Una política cuestionable
Peseta grande, ande o no ande
Secos de crédito
Conspiradores
Las cábalas de Mussolini
March
Portugal
Los sueños imposibles del doctor Negrín
Dos modelos enfrentados
Dos bandos, dos modelos
La polémica interminable sobre la eficiencia del gasto bélico
Rosario de ventas
De lo necesario, y de lo legal
¿Y si Putin tiene una colección de monedas de puta madre?
La guerra del dinero
Echa el freno, Madaleno
Un mundo sin bancos
“Escuchado en la radio”
El sindiós catalán
Eliodoro de la Torre, el más vasco entre los vascos
Las repúblicas taifas
El general inflación
Bombardeando pasta
Los operadores económicos desconectados
El tema impositivo (y la recapitulación)
Un lector tirando a socialdemócrata de hoy en día, tal vez, se preguntará: pero, ¿por qué la II República tenía, si es que no yerra este imbécil y efectivamente la tenía, esa obsesión por el presupuesto equilibrado? La pregunta tiene dos respuestas. La primera es que aquellos tiempos no son éstos. Hace casi un siglo todavía se reconocía en las obras de gobierno la necesidad de la racionalidad gestora. Todavía se creía que no existía gran diferencia entre un Estado y una tienda de ultramarinos y que, consecuentemente, debían gestionarse de maneras parecidas. La segunda respuesta es que la república quería el ajuste presupuestario porque la Dictadura no lo había practicado; y ya te he dicho antes que la política económica republicana era, en buena medida, simple consigna reactiva hacia lo que otros, el enemigo, habían hecho.