El hundimiento
De Krebs a Demnin
Como ya hemos
contado en estas notas, la última persona en la que Hitler confió
antes de morir fue Karl Dönitz. Su gesto, completamente inútil, de
enviar a un grupo de cadetes de marina a Berlín para que colaborasen
en la defensa del Führer lo conmovió; así pues, en el marco del
final de un régimen en el que Hitler se sentía traicionado por
todos quienes habían sido su entourage menos Göbels, decidió
encomendarle al almirante la labor de continuar la guerra o de
encontrar una paz honrosa. A Dönitz quien le comunicó la noticia
fue Martin Bormann quien, sin embargo, tardó cosa de un día en
completar dicha información con el dato de que Hitler se había
suicidado. La única razón para este rechazo tiene que ser que
Bormann tuviera ambiciones de mantener una influencia y un poder en el
nuevo Estado después de Hitler. Sin embargo, como sabemos Bormann no
fue capaz de salir de Berlín, aunque todavía en los años setenta
del siglo pasado había periodistas mistabobos que se hacían pajas
con la idea de que hubiese huido y estuviese en algún lugar de
Argentina bailando milongas.