miércoles, octubre 19, 2016

EEUU (39)

Recuerda que ya te hemos contado los principios (bastante religiosos) de los primeros estados de la Unión, así como su primera fase de expansión. A continuación, te hemos contado los muchos errores cometidos por Inglaterra, que soliviantaron a los coloniales. También hemos explicado el follón del té y otras movidas que colocaron a las colonias en modo guerra.

Evidentemente, hemos seguido con el relato de la guerra y, una vez terminada ésta, con los primeros casos de la nación confederal que, dado que fueron como el culo, terminaron en el diseño de una nueva Constitución. Luego hemos visto los tiempos de la presidencia de Washington, y después las de John Adams y Thomas Jefferson

Luego ha llegado el momento de contaros la guerra de 1812 y su frágil solución. Luego nos hemos dado un paseo por los tiempos de Monroe, hasta que hemos entrado en la Jacksonian Democracy. Una vez allí, hemos analizado dicho mandato, y las complicadas relaciones de Jackson con su vicepresidente, para pasar a contaros la guerra del Second National Bank y el burbujón inmobiliario que provocó.

Luego hemos pasado, lógicamente, al pinchazo de la burbuja, imponente marrón que se tuvo que comer Martin van Buren quien, quizá por eso, debió dejar paso a Harrison, que se lo dejó a Tyler. Este tiempo se caracterizó por problemas con los británicos y el estallido de la cuestión de Texas. Luego llegó la presidencia de Polk y la lenta evolución hacia la guerra con México, y la guerra propiamente dicha, tras la cual rebrotó la esclavitud como gran problema nacional, por ejemplo en la compleja cuestión de California. Tras plantearse ese problema, los Estados Unidos comenzaron a globalizarse, poniendo las cosas cada vez más difíciles al Sur, y peor que se pusieron las cosas cuando el follón de la Kansas-Nebraska Act. A partir de aquí, ya hemos ido derechitos hacia la secesión, que llegó cuando llegó Lincoln. Lo cual nos ha llevado a explicar cómo se configuró cada bando ante la guerra.

Comenzando la guerra, hemos pasado de Bull Run a Antietam, para pasar después a la declaración de emancipación de Lincoln y sus consecuencias; y, ya después, al final de la guerra e, inmediatamente, el asesinato de Lincoln.


Aunque eso no era sino el principio del problema. La reconstrucción se demostró difícil, amén de preñada de enfrentamientos entre la Casa Blanca y el Congreso. A esto siguió el parto, nada fácil, de la décimo cuarta enmienda. Entrando ya en una fase más normalizada, hemos tenido noticia del muy corrupto mandato del presidente Grant. Que no podía terminar sino de forma escandalosa que el bochornoso escrutinio de la elección Tilden-Hayes.

Aprovechando que le mandato de Rutherford Hayes fue como aburridito, hemos empezado a decir cosas sobre el desarrollo económico de las nuevas tierras de los EEUU, con sus vacas, aceros y pozos de petróleo. Y, antes de irnos de vacaciones, nos hemos embarcado en algunas movidas, la principal de ellas la reforma de los ferrocarriles del presi Grover Cleveland. Ya de vuelta, hemos contado los turbulentos años del congreso de millonarios del presidente Harrison, y su política que le llevó a perder las elecciones a favor, otra vez, de Cleveland. Después nos hemos enfrentado al auge del populismo americano y, luego, ya nos hemos metido de lleno en el nacimiento del imperialismo y la guerra contra España.

Con la guerra contra España, Estados Unidos inauguró una nueva etapa en su existencia, y yo diría que en la existencia de la guerra internacional. Hasta 1898, más o menos, todas las guerras en las que se había visto envuelta una nación tenían una clara razón de ser para ella; o bien estaba siendo agredida, o bien lo estaban siendo sus intereses, o bien tenía ambiciones expansionistas, vengativas o de orden religiosos que en su tiempo se reputaban legítimas. En 1898, sin embargo, Estados Unidos ni tenía un interés amenazado, ni podía considerarse mancillado en su honor por nada. Todo lo que tenía era una sospecha respecto del Maine, tan feble que ni siquiera a las primeras de cambio la comisión de investigación, a pesar de que le habría encantado, fue capaz de estatuir la culpabilidad española en el evento. Cuba fue la primera vez que Washington se metió, con armas y bagages, en un fregado que no le iba directamente. No sería la última. El Washington Post lo dejó bien claro en un preclaro editorial, en el que escribió: “Parece que tenemos una nueva conciencia: la conciencia de nuestra fuerza. Y que tenemos el apetito de enseñarla”.

domingo, octubre 16, 2016

Bogomilos

De alguna manera, o de muchas, estas notas has de contemplarlas en relación con algo que ya hemos escritoaquí sobre los paulicianos.

Si en el Alta Edad Media europea había un lugar que estaba fértil para la crianza de las herejías y, muy notablemente, del maniqueísmo, ése lugar era la península de los Balcanes. Aquellos territorios que, no hacía mucho, habían provisto al Imperio Romano de sus mejores soldados, había visto cómo su estrella declinaba con la derrota de Adrianópolis. Los Balcanes fueron sucesivamente invadidos por los godos, los hunos y los avaros, todos ellos con bastante malas intenciones respecto de la población local, que por ello abandonó su incipiente existencia urbana y prefirió irse a vivir al culo del mundo, en la altura de las muchas montañas de la zona. Allí, sobre todo en los Cárpatos, el balcánico de toda la vida habría de resurgir con nombres como valaquio o rumano. Pero, sobre todo, los amplios espacios que dejaron libres en la región estos balcánicos de origen fueron ocupados por los eslavos.