viernes, julio 01, 2022

La implosión de la URSS (26: Beloveje)

 No es oro todo lo que reluce

Izquierda, izquierda, derecha, derecha, adelante, detrás, ¡un, dos, tres!
La gran explosión
Gorvachev reinventa las leyes de Franco
Los estonios se ponen Puchimones
El hombre de paz
El problema armenio, versión soviética
Lo de Karabaj
Lo de Georgia
La masacre de Tibilisi
La dolorosa traición moldava
Ucrania y el Telón se ponen de canto
El sudoku checoslovaco
The Wall
El Congreso de Diputados del Pueblo
Sajarov vence a Gorvachev después de muerto
La supuesta apoteosis de Gorvachev
El hijo pródigo nos salió rana
La bipolaridad se define
El annus horribilis del presidente
Los últimos adarmes de carisma
El referendo
La apoteosis de Boris Yeltsin

El golpe
¿Borrón y cuenta nueva? Una leche
Beloveje
Réquiem por millones de almas
El reto de ser distinto
Los problemas centrífugos
El regreso del león de color rosa que se hace cargo de las cosas
Las horas en las que Boris Yeltsin pensó en hacerse autócrata
El factor oligarca
Boris Yeltsin muta a Adolfo Suárez
Putin, el inesperado
Ciudadanos, he fracasado; dadle una oportunidad a Vladimiro 


Pero todo esto lo hacía don Milhail con una notable miopía: la que le impedía ver cómo habían cambiado las cosas. Antes del golpe de agosto, tan sólo Lituania y Georgia, sobre todo la segunda de ellas, habían dado el paso de proclamar procesos de independencia con todas sus palabras. Estonia y Letonia habían afirmado sus derechos, pero sin llegar hasta el final. Después del golpe, sin embargo, las cosas cambiaron radicalmente. El 20 de agosto, en medio de toda la movida, Estonia proclamó su independencia. Letonia le siguió el 21, Ucrania el 24, Moldavia el 27, Azerbayán el 30, Uzbekistán el 31. El 9 de septiembre, siguió Tayikistán, Armenia el 23, en este caso amparada por un referendo; y Turmekistán el 27 de octubre. Es decir, sólo Bielorrusia y Kazajstán parecían encontrarse cómodas con una faja como la de Novo-Ogarevo; aunque desde el 24 de agosto, el Partido Comunista estaba ilegalizado de facto en Bielorrusia.

miércoles, junio 29, 2022

La implosión de la URSS (25: ¿Borrón y cuenta nueva? Una leche)

No es oro todo lo que reluce

Izquierda, izquierda, derecha, derecha, adelante, detrás, ¡un, dos, tres!
La gran explosión
Gorvachev reinventa las leyes de Franco
Los estonios se ponen Puchimones
El hombre de paz
El problema armenio, versión soviética
Lo de Karabaj
Lo de Georgia
La masacre de Tibilisi
La dolorosa traición moldava
Ucrania y el Telón se ponen de canto
El sudoku checoslovaco
The Wall
El Congreso de Diputados del Pueblo
Sajarov vence a Gorvachev después de muerto
La supuesta apoteosis de Gorvachev
El hijo pródigo nos salió rana
La bipolaridad se define
El annus horribilis del presidente
Los últimos adarmes de carisma
El referendo
La apoteosis de Boris Yeltsin

El golpe
¿Borrón y cuenta nueva? Una leche
Beloveje
Réquiem por millones de almas
El reto de ser distinto
Los problemas centrífugos
El regreso del león de color rosa que se hace cargo de las cosas
Las horas en las que Boris Yeltsin pensó en hacerse autócrata
El factor oligarca
Boris Yeltsin muta a Adolfo Suárez
Putin, el inesperado
Ciudadanos, he fracasado; dadle una oportunidad a Vladimiro 



En la mañana del día 21, sin que realmente se pueda saber muy bien quién dio la orden, y existiendo todavía el Comité de Urgencia, las tropas que habían entrado en Moscú comienzan a retirarse. Ese mismo día, el Parlamento ruso y el Presidium del Soviet Supremo se reúnen al mismo tiempo. Ante el primero, un exultante Yeltsin anuncia su rechazo al golpe de Estado, así como su decisión de asumir el mando de todas las tropas situadas en Rusia. Ante el segundo, proclama que la destitución de Gorvachev ha sido un acto ilegal. El presidente de la Unión fue informado de esta declaración en el avión que le traía a Moscú; información que le llevó a hacerse la idea, equivocada, de que el golpe de Estado no había tenido consecuencia alguna para su poder.

lunes, junio 27, 2022

La implosión de la URSS (24: El golpe)

 No es oro todo lo que reluce

Izquierda, izquierda, derecha, derecha, adelante, detrás, ¡un, dos, tres!
La gran explosión
Gorvachev reinventa las leyes de Franco
Los estonios se ponen Puchimones
El hombre de paz
El problema armenio, versión soviética
Lo de Karabaj
Lo de Georgia
La masacre de Tibilisi
La dolorosa traición moldava
Ucrania y el Telón se ponen de canto
El sudoku checoslovaco
The Wall
El Congreso de Diputados del Pueblo
Sajarov vence a Gorvachev después de muerto
La supuesta apoteosis de Gorvachev
El hijo pródigo nos salió rana
La bipolaridad se define
El annus horribilis del presidente
Los últimos adarmes de carisma
El referendo
La apoteosis de Boris Yeltsin

El golpe
¿Borrón y cuenta nueva? Una leche
Beloveje
Réquiem por millones de almas
El reto de ser distinto
Los problemas centrífugos
El regreso del león de color rosa que se hace cargo de las cosas
Las horas en las que Boris Yeltsin pensó en hacerse autócrata
El factor oligarca
Boris Yeltsin muta a Adolfo Suárez
Putin, el inesperado
Ciudadanos, he fracasado; dadle una oportunidad a Vladimiro


Aunque Gorvachev y Yeltsin habían firmado una paz estratégica, en realidad seguían seriamente enfrentados. El principal elemento de enfrentamiento entre el comunismo oficial y el gobierno ruso era la regulación de la que ya os he hablado, mediante la cual quedaron prohibidas las estructuras políticas en los centros de trabajo o, si lo preferís, quedaba prohibido el comisariado político monopolístico del comunismo en la economía. La medida tenía sus partidarios y detractores en todas partes pero, sobre todo, contaba con una oposición cerril por parte del comunismo oficial. Valentin Sergeyevitch Pavlov, que había sucedido a Ryjkov como primer ministro, comenzó a hacer declaraciones en contra de su propio presidente Gorvachev, por considerarlo demasiado partidario de la propiedad privada y esas cosas. Las propuestas de Pavlov fueron muy lejos, puesto que aportó la idea de que se le diesen plenos poderes a él, desnudando la presidencia. Propuesta en la que fue apoyado por Vladimir Alexandrovitch Kriutchkov, entonces jefe del KGB.