viernes, mayo 20, 2022

La implosión de la URSS (8: Lo de Karabaj)

 No es oro todo lo que reluce

Izquierda, izquierda, derecha, derecha, adelante, detrás, ¡un, dos, tres!
La gran explosión
Gorvachev reinventa las leyes de Franco
Los estonios se ponen Puchimones
El hombre de paz
El problema armenio, versión soviética
Lo de Karabaj
Lo de Georgia
La masacre de Tibilisi
La dolorosa traición moldava
Ucrania y el Telón se ponen de canto
El sudoku checoslovaco
The Wall
El Congreso de Diputados del Pueblo
Sajarov vence a Gorvachev después de muerto
La supuesta apoteosis de Gorvachev
El hijo pródigo nos salió rana
La bipolaridad se define
El annus horribilis del presidente
Los últimos adarmes de carisma
El referendo
La apoteosis de Boris Yeltsin
El golpe
¿Borrón y cuenta nueva? Una leche
Beloveje
Réquiem por millones de almas
El reto de ser distinto
Los problemas centrífugos
El regreso del león de color rosa que se hace cargo de las cosas
Las horas en las que Boris Yeltsin pensó en hacerse autócrata
El factor oligarca
Boris Yeltsin muta a Adolfo Suárez
Putin, el inesperado
Ciudadanos, he fracasado; dadle una oportunidad a Vladimiro

Con todos los conflictos y movidas que había en Armenia, sólo era cuestión de tiempo que el avispero se excitase también en Azerbayán. Los azeríes sabían que tenían la posición de fuerza en lo relativo a los territorios caucásicos, pues, por definición, quien tiene concedida una prez tiene de salida la ventaja. La posición de Azerbayán en Moscú, además, era de cierto peso gracias a la persona de Gaidar Alirza oglu Aliev, que había sido primer secretario general del Partido en la república pero, además, en 1981, en las últimas boqueadas del breznevismo, había sido nombrado vicepresidente del gobierno de la URSS y miembro del Politburó.

miércoles, mayo 18, 2022

La implosión de la URSS (7: El problema armenio, versión soviética)

 No es oro todo lo que reluce

Izquierda, izquierda, derecha, derecha, adelante, detrás, ¡un, dos, tres!
La gran explosión
Gorvachev reinventa las leyes de Franco
Los estonios se ponen Puchimones
El hombre de paz
El problema armenio, versión soviética
Lo de Karabaj
Lo de Georgia
La masacre de Tibilisi
La dolorosa traición moldava
Ucrania y el Telón se ponen de canto
El sudoku checoslovaco
The Wall
El Congreso de Diputados del Pueblo
Sajarov vence a Gorvachev después de muerto
La supuesta apoteosis de Gorvachev
El hijo pródigo nos salió rana
La bipolaridad se define
El annus horribilis del presidente
Los últimos adarmes de carisma
El referendo
La apoteosis de Boris Yeltsin
El golpe
¿Borrón y cuenta nueva? Una leche
Beloveje
Réquiem por millones de almas
El reto de ser distinto
Los problemas centrífugos
El regreso del león de color rosa que se hace cargo de las cosas
Las horas en las que Boris Yeltsin pensó en hacerse autócrata
El factor oligarca
Boris Yeltsin muta a Adolfo Suárez
Putin, el inesperado
Ciudadanos, he fracasado; dadle una oportunidad a Vladimiro

El ministro de Asuntos Exteriores de Gorvachev, Eduard Shevardnazde, no era tan optimista como su jefe sobre la posibilidad de abandonar Afganistán. Tras una visita al país, el georgiano volvió convencido de que la URSS no podía dejar aquel teatro. Por eso, su sugerencia al secretario general será la de ganar tiempo. Gorvachev convocó una reunión del Politburó. Incluso se marchó de Moscú y la convocó en Novo-Ogarevo. En ficha reunión, Shevardnazde hizo bola con los militares a la hora de defender la idea de que Najibullah no se podía quedar solo. Al parecer, la discusión fue muy subidita de tono, y Gorvachev acabaría gritando. Sucintamente, los militares exhibían razones estratégicas puesto que, decían, si caía Najibullah, la influencia de Pakistán, valedor de los muyaidines, sería total en la zona. Gorvachev, sin embargo, repetía y repetía que los soviéticos habían adquirido un compromiso en Ginebra frente al resto del mundo, y no podían deshacerlo. Quería seguir siendo el hombre de paz.

lunes, mayo 16, 2022

La implosión de la URSS (6: El hombre de paz)

 No es oro todo lo que reluce

Izquierda, izquierda, derecha, derecha, adelante, detrás, ¡un, dos, tres!
La gran explosión
Gorvachev reinventa las leyes de Franco
Los estonios se ponen Puchimones
El hombre de paz
El problema armenio, versión soviética
Lo de Karabaj
Lo de Georgia
La masacre de Tibilisi
La dolorosa traición moldava
Ucrania y el Telón se ponen de canto
El sudoku checoslovaco
The Wall
El Congreso de Diputados del Pueblo
Sajarov vence a Gorvachev después de muerto
La supuesta apoteosis de Gorvachev
El hijo pródigo nos salió rana
La bipolaridad se define
El annus horribilis del presidente
Los últimos adarmes de carisma
El referendo
La apoteosis de Boris Yeltsin
El golpe
¿Borrón y cuenta nueva? Una leche
Beloveje
Réquiem por millones de almas
El reto de ser distinto
Los problemas centrífugos
El regreso del león de color rosa que se hace cargo de las cosas
Las horas en las que Boris Yeltsin pensó en hacerse autócrata
El factor oligarca
Boris Yeltsin muta a Adolfo Suárez
Putin, el inesperado
Ciudadanos, he fracasado; dadle una oportunidad a Vladimiro 

Gorvachev era él mismo un político muy interesado por los temas internacionales, y rodeado de un equipo bastante bueno en el tema. Alexander Yakolev, como ya os he contado, había currado en Canadá. Anatoli Sergueyevitch Chernaiev había sido rescatado del departamento Internacional del Comité Central, codo con codo con Boris Nikolaievitch Ponomarev. Y, sobre todos estos fichajes, el de Andrei Serafimovitch Gratchev, que había desarrollado buena parte de su carrera el Budapest. Asimismo, hay que citar a Guiorgui Arkadyevitch Arbatov, considerado un experto en los Estados Unidos; Valentin Milhailovitch Falin, especializado en Alemania; y Giourgui Chanazarov. Además, obviamente, de Shevardnazde.