Hablemos (de nuevo) de Arrio
Homooussios y homoioussios: Santísima Trinidad, calienta que sales
Apolinar de Laodicea la lía parda
Los conciliábulos de León, Pulcheria y Marciano
La rebelión egipcia
La que has montado, Leoncito
En otro momento de este blog ya hemos tenido la ocasión de repasar el auge de Constantino el Grande y, al hacerlo, ya nos metimos un poco en el tema del donatismo y el arrianismo; en otro punto, ya nos hemos metido más de hoz y coz teológica sobre las bases del arrianismo y sus escuelas conexas. En esta serie corta volvemos con el tema para ir un poquito más allá, superando el ámbito temporal que en la serie constantiniana nos impusimos y adentrándonos, por lo tanto, en lo que pasó no sólo durante, sino también después del emperador al que, en parte con razón, en parte sin ella, consideramos el hacedor del poder cristiano sobre la civilización occidental. Vamos a llegar hasta donde hay que llegar, es decir, hasta Calcedonia, para tratar de explicar por qué hay una Iglesia oriental y otra occidental. Y, al final, reflexionaremos un poco sobre si es posible que los hermanos que un día partieron peras algún día se unan de nuevo.