miércoles, septiembre 21, 2016

Trento (3)

Recuerda que en esta serie hemos hablado ya, en plan de introducción, del putomiérdico estado en que se encontraba la Europa católica cuando empezó a amurcar la Reforma y la reacción bottom-up que generó en las órdenes religiosas, de los camaldulenses a los teatinos.

La esencia de los jesuitas no es algo nuevo. La íntima unión entre el mundo caballeresco y religioso, entre la cruz y la espada, es algo con lo que la religión católica llevaba coqueteando, y más que coqueteando, desde los siglos de las cruzadas. En Europa, sin embargo, esta identificación colaborativa hacía desaparecido en buena medida, con la única excepción de España. España, ya en los tiempos del Renacimiento, era diferente. Como nación, tenía una especificidad que ninguna otra nación de Europa podía mostrar, y era ese proceso que aquí conocemos como la Reconquista, esto es, el largo camino de siglos por el cual la religión cristiana recuperó de manos del moro el solar que un día había sido suyo.

lunes, septiembre 19, 2016

Trento (2)

Recuerda que en esta serie hemos hablado ya, en plan de introducción, del putomiérdico estado en que se encontraba la Europa católica cuando empezó a amurcar la Reforma.

En el año 1012, un religioso llamado Romualdo, residente en Camaldoli, pueblo toscano cercano a Arezzo, había fundado una orden religiosa que tomó su nombre del lugar donde nació; sus acólitos pasaron a llamarse camaldulos o, más comúnmente, camaldulenses. Los camaldulenses se consolidaron como una vertiente especialmente dura de la regla benedictina, que es uno de los grandes pilares de la vida monástica católica. Los camaldulenses vivían en ermitas, concentrados en pequeñas células separadas unas de otras, que únicamente se unían en el oratorio a las horas de oficios divinos. Llevaban una vida rigurosa que incluía periodos prolongados de silencio total. No podían comer carne rien du tout.