vive de los datos; ya no es esclavo de los datos. Ahora, construye en su cabeza un relato coherente y lo busca en la Historia. Si no está, lo imagina, lo especula; desarrolla la figura de Pedrolo porque decide que Pedrolo tuvo que existir. Porque la riqueza historiográfica ya no reside en descubrir nuevos datos, o elaborar nuevos puntos de vista sobre los ya existentes, que enriquezcan o, incluso, revolucionen lo que se ha creído hasta el momento. La riqueza historiográfica reside en la capacidad de generar relatos y buscarles la lógica; lógica que no necesariamente ha de estar en los datos, en lo que sabemos; porque lo que sabemos, en Historia, es siempre una porción, en ocasiones muy pequeña, de lo que podríamos saber o llegaremos a saber.

Esto, en la práctica, quiere decir que la historiografía se impregna de presentismo: el pasado no se juzga con la mente del pasado, sino con la del presente. Ahí están los interminables debates tuiteros sobre la antigüedad del concepto de nación española, que es un debate que movería a la más absoluta extrañeza a aquéllos sobre cuyas opiniones se discute: los castellanos, aragoneses y navarros de hace ene siglos, para los cuales el concepto de nación era otra cosa (para ser más exactos: el concepto de nación es la evolución en el tiempo de esa otra cosa). Karen King es una historiadora feminista, y por eso tiene que encontrar mujeres sudando sororidad allí donde investigue. Veritas, además de la interesante, a ratos trepidante, movida que nos cuenta su autor, es un poco la crónica de esto. La crónica de cómo la historiografía se ha ido relajando la faja hasta que sus lorzas lo han desbordado todo. 

Una cosa que me llama mucho la atención de los debates tuiteros es la saña, a ratos yo diría que desesperada, con la que los modernos historiadores y estudiantes de la cosa defienden el concepto de que la Historia es una ciencia. Confieso que es algo en lo que nunca he creído: si coges a 50 historiadores y les preguntas cuál es el segundo peor rey de la Historia de Castilla, Aragón y España, con facilidad recaudarás entre 15 y 20 respuestas diferentes; no sólo eso, es que además te darás cuenta que hay gente que te dirá que Felipe II fue el peor rey español de la Historia, mientras que otros ¡te dirán que es el mejor!. Sin embargo, si juntas a 50 químicos y les preguntas cuál es el segundo elemento más pesado, sólo obtendrás una respuesta, a menos que a alguno de los 50 químicos le hayan dado el título en la Facultad Celaá de Ciencias Químicas (que es una facultad, como sabéis, en la que para ser químico no hace falta saberse la tabla periódica). 

Ésa es la diferencia que existe entre la hermosa especulación intelectual, que no otra cosa es la Historia; y la ciencia.

Este tema me ha interesado bastante y me he dedicado a observar; y, tras mucha observación, he llegado a la conclusión de que la defensa cerrada del cientifismo histórico por parte de nuestras jóvenes mesnadas historiográficas tiene que ver con aquello de lo que va este post. Tiene que ver con el hecho de que, hoy en día, las interpretaciones históricas están tan cogidas por los pelos, a los scholars se les nota tanto que lo que cuentan está intervenido por sus filias y sus fobias, que la gente necesita pensar que no, que están inmersos en un sistema de conocimiento reglado, jerarquizado, que les garantiza que no caen en sesgos ni en mierdas. Por eso deberían leer Véritas, porque en este libro van a descubrir que no hay ciencia. Que no hay jerarquía, no hay sistema, no hay disciplina. Ellos mismos verán, en las páginas de Sabar, cómo una puta mierda de falsificación, cutre y desde luego nada sofisticada, supera dobles ciegos, controles científicos, juicios de expertos y todo lo que se le pone por delante; porque la investigadora quiere creer, su universidad quiere que crea y a los últimos invitados a la fiesta carroñera: la Prensa, la historia le mola un huevo.

Un historiador sólo tiene una cosa: su honestidad intelectual. La persona que es intelectualmente honesta es, primero que todo, consciente de que mañana, o pasado mañana, puede dar la vuelta en una página de un libro y descubrir que estaba equivocado. A mí me ha pasado cienes de veces y, creedme, ruego a Mitra que me siga pasando. La persona que es intelectualmente honesta es, además, consciente de que la Verdad histórica, así, con V mayúscula, no existe. La verdad histórica se construye de la suma de pequeñas interpretaciones y es, además, un ser cambiante; porque pocas cosas hay que cambien más con el paso del tiempo que la interpretación del pasado. En ese entorno no, no hay ciencia; hay honestidad, o no la hay, a la hora de recopilar información y de interpretarla. 

Puede que alguno de vosotros, al leer estos párrafos, me esté contestando dentro de su cabeza: "A ver, esto es trampa, Jota; el escándalo que recibe el libro se refiere a la Historia de los orígenes del cristianismo, y tú sabes perfectamente que la mayor parte de los estudiosos de ese período son monjes soldados; porque son, a la vez, historiadores y predicadores". Y es completamente cierto. Si hay un ámbito histórico en el que es fácil encontrar intelectuales de parte, ése es la Historia de las Religiones (lo cual es, en mi opinión, una de las razones de que dicha disciplina tenga tan poco interés en las últimas décadas, y que su momento más fecundo sea el de la historiografía liberal del siglo XIX). Sin embargo, debo destacar que es precisamente ahí donde está el problema. Porque si lo que tenía que haber pasado es que la historiografía profesional hubiese impregnado la historiografía religiosa, lo que ha ocurrido es justo lo contrario. ¿Acaso no hay hoy historiadores de Cataluña medio historiadores medio propagandistas catalanistas; o historiadores de la guerra civil fieles a una verdad pre concertada? 

La civilización actual, lejos de superar el pensamiento religioso, lo ha adaptado a su propia posmodernidad. En el mundo actual, vuelve a existir el pecado capital (por ejemplo, el hombre que es un violador por el mero hecho de nacer hombre); el proselitismo (la negación al discrepante, la aspiración a que sus opiniones sean censuradas); y, esto es lo importante para el tema que nos ocupa, la Historia al servicio de ideas preconcebidas. La Historia ha dejado de ser una pregunta; ha pasado a ser una respuesta. 

La lectura de Veritas me ha llevado a plantearme cuántas cosas que leo o me cuentan, y que doy por ciertas porque abarcan campos del conocimiento donde apenas he puesto el pie, en realidad tienen timbre de certitud. A mí, personalmente, me da igual; al fin y al cabo, en este campo de la Historia no me debo sino a mí mismo. Pero quienes sostienen esta "ciencia" deberían tomarse algo más en serio reflexiones como ésta.

La propia dinámica descrita en el libro de Sabar, cómo un simple, y perdón por lo de simple, escritor de best sellers, que lo mismo te escribe un libro sobre la descendiente de Jesús que te escribe otro sobre una instalación secreta de la CIA en la que se trata de desarrollar una tortilla de patata con cebolla que aun estando caliente esté buena, puede remover las aguas de la historiografía; la propia dinámica, digo, es ya un mensaje de jodida naturaleza. En la superficie del problema, la Historia se convierte en un espectáculo más. Pero en lo profundo, y realmente dañino, en lo que se convierte es en un instrumento para condicionar el presente. Esto empezó hace ya muchos años, con la historiografía marxista, que no es otra cosa que la búsqueda permanente de la dialéctica de la lucha de clases en cada momento de nuestro pasado, para así poder demostrar la vigencia de dicha dialéctica en el presente. Los historiadores, y no digamos ya los licenciados en Historia, han dejado de considerar que sirven a la Historia; pretenden que la Historia les sirva a ellos. Lo importante no es decir que existen pruebas del Evangelio de la Esposa de Jesús; lo importante es poder decir que dicho Evangelio pudo existir porque resulta que en un papiro dice: "Jesús dijo (...) mi esposa (...)" Da igual que la construcción de la frase pueda ser: "Jesús dijo: todo aquél que diga: mi esposa no me ama, ofende a Mi Padre". Y, por supuesto, da igual que, en realidad, el papiro no diga eso, porque el papiro no sea. Aquí lo que importa es que el historiador tiene una teoría. No seamos talibanes con los datos. 

Una de las últimas discusiones algo largas que he tenido en Twitter fue con un historiador que publicó un hilo de tuits estableciendo algo así como los principios básicos que deben regir la labor de todo historiador. En uno de ellos escribió algo así como: "la mejor historiografía sobre unos hechos es siempre la última que se ha realizado".  Yo le contesté que eso no era verdad. Y lo pienso. Pienso que Ernest Renan, pese a haber vivido sin conocer los rollos del Mar Muerto ni los tomitos de Nag Hammadi (cosa que bien que le jodería si lo supiera), es mucho más importante para la Historia del Cristianismo que toneladas de scholars del último medio siglo. Pienso que nadie ha superado a Ramón Carande en su campo, como lo pienso también de algunas obras de Vivens-Vives, o de Sánchez Albornoz. Creo que en las raíces de aquella discusión está buena parte del problema actual de la Historia y los historiadores, que ven superación de puntos de vista anteriores a los suyos donde lo que hay, en realidad, es, como decía, un cambio estratégico; esos puntos de vista que ellos denuestan son el producto de una Historia mucho más honesta que la actual, una Historia que encajaba consigo misma, diferente de la Historia actual, cuya función es encajar con el presente. A partir de aquí, quién se extrañará de las actuales corrientes iconoclastas, dedicadas a la destrucción de toda estatua o signo visible del pasado o los pasados que no queremos reconocer. El siguiente paso será encargar a licenciados en Historia que escriban libros adaptados a esa iconoclastia; en frase que siempre me ha encantado de Tiburcio Samsa, es muy probable que, en ese mismo momento, se esté escribiendo ya el libro definitivo que demostrará que la guerra civil española la ganó la República.

En fin; es lo que hay.

lunes, noviembre 02, 2020

Franco y Dios (29: el obispo que dijo: si el Papa quiere que sea primado de España, que me lo diga)

Como quiera que el tema de España, la República y la Iglesia ha sido tratado varias veces en este blog, aquí tienes algunos enlaces para que no te pierdas.

El episodio de la senda recorrida por el general Franco hacia el poder que se refiere a la Pastoral Colectiva

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Y ahora vamos con las tomas de esta serie. Ya sabes: los enlaces irán apareciendo conforme se publiquen.
Y Serrano Súñer se dio, por fin, cuenta de que había cosas de las que no tenía ni puta idea
Cuando Franco decidió mutar en Franco


Antes de seguir con el relato que hemos dejado parado en la nota del Ministerio de Asuntos Exteriores anunciando un acuerdo entre España y el Vaticano, hagamos una digresión. La digresión de un nihilista ideológico.

viernes, octubre 30, 2020

Franco y Dios (28: el ministro que se agarró a los cataplines de un Papa)

Como quiera que el tema de España, la República y la Iglesia ha sido tratado varias veces en este blog, aquí tienes algunos enlaces para que no te pierdas.

El episodio de la senda recorrida por el general Franco hacia el poder que se refiere a la Pastoral Colectiva

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Y ahora vamos con las tomas de esta serie. Ya sabes: los enlaces irán apareciendo conforme se publiquen.
El obispo que dijo: si el Papa quiere que sea primado de España, que me lo diga.
Y Serrano Súñer se dio, por fin, cuenta de que había cosas de las que no tenía ni puta idea
Cuando Franco decidió mutar en Franco


Como os he dicho, Serrano Súñer, muy probablemente, no quiso verse con el Papa porque cuando estuvo en Roma ya sabía que sería, como mínimo, ministro de Asuntos Exteriores, y no quería perder la baza de manejar la negociación con el Vaticano desde el principio. Él tenía que saber, además, que antes de los cambios de gobierno de 16 de octubre, los cambios que lo encumbraron al puesto citado, monseñor Cicognani, tal vez oliéndose la tostada de que el régimen español iba a dar un giro profascista, había llegado a un acuerdo de principio con el gobierno español para regular la provisión de las sedes vacantes; acuerdo que, ambas partes lo tenían claro, no debía prejuzgar el pacto final.